Hay una historia muy famosa del escritor americano Mark Twain llamada "El Príncipe y el Pobre." En la historia, un príncipe invita a un mendigo pobre a su castillo, y solo para divertirse, los dos intercambian su ropa. Desgraciadamente para el príncipe, es confundido con el mendigo y lo echan del castillo. El mendigo, por otro lado, confundido con el príncipe, se queda en el castillo y vive una vida de príncipe.
Ahora, en esta historia, los dos, el príncipe y el pobre se sorprendieron cuando las personas confundieron sus identidades. Si el príncipe hubiera sabido que lo echarían del castillo, nunca habría estado de acuerdo en cambiar la ropa con el mendigo. Perder tanto poder y privilegio por algo tan sencillo como intercambiarse la ropa por simple diversión, jamás hubiera valido la pena.
En algunos aspectos, la situación en Colosas durante el primer siglo era similar a la historia de "El Príncipe y el Pobre." Los cristianos en Colosas eran motivados a participar en rituales paganos de adoración. Así que, Pablo les escribió para recordarles las tremendas riquezas y realeza que habían disfrutado en Cristo, y para advertirlos de no cambiar estas bendiciones, por los deficientes beneficios que pretendía ofrecerles la idolatría.
Ésta es la segunda lección de nuestra serie "Epístolas de Pablo en Prisión." Y nosotros hemos titulado esta lección "Pablo y los Colosenses." En esta lección estudiaremos la carta canónica de Pablo a los colosenses. Como veremos, en esta carta Pablo respondió fuertemente a las enseñanzas heréticas que introdujeron la veneración de seres espirituales menores en el culto cristiano.
Nuestro estudio de Pablo y los colosenses se dividirá en tres partes. Primero, analizaremos el trasfondo de la carta de Pablo a los colosenses. Segundo, investigaremos la estructura y contenido de su carta a los colosenses. Y tercero, nos enfocaremos en la aplicación moderna de esta carta. Vayamos primero al trasfondo a la carta de Pablo a los colosenses.
Pablo era un apóstol de Jesucristo, y escribir cartas era un aspecto de su ministerio de autoridad como representante de Cristo. Otra parte de ser un apóstol era pastorear iglesias e individuos. Por lo que las cartas de Pablo no eran sólo colecciones de enseñanza autoritaria. Más bien, éstas eran personales y pastorales, motivadas por el amor y dedicadas a las iglesias y las personas a quienes él escribía. Las cartas de Pablo también eran "ocasionales." Es decir, fueron escritas para tocar puntos específicos en tiempos y lugares determinados.
Así, conforme estudiemos la carta de Pablo a los colosenses, es importante que sepamos algo sobre lo que incitó a Pablo a escribir. Nos tenemos que hacer preguntas como: ¿Qué problemas enfrentaban los colosenses? ¿Qué motivó a Pablo para escribirles?
Analizaremos el trasfondo de la carta de Pablo a los colosenses desde dos ángulos. Primero, mencionaremos algunos detalles de sus relaciones con la iglesia colosense en general, y con los individuos dentro de la iglesia. Y segundo, investigaremos algunos de los problemas en Colosas que le interesaban a Pablo. Veamos primero las relaciones de Pablo con los colosenses.
Pablo no tenía el mismo tipo de relación con cada cristiano colosense, así que nos enfocaremos primero en su relación con la iglesia en general, y después en su relación con personas específicas. Veamos primero su relación con la iglesia en Colosas.
La ciudad de Colosas estaba en la provincia romana de Asia en una región llamada Frigia. Se encontraba en el Valle de Lycus, un poco al este de la ciudad de Laodicea, que era más grande y más popular. Colosas era relativamente pequeña. Y por las normas políticas y económicas de esos días, realmente era la ciudad menos importante para recibir cualquiera de las cartas canónicas de Pablo. De hecho Pablo nunca había visitado la iglesia en Colosas, pero aun así se preocupaba por ellos profundamente. Escuche sus palabras en Colosenses capítulo 2 versículo 1
Porque quiero que sepáis cuán gran lucha sostengo por vosotros, y por los que están en Laodicea, y por todos los que nunca han visto mi rostro. (Colosenses 2:1)
Ahora, Pablo había pasado por Frigia durante su segundo y tercer viaje misionero, pero por alguna razón no había visitado la iglesia colosense. Posiblemente, él había estado allí antes de que se estableciera la iglesia en Colosas. O quizás había estado en la ciudad pero no había tenido la oportunidad de visitar la iglesia. También es posible que incluso nunca hubiera visitado la ciudad de Colosas. Cualquiera que fuera el caso, Pablo no conocía personalmente a la mayoría de estos creyentes.
No obstante, podemos aprender algunas cosas sobre la relación de Pablo con los colosenses de los detalles en la carta de Pablo a ellos, así como de su carta a Filemón, quien vivió en Colosas. En primer lugar, leemos que Pablo tenía una relación indirecta con los colosenses por medio de representantes, como sus amigos colosenses Epafras, Filemón y Onésimo, y su mensajero Tíquico.
Segundo, aunque no se conocían cara a cara, Pablo y los colosenses mantuvieron correspondencia entre sí. Por ejemplo, Epafras le trajo información de los colosenses a Pablo. Y Pablo envió por lo menos una carta a la iglesia en Colosas, conocida como la epístola a los Colosenses del Nuevo Testamento.
Tercero, Pablo y los colosenses se ministraron entre sí. Por ejemplo, además de sufrir en prisión por causa de su nombre, Pablo oró específicamente por los colosenses.
Como lo escribió en Colosenses capítulo 1 versículo 9
Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual. (Colosenses 1:9)
Pablo oraba con regularidad específicamente por los colosenses, pidiendo bendiciones para ellos que él sabía que necesitaban.
Cuarto, los colosenses también ministraban a Pablo. Aprendemos de las cartas de Pablo a los colosenses y a Filemón que los hombres colosenses Epafras y Onésimo visitaron a Pablo en la prisión. Y como la iglesia colosense envió mensajeros a Pablo, es razonable asumir que ellos también oraron por él.
Para abreviar, aunque Pablo no había conocido personalmente a la mayoría de los creyentes colosenses, ellos compartían afecto y afinidad entre sí, haciendo su relación real y sustancial.
Habiendo visto la naturaleza de la relación de Pablo con la iglesia de Colosas, debemos mirar su relación con personas específicas dentro de la iglesia colosense con quien él estaba más familiarizado.
Pablo tenía varios amigos en Colosas. Éstas no eran sólo personas que él conocía, eran amigos personales, muchos de los que habían laborado junto con Pablo en el ministerio del evangelio. Tres de estos amigos eran Filemón, Apia y Arquipo.
Escuche las palabras de Pablo en Filemón versículos 1 y 2, los cuales forman el saludo de esa carta:
Pablo, prisionero de Jesucristo, y el hermano Timoteo, al amado Filemón, colaborador nuestro, y a la amada hermana Apia, y a Arquipo nuestro compañero de milicia. (Filemón 1-2)
Por lo menos Filemón, era amigo íntimo de Pablo; y la mención de Pablo de Apia parecería indicar que también la conocía. Muchos estudiosos creen que ella era un miembro de la casa de Filemón—probablemente su esposa. Como Arquipo era una persona de estatus en la iglesia, puede ser que Pablo lo mencionara por darle su lugar. Pero lo más seguro es que él también era parte de la familia de Filemón, quizás su hijo.
Otro de los amigos de Pablo de Colosas era Epafras. Pablo se refirió a Epafras como su compañero trabajador y su compañero de prisión, y mencionó que Epafras era un ministro fiel de Cristo. Epafras estaba con Pablo en la prisión cuando Pablo envió su carta a la iglesia colosense.
El amigo de Pablo Onésimo también era de Colosas. Onésimo era un esclavo que buscó a Pablo después de huir de Filemón, y quién terminó atendiendo a Pablo en la prisión.
La mayoría de los amigos de Pablo parecen haber estado relacionados de alguna manera con Filemón. Pero cualquiera que fuera su relación entre sí, está claro que Pablo tenía una relación más íntima con estos amigos que la que tenía con la iglesia de Colosas en general. Pero como su carta a los colosenses muestra, también está claro que su relación con estos amigos aumentó su amor por todos los creyentes en Colosas.
Así que, hablando generalmente, Pablo tenía muy poca relación personal con la iglesia colosense. Pero también se preocupó profunda y personalmente por varios de sus miembros. Él no sólo tenía un fuerte sentimiento por su iglesia porque era un apóstol, sino también debido a la relación con sus amigos.
Habiendo analizado la relación de Pablo con los colosenses en general y con determinadas personas colosenses en particular, estamos listos para investigar los problemas en Colosas que concernían a Pablo. ¿Qué dificultades enfrentaban? ¿Qué incitó a Pablo para escribirles?
Mientras Pablo estaba en prisión, lo visitó un hombre llamado Epafras que era de la ciudad de Colosas; y Epafras le dijo a Pablo sobre algunas enseñanzas falsas que amenazaban a las iglesias del Valle de Lycus, incluyendo la iglesia de Colosas. Así que para defender a la iglesia contra estas enseñanzas falsas, Pablo escribió su carta a los colosenses. Aunque no sabemos todo los detalles de los errores que habían llegado a la iglesia de Colosas, la carta de Pablo nos dice varias cosas sobre ellos.
Primero, la enseñanza falsa en Colosas parece haber mezclado el cristianismo con elementos de la filosofía griega. Segundo, dependía fuertemente de la ley judía. Y tercero, insistía en que había muchos seres angelicales que los cristianos debían venerar y agradar. Veamos primero los aspectos de esta enseñanza relacionados con la filosofía griega.
En el mundo mediterráneo del primer siglo, no había ninguna distinción contundente entre especulaciones religiosas por un lado, y estudio intelectual por el otro. Y como resultado, la palabra filosofía se aplicaba típicamente a las religiones ocultas, sobre todo aquéllas que estaban basadas en tradiciones religiosas. A menudo, estas tradiciones incluían misterio y ritos especiales, así como conocimiento secreto y sabiduría. Tristemente, algunas de estas filosofías ocultas se estaban infiltrando en la iglesia de Colosas.
Podemos ver la preocupación de Pablo sobre esto en Colosenses capítulo 2 versículos 1 al 4:
Porque quiero que sepáis cuán gran lucha sostengo por vosotros, y por los que están en Laodicea, y por todos los que nunca han visto mi rostro; para que sean consolados sus corazones, unidos en amor, hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento. Y esto lo digo para que nadie os engañe con palabras persuasivas. (Colosenses 2:1-4)
Las palabras de Pablo aquí indican que los colosenses valoraban el misterio, la sabiduría y el conocimiento, mismos que la filosofía griega y la religión normalmente valoraban. Así que, en respuesta a las demandas de los maestros falsos en Colosas, Pablo enfatizó que el verdadero misterio, sabiduría y conocimiento, se encontraban sólo en Cristo, y no en la religión pagana.
Así que en Colosenses capítulo 2 versículo 8, Pablo identificó explícitamente la filosofía pagana como su objetivo, y la condenó claramente:
Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo. (Colosenses 2: 8)
Aquí, Pablo etiquetó directamente la enseñanza falsa filosofía falsa y engañosa. Como hemos visto, en el uso griego típico, la palabra filosofía se refería a especulaciones religiosas basadas en tradiciones, no al estudio completamente intelectual o racional.
Estos versículos insinúan fuertemente que los falsos maestros en Colosas estaban enamorados de las creencias y prácticas basadas en la religión griega y el misticismo oculto. Para ganar la aceptación en la iglesia, probablemente ellos tomaron algunos elementos del cristianismo. Pero obviamente no tomaron el cristianismo como fue enseñado por los apóstoles, pues de ser así no hubieran confiado en la tradición oculta como la base de su sistema.
La filosofía pagana defendida por los falsos maestros en Colosas también parece haber incluido elementos del ascetismo. El ascetismo es una anulación impropia del placer físico. Está a menudo arraigado a la idea equivocada de que el placer es inmoral, incluso a veces llega hasta estar a favor de castigarse a sí mismo con el dolor físico.
Pablo denunció tal ascetismo en Colosenses capítulo 2 versículos 20 al 23:
Pues si habéis muerto con Cristo en cuanto a los rudimentos del mundo, ¿por qué, como si vivieseis en el mundo, os sometéis a preceptos tales como: No manejes, ni gustes, ni aun toques (en conformidad a mandamientos y doctrinas de hombres), cosas que todas se destruyen con el uso? Tales cosas tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, en humildad y en duro trato del cuerpo; pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne. (Colosenses 2:20 – 23)
Pablo se opuso a las prácticas ascéticas en Colosas por lo menos por dos razones. Primero, su ascetismo estaba basado en los principios básicos del mundo. Como veremos después en esta lección, este lenguaje se refiere a seres espirituales y poderes angelicales. Segundo, no tenía ningún valor contra el pecado, por lo tanto no proveía ningún beneficio.
En resumen entonces, los falsos maestros en Colosas intentaron mezclar las enseñanzas de la iglesia con tradiciones griegas que supuestamente traerían sabiduría y fortalecerían a los creyentes contra la tentación. Pero en realidad, la sabiduría que ellos ofrecían era falsa, sus prácticas no tenían valor y sus enseñanzas negaban la supremacía de Cristo.
Además de promover la filosofía griega, los falsos maestros en Colosas introdujeron muchas prácticas basadas en la ley judía. Sin embargo, su uso y entendimiento de la ley judía partían tanto del Judaísmo tradicional como de prácticas cristianas apropiadas.
Como hemos visto en otras lecciones, Pablo respetó la Ley Mosaica; y estaba dispuesto a aceptar y participar en muchas prácticas judías tradicionales por causa del evangelio. Así, si los falsos maestros en Colosas hubieran empleado la ley de una manera válida, Pablo no habría criticado el uso de ésta. Sus críticas indican que los falsos maestros estaban usando enseñanzas judías y prácticas de manera incorrecta.
En Colosenses capítulo 2 versículo 16, Pablo se refirió a varias prácticas judías de las que los falsos maestros abusaron cuando escribió:
Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo. (Colosenses 2:16)
Evidentemente, los falsos maestros en Colosas enfatizaron ciertas prácticas derivadas de la ley del Antiguo Testamento. Esto incluía observar ciertas fechas del calendario judío, como fiestas religiosas, celebraciones de Luna Nueva y el día Sabático, así como restricciones dietéticas. Pero ellos no observaban estas reglas del Antiguo Testamento de la manera prescrita por la Ley Mosaica. Ni las aplicaban como lo hicieron los apóstoles. Al contrario, Pablo declaró que sus prácticas distorsionaban la ley del Antiguo Testamento y ponían en peligro el destino eterno de aquéllos que los seguían.
Como lo escribió en Colosenses capítulo 2 versículos 17 y 18:
Todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo. Nadie os prive de vuestro premio, afectando humildad y culto a los ángeles, entremetiéndose en lo que no ha visto, vanamente hinchado por su propia mente carnal. (Colosenses 2: 17-18)
La ley Mosaica no asociaba los días santos con la adoración de ángeles, sino con la adoración a Dios. Y no estaba a favor de una dieta especial como un medio de humildad o de ascetismo, sino como una señal de ser apartado como persona especial de Dios. Los falsos maestros, sin embargo, habían adulterado estas leyes, usándolas en la adoración idólatra y el ascetismo pagano.
En Colosenses capítulo 2 versículos 11 y 12, Pablo agregó la circuncisión a la lista de las leyes judías de las que los falsos maestros abusaron:
En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo; sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos. (Colosenses 2:11-12)
Al parecer, los falsos maestros en Colosas defendían una forma de circuncisión cristiana. Así que, Pablo asoció la circuncisión con el bautismo cristiano para enseñar a los colosenses que como ellos ya habían sido bautizados, no necesitaban ser circuncidados.
Para abreviar, en Colosenses, Pablo escribió en contra de los abusos de la ley Mosaica; él no escribió contra la propia ley. En otra parte, Pablo afirmó que la ley de Moisés es una base apropiada para la moralidad y practica cristiana, y que nos enseña muchas cosas verdaderas sobre Dios. Pero aquí en Colosenses, se concentró en refutar las enseñanzas y prácticas específicas de los falsos maestros, condenando la manera en que ellos habían adulterado los estatutos particulares de la ley, e insistiendo a la iglesia que rechazara estas corrupciones.
Además de emplear la filosofía griega y de adoptar prácticas basadas en la ley judía, los falsos maestros en Colosas promovieron la adoración de seres espirituales, alentando a los cristianos a venerar y agradar a estos poderes.
Es evidente por lo menos de tres maneras, que la iglesia colosense cortejaba la adoración de poderes espirituales. Primero, Pablo escribió sobre la adoración de los ángeles. Segundo, tocó el punto de gobernantes y potestades. Y tercero, trató sobre problemas relacionados con los principios básicos de este mundo. Debemos comenzar viendo su mención sobre la adoración de ángeles.
Según la Biblia, los ángeles son siervos de Dios. Y siempre han jugado un papel en la creación. Dios les delega muchos trabajos, desde guerras espirituales, influenciar la política en las naciones, llevar mensajes a su pueblo, hasta cuidar las necesidades terrenales de los creyentes. Y la iglesia de los primeros tiempos estaba bien consciente de estos papeles. Como leemos en Hebreos capítulo 1 versículo 14,
¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación? (Hebreos 1:14)
Los ángeles realmente son espíritus ministradores, y es importante reconocer su trabajo.
Pero según los falsos maestros en Colosas, los ángeles eran mucho más que ministros; ellos tenían poderes cósmicos, oráculos que revelaban las enseñanzas misteriosas a aquéllos que realizaran sus cultos de ritos y los adoraran.
Pablo condenó estas prácticas directamente en Colosenses capítulo 2 versículo 18, dónde escribió:
Nadie os prive de vuestro premio, afectando humildad y culto a los ángeles, entremetiéndose en lo que no ha visto, vanamente hinchado por su propia mente carnal. (Colosenses 2: 18)
Los falsos maestros decían haber recibido visiones de los ángeles, y sobre estas bases animaban a otros cristianos a que hicieran los rituales apropiados para que ellos pudieran recibir visiones similares.
Y quizás los falsos maestros realmente habían experimentado visiones, aunque éstas habrían sido de demonios, no de los ángeles santos de Dios. Incluso tal vez, simplemente experimentaron trances eufóricos auto-inducidos o incluso inducidos por drogas; o incluso podrían haber estado mintiendo.
Cualquiera que fuera el caso, este punto de vista exagerado del poder e influencia de los ángeles no era raro en el mundo antiguo. Algunos maestros judíos sostenían ideas comparables sobre los ángeles; y algunas filosofías griegas enseñaban cosas similares sobre sus oráculos y poderes astrales. Tristemente, la familiaridad de estas ideas, probablemente hacían que las enseñanzas falsas sonaran razonables a los cristianos colosenses, permitiendo que estas doctrinas falsas ganaran terreno en la iglesia colosense.
Ahora que hemos visto las referencias directas de Pablo con la adoración de los ángeles, debemos analizar sus argumentos sobre principados y potestades. En el lenguaje del primer siglo, los términos "dominios" y "autoridades" se referían a seres espirituales como los ángeles.
Como hemos visto, los falsos maestros en Colosas animaban a los creyentes a que adoraran a los ángeles y seres espirituales. Pablo respondió a esta herejía dando énfasis a la superioridad de Cristo sobre cualquier poder y autoridad en el cielo y en la tierra.
Él escribió sobre la supremacía de Jesús en Colosenses capítulo 1 versículo 16:
Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. (Colosenses 1:16)
Aquí Pablo mencionó tronos, dominios, principados y potestades. Tronos y dominios son traducciones de las formas de las palabras en griego qronosj y kuriothj. Estas dos palabras normalmente se referían a reyes humanos y otros gobernantes terrenales, pero también podrían referirse a seres espirituales. Principados y potestades, a su vez, son traducciones de las formas de las palabras en griego avrch, y evxousia, palabras que normalmente se refieren a poderes espirituales invisibles, como ángeles y demonios.
En el análisis de las palabras de los falsos maestros en Colosas, las autoridades espirituales angelicales y demoníacas eran notablemente mayores que sus colegas humanos terrenales. Los falsos maestros exageraron en gran manera el poder de los ángeles y los demonios, tanto que a estos gobernantes invisibles les atribuían acciones y habilidades que en realidad pertenecen exclusivamente a Cristo.
Pablo señaló su error alabando a Cristo como el Señor de toda la creación. En lugar de hacer distinción entre las autoridades terrenales y las espirituales, Pablo las trató como una sola indicando que las autoridades espirituales y las terrenales tenían más en común que diferencias. Las dos fueron creadas, y eran inferiores a Cristo. El contraste real no era que lo espiritual estuviera sobre lo terrenal, como los falsos maestros decían, sino la supremacía de Cristo sobre todo. De nuevo, como dijo en Colosenses capítulo 1 versículo 16:
[En Dios] fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra. (Colosenses 1: 16)
Pablo continuó diciendo que las fuerzas espirituales y Cristo estaban en conflicto directo. Los falsos maestros pensaban que adorar a Cristo, era equivalente a adorar a las autoridades espirituales. Pero Pablo indicó que independientemente de cómo los maestros falsos concibieran a los seres espirituales que adoraban, la verdad era que sólo los demonios permiten ser adorados. Los ángeles santos de Dios no toman parte alguna en tal idolatría. Y Cristo no permite la adoración de sus enemigos.
Pablo se dirigió a este punto en Colosenses capítulo 2 versículo 15, dónde escribió:
Despojando a los principados y a las potestades, [Dios] los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz [por medio de Cristo] (Colosenses 2:15)
A través de la cruz de Jesucristo, Dios desarmó y triunfó sobre los poderes y autoridades espirituales.
En otras palabras, los poderes y autoridades espirituales se opusieron a Dios en guerra espiritual—ellos eran rebeldes, espíritus malos, enemigos de Dios. Eran demonios, no ángeles santos. Pero por medio de Jesucristo, Dios ha despojado a estos demonios de su habilidad de luchar y los ha humillado en la derrota. Éstos demonios caídos, impotentes, derrotados eran los poderes espirituales que los falsos maestros adoraban en Colosas, a los que Pablo se refirió como "potestades y principados."
Ahora que hemos explorado la mención de Pablo sobre los ángeles y los principados y potestades espirituales, estamos en posición de ver cómo Pablo habló de los principios básicos de este mundo. Como ya hemos dicho, ésta fue otra frase con la que se refirió a los seres espirituales.
En el primer siglo, el término griego stoiceia que se puede traducir como principios básicos, normalmente se refería a los dioses y poderes espirituales que eran asociados con las estrellas y planetas. Stoiceia también fue usado para referirse a los cuatro elementos físicos básicos: tierra, viento, fuego y agua. Se pensaba que estos principios básicos o elementos influyen e incluso controlan el destino de hombres y mujeres.
Pablo usó stoiceia claramente de esta manera en Gálatas capítulo 4 versículos 8 y 9, dónde escribió:
Ciertamente, en otro tiempo, no conociendo a Dios, servíais a los que por naturaleza no son dioses; mas ahora, conociendo a Dios, o más bien, siendo conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar? (Gálatas 4:8-9)
Aquí, la palabra rudimentos traduce la palabra griega stoiceia, y se refiere a aquéllos que por naturaleza no son dioses. Es decir, se refiere a los demonios que se hacen pasar por dioses paganos. Este mismo significado de stoiceia es también al que Pablo se refirió en Colosenses capítulo 2 versículo 8, dónde condenó estos principios básicos:
Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo. (Colosenses 2:8)
Pablo se dirigió a los principios básicos o stoiceia como la base de la filosofía de los falsos maestros. En otras palabras, él decía que las tradiciones religiosas de los falsos maestros debían rechazarse porque aclamaban a dioses falsos.
De una manera muy interesante, algunas ideas similares sobre los elementos y los poderes espirituales eran defendidas por algunas ramas del Judaísmo, sobre todo durante el periodo intertestamental. Esto parece haberle dado entrada a la herejía cristiana que apareció en Colosas en los días de Pablo. Aparentemente los falsos maestros en Colosas combinaron el legalismo judío, la religión pagana y el cristianismo, también para animar el culto a estos poderes astrales o cósmicos conocidos comúnmente como principios básicos o stoiceia.
La iglesia en Colosas enfrentó algunos verdaderos desafíos en el primer siglo. Al parecer ellos nunca habían recibido el entrenamiento apostólico. Aunque la iglesia había sido plantada por hombres de Dios, no se había fundamentado sólidamente en la teología de los apóstoles. Esto hizo que los colosenses cristianos fueran particularmente vulnerables a las falsas enseñanzas. Así, cuando los falsos maestros empezaron a bombardearlos con las corrupciones del Judaísmo e idolatría pagana, era difícil para ellos reconocer la diferencia entre la verdad y la herejía. Sabiamente, ellos reconocieron su problema y acudieron a Pablo por ayuda.
Ahora que hemos estudiado el trasfondo de la carta de Pablo a la iglesia colosense, debemos pasar a nuestro segundo tema: la estructura y contenido de la carta de Pablo a los Colosenses.
La carta de Pablo a los Colosenses se puede dividir en cuatro secciones principales: Un saludo en el capítulo 1 versículos 1 y 2; los estímulos de acción de gracias e intercesión en el capítulo 1 versículos 3 al 14; la estructura principal que trata de la supremacía del cristianismo en el capítulo 1 versículo 15 al capítulo 4 versículo 6; y las salutaciones finales en el capítulo 4 versículos 7 al 18.
El saludo, en el capítulo 1 versículos 1 y 2, identifica al apóstol Pablo como el autor autorizado de esta carta y menciona que la carta también viene del discípulo de Pablo, Timoteo. Está claro que Pablo es el principal autor porque sólo él firmó la carta. También está incluido en el saludo, una bendición corta que funciona como un saludo.
Los estímulos de acción de gracias e intercesión, encontrados en el capítulo 1 versículos 3 al 14, presentan informes sobre la iglesia colosense que Pablo recibió de Epafras. Epafras era el ministro que fundó la iglesia en Colosas. Usted recordará que también pasó algún tiempo con Pablo durante su encarcelamiento. Mientras visitaba a Pablo, Epafras le informó al apóstol de la fe y amor de los creyentes colosenses, así los dos hombres pasaron mucho tiempo en oración por la iglesia colosense. Así que, cuando Pablo les escribió, les dijo de lo mucho que le agradecía a Dios continuamente por su fe y su salvación. Y les dijo que siempre oraba para que el Señor los bendijera, sobre todo dándoles discernimiento espiritual y fortaleciéndolos para hacer buenas obras.
En la parte del cierre de colosenses, en la sección de las salutaciones finales en el capítulo 4 versículos 7 al 18, Pablo envió saludos a los colosenses de parte de muchas personas que estuvieron con él en la prisión.
El cierre indica que Pablo envió esta carta a los colosenses pensando en el cuidado de Tíquico y Onésimo. Tíquico entregó la carta a los efesios, y Onésimo entregó la carta a Filemón. Esto parece indicar que las tres cartas—Colosenses, Efesios y Filemón—fueron escritas y entregadas más o menos al mismo tiempo.
El cierre también menciona una carta a la iglesia de Laodicea, y le dice a los colosenses que lean esa carta, así mismo que compartan su propia carta con los laodicenses. Esto nos permite saber que aunque Pablo escribió estas cartas a ciertas personas en particular en circunstancias específicas, su intención era que también fueran aplicables a otro público. Como veremos más adelante, es posible que la carta de Pablo a los Efesios sea la misma que se mencionó aquí como la carta a los laodicenses.
La estructura principal de la carta de Pablo a los Colosenses empieza en el capítulo 1 versículo 15 y sigue hasta el capítulo 4 versículo 6. Esta sección detalla la supremacía del cristianismo sobre la religión de los falsos maestros.
El argumento de Pablo sobre la supremacía del cristianismo se divide aproximadamente en cuatro subdivisiones principales: Primero, la supremacía de Cristo en el capítulo 1 versículos 15 al 20. Segundo, la supremacía de los ministros de Cristo en el capítulo 1 versículo 21 al capítulo 2 versículo 5. Tercero, la supremacía de la salvación en Cristo en el capítulo 2 versículos 6 al 23. Y cuarto, la supremacía de la vida cristiana en el capítulo 3 versículo 1 al capítulo 4 versículo 6. Estudiaremos brevemente cada una de estas secciones, empezando con la primera sección que se enfoca en la supremacía del propio Cristo.
Los falsos maestros intentaban persuadir a la iglesia colosense para que rindieran culto a los poderes espirituales, cósmicos. Animándolos a un estilo de vida ascético, pensando que ese tipo de vida tan áspero aplacaría a los poderes espirituales y tomaría algunos beneficios de estos dioses falsos. Así que, Pablo empezó a refutar estas herejías contrastando a estos patéticos dioses impostores con Jesucristo.
Por un lado, Pablo insistió que Cristo es el Rey de toda la creación, y que posee toda la perfección y autoridad. Por otro lado, Pablo enseñó que los principios básicos del mundo son incapaces de darnos las bendiciones de la salvación y son indignos de reverencia.
Pablo enlistó muchos aspectos importantes de la supremacía de Cristo en Colosenses capítulo 1 versículos 15 al 20 y la mayoría de estos detalles contrastan con las falsas enseñanzas de Colosas. Entre los detalles que Pablo perfiló aquí, habló de Cristo como la imagen de Dios en Colosenses capítulo 1 versículo 15, el primogénito sobre toda la creación también en Colosenses capítulo 1 versículo 15, el instrumento de la creación en Colosenses capítulo 1 versículo 16, el Señor supremo en Colosenses capítulo 1 versículo 18, Dios encarnado en Colosenses capítulo 1 versículo 19 y el único reconciliador en Colosenses capítulo 1 versículo 20.
Pablo comenzó diciendo que Cristo es la imagen del Dios invisible. Esta descripción puso a Cristo en gran contraste con los dioses de los falsos maestros.
Escuche cómo Pablo describió a Jesús en Colosenses capítulo 1 versículos 15 al 16:
[Cristo] es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. (Colosenses 1:15-26)
Aunque las Escrituras hablan muchas veces de todos los seres humanos como la imagen de Dios, aquí Pablo tenía en mente algo que era único sobre Jesús, algo asociado con su poder y autoridad sobre la creación. Él tenía en mente la manera en que los falsos maestros en Colosas usaban la expresión "a imagen de Dios" como la habían tomado de la filosofía griega.
Por lo menos en algunas de las filosofías griegas de los días de Pablo, se pensaba que el mismo universo era a la imagen de Dios, queriendo decir que era la mayor revelación de Dios y que uno podría obtener conocimiento y sabiduría por medio de su revelación. Nosotros encontramos las referencias a esta idea en escritos antiguos como El Timeo de Platón, que es del cuarto siglo AC., así como en escritos Gnósticos sobre el dios Trimegisto (tres veces grande), Hermes que viene del segundo y tercer siglo DC.
Así que, considerando que los falsos maestros veían a los planetas y elementos como la imagen de Dios, Pablo señaló a Cristo como la imagen de Dios. Él adoptó este significado filosófico griego del término "imagen de Dios" para mostrar que Cristo, y no los demonios adorados por los falsos maestros, era la última revelación de Dios, al que los creyentes debían buscar para tener mayor sabiduría y conocimiento de Dios.
Segundo, Pablo mencionó que Cristo es el primogénito sobre toda la creación. De nuevo, Pablo escogió sus palabras cuidadosamente para refutar a los falsos maestros.
Escuche de nuevo lo que escribió sobre Cristo en Colosenses capítulo 1 versículos 15 y 16:
[Cristo] es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra. (Colosenses 1:15-16)
El término griego prwtotokoj, traducido aquí como "primogénito," a menudo se refería a la superioridad y autoridad más que al orden de nacimiento.
En el mundo antiguo, el hijo primogénito en una familia no era necesariamente el que había nacido primero. Más bien, el primogénito era el que tenía los mayores derechos de herencia. Normalmente era el que guiaría a la familia después de la muerte de su padre. Por ejemplo, el niño varón más grande de edad era considerado el "primogénito" aun cuando tuviera hermanas más grandes. Y más allá de esto, un niño varón más joven podría ser el primogénito si el hijo mayor era degradado de su posición por alguna razón.
Ahora, debemos señalar que algunos cultos bastante prominentes habían malentendido este término de "primogénito", indicando que Cristo de hecho había "nacido" antes de que el mundo fuera creado. Es decir, ellos creen que Cristo siempre ha sido una criatura, así que él no es igual a Dios el Padre en poder y autoridad. Pero Pablo asoció el estado de Cristo como el "primogénito" con su autoridad y supremacía sobre toda la creación, y no dijo nada acerca de cuando Jesús no existía.
Cuando Pablo dijo que Cristo era el primogénito sobre toda la creación, él quiso decir que Cristo era el que poseía la primogenitura del Padre, no que Cristo nació o fue creado antes que todos los demás. Él no quiso decir que Cristo era parte de la creación, sino que Cristo era el Señor de la creación. Expresándose de esta manera, Pablo dejó claro que los dioses falsos de los falsos maestros no tenían ningún poder o autoridad para dar ninguna bendición a nadie. Cristo y solo Cristo fue el primogénito, el que heredó todas las bendiciones de Dios, y el único que podría darlas a otros.
Tercero, Pablo dijo que Cristo fue el instrumento de la creación, en el que Dios creó el universo.
El misticismo judío a menudo atribuía papeles prominentes a los ángeles de la creación — papeles que la Biblia atribuye a Dios y a Cristo, pero no a los ángeles; y en la filosofía griega, normalmente se asignaban papeles similares a los elementos y otros poderes astrales. Pero Pablo insistió en que Cristo era el único instrumento de la creación, y que estos otros poderes eran inferiores a él y estaban sujetos a él.
Escuche lo que escribió en Colosenses capítulo 1 versículo 16:
En él Dios creó todo lo que hay en el cielo y en la tierra, tanto lo visible como lo invisible, así como los seres espirituales que tienen dominio, autoridad y poder. Todo fue creado por medio de él y para él. (Colosenses 1:16)
Como ya hemos visto, las palabras principados y potestades se refieren a los poderes espirituales, como los demonios adorados por los falsos maestros; y según Pablo, estos principados y potestades están todos sujetos a Cristo. La prioridad de Cristo como el instrumento de la creación lo hace por mucho, superior a todo cuanto hay en la creación.
Cuarto, Cristo es el Señor supremo porque Dios lo usó como el instrumento de la creación y lo puso como cabeza sobre la iglesia.
Escuche las palabras de Pablo en Colosenses capítulo 1 versículo 18:
Y [Cristo] es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia. (Colosenses 1:18)
Pablo dejó claro que a Cristo se le ha dado un estatus especial en la iglesia y entre los muertos "para tener así la supremacía."
Quinto, Pablo explicó que Cristo es Dios encarnado. Esta notable declaración supera cualquier demanda hecha sobre los ya-nombrados principados y potestades del paganismo griego y misticismo judío.
Escuche las palabras de Pablo en Colosenses capítulo 1 versículo 19:
Por cuanto agradó al Padre que en [Cristo] habitase toda plenitud. (Colosenses 1:19)
Toda la llenura de Dios mora en Cristo, haciendo a Cristo la encarnación del Dios supremo.
Los principados y potestades adorados por los falsos maestros en Colosas eran seres espirituales menores. Aunque a veces eran llamados dioses por la filosofía griega, generalmente no se reconocían como deidades supremas.
En contraste, toda la llenura de Dios mora en Jesucristo. Esto significa que Cristo es la encarnación del Dios que creó el universo, al que toda criatura debe obedecer como Señor. Esto hace a Cristo por mucho, superior a los seres espirituales menores adorados por los falsos maestros.
Finalmente, Pablo habló de Cristo como el único reconciliador entre Dios y el hombre. Él explicó este hecho sobre Cristo en Colosenses capítulo 1 versículos 19 y 20:
Por cuanto agradó al Padre que en [Cristo] habitase toda plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz. (Colosenses 1: 19-20)
Dios planea "por medio de Cristo reconciliar consigo todas las cosas". Es decir, Jesucristo es el instrumento y el medio por el cual Dios está purgando el pecado del mundo y haciendo la paz con la humanidad.
Los débiles poderes adorados por los falsos maestros eran demonios, interesados en robarle gloria y autoridad a Cristo y usarlas para tiranizar a sus adoradores. Sus objetivos no tenían mucha importancia y realmente no bendecían a sus adoradores de una manera significativa.
Pero Cristo era el camino a Dios. El evangelio que Pablo predicó era que Dios estaba restaurando toda la creación a una pura, prístina y eterna condición de bendición; y Él estaba haciendo esto por medio de Jesucristo, y sólo por medio de Jesucristo. Solo por medio de Jesús, los pecados podrían perdonarse y ganar el favor de Dios. No había necesidad de molestarse con los pequeños e impotentes espíritus de los falsos maestros. El acceso a Dios y sus bendiciones eternas estaban libremente disponibles en Jesús.
Por lo menos en éstas seis formas—Cristo como la imagen de Dios, el primogénito sobre toda la creación, el instrumento de la creación, el Señor supremo, Dios encarnado, y el único reconciliador—Cristo es superior a todos estos dioses adorados por los falsos maestros en Colosas.
Después de demostrar la supremacía de Cristo sobre los poderes espirituales, Pablo afirmó la supremacía de los ministros de Cristo. Esta parte de su argumento aparece en Colosenses capítulo 1 versículo 21 al capítulo 2 versículo 5.
Pablo argumentaba que debido a que Cristo era superior a los dioses falsos, los ministros de Cristo eran superiores a los que servían a los dioses falsos. El argumento de Pablo consistió en cinco ideas principales: la reconciliación cumplida por medio del evangelio cristiano, la cual mencionó en Colosenses capítulo 1 versículos 21 al 23 y en el capítulo 2 versículo 5; el propio altruismo de Pablo en Colosenses capítulo 1 versículo 24; la comisión divina de Pablo en Colosenses capítulo 1 versículo 25; la revelación superior dada por el evangelio en Colosenses capítulo 1 versículos 25 al 28 y en el capítulo 2 versículos 2 al 4; y el fortalecimiento de los ministros de Cristo, qué Pablo mencionó en Colosenses capítulo 1 versículo 29 al capítulo 2 versículo 1.
Pablo comenzó por enfocarse en la reconciliación que los colosenses ya habían experimentado por medio del evangelio. Como leemos en Colosenses capítulo 1 versículos 22 y 23
[Cristo] en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él; si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído, el cual se predica en toda la creación que está debajo del cielo; del cual yo Pablo fui hecho ministro. (Colosenses 1: 22 y 23)
Los ministros de Cristo son superiores porque predican un evangelio que realmente reconcilia a los creyentes con Dios.
Los falsos maestros en Colosas animaban a las personas a aplacaran a los demonios, y quizás también ofrecían reconciliación con Dios. Pero en realidad no hubo ninguna reconciliación para ellos porque su "evangelio" no tenía el poder para salvar.
En contraste, los creyentes colosenses habían experimentado ya la verdadera reconciliación que viene del verdadero evangelio predicado por los ministros de Dios. Ya habían sido perdonados y puestos de pie ante Dios vestidos con la rectitud de Cristo. Esto debió haberlos animado a confiar en la palabra de Pablo y rechazar a los falsos maestros.
Segundo, Pablo señaló su propio altruismo, hablando de su sufrimiento a favor de la iglesia. Como lo escribió en Colosenses capítulo 1 versículo 24:
Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia. (Colosenses 1:24)
Como vimos en una lección anterior, el sufrimiento de Pablo benefició a la iglesia proporcionando un poderoso testimonio del evangelio, animando a la iglesia y completando los sufrimientos de Cristo. En contraste, los falsos maestros en Colosas no fueron encarcelados ni perseguidos. Al resaltar su disposición para sufrir por la iglesia, Pablo dejó claro que los ministros de Cristo eran más altruistas que los falsos maestros.
Tercero, Pablo habló de su comisión divina. A diferencia de los falsos maestros auto-elegidos en Colosas, Pablo había sido comisionado a su apostolado por el Señor mismo. Pablo describió su comisión en Colosenses capítulo 1 versículo 25:
De la cual fui hecho ministro, según la administración de Dios que me fue dada para con vosotros, para que anuncie cumplidamente la palabra de Dios. (Colosenses 1:25)
Como vemos aquí, el propio Dios llamó a Pablo a ser un apóstol.
Cuando era más joven, Pablo había sido un celoso perseguidor de la iglesia. Pero entonces el Señor Jesús que se había levantado de entre los muertos, apareció a Pablo y lo convirtió. En ese momento, Jesús también comisionó a Pablo para ser su apóstol, dándole autoridad para hablar en el nombre de Jesús. Esto significaba que la autoridad de Pablo era muy superior a la de los falsos maestros. Pablo describió sus enseñanzas en Colosenses capítulo 2 versículo 8, dónde escribió:
Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo. (Colosenses 2:8)
Los falsos maestros se basaban en ideas que seres humanos idólatras habían inventado. A diferencia de Pablo, a ellos no se les había concedido la autoridad para hablar por Dios, ni habían sido llamados por Dios para enseñar a la iglesia.
Cuarto, la revelación que Pablo había recibido era superior a toda la que los falsos maestros decían tener.
Por ejemplo, escuche las palabras de Pablo en Colosenses capítulo 2 versículo 4:
Y esto lo digo para que nadie os engañe con palabras persuasivas. (Colosenses 2:4)
Pablo describió las palabras de los falsos maestros como "engañosas." En contraste, sus propias palabras revelaban la verdad, ayudando a los cristianos a alejarse de los engaños de los falsos maestros.
De hecho, según Gálatas 1 versículos 15 al 18, Pablo había pasado tres años en el desierto de Arabia y en Damasco recibiendo revelaciones de Dios. Los falsos maestros, sin embargo, confiaban en tradiciones que se habían pasado de mano en mano humana. Esto hizo que las revelaciones de Pablo superaran por mucho a las de los falsos maestros.
Era muy significativo que las revelaciones de Pablo vinieran de Dios, que no eran invenciones meramente humanas como las enseñanzas de los herejes en Colosas. Pero aun más importante, que el contenido de las revelaciones de Pablo era superior a las enseñanzas falsas en Colosas. En su carta a la iglesia colosense, Pablo describió sus revelaciones como un "misterio" que Dios le había revelado, y como "tesoros de sabiduría y conocimiento."
Pablo no se guardó estos tesoros para él—eran el mismo evangelio que él predicó. Eran las verdades de reconciliación con Dios y participación en su reino, en base al sacrificio de Cristo, recibido por medio de la fe. Esta proclamación era mejor que cualquier cosa que los falsos maestros pudieron ofrecer.
Quinto, Pablo escribió sobre el fortalecimiento superior de los ministros de Cristo, hablando del hecho que Dios les dio el poder a sus ministros.
Pablo no trabajó con su propia fuerza. Más bien, Dios fortaleció y motivó a Pablo para trabajar y sufrir como su apóstol. El Espíritu Santo dotó a Pablo con dones asombrosos, proporcionándole las palabras y oportunidades para hablarle a la gente, así como milagros para confirmar su testimonio, de tal manera que Pablo avanzara para traer el reino de Dios a la tierra. Pablo escribió en Colosenses capítulo 1 versículo 29:
Para lo cual también trabajo, luchando según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mí. (Colosenses 1:29)
La autoridad, las palabras y el poder de Pablo venían de Dios mismo. Y los falsos maestros en Colosas no se podrían comparar. Su ministerio y su mensaje estaban desprovistos de poder y con un significado sin valor.
En resumen, entonces, vemos que Pablo dio énfasis a la superioridad de los ministros de Cristo escribiendo sobre: la reconciliación cumplida por medio del evangelio cristiano, su altruismo, su comisión divina, la revelación que habían recibido, y su fortalecimiento por el Espíritu Santo.
Tercero, después de dar énfasis a la supremacía de Cristo y sus ministros, Pablo insistió en la supremacía de la salvación en Cristo en el capítulo 2 versículos 6 al 23.
La discusión de Pablo sobre la supremacía de la salvación en Cristo se dividió en dos secciones principales: su alabanza por la vida en unión con Cristo en Colosenses capítulo 2 versículos 6 al 15, y su condenación de la vida vivida bajo la sumisión de los elementos en Colosenses capítulo 2 versículos 16 al 23.
En la primera sección, Pablo describió varios beneficios de la salvación en la unión con Cristo, empezando con los benévolos y fortificantes aspectos del Señorío de Cristo en Colosenses capítulo 2 versículos 6 al 10.
En estos versículos, Pablo indicó que debido a que Cristo es nuestro Señor, nosotros estamos atados, edificados y fortalecidos en él, y como resultado sentimos gran agradecimiento hacia él. Aquellos que siguieron a los falsos maestros estaban cautivos a los débiles poderes espirituales que adoraban, pero a los que estaban bajo el Señorío de Cristo se les dio autoridad para gobernar con él.
Como escribió Pablo en Colosenses capítulo 2 versículos 9 y 10:
Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad. (Colosenses 2:9-10)
Cristo tiene la autoridad divina sobre cualquier poder. Y debido a que los creyentes están unidos a Cristo, ellos comparten esa autoridad divina.
Segundo, Pablo también mencionó la vitalidad espiritual que tienen los creyentes al estar en unión con Cristo. Pablo explicó esta bendición en Colosenses capítulo 2 versículos 11 al 13. Por ejemplo, en Colosenses capítulo 2 versículo 12, escribió:
Sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos. (Colosenses 2:12)
Debido a que estamos unidos a Cristo, los creyentes no sólo participamos en la muerte de Cristo, que nos da el perdón, sino que también en la resurrección y vida de Cristo, la que nos da un nuevo nacimiento de nuestro espíritu.
Tercero, debido a que los creyentes estamos unidos a Cristo, obtenemos el perdón del pecado y nos libramos de tener que ganarnos la salvación por medio de las obras de la ley. Pablo expresó estas ideas en Colosenses capítulo 2 versículos 13 al 15.
Como lo escribió en Colosenses capítulo 2 versículos 14 y 15:
Anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz. (Colosenses 2:14-15)
La ley de Dios condena a muerte a la humanidad caída. Pero debido a que estamos unidos a Cristo en su muerte, nosotros ya hemos muerto la muerte que la ley requiere. Nosotros ya hemos pagado nuestra sentencia, por lo que ahora somos libres de toda condenación.
En contraste con el escenario de estas bendiciones en Cristo, Pablo condenó el mensaje de los falsos maestros en Colosas. La vida en unión con Cristo se caracteriza por las bendiciones del señorío de Cristo. Pero la vida bajo la sumisión a los elementos pone a uno bajo el tiránico señorío del hombre. Como Pablo escribió en Colosenses capítulo 2 versículos 16 al 18, esto no sólo trae como resultado el juicio del hombre, sino también la pérdida de las bendiciones que Cristo ofrece.
Más aun, así como la unión con Cristo produce vitalidad espiritual, la sumisión a los elementos trae como consecuencia la separación de Cristo. Como Pablo indicó en Colosenses capítulo 2 versículo19, esto trae consigo debilidad espiritual en lugar de fuerza, y sofoca el crecimiento espiritual.
Finalmente, mientras la unión con Cristo concede el perdón y la libertad de la condenación de la ley, la sumisión a los elementos sólo lleva al ascetismo.
Pablo hizo un comentario sobre la inutilidad de este ascetismo en Colosenses capítulo 2 versículo 23, escribiendo:
Tales cosas tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, en humildad y en duro trato del cuerpo; pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne. (Colosenses 2:23)
La sumisión a los dioses falsos de los maestros heréticos en Colosas producía una vida áspera que era inútil contra el pecado. Aunque supuestamente esta vida áspera traía bendiciones, los demonios no tenían el poder para bendecir a nadie. En contraste, la unión con Cristo daba libertad en lugar de sumisión, y verdaderamente destruía el poder del pecado sobre el creyente.
A través de estos aspectos contrastantes de la vida en unión con Cristo y vivir una vida sometida a los elementos, Pablo demostró que la salvación ofrecida en el verdadero evangelio cristiano era mucho mejor que las dichosas bendiciones que pretendían ofrecer los falsos maestros en Colosas.
Finalmente, después de dirigirse a la supremacía de Cristo y sus ministros, y de la salvación ofrecida en el evangelio de Cristo, Pablo se enfocó en la supremacía de la vida cristiana, en Colosenses capítulo 3 versículo 1 al capítulo 4 versículo 6. En esta sección, Pablo demostró que el estilo de vida cristiana es más ético que el estilo de vida que ofrecían los falsos maestros.
Parece que los falsos maestros en Colosas estaban muy interesados en una vida ética. La meta de su áspero vivir era evitar la indulgencia de la carne. Y en algunos casos, puede ser que sus normas o metas éticas hayan estado de acuerdo con aquéllos de la iglesia cristiana que abrazaban este tipo de pecados.
Pero había un problema con su planteamiento. Simplemente, el ascetismo no funciona. La cuestión principal es que los seres humanos caídos no tienen la fuerza de voluntad para resistirse al pecado. Así que, no importa qué tan duro luchemos para evitar el pecado, siempre perdemos. Esto significa que para vivir éticamente, para obedecer las normas éticas que Dios ha puesto para nosotros, tenemos que confiar en algo más grande y más poderoso que nosotros mismos.
En algunos aspectos, las enseñanzas de Pablo sobre la vida cristiana se parecían a la enseñanza de los falsos maestros. De hecho, Pablo incluso llegó a decir que era correcto enfocarse en lo celestial y espiritual, y no en lo terrenal.
Escuche sus palabras en Colosenses capítulo 3 versículo 2:
Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. (Colosenses 3:2)
Según Pablo, debemos valorar las cosas espirituales y celestiales más que las terrenales. Esta perspectiva también era compartida por los maestros ascéticos, por lo menos superficialmente. También, como los maestros ascéticos, Pablo enseñó fuertemente en contra de la indulgencia de la carne. Por ejemplo, en Colosenses capítulo 3 versículo 5, escribió:
Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría. (Colosenses 3:5)
Pablo estaba de acuerdo con los falsos maestros en que la indulgencia de la carne es mala. Pero discrepaba en la manera de evitar tal pecado.
Pablo y los falsos maestros también diferían de muchas otras maneras. Por ejemplo, aunque los falsos maestros creían ostensiblemente que ellos debían enfocarse en las cosas celestiales, las enseñanzas que Pablo les criticó eran todas bastante terrenales. Aunque pudieran haber tenido la meta de la espiritualidad, ellos intentaban alcanzar esa meta enfocándose constantemente en cosas terrenales.
En Colosenses capítulo 2 versículo 21, Pablo resumió sus enseñanzas así:
No manejes, ni gustes, ni aun toques. (Colosenses 2:21)
Aunque los ascetas declaraban dirigirse hacia el reino espiritual, sus enseñanzas se enfocaban en las cosas mundanas, terrenales.
Los ascetas parecen haber estado tan preocupados con sus prácticas ascéticas que no se molestaban por enfatizar ideales que fueran verdaderamente celestiales y espirituales. Aunque sus metas pudieran haber sido espirituales, todos sus esfuerzos estaban basados en cosas terrenales.
Pablo, por otro lado, enseñó formas específicas en las que los creyentes podrían enfocarse y esforzarse por cosas que estuvieran orientadas espiritualmente. Él insistió que dejaran sus pecados terrenales, pero también sabía que esto era imposible desde un punto de vista de la humanidad caída.
Escuche sus palabras en Colosenses capítulo 3 versículos 9 al 11.
No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno, donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos. (Colosenses 3:9-11)
Pablo explicó que la llave para la vida ética es esta: los creyentes están unidos a Cristo—Cristo está en todos. Y por esta unión con Cristo, tenemos "nuevas personalidades" o "nuevas naturalezas." Por lo que estamos siendo renovados interiormente por Dios. Con esta unión y renovación podemos vivir éticamente.
Los falsos maestros no eran verdaderos creyentes. Ellos no creían en el evangelio y por consiguiente no estaban unidos a Cristo. Ellos no tenían una nueva naturaleza y no estaban siendo renovados por Dios. Como resultado, todos sus esfuerzos por evitar el pecado estaban condenados al fracaso.
Los creyentes, en cambio, estamos unidos a Cristo y por consiguiente somos fortalecidos para obedecer las normas éticas de Dios. Pero Pablo no se detuvo en esta idea. Más bien, insistió en ofrecer algunas formas prácticas en las que los creyentes pueden confiar en el poder de Dios para superar el pecado, en lugar de confiar en su propia fuerza de voluntad.
Escuche sus instrucciones en Colosenses capítulo 3 versículo 12:
Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia. (Colosenses 3:12)
Pablo dijo que los creyentes podían tener éxito en una vida ética enfatizando virtudes celestiales, espirituales como la compasión y la bondad en lugar de enfocarse en los pecados que tratamos de evitar; y nosotros podemos motivarnos para vivir éticamente enfocándonos en el amor de Dios por nosotros y en que nos ha escogido, en lugar de concentrar nuestros esfuerzos en conceder los antojos de dioses falsos.
La estrategia de Pablo para una vida ética era superior a la de los falsos maestros en dos aspectos muy importantes. Primero, era eficaz porque confiaba en el poder de Dios en lugar de en el hombre. Segundo, era eficaz porque enfocaba su atención en virtudes positivas y valores espirituales, lejos del pecado y las cosas terrenales. El punto crucial era que la estrategia de Pablo funcionaba. A diferencia de las prácticas ascéticas que no tenían ningún valor contra el pecado, el método de Pablo realmente hacía posible la vida ética.
La carta de Pablo a los Colosenses fue diseñada para dirigirse a las herejías idólatras introducidas por los falsos maestros. Los falsos maestros defendían formas paganas de relacionarse con poderes espirituales y formas ineficaces de seguir la rectitud. En respuesta a estos problemas, Pablo predicó a Cristo. Él predicó la supremacía de Cristo como el Señor y rey, y la superioridad de los ministros de Cristo. Predicó el valor incomparable de la salvación en Cristo y la victoria sobre el pecado por medio de una vida cristiana. En todos y cada uno de sus puntos, dejó claro que lo que los falsos maestros prometían, sólo Cristo lo podía dar.
Ahora que hemos explorado el trasfondo, estructura y contenido de la carta de Pablo a los Colosenses, debemos pasar a nuestro tercer punto: la aplicación moderna de la carta de Pablo a los Colosenses. ¿Cómo podemos nosotros, como cristianos modernos, aplicar estas enseñanzas antiguas a nuestras vidas?
Aunque hay muchas maneras en las que podríamos aplicar las enseñanzas de Pablo a nuestras vidas modernas, nos enfocaremos en dos tipos de aplicación que más le preocupaban a Pablo y a su audiencia original: la necesidad de permanecer fiel solo a Cristo; y el valor de enfocarse en las cosas espirituales diariamente. Comencemos viendo la necesidad de permanecer fieles exclusivamente a Cristo.
En la iglesia colosense, los creyentes eran alentados a mezclar su adoración a Cristo con la adoración a otros poderes espirituales. Aunque estos otros poderes espirituales no se presentaban como demonios, nosotros hemos visto que cualquier poder que tuvieran y cualquier beneficio que obtuvieran sus adoradores, era demoníaco. Pero ya sea que estos poderes fueran demonios, elementos o ángeles, los colosenses no debían haberlos adorado. Tristemente, el ambiente social del primer siglo hacía muy difícil para los colosenses ver la verdad de este asunto.
Durante el primer siglo, las ideas religiosas dominantes en el Imperio Romano eran politeístas. Es decir, la mayoría de las personas creían que había múltiples dioses y múltiples poderes espirituales. Así que la mayoría de las sociedades dentro del Imperio no sólo reconocían la existencia de muchos dioses, sino que también adoraban a muchos dioses. Para la mayoría de las personas del Imperio Romano en ese momento, era normal adorar a los dioses dominantes del culto cívico, como Zeus, así como a los dioses locales e incluso dioses de casa. Así, aunque Cristo mandó que los creyentes lo adoraran exclusivamente a él, había gran presión social persuadiendo a los primeros cristianos para que adoraran a otros dioses también.
De hecho, cuando el Imperio Romano empezó a perseguir cristianos durante el primer siglo, fue caótico porque los cristianos se negaban a reconocer y adorar a los dioses del culto cívico. Se argumentaba que los cristianos habían encolerizado a los dioses negándose a adorarlos y que los dioses castigarían a toda la sociedad romana si los cristianos no reconsideraban. Los romanos no les exigían a los cristianos que dejaran de adorar a Cristo, solamente que también adoraran a los dioses romanos.
Desde la perspectiva romana del primer-siglo, uno podía adorar a muchos dioses sin tener ningún sentimiento conflictivo de obediencia. Pero Cristo exige la adoración exclusiva. Si nosotros adoramos a Cristo, no podemos adorar nada más. Por eso es que Pablo insistió en que los colosenses permanecieran firmes en su fe.
Como lo escribió en Colosenses capítulo 1 versículos 21 al 23:
Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él; si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído, el cual se predica en toda la creación que está debajo del cielo; del cual yo Pablo fui hecho ministro. (Colosenses 1:21-23)
Si no permanecemos fieles a Cristo, entonces demostramos que no hemos sido verdaderamente reconciliados con Dios. Y si no estamos reconciliados con Dios, entonces no compartimos la esperanza ofrecida en el evangelio. Siendo más claros, si no permanecemos fieles a Cristo, no somos salvos. La lealtad a Cristo es de suma importancia.
Tristemente, nuestro mundo moderno frecuentemente desafía nuestra lealtad a Cristo presentando muchos dioses diferentes para que los adoremos. El politeísmo puede encontrarse en las religiones orientales como: el Taoísmo, una de las tres religiones clásicas de China; el Hinduismo, la religión dominante de la India; y el Sintoísmo, la religión tradicional de Japón. Y en el mundo occidental, el movimiento de la Nueva Era ha adoptado muchos aspectos de estas religiones orientales. Más allá de esto, el Mormonismo enseña que los mormones están en proceso de llegar a ser dioses. Hay también, muchas religiones politeístas más pequeñas, desde religiones tribales y populares en África y Asia hasta la Cinesiología en Hollywood, California. La lista podría ser interminable.
En otras sociedades modernas, los cristianos son presionados constantemente por el ateísmo, induciéndolos a que abandonen toda creencia en Dios y en Cristo. A menudo se ridiculiza al cristianismo como un conjunto de creencias primitivas y de la barbarie que no son avaladas por la ciencia. Muchos creyentes que no tienen los suficientes estudios de teología y ciencia, son incapaces de proporcionar respuestas a estos desafíos y su fe se tambalea.
En otros casos, el relativismo filosófico de la sociedad moderna, la lleva a una fuerte insistencia en la tolerancia religiosa. Como resultado, cualquier declaración de exclusividad a la verdad y salvación, es condenada. Pablo enseñó que la lealtad a Cristo es el único camino a la salvación. Pero cuando los cristianos modernos repetimos esta idea, a menudo se nos acusa de arrogancia e intolerancia; y nos sentimos presionados por la sociedad a reconocer otras formas de encontrar las bendiciones eternas.
Pero no todas las presiones vienen de fuera de la iglesia. Por ejemplo, en algunas iglesias protestantes liberales, la alabanza se ofrece ahora a la Sabiduría o Sofía, quien está personificada como una deidad femenina.
Otras iglesias protestantes liberales aprueban el relativismo filosófico de sus sociedades, enseñando que muchas o incluso todas las religiones son caminos válidos hacia la salvación—aun cuando estas niegan a Cristo.
Ahora que hemos visto la importancia de permanecer fieles solo a Cristo, debemos pasar a nuestro segundo tipo de aplicación moderna: el valor de enfocarse en las cosas espirituales todos los días de nuestra vida. Aunque la atención a las cosas terrenales tiene cierto valor, nos beneficiamos mucho más cuando manejamos nuestra vida desde una perspectiva espiritual.
Cuando venimos a la fe en Cristo, sucede algo milagroso: nuestro espíritu se renueva dentro de nosotros. Antes de venir a la fe, nosotros estamos muertos por dentro, incapaces de responder positivamente a Dios. Somos enemigos de Dios, no sólo porque hemos pecado contra Él y merecemos su juicio, sino también porque lo odiamos y no nos someteremos a Él.
Pero Dios nos ama tanto que se niega a permitirnos seguir siendo sus enemigos. Así que, Él envía al Espíritu Santo a renovar nuestro espíritu, para que tengamos restauración interior y para que nos arrepintamos anhelantemente de nuestro pecado y nos sometamos a nuestro Señor. Al mismo tiempo, el Espíritu de Dios mora en nosotros, uniéndonos a Cristo y garantizando nuestras bendiciones futuras en él.
Nuestra salvación no depende de nuestras persecuciones terrenales, sino de las realidades espirituales de nuestro espíritu restaurado y nuestra unión con Cristo. Es por esto que Pablo exhortó a los colosenses a enfocarse menos en las cosas terrenales y más en las espirituales.
Los teólogos a menudo describen a los que no han venido a la fe como, no-regenerados. En contraste, el término regenerados se aplica a aquéllos que tienen fe. Estos términos identifican el estado del espíritu o alma de cada persona. Ser no-regenerado es estar espiritualmente muerto, y ser regenerado es estar espiritualmente vivo.
Aquéllos que son no-regenerados están bajo el juicio de Dios debido al pecado. Aparte, no tienen ninguna habilidad moral es decir, no pueden hacer cosas que Dios toma en cuenta como moralmente puras. Es más, ellos no tienen ningún deseo moral, es decir, no quieren hacer cosas que Dios toma en cuenta como moralmente puras. Abreviando, los no-regenerados no son salvos, no se pueden salvar ellos solos y no quieren ser salvados por Dios.
Por otro lado, aquéllos que están regenerados son perdonados porque están unidos a Cristo, quien murió por sus pecados según los requisitos de la ley de Dios. Más allá, sus espíritus renovados poseen la habilidad moral, para poder obedecer a Dios, así como el deseo moral, para también querer obedecer a Dios.
Es difícil sobreestimar el valor del cambio espiritual que tiene lugar dentro de nosotros cuando venimos a la fe. La regeneración nos hace nuevas personas. No solo somos perdonados; también somos cambiados espiritualmente.
La regeneración es el cambio espiritual que Pablo describió en Colosenses capítulo 2 versículo 13, dónde escribió:
Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados. (Colosenses 2:13)
Nosotros estábamos muertos en nuestros pecados, lo que significa que estábamos bajo el juicio de Dios. Pero entonces Dios nos dio vida y perdonó nuestros pecados. También estábamos muertos en nuestra naturaleza pecadora, lo que significa que teníamos naturalezas malas, sin habilidad ni deseo moral. Pero nuevamente, Dios nos dio vida. Como resultado, ahora tenemos la habilidad para desear lo bueno y hacer lo bueno.
Nuestros viejos espíritus no-regenerados no tenían ninguna habilidad o deseo moral. Pero nuestros espíritus renovados tienen habilidad y deseo moral. Cuando estábamos espiritualmente muertos, antes de que fuéramos regenerados y unidos a Cristo el rey, habría sido inútil para nosotros enfocarnos en las cosas espirituales, o "las cosas del cielo", aun cuando nosotros hubiéramos querido. Pero ahora que estamos regenerados, lo más razonable para nosotros, es enfocar nuestras nuevas vidas en una nueva dirección. Nuestros espíritus han sido hechos nuevos; ahora somos personas espirituales. Y lo más lógico—lo más natural—y lo más benéfico para nosotros como personas espirituales—es enfocarnos en nuestras vidas espirituales.
Así que Pablo continuó en Colosenses capítulo 3 versículos 1 y 2 escribiendo esta exhortación:
Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. (Colosenses 3:1-2)
Porque estamos sentados en el cielo con Cristo, debemos enfocar nuestras mentes en las cosas que pertenecen al cielo. Ahora estamos conscientes de la verdadera estructura de autoridad del universo; sabemos cómo funciona el mundo y qué cosas traen las verdaderas bendiciones. Y este conocimiento debe cambiar la manera en que vivimos nuestras vidas.
Ahora, en algunos puntos de la historia, los cristianos han pensado equivocadamente que cuando Pablo dijo que nos enfocáramos en las cosas celestiales y no en las cosas terrenales, él quiso decir que debíamos retirarnos de la vida humana normal para seguir el cielo sin distracción. Los monjes ascéticos medievales son un buen ejemplo de esta manera de pensar. Algunos vivían como ermitaños, separados del resto de la sociedad. Algunos se resguardaban en cuevas o en lugares apartados por largos periodos de tiempo. Otros se causaban daño físico. Ellos creían seriamente que la mejor manera de crecer espiritualmente era escapando de la influencia del mundo normal, no-espiritual. Pero estaban equivocados. De hecho, en algunos casos, ellos cometieron los mismos errores que habían cometido los falsos maestros en Colosas.
El famoso educador Booker T. Washington, fundador de la escuela que ahora es la Universidad de Tuskegee, se acredita como el autor de este proverbio americano:
Un hombre no puede detener a otro hombre en la zanja sin permanecer abajo en la zanja con él.
De muchas maneras, Washington aplicó a las relaciones humanas lo que Pablo enseñó sobre la vida interna de los cristianos.
Es decir, si enfocamos toda nuestra energía en suprimir nuestros deseos pecadores, seguimos enfocándonos en los deseos pecadores. Sí, eliminar el pecado es algo bueno, incluso una buena obra. Pablo exhortó a que los creyentes terminaran con sus pecados de la carne. Pero el punto de Pablo no era simplemente que nosotros debemos adoptar un nuevo punto de vista hacia las cosas terrenales; sino también que debemos reenfocar nuestra atención, alejándola de las cosas terrenales y dirigiéndola hacia las cosas espirituales. Pero las cosas "espirituales" o "celestiales" que Pablo tenía en mente, requieren nuestra participación en el mundo.
Escuche sus palabras en Colosenses capítulo 3 versículos 12 al 16:
Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos. La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales. (Colosenses 3:12-16)
En esencia, Pablo dijo que las cosas "celestiales" o "espirituales" en la vida, son las que reflejan el estado del reino de Dios como se manifiesta en el cielo. O dicho de otra manera, tener una mente celestial es enfocarse en el que ha ascendido al cielo, que es Cristo, para que podamos ser más como él mientras estamos aquí en la tierra.
Notemos también qué tipo de cosas son a las que Pablo llamó "celestiales" o "espirituales". La mayoría de estas son virtudes interactivas, virtudes que son primordiales, y sólo en algunos casos, expresadas hacia otras personas, como la compasión, la bondad, la humildad, la mansedumbre, la paciencia, el perdón, el amor, y la paz en el contexto de la comunidad. Estas virtudes no pueden ejercerse separadas de la vida activa en el mundo presente.
Incluso de hecho, en Colosenses capítulo 3 versículo 16 al capítulo 4 versículo 6, Pablo explicó muchas maneras diferentes en que los creyentes pueden aplicar estas virtudes dentro del contexto de sus múltiples relaciones terrenales.
Por ejemplo, escribió que los creyentes deben enseñarse y amonestarse entre sí cantando juntos, salmos, himnos y canciones espirituales. Él se dirigió a las esposas para que se sometieran a sus maridos, y a los maridos para que amaran a sus esposas. Les dijo a los hijos que obedecieran a sus padres, y a los padres que alentaran a sus hijos. Exhortó a los esclavos a ser obedientes y productivos, y ordenó a los amos que trataran a sus esclavos del mismo modo que Jesús, que es el amo de todos nosotros, trata a su iglesia.
Pidió oraciones para que Dios lo fortaleciera al proclamar el evangelio. Y dirigió a los colosenses para ser diligentes y sabios cuando surgieran sus propias oportunidades para la evangelización.
Todas estas instrucciones corresponden a las cosas "espirituales" o "celestiales". Y aun estas sólo pueden llevarse a cabo involucrándose activamente en el mundo presente.
Para Pablo, tener una mente celestial o espiritual, es reflejar cuán maravilloso es el cielo ahora mismo, y encontrar maneras de hacer al mundo presente más como el cielo. Es concentrarse en nuestras nuevas naturalezas espirituales, y en las buenas obras que son apropiadas para estas. Es hacer las mismas buenas obras en la tierra, que las que siempre se hacen en el cielo. Es amar a otros, perdonar a otros, ser amables, mansos y humildes. Es tratar a otros del mismo modo que Jesús los trata. Abreviando, para poder enfocarnos en las cosas espirituales, debemos concentrarnos en edificar el reino de Dios—aquí y ahora, en esta tierra.
En esta lección hemos visto detalladamente al apóstol Pablo y su asociación con los creyentes en Colosas. Hemos explorado el trasfondo de la carta de Pablo a los Colosenses, así como su estructura y contenido. Finalmente, hemos comentado la aplicación moderna de las enseñanzas que los colosenses recibieron de Pablo.
La carta de Pablo a los Colosenses contiene muchas lecciones importantes para nosotros hoy en día. Nos enseña sobre la supremacía de Cristo, y del alto nivel en que debemos considerar a sus apóstoles y sus enseñanzas. Explica nuestro papel en el reino de Dios y la gran salvación de la que ahora disfrutamos. Y nos anima a vivir con una actitud espiritual, como participantes del cielo y a trabajar para traer nuestros valores celestiales a la tierra. El recordar las lecciones que Pablo enseñó en esta carta, nos ayudará a mantener nuestra fe y vivir como miembros productivos y bendecidos del reino de Dios.