Creemos en el Espíritu Santo: EN LA IGLESIA

INTRODUCCIÓN

En la última noche que el Señor Jesús pasó con sus discípulos antes de su crucifixión, habló con ellos acerca de muchas cosas. Uno de sus principales objetivos esa noche era prepararlos para el futuro, no sólo para su detención y muerte, sino también para cuando él ascendiera al cielo. Y una de las cosas más sorprendentes que les dijo fue que estarían mejor una vez que se fuera. ¿Te imaginas hablar con Jesús cara a cara, y qué te tenga que decir eso? Casi suena ridículo, ¿verdad? Esto es, hasta que escuchas la razón. Una vez que el Señor Jesús se haya ido, el Espíritu Santo de Dios vendría a ellos. El Espíritu les permitiría cumplir sus funciones como los fundadores de la iglesia de Cristo. Y potenciaría la iglesia para construir el reino de Dios en todo el mundo.

Esta es nuestra tercera lección de la serie Creemos en el Espíritu Santo. Hemos titulado esta lección "En La Iglesia", porque nos centraremos en la obra del Espíritu Santo dentro de la comunidad del pueblo del pacto de Dios.

En una lección anterior, exploramos la obra providencial del Espíritu Santo en el mundo en general. Antes de los días de Abraham, Dios trató con todos los seres humanos de la misma manera. Pero en esta lección, veremos el trabajo providencial que hace dentro de un segmento de la humanidad. Comenzando con Abraham, Dios entró en una relación especial con un grupo distinto de personas. Y Él creó un pacto para gobernar esta relación. A partir de Abraham, Dios siempre ha tenido un pueblo especial con el que ha pactado. Y a este pueblo del pacto lo llamamos la "iglesia".

La mayoría de la gente está familiarizada con la iglesia del Nuevo Testamento. Pero, aunque muchas traducciones modernas no reflejan esto, las Escrituras también se refieren al antiguo Israel — los descendientes de Abraham — como la "iglesia". La Septuaginta, la traducción griega del Antiguo Testamento, usa el término griego ekklesia para designar la "asamblea" o la "congregación" de Israel. Esta es la misma palabra comúnmente traducida como "iglesia" en el Nuevo Testamento. La Septuaginta usa ese término como nombre para Israel en lugares como Deuteronomio capítulo 9 versículo 10, y capítulo 31 versículo 30; Jueces capítulo 20 versículo 2; 1 Reyes capítulo 8 versículo 14; Y el Salmo 22 versículos 22 y 25. Incluso el Nuevo Testamento se refiere a la nación de Israel como una ekklesia en Hechos capítulo 7 versículo 38. Escuchemos como Pedro describió la iglesia en 1 Pedro capítulo 2 versículo 9:

Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios… (1 Pedro 2:9)

Cuando Pedro hablaba de la iglesia del Nuevo Testamento, se refería a ella, utilizando varios nombres usados en el Antiguo Testamento para la nación de Israel.

Como leemos en Éxodo capítulo 19 versículo 6, Dios llamó a Israel, "un reino de sacerdotes y una nación santa". En Deuteronomio capítulo 7 versículo 6, Israel es referido como "un pueblo santo para el Señor… su posesión exclusiva". Y en Isaías capítulo 62 versículo 12, leemos: "Israel será llamado el Pueblo Santo, el Redimido del Señor". Cuando Pedro se refirió a la iglesia del Nuevo Testamento por los nombres del Antiguo Testamento de Israel, él indicó que estos dos grupos constituyen un pueblo de pacto único y continuo.

Algunos creyentes tienen la idea de que la iglesia fue creada en el Nuevo Testamento, por el derramamiento del Espíritu Santo. Pero el concepto correcto es que la iglesia es una extensión de la iglesia del Antiguo Testamento. Dios llamó a Abraham y a su pueblo en el Antiguo Testamento, y ellos eran el pueblo del Señor en el Antiguo Testamento, la iglesia en el Antiguo Testamento. Y esta misma iglesia se extiende en nuestros días, y continuará hasta la segunda venida de Jesucristo. [Dr. Riad Kassis, traducción]

Por supuesto, hay diferencias entre las comunidades de pacto de Dios en el Antiguo y el Nuevo Testamento. Pero su continuidad nos ayuda a entender la obra del Espíritu Santo. En ambos Testamentos y a lo largo de la historia desde entonces, la obra del Espíritu entre el pueblo del pacto de Dios ha sobrepasado grandemente su trabajo en el resto de la creación. Por lo tanto, en esta lección, cuando usemos la palabra "iglesia", tendremos en mente las comunidades del pacto del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento.

Exploraremos la obra de providencia del Espíritu Santo en tres partes. Primero, veremos su gracia del pacto. Segundo, consideraremos su provisión de Las Escrituras. Y tercero, hablaremos de dones espirituales. Veamos primero la gracia del pacto del Espíritu Santo.

LA GRACIA DEL PACTO

Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, las Escrituras describen la relación de Dios con su iglesia como un pacto. La palabra "pacto" se traduce de la palabra hebrea berîth, y de la palabra griega diatheke. Estas son las mismas palabras que el mundo antiguo usaba para describir los tratados internacionales. En particular, la relación de pacto de Dios con su pueblo se asemeja a los tratados antiguos que existían entre grandes emperadores o soberanos y los reinos vasallos que les sirvieron.

Los antiguos tratados soberano-vasallo compartían tres rasgos comunes: expresaban la benevolencia del soberano hacia su vasallo. Definían la lealtad que el soberano requería de su vasallo. Y explicaban las consecuencias que resultarían de la lealtad o deslealtad del vasallo. Y estos tratados, o pactos, continuaron a través de las generaciones, de modo que los sucesores de los vasallos continuaran sirviendo a los sucesores de los soberanos. De manera similar, los pactos de Dios registran su benevolencia hacia su pueblo, explican la lealtad que le deben y describen las consecuencias para la obediencia o la desobediencia.

En nuestra lección anterior, mencionamos que la obra del Espíritu Santo en el mundo incluye la gracia común. La gracia común es la obra del Espíritu de promover la bondad y la vida en toda la humanidad, un tipo de benevolencia general. Pero el pacto de Dios con la iglesia incluye una medida aún mayor de benevolencia, promoviendo bondad y vida que excede la gracia común. Y esto incluye una mayor paciencia, tolerancia y misericordia que el resto de la humanidad recibe. Esto es verdad para todos en la iglesia, tengan o no fe salvadora.

Uno de los valores o creencias comunes que tenemos en nuestra cultura actual es que Dios trata a todos por igual. Pero creo que lo que vemos en el Nuevo Testamento es que Dios en realidad trata a su pueblo del pacto con una bendición mayor y con mucha más gracia, que como trata al resto del mundo. No significa que no se preocupe por todo el mundo. No significa que su gracia no sea de alguna manera común para todos. Pero cuando se trata de sus hijos, creo que las apuestas se levantan un poco. Y esto no debe sorprendernos. Un padre terrenal puede amar a los otros niños del vecindario, pero es mejor que ame y cuide a sus propios hijos de una manera mucho más grande que a los demás. Y así, creo que vemos lo mismo en el Nuevo Testamento, que Dios derrama sobre aquellos que son suyos una bendición aún mayor, un mayor sentido de amor, estímulo y apoyo. Y eso es algo natural. Debemos entender que eso es lo que queremos ver en un Dios que se llama a sí mismo "Padre". [Dr. Dan Lacich]

Consideraremos la obra del Espíritu en la gracia del pacto, primero, centrándonos en la iglesia en el Antiguo Testamento, y después en la iglesia en el Nuevo Testamento. Comencemos con las expresiones del Antiguo Testamento de la gracia del pacto.

Antiguo Testamento

En los días de Abraham, Moisés y David, Dios hizo pactos que extendieron una gracia especial a toda la nación de Israel. Él primero creó a Israel como una nación especial cuando llamó a Abraham a una relación de pacto en Génesis capítulos 15 y 17. Este pacto misericordiosamente prometió que los descendientes de Abraham heredarían la Tierra Prometida, y que gobernarían sobre todas las naciones de la tierra. Como Pablo escribió en Romanos capítulo 4 versículo 13:

… fue dada a Abraham o a su descendencia la promesa de que sería heredero del mundo… (Romanos 4:13).

Además, Abraham recibió esta promesa sobre la base de la gracia de Dios, que Abraham recibió por medio de la fe. Como leemos en Romanos capítulo 4 versículo 16:

Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia… (Romanos 4:16).

Y a lo largo de la historia de Israel, Dios continuó tratando con ellos misericordiosamente. Todos los que conocen el Antiguo Testamento saben que la nación de Israel a menudo era infiel a Dios. Se quejaba de Él. Se resentían de los planes que Dios tenía para ellos. Adoraban a otros dioses. Maltrataron a su prójimo. ¡De hecho, hicieron todas estas cosas incluso mientras Dios les estaba redimiendo de la esclavitud en Egipto! Escuchemos como Isaías concibió la gracia del pacto de Dios en Isaías capítulo 63 versículos 11 al 14:

[En] los días antiguos, de Moisés… [Él] les hizo subir del mar… [Él] puso en medio de él su santo espíritu… el que los guio por la diestra de Moisés con el brazo de su gloria… dividió las aguas delante de ellos… [y] los condujo por los abismos… El Espíritu de Jehová los pastoreó… (Isaías 63:11-14).

Dios le mostró a Israel la gracia del pacto cuando lo rescató de Egipto. Él dividió el Mar Rojo por ellos, destruyó el ejército de Faraón, y dio a Israel descanso en la Tierra Prometida. A pesar de estas bendiciones, Israel continuó pecando contra Él. Pero aun y cuando siguieron pecando, el Espíritu de Dios continuó extendiendo la misericordia y la gracia del pacto a ellos.

En el Antiguo Testamento Dios es paciente y bondadoso con todos, pero es especialmente paciente con Israel porque tenía un pacto con él. Él dijo: "No he hecho esto por ti, oh Israel, porque fuiste tan justo, o porque fuiste el más grande de todos los pueblos, porque fuiste el más pequeño de todos los pueblos". Él dijo, "Yo hice esto porque yo te amé y porque hice una promesa a tus antepasados". También Israel sería el vehículo por medio del cual Dios se revelaría a las naciones. Dios le dijo a Abraham que había escogido a Abraham para que él levantara a sus descendientes en el camino correcto para que siguieran el pacto de Dios. Por lo tanto, Dios es paciente, pero Dios fue especialmente paciente con Israel debido a su pacto con ellos y porque Dios tenía un propósito de bendecir a todas las naciones a través de la simiente de Abraham. [Dr. Craig S. Keener]

Nehemías capítulo 9, resume la historia nacional de Israel desde Abraham hasta el intento de restauración del reino en el siglo V a. C. Y a lo largo de ese resumen, dice que Dios trató a Israel con amor y misericordia, a pesar de su flagrante rebelión. Escuchemos sólo un par de ejemplos de la gracia del pacto del Espíritu en este capítulo. En Nehemías capítulo 9 versículos 17 al 20, leemos:

… tú eres Dios que perdonas, clemente y piadoso, tardo para la ira, y grande en misericordia, porque no los abandonaste. Además, cuando hicieron para sí becerro de fundición y dijeron: "Este es tu Dios que te hizo subir de Egipto;" y cometieron grandes abominaciones, tú, con todo, por tus muchas misericordias no los abandonaste en el desierto… enviaste tu buen Espíritu para enseñarles… (Nehemías 9:17-20)

Aquí, Nehemías se refirió al pecado de Israel en los días de Moisés. El hecho de que Israel cometió estas idolatrías y blasfemias demuestra que muchos israelitas no eran verdaderos creyentes. Y, aun así, ellos todavía estaban en pacto con Dios, y todavía los trataba con la gracia del pacto. Como Nehemías enfatizó, Dios envió su Espíritu no para castigar a Israel, sino para instruirlos.

En los días de David, Dios generosamente estableció una dinastía permanente en Israel. Pero el pueblo fue tan infiel que en el año 930 a. C. Dios dividió el reino en el reino del norte, Israel y el reino del sur, Judá. Durante los siguientes cientos de años, Dios continuó expresando la gracia del pacto enviando profetas para alentar al pueblo a arrepentirse. Pero no lo hicieron. Así que, envió a Israel al exilio en el año 722 a. C. y a Judá al exilio en 586 a. C. Pero aún así, mantuvo la gracia de su pacto. Como leemos en Nehemías capítulo 9 versículos 30 and 31:

… les testificaste con tu Espíritu por medio de tus profetas, pero no escucharon; por lo cual los entregaste en mano de los pueblos de la tierra. Mas por tus muchas misericordias no los consumiste, ni los desamparaste; porque eres Dios clemente y misericordioso (Nehemías 9:30-31).

El intento de la restauración del reino en el tiempo de Nehemías fue otro ejemplo de la gracia del pacto de Dios. La cual fracasó debido a que la gente continuó siendo infiel. Sin embargo, la gracia del pacto de Dios se mantuvo firme, de modo que protegió y sostuvo a la nación durante los próximos cinco siglos, y prometió restaurarlos a la fe a través de su Mesías o Cristo. Escuchemos como Zacarías capítulo 12 versículo 10 describe esta futura salvación:

Y derramaré sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén, el Espíritu de gracia y de súplica… (Zacarías 12:10, LBLA)

Algunas traducciones traducen esto como "un espíritu" en lugar de "el espíritu." Pero cuando el verbo "derramar" o shaphakh, en hebreo, es usado con la palabra "espíritu" generalmente indica que el Espíritu de Dios esta a la vista. Vemos estas ideas similares en Isaías capítulo 32 versículo 15, y capítulo 44 versículo 3; Ezequiel capítulo 39 versículo 29; y Joel capítulo 2 versículo 28 y 29.

La historia del antiguo Israel se caracteriza por el fracaso y la esperanza. Las promesas del pacto de Dios garantizaron el éxito final de Israel. Pero la casi constante rebelión de Israel contra Dios significó que, generación tras generación, cayeron bajo las consecuencias de la desobediencia. El reino de Israel se dividió en dos, y cada parte fue arrastrada al exilio por su propio pecado. Cuando su exilio terminó, sus intentos de restauración fracasaron porque no permanecerían fieles al que los había rescatado. Aún así, la gracia del pacto de Dios permaneció fuerte. Y en esa gracia, finalmente envió a Jesús a rescatar a su nación del pacto. Algunos en esa nación lo recibieron como Mesías y se convirtieron en los primeros en integrar la iglesia.

Teniendo en cuenta cómo el Espíritu trató providencialmente con la iglesia en el Antiguo Testamento, volvamos nuestra atención a su gracia del pacto del Nuevo Testamento.

Nuevo Testamento

Al igual que la iglesia en el Antiguo Testamento, la iglesia del Nuevo Testamento contiene ambos, creyentes e incrédulos. Y, como en el Antiguo Testamento, toda la comunidad de la iglesia está en un pacto con Dios. Esta es la razón por la que el Nuevo Testamento a menudo aborda el asunto de los incrédulos en la iglesia. Por ejemplo, la parábola de Jesús del trigo y la cizaña, en Mateo capítulo 13 versículos 24 al 30, supone que habrá incrédulos en la iglesia, y advierte que incluso los creyentes profesos pueden no ser salvos. En Gálatas capítulo 5 versículo 4, Pablo dijo que aquellos que estaban tratando de ser justificados por la ley habían caído de la gracia. 1 Timoteo capítulo 1 versículos 19 y 20 habla de algunos que habían "naufragado en su fe" y habían sido "entregado a Satanás". Hebreos capítulo 6 versículos 4 al 6 también advierte que aquellos que han participado en el Espíritu Santo pueden caer y perderse. Todas estas ideas son puntos de continuidad entre la iglesia del Antiguo y el Nuevo Testamento. Escuchemos como Hebreos capítulo 10 versículos 26 al 29 hablan de los incrédulos en la iglesia:

Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados… El que viola la ley de Moisés… muere irremisiblemente. ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia? (Hebreos 10:26-29).

Ciertamente hay incrédulos en la iglesia, y eventualmente caerán bajo el juicio de Dios. Pero antes de esto, reciben la gracia del pacto. Ellos tienen "conocimiento de la verdad". Son santificados por "la sangre del pacto". Y el "Espíritu de gracia" les ministra a ellos.

Esperemos que la mayoría de las personas en nuestras iglesias sean creyentes. Pero independientemente de nuestra fe, el hecho de que estemos en pacto con Dios significa que el Espíritu Santo nos muestra una medida de la gracia del pacto. Esto no es la gracia salvadora - esa gracia está reservada para los creyentes. Pero sigue siendo gracia. Todavía es un favor inmerecido de Dios que mejora nuestras vidas y nos presenta la oportunidad de ser salvo.

Las personas no salvas se benefician de estar en pacto con Dios… Es decir que son miembros de la iglesia visible, para ser técnicos. Y la iglesia visible es donde Dios muestra su carácter a través de la predicación de la palabra, a través de la presencia de los sacramentos del bautismo y de la Cena del Señor. Estas personas se están beneficiando simplemente por ser observadores de estas cosas, de oír la palabra enseñada a ellos. Tienen la responsabilidad proporcionada por los líderes de la iglesia. No sólo eso, yo añadiría que en la iglesia visible, Dios, quizás de alguna manera misteriosa, protege a su pueblo. Él los protege de cosas a las que podrían estar expuestos… En realidad, son, más responsables ante Él de lo que hubieran sido de otra manera. Ellos tendrán más que responder un día, pero mientras tanto tienen todos estos privilegios asombrosos, y Dios, creo, los está persiguiendo, alcanzándolos a ellos en todo tipo de maneras, dándoles enseñanza, dándoles el evangelio, oportunidades de creer y seguirle, y yo diría sin duda que, aunque no sean salvos, estar en pacto con Dios es una tremenda bendición. [Rev. Mike Osborne]

Pensémoslo de esta manera: todos los que son parte de la iglesia se enfrentan regularmente con el evangelio y con la oportunidad de arrepentirse y ser salvos. Y todos compartimos la gracia que Dios concede a la iglesia como un todo, como la protección de nuestros enemigos, la provisión de nuestras necesidades terrenales y la tolerancia cuando se trata del castigo terrenal por nuestros pecados. Consideremos el ejemplo de la iglesia primitiva, en Hechos capítulo 9 versículo 31, que dice:

Entonces las iglesias tenían paz por toda Judea, Galilea y Samaria; y eran edificadas, andando en el temor del Señor, y se acrecentaban fortalecidas por el Espíritu Santo (Hechos 9:31).

El Espíritu restringe misericordiosamente nuestro pecado, y nos da a todos una medida de paz, fortaleza y aliento.

Más allá de esto, el Espíritu Santo ministra a todos en la iglesia a través de la hermandad o comunión de la iglesia. Fortalece e impulsa a todos sus miembros a amar, apoyar y ayudarse mutuamente. Por ejemplo, la gracia del pacto incluye la iglesia que comparte bienes materiales y dinero, como vemos en Hechos capítulo 2 versículo 44, y 2 Corintios capítulo 9 versículos 13 y 14. E incluye la unidad y la paz que compartimos unos con otros, como escribió Pablo en Efesios capítulo 4 versículo 3. Y como veremos en el resto de esta lección, también incluye una variedad de otros ministerios de gracia del Espíritu.

Habiendo considerado las obras providenciales derivadas de la gracia del pacto realizadas por el Espíritu Santo en la iglesia, volvamos a su provisión de las Escrituras.

LAS ESCRITURAS

Muchos seres humanos tienen acceso a las Escrituras. Pero es importante reconocer que las Escrituras no fueron reveladas a la humanidad en general. Fueron dadas particularmente a la comunidad del pacto de Dios - la iglesia de Cristo. El Espíritu Santo escogió a la gente de su comunidad de pacto como autores humanos divinamente inspirados de las Escrituras. Y tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, entregaron sus escritos a la iglesia.

En esta lección, nos centraremos en sólo tres aspectos de las Escrituras que nos ayudan a ver la obra del Espíritu Santo en la iglesia. Primero, hablaremos de la inspiración del Espíritu en las Escrituras. Segundo, veremos el mensaje unificado del Espíritu en las Escrituras. Y tercero, nos dirigiremos al propósito del pacto para la iglesia en las Escrituras. Empecemos con la inspiración del Espíritu.

Inspiración

La palabra "inspirar" significa "exhalar". Así, cuando decimos que el Espíritu Santo inspiró a los autores humanos, queremos decir que respiró sus palabras en ellos. Esta es la razón por la cual 2 Timoteo capítulo 3 versículo 16 dice:

Toda la Escritura es inspirada por Dios (2 Timoteo 3:16).

Los académicos tienen diferentes ideas de cómo el Espíritu Santo inspiró la escritura de las Escrituras, y de qué roles desempeñaron el Espíritu Santo y los autores humanos. Pero en general, estas opiniones se dividen en tres categorías.

La mayoría de los intérpretes críticos adoptan una visión que podríamos llamar "inspiración romántica". Estos intérpretes creen que el Espíritu Santo simplemente motivó a los autores humanos a escribir, al igual que un artista puede ser "inspirado" o motivado por una gran idea o un hermoso paisaje. En este sentido, el Espíritu Santo realmente no controlaba ni supervisaba las palabras de las Escrituras. Por lo tanto, las Escrituras realmente fueron escritas solamente por sus autores humanos.

Muchos cristianos conservadores sostienen una visión a la que podríamos llamar "inspiración mecánica". En esta perspectiva, el Espíritu Santo controlaba tanto a los autores humanos que estos hombres tenían poca o ninguna aportación creativa en las Escrituras. Esta visión a veces es llamada "dictado", ya que considera a los autores humanos simplemente como secretarios que escribieron las palabras exactas que el Espíritu les dijo.

En contraste con la inspiración romántica y mecánica, la Biblia promueve una visión que podríamos llamar "inspiración orgánica". Esta visión se llama "orgánica" porque apela al proceso de escritura natural de los autores humanos de las Escrituras, usando sus propias ideas, palabras y personalidades. Por lo tanto, está lejos de ser mecánico. Pero también es distinta de la inspiración romántica porque dice que el Espíritu Santo supervisó sus escritos de manera que aseguraron que dirían lo que él quería que dijeran, y eso les impidió caer en el error. Escuchemos cómo Pedro describió la inspiración en 2 Pedro capítulo 1 versículos 20 y 21. Él dijo:

… ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo (2 Pedro 1:20-21).

Pedro no negó el papel o incluso la voluntad de los autores humanos de las Escrituras. Simplemente insistió en que las Escrituras se originaron con el Espíritu Santo, y que el Espíritu Santo supervisó su escritura.

En este sentido, el Espíritu Santo es realmente el autor de las Escrituras, y no sólo su motivador. Vemos ideas similares en pasajes como 2 Samuel capítulo 23 versículo 2; Hechos capítulo 1 versículo 16, y capítulo 4 versículo 25; Y Hebreos capítulo 3 versículo 7. Por otro lado, otros autores bíblicos indicaron su propia implicación personal, y su contribución en sus escritos. Escuchemos cómo el evangelista Lucas describió su obra en Lucas capítulo 1 versículo 3:

[M]e ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen, escribírtelas por orden… (Lucas 1:3).

Lucas no negó la participación del Espíritu Santo en su escritura. Simplemente dejó en claro que escribió de acuerdo a su propio entendimiento, y que grabó cosas que él mismo había investigado. En este sentido, los otros escritores humanos de Lucas y las Escrituras eran realmente autores, y no sólo secretarios que tomaban dictado.

El Espíritu Santo y los autores humanos de las Escrituras, trabajan juntos en la inspiración orgánica. Mientras el autor bíblico está escribiendo, el Espíritu Santo está viniendo al lado y moviéndose, incitando a ese autor bíblico a escribir lo que ahora llamamos la Palabra de Dios. Así, hubo una convergencia, una reunión, una escritura conjunta del Espíritu que estaba supervisando el proceso de escritura y el autor bíblico como Moisés o Isaías o Pablo, quienes fueron los escritores de las Escrituras. En este esfuerzo conjunto, El Espíritu y los autores bíblicos compusieron las Escrituras juntos. [Dr. Gregg R. Allison]

Ahora bien, a pesar de que todas las Escrituras fueron inspiradas orgánicamente, tenemos que admitir que el Espíritu trabajó con autores humanos en una variedad de maneras. Algunas partes de la Biblia se acercan al dictado, como cuando Dios le dijo a Isaías qué decir en Isaías capítulo 6 versículos 9 y 10. Y Moisés dijo que Dios mismo escribió los Diez Mandamientos con su propio dedo, como leemos en Éxodo capítulo 31 versículo 18. Sin embargo, debemos recordar que los libros de las Escrituras son informes de las cosas que Dios dijo e hizo. Son libros escritos por autores humanos para registrar estos eventos. No tenemos un solo libro de las Escrituras que consista enteramente en citas de Dios.

Otras partes de las Escrituras parecen estar más cerca de la inspiración romántica, como los libros de sabiduría donde los autores consideraban las preocupaciones terrenales. Por ejemplo, Proverbios capítulo 30 versículos 25 al 28 reflexiona sobre la vida cotidiana de hormigas, conejos, langostas y lagartijas. ¡Ciertamente nadie diría que sólo el Espíritu Santo podría conceder el conocimiento de que las hormigas almacenan la comida en el verano!

Sin embargo, las Escrituras demuestran por lo menos dos cosas: Una, los autores humanos de las Escrituras no eran sólo secretarios escribiendo palabras dictadas por el Espíritu. Y dos, independientemente del parecido ocasional con la inspiración romántica, el Espíritu Santo siempre estuvo íntimamente involucrado en revelar la palabra de Dios a la iglesia y en registrarla para la iglesia a través de sus inspirados autores humanos.

Habiendo visto la inspiración del Espíritu Santo de las Escrituras, hablemos de su mensaje primario en la Biblia.

Mensaje

Podemos describir el mensaje central de las Escrituras de diferentes maneras. Por un lado, podemos verlo como la historia de la creación de la humanidad, la caída en el pecado, la redención y la glorificación final. O podríamos seguir un enfoque más sistemático al hablar de la creencia y del deber de la humanidad hacia Dios. Como la tercera respuesta del Catecismo Menor de Westminster dice:

Lo que principalmente enseñan las Escrituras es lo que el hombre ha de creer respecto a Dios y los deberes que Dios impone al hombre.

O podríamos resumir el mensaje central de la Biblia como lo hizo Jesús en términos de amor a Dios y amor al prójimo. En Mateo capítulo 22 versículos 37 al 40, Jesús enseñó:

… Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas (Mateo 22:37-40).

Cuando Jesús dijo "la ley y los profetas", él se refería a todas las Escrituras del Antiguo Testamento. Así, podríamos resumir el Antiguo Testamento - e implícitamente, el Nuevo Testamento también - usando los dos mandamientos más grandes.

Pero cuando hablamos del mensaje principal del Espíritu Santo en las Escrituras, tenemos algo más en mente - algo que incorpora todos estos resúmenes. Lo que los lectores modernos a menudo olvidan es que estos resúmenes son completamente convencionales. Y este es el primer mensaje del Espíritu Santo a su iglesia. Las Escrituras son fundamentalmente un documento del pacto. Esto revela a Dios a su pueblo del pacto de maneras que definen y explican nuestra relación con Él. Registra su pactual benevolencia hacia nosotros. Explica la lealtad humana que requiere de nosotros. Y describe las consecuencias de nuestra obediencia o desobediencia — incluyendo nuestra última salvación o condenación. De una forma u otra, cada pasaje de las Escrituras sirve a estas funciones básicas del pacto.

Por ejemplo, cuando los teólogos cuentan la historia de la creación, la caída, la redención y la glorificación de la humanidad, suelen hacerlo a través de las diversas administraciones de pacto asociadas a cada período. Por lo tanto, si describimos el mensaje de las Escrituras en estos términos, generalmente consideramos las administraciones del pacto de Adán, Noé, Abraham, Moisés, David y Jesús. Y cada una de estas administraciones nos enseñan lo que significa estar en pacto con Dios.

Si consideramos el resumen que hace el Catecismo Menor de Westminster del mensaje de las Escrituras, vemos que se centra en Dios mismo, incluyendo su benevolencia, y en la lealtad humana que Él requiere - ambas características de una relación de pacto. Y si elegimos resumir el mensaje de la Biblia como lo hizo Jesús en Mateo capítulo 22, no podemos dejar de reconocer su naturaleza de pacto. El mandamiento de amar a Dios proviene de Deuteronomio capítulo 6 versículo 5.

Ese capítulo presenta un tremendo resumen de la relación de pacto de Dios con su pueblo. Primero, le recuerda a Israel que ellos son el pueblo del pacto de Dios, de acuerdo con las promesas que Él les hizo. En segundo lugar, recuerda la benevolencia divina de Dios en liberar a Israel de la esclavitud de Egipto. Tercero, enfatiza la necesidad de la lealtad humana al obedecer todas las leyes de Dios con un corazón sincero y amoroso. Y cuarto, explica las grandes bendiciones que su pueblo recibirá si guardan su ley, y las maldiciones terribles que sufrirán si se rebelan contra Él. Por lo tanto, cuando llegamos a Deuteronomio capítulo 6 versículo 5, debemos entender que el mandamiento de amar a Dios incluye todas estas ideas.

Cuando nos es dado el mandamiento de amar a Dios con toda nuestra mente, nuestra alma, y nuestro corazón, está tomando todas las áreas de nuestras vidas. Dicho en otras palabras podría haberse traducido "Ama a Dios con todo tu ser." El señor que ha hecho pacto con nosotros, a dado todo su compromiso de fidelidad hacia nosotros. Y nosotros como la otra parte del pacto, estamos en el deber de ser fiel a ese Dios que ha pactado con nosotros. Dicho en otras palabras, amar a Dios con nuestra mente, con nuestro corazón, y con nuestra alma es la respuesta de nuestra fidelidad a Dios, la respuesta de nuestra lealtad a Dios. Estamos diciéndole, "Señor, todo nuestro ser, lo ponemos delante de ti." [Pastor Ornan Cruz]

El mandamiento de amar a nuestro prójimo también es fundamentalmente pactual. El versículo que Jesús citó específicamente es Levítico capítulo 19 versículo 18. Como Deuteronomio capítulo 6, Levítico capítulo 19 enfatiza la relación de pacto entre Dios e Israel. Vemos esto especialmente en la repetida frase: "Yo soy el Señor". Como Dios de Israel, su pacto se extendió a toda la comunidad. Por lo tanto, Jesús reforzó amar a nuestros vecinos como conciudadanos en el reino de Dios. Debemos bendecirnos unos a otros y evitar cosas como la venganza y el abuso porque esto es lo que Dios estableció como la base de una sociedad de pacto.

Todo el mensaje de las Escrituras se relaciona con el pacto de Dios. Y esto es verdad si lo vemos como historia, o teología sistemática, o como una cuestión práctica de vivir en comunión con Dios y la humanidad. Todas las Escrituras se basan en la relación del pacto entre Dios y su pueblo. Y el Espíritu Santo, en las Escrituras inspiradas, enfatizó repetidamente este mensaje individual y colectivo del compromiso de Dios.

Ahora que hemos examinado la obra providencial del Espíritu Santo en las Escrituras en términos de su inspiración y mensaje del pacto, consideremos su propósito.

Propósito

Dado que el mensaje central del Espíritu Santo en las Escrituras se basa en un pacto, se deduce que el propósito central de las Escrituras es también un pacto. Es importante tener en cuenta que debido a que las Escrituras fueron inspiradas por el Espíritu Santo, los propósitos de los autores humanos siempre estuvieron de acuerdo con el Espíritu. Y podemos confirmar que este propósito unificado fue un pacto al mirar los lugares donde lo declararon directamente.

Mencionaremos cuatro maneras en que el Espíritu reveló sus propósitos del pacto. Primero, las Escrituras identifican a sus autores y a sus audiencias originales como miembros de la comunidad del pacto de Dios.

Comunidad del Pacto

El Nuevo Testamento fue escrito por apóstoles y profetas que sirvieron como emisarios del pacto de Dios. Su trabajo era mantener al pueblo de Dios responsable de su pacto. Más allá de esto, la mayoría de las cartas del Nuevo Testamento, así como el libro de Apocalipsis, nombran explícitamente a sus audiencias como iglesias, en lugares particulares de manera frecuente. El libro de Hebreos es una excepción notable, ya que nunca nombra a su audiencia. Pero inclusive, al final incluye saludos que indican que también fue escrito para la iglesia. En Primera de Juan no se nombra específicamente a su audiencia, pero se indica en términos inequívocos que la audiencia es cristiana. Primera y Segunda de Timoteo, Tito, y Segunda y Tercera de Juan fueron escritos explícitamente para individuos. Pero inclusive estos libros muestran evidencia de que sus autores pretendían que estas fueran para toda la iglesia, y su incorporación en el Nuevo Testamento verifica esa deducción. Algo semejante es verdad de Lucas y Hechos, que nombran a Teófilo como su audiencia inicial. Y el mismo género del evangelio, así como comentarios a lo largo de los libros, argumenta que la iglesia es la audiencia original de Mateo, Marcos y Juan.

Y, por supuesto, el Antiguo Testamento contiene muchas declaraciones que también identifican a su público. Muchos profetas identificaron específicamente a su público como Judá o Israel. E incluso aquellos profetas que hablaron a naciones gentiles — tales como Abdías, Jonás y Nahúm — escribieron sus libros para el pueblo del pacto de Dios. Romanos capítulo 9 versículo 4 y varios otros pasajes del Nuevo Testamento argumentan que el Antiguo Testamento fue escrito para el pueblo de Dios. Y hay muchos otros indicios de que la audiencia del Antiguo Testamento era la comunidad del pacto de Dios. Consideremos las palabras de Moisés en Deuteronomio capítulo 4 versículo 8:

Y ¿qué nación grande hay que tenga estatutos y juicios justos como es toda esta ley que yo pongo hoy delante de vosotros? (Deuteronomio 4:8)

Moisés dijo que poseer la ley distinguía a Israel de todas las demás naciones. Sólo ellos habían recibido la ley de Dios porque sólo ellos eran el pueblo del pacto de Dios. Encontramos esta misma idea en Éxodo capítulo 24 versículos 1 al 12. Allí Moisés dijo que los Diez Mandamientos y el Libro del Pacto eran específicos de la relación de pacto de Israel con Dios.

Esta audiencia del pacto es también aparente en 2 Reyes capítulos 22 y 23, donde el rey Josías de Judá renovó el pacto de Israel con Dios. En estos capítulos, el sacerdote Hilcías encontró lo que él llamó "el Libro de la Ley" en los archivos del templo. Muchos eruditos creen que este era el libro del Deuteronomio. Al parecer, había sido almacenado y descuidado durante muchos años. Cuando él leyó este libro, se dio cuenta de las implicaciones de su pacto, y se lo envió al rey Josías. Y cuando Josías leyó el libro, él respondió leyendo el libro a la asamblea de Israel — la iglesia del Antiguo Testamento —. Haciendo hincapié en el propósito del pacto llamándolo "el Libro del Pacto". Y reiteraron tanto él como su pueblo a mantener los términos de éste. Escuchemos este relato en 2 Reyes capítulo 23 versículos 2 y 3:

… [Josías] leyó, oyéndolo ellos, todas las palabras del libro del pacto… el rey… hizo pacto delante de Jehová, de que irían en pos de Jehová, y guardarían sus mandamientos, sus testimonios y sus estatutos, con todo el corazón y con toda el alma, y que cumplirían las palabras del pacto que estaban escritas en aquel libro. Y todo el pueblo confirmó el pacto.

Un segundo grupo de pasajes que demuestran el propósito del pacto del Espíritu en las Escrituras son aquellos que fueron escritos para mostrar la benevolencia divina de Dios.

Benevolencia Divina

Como hemos dicho, el pacto de Dios consiste en tres elementos básicos: la benevolencia divina de Dios; La lealtad humana que Dios requiere; Y las consecuencias para la obediencia y la desobediencia. Cuando un autor bíblico mencionó uno de estos como su propósito, intentaba explicar, confirmar o enfatizar el pacto de Dios con su pueblo. Escuchemos cómo el (Salmo 102 versículos 17 y 18) habla de la divina benevolencia de Dios:

[El Señor] atenderá a la oración de los desamparados, y no desdeñará sus ruegos. Que se escriba esto para las generaciones futuras, y que el pueblo que será creado alabe al Señor (Salmo 102:17-18, NVI).

El contexto del Salmo 102 indica que el orador necesitaba ayuda, y que buscaba a Dios por bondad, misericordia y rescate. Reconoció a Dios como el gran emperador del mundo, y le pidió a Dios que satisficiera sus necesidades. El propósito de su Salmo era contar a las generaciones futuras cómo Dios lo había rescatado para que ellos también vieran la benevolencia de Dios y lo alabaran. Y este llamado a reconocer la benevolencia de Dios era claramente un pacto. También vemos la benevolencia de Dios en la introducción al evangelio de Lucas en capítulo 1 versículos 3 y 4, donde Lucas escribió:

Me ha parecido también a mí… escribírtelas por orden, oh excelentísimo Teófilo, para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido (Lucas 1:3-4).

El mensaje central del evangelio de Lucas nos dice que Dios envió a su Hijo a encarnarse, para que muriera una muerte expiatoria por nosotros, y que resucitara de entre los muertos para que nosotros podamos vivir y ascender al cielo para reinar como nuestro Mesías o Cristo. ¡No es posible que haya mayor bondad que esto! Así que, cuando Lucas escribió para ayudar a Teófilo a conocer estas verdades con certeza, su propósito, al menos en parte, era registrar la benevolencia de Dios. Y en esto, podemos ver el propósito del pacto del Espíritu para este libro.

De una manera similar, pero más directa, en Juan capítulo 20 versículos 30 y 31, el apóstol Juan también mencionó la benevolencia de Dios a través de Cristo como el propósito de su evangelio. Él escribió:

Hizo además Jesús muchas otras señales… Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre (Juan 20:30-31).

En Lucas 7, leemos cómo un centurión pidió a Jesús que sanara a un siervo que le era muy valioso, y que con sólo una palabra que Jesús pronunció, el siervo fue sanado. Posteriormente, leemos cómo Jesús va a una procesión fúnebre en el pueblo de Nain, y allí encuentra a una viuda llorando inconsolablemente por la muerte de su hijo, y una vez más, con una sola palabra, Jesús habla y ese joven vuelve a la vida… Así, de este modo se muestra quién es Jesús, pero sus milagros también muestran que el reino de Dios se trata de la restauración, que este siervo y el hijo de esta viuda fueron restaurados a sus familias, fueron restaurados a su rol como portadores de su imagen, que pudieran volver a trabajar, que pudieran regresar al templo y adorar a Dios, para que pudieran contribuir una vez más al florecimiento de su comunidad. Así, los milagros de Jesús muestran no sólo quién es Jesús, sino su gran gracia y su benevolencia, la benevolencia de la restauración. [Dr. Greg Perry]

Los milagros de Jesús fueron ejemplos de la benevolencia de Dios. Él sanó a los enfermos y a los cojos. Alimentó a los hambrientos. Curó a los poseídos por demonios. Él resucitó a los muertos. En resumen, dio a la gente un anticipo de las bendiciones del reino terrenal de Dios. Estos actos de benevolencia eran inmerecidos y a menudo inesperados por aquellos que los recibieron. Fluían puramente de la bondad, de la amabilidad y de la misericordia de Dios. El propósito de Juan era mostrar la benevolencia de Dios, para que fuéramos atraídos a Él por la salvación a través de su Hijo. Cuando recordamos que todas las Escrituras fueron inspiradas por el Espíritu Santo, no es difícil ver cómo este pasaje apoya el propósito del pacto del Espíritu. El tercer tipo de pasaje que demuestra el propósito del pacto del Espíritu se centra en la lealtad humana.

Lealtad Humana

Muchas veces, cuando los autores bíblicos declararon sus propósitos para sus escritos, mencionaron la lealtad humana. No sólo escribieron para informar a sus lectores sobre la historia, o para aumentar su sabiduría y felicidad. A través de la inspiración del Espíritu, escribieron para motivar a sus lectores a obedecer a Dios. Como Pablo escribió en Romanos capítulo 1 versículo 5:

Y por quien recibimos la gracia y el apostolado, para la obediencia a la fe (Romanos 1:5).

Y como él dijo en 2 Timoteo capítulo 3 versículo 16:

Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justiciar (2 Timoteo 3:16).

Cada pasaje de la Biblia nos enseña cómo ser fieles y cómo vivir de acuerdo con las exigencias de Dios. En otras palabras, cada pasaje nos enseña acerca de nuestra obligación de pacto de lealtad humana. Esta idea también es explícita en Deuteronomio capítulo 29 versículo 29 que dice:

… las [cosas] reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley (Deuteronomio 29:29).

También lo vemos en estas palabras de 1 Juan capítulo 2 versículo 1:

Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis… (1 Juan 2:1).

En algunos lugares, las instrucciones son bastante específicas. Por ejemplo, Ezequiel capítulo 43 versículo 11 fue escrito con el propósito expreso de asegurar que el futuro templo sería construido de acuerdo con las especificaciones de Dios. Y en 1 Corintios capítulo 5 versículo 11, Pablo escribió para que los cristianos de Corinto no se asociaran con aquellos que, aunque profesaban fe en Cristo, vivían inmoralmente.

Ahora, debemos enfatizar que la lealtad humana que Dios requiere de su iglesia no es mera obediencia externa. En toda las Escrituras, el Espíritu dejó en claro que la verdadera fidelidad del pacto es sincera y de corazón, y motivada por el amor a Dios. Consideremos las palabras de Deuteronomio capítulo 6 versículos 1 al 6:

Estos, pues, son los mandamientos, estatutos y decretos que Jehová vuestro Dios mandó que os enseñase… amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; (Deuteronomio 6:1-6)

Este pasaje contiene el versículo que Jesús cita en Mateo capítulo 22 versículo 37 - el que él llamó "El primero y el más importante de los mandamientos". Y cierra con la idea de que la ley debe estar escrita en nuestros corazones.

Amar a Dios no es simplemente una cuestión de emoción, y no es simplemente una cuestión de obediencia. Incluye ambos. Es fidelidad y lealtad a Dios, expresada en obediencia de corazón a sus mandamientos. Encontramos descripciones similares del amor en lugares como Deuteronomio capítulo 11 versículo 13, y capítulo 30 versículos 1 al 6, y en Josué capítulo 22 versículo 5. Escuchemos lo que Jesús dijo en Juan capítulo 14 versículo 15:

Si me amáis, guardad mis mandamientos (Juan 14:15).

Cuando el Espíritu Santo habló a su iglesia a través de sus autores humanos, que habían sido inspirados, nunca quiso que el amor a Dios fuera la única ley que debemos seguir. Él quería que entendiéramos el cumplimiento de cada requisito del pacto como una expresión de amor a Dios.

A Dios le importa mucho el por qué le obedecemos y Él realmente desea que nuestra obediencia sea para Él porque lo amamos. Hay solamente un puñado de maneras de porqué cualquier persona sería obediente a algo. Uno es el miedo al castigo pues no queremos tener las repercusiones para la desobediencia. Otra opción para nosotros es que seremos obedientes porque pensamos que si lo somos, vamos a lograr algo, vamos a obtener algo, vamos ganar algo. Pero, Dios no quiere que tengamos la sensación de haber ganado su favor en ningún nivel, y ciertamente no podemos ganar nuestra salvación. Así que, eso nos deja, en realidad, con la motivación del amor, que obedecemos a Dios por amor a Él. Jesús hace este punto. Él dice: "Si me amas, me obedecerás. Por eso quiero que obedezcas, porque me amas. "Porque cuando obedeces por amor, no estás pensando en ti mismo. La obediencia por miedo es sobre mí. La obediencia por ganancia es sobre mí. La obediencia por amor es acerca del que amo, es acerca de mi amado, se trata de honrar a la persona a quien soy obediente, o a quien estoy sirviendo o de alguna manera tratando de honrar. Por lo tanto, cuando obedecemos a Dios por amor, realmente quita el enfoque hacia nosotros y lo pone en Él y su bondad y su grandeza… [Dr. Dan Lacich]

El cuarto y último tipo de pasaje que mencionaremos que demuestra el propósito del pacto del Espíritu en las Escrituras enfatiza las consecuencias del pacto.

Consecuencias

Como recordaremos, las consecuencias de estar en alianza con Dios incluyen bendiciones por obediencia y maldiciones por desobediencia. Muchos pasajes de las Escrituras muestran el propósito del Espíritu del pacto al animar a la iglesia a buscar las bendiciones de Dios a través de la obediencia fiel. Por ejemplo, pasajes como Deuteronomio capítulo 6 versículos 1 al 4, enseñan que el propósito de los mandamientos de Dios era para que el pueblo de Dios persiguiera las bendiciones por su obediencia. Y Josué capítulo 1 versículo 8 dice que el libro de la Ley fue escrito para producir la obediencia que conduce a la prosperidad y el éxito. 1 Reyes, capítulo 2, versículos 3 y 4 nos dice que el propósito de la ley de Moisés incluye enseñar al pueblo de Dios cómo prosperar en sus bendiciones y cómo producir la bendición de una dinastía eterna de David. Y escuchemos lo que Pablo escribió acerca del Antiguo Testamento en Romanos capítulo 15 versículo 4:

Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza (Romanos 15:4).

De manera similar, en Juan capítulo 20 versículo 31, Juan dijo que él escribió su evangelio para guiar a la gente a la bendición del pacto de Dios de la vida eterna a través de Jesús. Y en 1 Juan capítulo 5 versículo 13, él dijo que él escribió para que los creyentes pudieran estar seguros de que tienen vida eterna.

Las Escrituras también indica su propósito de advertir contra las maldiciones de Dios. Deuteronomio capítulo 28 versículo 58 enseña que, si el pueblo de Dios no obedece las palabras escritas en el mismo Deuteronomio, sufrirán sus maldiciones. Jeremías, capítulo 36, versículos 6 y 7 indica que el libro original de Jeremías de la profecía estaba destinado a producir el arrepentimiento en el pueblo de Dios para que evitaran su ira. Y en 1 Corintios capítulo 10 versículos 11 y 12, Pablo volvió a comentar el propósito del Antiguo Testamento, diciendo que los problemas que el pueblo antiguo de Dios sufría fueron escritos como advertencias a las generaciones futuras, para evitar los mismos juicios.

Como hemos visto, las Escrituras se basan en pactos. Es el producto del Espíritu Santo que inspira y supervisa a sus representantes para entregar su mensaje de pacto a su pueblo del pacto. Y si somos fieles a ese mensaje, disfrutaremos de sus bendiciones para siempre.

Ahora que hemos visto la obra providencial del Espíritu Santo en la iglesia con respecto a su gracia del pacto y su provisión de las Escrituras, estamos listos para abordar nuestro último tema principal: los dones espirituales que él concede a su comunidad de pacto.

LOS DONES ESPIRITUALES

Cuando hablamos de dones espirituales o "dones del Espíritu" en la teología sistemática, tenemos en mente aquellas:

Manifestaciones del poder del Espíritu Santo que producen o mejoran las habilidades en los seres humanos, especialmente para beneficio de la iglesia.

Algunos dones espirituales se asemejan a habilidades y talentos naturales, de modo que no siempre es obvio quién los tiene y quién no. Por ejemplo, una persona puede ser naturalmente un buen maestro, pero otra sólo puede enseñar bien porque el Espíritu Santo le da poder. Otros dones son espectaculares en la naturaleza, como la realización de lo que sólo se puede explicar sobrenaturalmente, por lo que es obvio que estos son los dones espirituales y no sólo las habilidades naturales. Pero en todos los casos, un don del Espíritu implica que el Espíritu Santo obra a través de un individuo para llevar a cabo una poderosa obra de providencia.

Nuestra discusión de los dones espirituales se dividirá en tres partes. En primer lugar, vamos a definir su propósito. En segundo lugar, examinaremos su historia en las Escrituras. Y, en tercer lugar, exploraremos algunos enfoques evangélicos para su uso presente. Veamos primero su propósito.

Propósito

Cuando definimos los dones espirituales hace un momento, dijimos que ellos: "producen o mejoran las habilidades en los seres humanos, especialmente en beneficio de la iglesia". Esta es una distinción importante de hacer. Los dones espirituales no se proporcionan principalmente con el propósito de mejorar la relación de un individuo con Dios.

Es cierto que, a medida que el Espíritu obra a través de nosotros, nos beneficiamos personalmente. Pero si un don aparente no beneficia a la iglesia, entonces es probable que esté siendo mal utilizado, o que no sea un don espiritual en absoluto. De hecho, este es uno de los puntos principales de Pablo en 1 Corintios capítulos 12 al 14, donde encontramos la enseñanza más extensa de las Escrituras sobre los dones del Espíritu. Escuchemos lo que Pablo dijo en 1 Corintios capítulo 12 versículos 1 al 7:

En cuanto a los dones espirituales, hermanos, quiero que entiendan bien este asunto. Hay diversas maneras de servir, pero un mismo Señor. Hay diversas funciones, pero es un mismo Dios el que hace todas las cosas en todos. A cada uno se le da una manifestación especial del Espíritu para el bien de los demás (1 Corintios 12:1-7, NVI).

Pablo comparó dones, servicio y funciones porque los dones espirituales son obras que Dios realiza a través de nosotros en el servicio a la iglesia. Son dados "para el bien de los demás", es decir, para el bien de la iglesia.

En 1 Corintios capítulo 12 versículos 8 al 31, Pablo explicó el propósito de los dones espirituales con más detalle. Introdujo la metáfora del cuerpo humano y explicó que cada parte del cuerpo depende y se beneficia de los demás. De la misma manera, los miembros de la iglesia somos todos un cuerpo, así que nos beneficiamos de los dones de cada uno. Pablo también señaló que el Espíritu escoge qué dones dar a cada persona. No todas las personas de la iglesia tienen los mismos dones, así como no todas las partes del cuerpo humano son iguales. Por lo tanto, nadie debe pensar que aquellos con dones más emocionantes son superiores, o que aquellos que carecen de tales dones son inferiores. Todos los dones fueron dados como un medio para construir la iglesia. De hecho, en el versículo 26, Pablo dijo que las partes del cuerpo de la iglesia son tan dependientes unas de otras, que cuando "una parte sufre, cada parte sufre", y cuando "una parte recibe honor, cada parte se regocija con ella".

Entonces, en el capítulo 13 versículos 1 al 13, él enseñó que a menos que los dones se usen en amor el uno al otro, son inútiles. Ellos no logran su propósito de edificar la iglesia, y ciertamente no benefician al que los usa.

El uso apropiado de los dones espirituales, como sabemos y como el apóstol Pablo lo pone en su carta a los Corintios es que los dones espirituales son dados para la edificación del cuerpo de Cristo — la iglesia. Y él mismo, Pablo, dice en 1 Corintios 13, les mostraré el camino más excelente, que es el amor. Y luego continúa explicando, sin amor no puedes hacer nada; todos los dones se convierten en nada. Entonces, lo que esto significa es que el amor es una cosa importante que une todos los otros dones espirituales juntos, porque entonces el cuerpo de Cristo puede ser construido a partir de los dones espirituales cuando el amor los une. [Prof. Mumo Kisau]

Ahora, a veces se piensa que Pablo distinguió entre los dones que están destinados a edificar la iglesia, tales como la profecía, y dones que están destinados a ser utilizados en privado, tales como lenguas, cuando se usa como un lenguaje de oración personal. Como él dijo en 1 Corintios capítulo 14 versículo 12:

… procurad abundar en ellos para edificación de la iglesia (1 Corintios 14:12).

Inicialmente, las palabras de Pablo parecen indicar que algunos dones no tienen la intención de edificar la iglesia, y sólo se dan para edificar a la persona que los recibe. Pero en el contexto más amplio de este versículo, Pablo quiso decir que incluso los dones que tienen aplicaciones personales también deben ser usados públicamente para beneficiar a la iglesia.

Por ejemplo, en 1 Corintios capítulo 14 versículo 22, él dijo que las lenguas podrían ser usadas correctamente en la iglesia como una señal para los incrédulos. Y en versículos 27 y 28, agregó que, si alguien hablaba en una lengua durante una reunión de la iglesia, esa lengua tenía que ser interpretada como de valor para la iglesia.

Ahora, las diferentes tradiciones teológicas comprenden la profecía y las lenguas de diferentes maneras, como lo hacen con varios de los dones. Pero todos debemos estar de acuerdo en que el propósito primordial de todos los dones espirituales es edificar la iglesia.

Ahora que hemos definido el propósito de los dones espirituales, abordemos su historia en las Escrituras.

Historia en las Escrituras

Los dones espirituales aparecieron por primera vez durante los días del Antiguo Testamento. Génesis capítulo 41 indica que el Espíritu permitió a José interpretar los sueños. Y Daniel capítulo 4 dice lo mismo acerca de Daniel. Y, por supuesto, el Antiguo Testamento menciona muchos profetas que Dios designó y facultó para hablar a su pueblo. También podemos encontrar ejemplos de figuras del Antiguo Testamento realizando milagros y sanaciones, como curar lepra y resucitar muertos. Y aunque el Antiguo Testamento no menciona siempre al Espíritu de Dios en estos casos, el Nuevo Testamento deja claro que estos eran dones espirituales. Pasajes como Romanos capítulo 12 versículo 6, y 1 Corintios capítulo 12 versículos 28 y 29, revelan que la profecía, las sanidades y los milagros son todos dones del Espíritu.

Más allá de esto, Éxodo menciona en varios lugares que el Espíritu Santo dotó a los artesanos con talentos y habilidades extraordinarias para capacitarlos para construir el tabernáculo y también para enseñar a otros artesanos. De hecho, estas son las primeras personas en la historia a quienes la Biblia atribuye explícitamente los dones espirituales. Escuchemos Éxodo capítulo 35 versículos 30 al 35, donde Moisés dijo:

… Jehová ha nombrado a Bezaleel… y lo ha llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría, en inteligencia, en ciencia y en todo arte… Y ha puesto en su corazón el que pueda enseñar, así él como Aholiab… y los ha llenado de sabiduría de corazón, para que hagan toda obra de arte y de invención, y de bordado… y en telar, para que hagan toda labor, e inventen todo diseño (Éxodo 35:30-35).

El Espíritu Santo también dotó a los reyes con talentos especiales que les permitieron gobernar y administrar sus reinos. Por ejemplo, el rey Saúl recibió el poder del Espíritu Santo para llevar a cabo su obra. Vemos esto en 1 Samuel capítulo 10 versículo 10, y capítulo 11 versículo 6. Y en 1 Samuel capítulo 16 versículos 13 y 14, nos enteramos de que cuando David fue ungido al cargo de rey, Dios quitó el don espiritual de Saúl, y en su lugar lo dio a David. Por eso en el Salmo 51 versículo 11, después del pecado de David con Betsabé, oró para que Dios no le quitara el Espíritu Santo. David sabía que Dios había quitado este don de Saúl porque Saúl había pecado. Y David esperaba que, a través de su arrepentimiento, Dios le permitiera guardar los dones espirituales que había recibido.

Pero a pesar de estos ejemplos de dones espirituales del Antiguo Testamento, es importante reconocer que estos dones eran relativamente raros. Estaban reservados a aquellos a quienes Dios había llamado a servir en su favor — personas como profetas y reyes. Aun así, el Antiguo Testamento esperaba un día en que todos en la comunidad del pacto de Dios serían dotados por el Espíritu. En Joel capítulo 2 versículos 28 y 29, el profeta Joel escribió:

Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días (Joel 2:28-29).

Cuando Joel dijo que estas cosas ocurrirían "después", él quiso decir que ocurrirían "en los últimos días" o "en los tiempos finales". En el momento, cuando Dios traiga su reino celestial a la tierra, su pueblo ampliamente recibirá dones espirituales. Los dones del Espíritu no sólo estarían limitados a personas como reyes y profetas. En cambio, Dios derramaría su Espíritu sobre toda la comunidad del pacto. Y esto es exactamente lo que sucedió cuando Jesús inauguró el reino durante su ministerio terrenal.

Distinguir los dones del Espíritu Santo entre la época del Antiguo Testamento y la época del Nuevo Testamento es una de las preguntas más difíciles que surgen cuando se trata de la doctrina del Espíritu Santo. Pienso que tal vez esa sea la enseñanza más clara de la Biblia — y no nos dice mucho, pero nos dice algo; Al menos nos da una orientación — Y es que la Biblia habla de la diferencia de los dones del Espíritu Santo entre el Antiguo y el Nuevo Testamento en términos cuantitativos. Pensamos en Isaías capítulo 32 versículo 15 donde se usa la palabra "arah", que el espíritu será derramado, hablando de los días del Nuevo Testamento. O el pasaje más conocido que por supuesto sería Joel capítulo 2 versículo 28 donde habla en términos del Espíritu Santo derramado en los últimos días, en los días del Mesías, en los días de restauración y renovación, usando el verbo "shaphak". Estos verbos en hebreo son cuantitativos. Significan "derramar en gran cantidad". Y así, creo que si distinguiéramos la obra del Espíritu Santo en el Antiguo Testamento de la obra del Espíritu Santo en el Nuevo Testamento, tendríamos que estar pensando en términos de que hay más, que hay más trabajo del Espíritu Santo, y que el Espíritu Santo se distribuye más ampliamente porque es derramado en una cantidad más grande. [Dr. Richard L. Pratt, Jr.]

Hechos capítulo 2 registra que el día de Pentecostés, poco después de que Jesús ascendió al cielo, el Espíritu Santo fue derramado sobre toda la iglesia. Lo que parecían ser "lenguas de fuego" descendieron sobre ellos y, como resultado, todos comenzaron a hablar en otros idiomas. Entonces, en Hechos capítulo 2 versículos 16 al 18, el apóstol Pedro declaró explícitamente que esto sucedió en cumplimiento de la profecía de Joel acerca de los últimos días.

A partir de ese día, los dones espirituales han estado disponibles para todos en la iglesia. Ahora, la Biblia nunca intenta compilar una lista completa de dones, y nunca dice que los únicos dones válidos son los que ya han aparecido. Además, hay diferencias entre las listas de dones en lugares como Romanos capítulo 12, 1 Corintios capítulo 12 y Efesios capítulo 4. Esto implica que las listas sólo proporcionan ejemplos de lo que el Espíritu ha hecho y estaba haciendo en ese momento. No tienen la intención de poner límites alrededor de lo que el Espíritu puede hacer. Por otra parte, muchos de los dones mencionados son de carácter general, por lo que sus manifestaciones originales son imposibles de determinar con precisión. Como resultado, es razonable pensar que el Espíritu Santo tiene la libertad divina para producir o mejorar cualquier habilidad que quiere en los seres humanos.

Si pensamos que el Espíritu Santo puede dar cualquier don a todos, o que limita sus dones a los mencionados en las Escrituras, todos debemos estar de acuerdo en que él concede dones de acuerdo a su propio propósito y voluntad. Son manifestaciones de su gracia. No está obligado a distribuirlas de ninguna manera. Pablo lo explicó en 1 Corintios capítulo 12 versículo 11, donde escribió:

Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere (1 Corintios 12:11).

Y dijo algo similar en Romanos capítulo 12 versículo 6, al escribir:

Teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada… (Romanos 12:6)

La mayoría de los teólogos interpretan el Nuevo Testamento para enseñar que el Espíritu Santo está comprometido a dar a cada creyente al menos un don espiritual. Esta idea parece ser apoyada no sólo por Joel capítulo 2 versículos 28 y 29, sino también Romanos capítulo 12 versículo 6; Efesios capítulo 4 versículo 7; Y 1 Corintios capítulo 12 versículos 7 y 11. Pero lo que a veces sorprende a los cristianos es que incluso los incrédulos en la iglesia pueden recibir dones espirituales. Esto fue ciertamente cierto del profeta Balaam en Números capítulos 22 al 24. Balaam trató de maldecir al pueblo de Dios, pero fue obligado por Dios a bendecirlos en su lugar. Y es cierto en la iglesia del Nuevo Testamento, también. Por ejemplo, en Mateo capítulo 7 versículos 21 al 23, Jesús habló de la destrucción definitiva de muchos que habían profetizado, echado fuera demonios, y hecho milagros en su nombre. Y escuchemos esta advertencia en Hebreos capítulo 6 versículos 4 al 6:

Es imposible que renueven su arrepentimiento aquellos que han sido una vez iluminados, que han saboreado el don celestial, que han tenido parte en el Espíritu Santo y que han experimentado la buena palabra de Dios y los poderes del mundo venidero, y después de todo esto se han apartado… (Hebreos 6:4-6, NVI)

Aquí, el autor dijo que los que caen pueden haber saboreado el don celestial, "que han tenido parte en el Espíritu Santo" y que han experimentado "los poderes del mundo venidero". Estas son referencias no a la salvación, sino a experimentar dones espirituales.

Si el receptor es un creyente o incluso un incrédulo, el propósito de los dones espirituales es el mismo. Su propósito más elevado es beneficiar a la iglesia. El mejor uso de nuestros dones espirituales no es para mejorar nuestras vidas espirituales, ni para elevarnos emocionalmente, ni para distinguirnos de otros en la iglesia. Por el contrario, el Espíritu Santo nos concede dones para que podamos servir a los demás. Y debemos servirles con humildad, sabiendo que él es la única razón por la que somos capaces de hacer lo que hacemos.

Hasta ahora hemos considerado los dones espirituales en términos de su propósito y su historia en las Escrituras. Ahora pasemos a las formas en que los evangélicos han tendido a acercarse a su uso presente.

Uso Presente

Como hemos mencionado, todos los evangélicos tienden a creer que el Espíritu Santo continúa concediendo dones espirituales hoy. Incluso tienden a aceptar que los concede a todos los creyentes. Pero tienen diferentes puntos de vista con respecto a la naturaleza de los dones que da actualmente - especialmente con respecto a los dones que son espectaculares de alguna manera. Aquí tenemos en mente aquellos dones que son innegablemente obras del Espíritu porque no reflejan capacidades y talentos humanos naturales. Por ejemplo, los milagros, las sanidades, la resurrección de los muertos, los sueños, el hablar en lenguas, la interpretación de lenguas, la profecía y los mensajes de sabiduría y conocimiento, estos son ejemplos de los dones que los Evangélicos debaten.

En general, los enfoques evangélicos de estos dones espectaculares caen a lo largo de un rango entre la cesación completa de estos dones, y su extendida continuación. En el extremo del espectro de la cesación, se argumenta generalmente que los dones espectaculares pertenecieron a una edad más temprana de la historia, y que terminaron con esa edad anterior. Algunos comparan esa edad más temprana con las vidas de los apóstoles. A menudo ven esta era apostólica como un período de testimonio de la verdad de las afirmaciones acerca de Jesucristo, y el establecimiento de la iglesia. Este punto de vista apela, en parte, a Efesios capítulo 2 versículo 20, que dice que la iglesia es:

Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas… (Efesios 2:20)

La creencia aquí es que los dones espectaculares fueron fundacionales. Sólo pertenecían al período de los apóstoles y profetas, cuando la iglesia del Nuevo Testamento fue establecida primero y se distinguió de Israel.

A los ojos de muchos cesacionistas, estos dones se manifiestan con el propósito de validar únicamente el Evangelio y la autoridad apostólica. Una vez que estos dones habían sido suficientemente validados, el Espíritu dejó de repartir estos dones. Unos terminan este período con la muerte del último apóstol, típicamente pensado sería Juan, que murió en el final del siglo primero d. C. Otros extienden este período fundacional más tarde — incluso al cierre formal del canon de las Escrituras en el cuarto siglo d C.

Dios hace milagros sobrenaturales hoy. Pero estos milagros y las obras del Espíritu Santo hoy, no son de la misma categoría que las de la era apostólica. Los dones espirituales de la era apostólica… fueron para el propósito de establecer la iglesia. También sentaron las bases de las enseñanzas apostólicas y fueron los medios que Dios usó para revelarse a los humanos. Los milagros de hoy son de una categoría diferente, especial, y por lo tanto no son medios para una nueva revelación. Ellos no añaden una nueva revelación a lo que Dios ya ha realizado en Cristo y grabado para nosotros en la Biblia… Así, el Espíritu Santo a través de los siglos dio dones sobrenaturales que tenían fines reveladores para establecer la fe cristiana, y cesaron por al final del registro de la revelación en las Sagradas Escrituras. [Rev. Sherif Gendy]

En el otro extremo del espectro, el de la continuación, generalmente se argumenta que los dones espectaculares pertenecen a toda la época de la iglesia, y que no terminarán hasta que Jesús regrese. Algunos continuistas sostienen que, desde el Nuevo Testamento, todos los creyentes han tenido acceso a todos los dones espectaculares. Algunos creen que la experiencia cristiana normal debe incluir por lo menos el don espectacular de lenguas. Y algunos incluso insisten en que las personas que no manifiestan lenguas probablemente no son salvas. Pero la mayoría simplemente cree que el Espíritu Santo todavía tiene la libertad de otorgar dones espectaculares donde y cuando quiera. Ellos insisten en que Él no está obligado a retener estos dones simplemente porque ha pasado la era apostólica. Y señalan que el único pasaje de las Escrituras que menciona específicamente el fin de los dones espectaculares establece el momento de ese fin en el regreso de Cristo. En 1 Corintios capítulo 13 versículos 8 al 10, Pablo escribió:

… pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará (1 Corintios 13:8-10).

El punto de vista continuista tiende a argumentar que " lo perfecto" es el propio Jesús, o nuestro estado final de glorificación a su regreso. En cualquier caso, la profecía, las lenguas y el conocimiento continuarán hasta entonces.

Por algún tiempo se ha debatido si los dones del Espíritu Santo están presentes en la actualidad, particularmente los más dramáticos como el don de lenguas, el de sanidad, el de profecía, el de liberación. La pregunta es si todavía están ahí en la actualidad. Me gustaría invitar a cualquiera que quiera formular la pregunta, y mostrarme la evidencia bíblica que afirma que esos dones ya no son para esta época. Es decir, son parte de listas de dones más grandes por lo que creo que estamos de acuerdo, los dones de la predicación, de la administración, de la enseñanza siguen vigentes. Y entonces, ¿por qué esos dones serían diferentes? A este respecto a veces citamos 1 Corintios 13 — he oído esto predicado — que cuando venga lo perfecto, la profecía y esas otras cosas, ya no serán. Y la afirmación es, bueno, lo perfecto es esa perfecta Palabra de Dios. Es, la verdadera perfección que está llegando es el fin de la era y los nuevos cielos y la tierra y nuestra vida en ella. Y así, hay muchas razones para pensar entonces que esos dones continúan hoy. [Dr. Jeffrey J. Niehaus]

Por supuesto, a la mitad de los extremos del rango, hay una variedad de perspectivas que mezclan elementos de cesación y continuación. Algunos creen que los dones espectaculares pueden continuar, pero que son extremadamente raros a lo largo de la historia. Otros sostienen que algunos dones espectaculares continúan, pero que han sido modificados para que ya no sean espectaculares. Por ejemplo, podrían decir que la profecía se limita ahora a la predicación y a la enseñanza, y ya no incluye recibir una revelación especial de Dios. Pero sea cual sea la opinión que tengamos acerca de los dones espectaculares, necesitamos recordar la gama de creencias que tienen los cristianos evangélicos que afirman la Biblia. El Espíritu nos ha dado dones para edificar la iglesia. Por lo tanto, no debemos permitir que nuestra visión de los dones se convierta en una razón para desgarrarse unos a otros.

CONCLUSIÓN

En esta lección sobre la obra de providencia del Espíritu Santo en la iglesia, hemos explorado tres preocupaciones. Hemos visto la gracia del pacto del Espíritu en el Antiguo y Nuevo Testamento. Hemos considerado su provisión de las Escrituras en términos de su inspiración, mensaje y propósito. Y nos hemos dirigido a los dones espirituales enfocándonos en su propósito, la historia en las Escrituras y el uso presente.

Como hemos visto en esta lección, algunas de las mayores obras de providencia del Espíritu Santo están dirigidas hacia la iglesia de Cristo. Estamos acostumbrados a pensar en las maneras en que Él bendice a los creyentes, y nos enfocaremos en esas bendiciones en nuestra próxima lección. Pero es importante saber que Él también muestra una tremenda gracia hacia toda su comunidad del pacto. Para el Espíritu Santo, su trabajo en la tierra es mucho más que rescatar a los pecadores individuales de las consecuencias de su pecado. Se trata de edificar y equipar al pueblo de Dios, para que podamos hacer crecer su reino en todo el mundo.

Dr. Ramesh Richard (Host) es Fundador y Presidente de RReach, un ministerio global de proclamación que busca evangelizar lideres y fortalecer pastores en todo el mundo. Él también es Profesor de Participación Teológica Global y Ministerios Pastorales en Dallas Theological Seminary. Dr. Richard recibió su doctorado en Teología Systematica de Dallas Theological Seminary y su Doctorado de University of Delhi. En 2008, Dr. Richard fue orador principal para el 23rd Annual International Prayer Breakfast en la Naciones Unidas. Él también es el fundador de Trainers of Pastors International Coalition (TOPIC) y el convocante general de el 2016 Proclamation Congress for Pastoral Trainers.

Dr. Uche Anizor es Profesor Asociado de Estudios Bíblicos y Teológicos en Talbot School of Theology.

Dr. David Correa es Pastor de la Iglesia Presbiteriana de Jesús y Director del Instituto de Ministerio de Jóvenes en el Seminario Teológico Presbiteriano San Pablo en Mérida, México.

Dr. J. Scott Horrell es Profesor of Estudios Teológicos en Dallas Theological Seminary.

Dr. Keith Johnson sirve como el Director de Educación Teológica para el ministerio de campus de E.U. en Crusade for Christ y es un profesor invitado de Teología Sistemática para Reformed Theological Seminary.

Dr. Glenn R. Kreider es Profesor de Estudios Teológicos en Dallas Theological Seminary.

Dr. Steve McKinion es Profesor Asociado de Teología y Estudios Patrísticos en Southeastern Baptist Theological Seminary.

Rev. Dr. Emad A. Mikhail es Presidente de Great Commission College en Egypto.