Si nosotros preguntáramos a las personas que no tienen trasfondos tradicionales judíos o cristianos, ¿Por qué debería alguien estudiar el Antiguo Testamento? Probablemente sus respuestas irían en dos direcciones básicas. Las respuestas más positivas podrían ser algo así como, "El Antiguo Testamento es un libro viejo, pero debemos estudiarlo porque hay todavía algunas cosas que son buenas para nosotros hoy en día." Y las respuestas más negativas serían algo así como: "Realmente, el Antiguo Testamento es tan viejo e irrelevante que no vale la pena leerlo." Cuando los cristianos fieles escuchamos que otros expresan este tipo de perspectivas sobre el Antiguo Testamento, instintivamente nos encogemos y nos desmoronamos. Como seguidores de Cristo, nosotros creemos que el Antiguo Testamento es la Palabra de Dios; es Escritura sagrada que Dios inspiró. Por lo que fácilmente nos preguntamos: ¿Cómo puede la gente hablar sobre la Biblia de esa manera? Pero aunque esto suene sorprendente al principio, incluso cuándo le preguntamos a cristianos, "¿Por qué debe una persona estudiar el Antiguo Testamento?" Muchos de nosotros nos parecemos a los no-creyentes. En el mejor de los casos decimos, "Debemos estudiar el Antiguo Testamento porque hay algunas cosas en él que todavía son buenas para nosotros hoy." Y en el peor de los casos, incluso algunos cristianos dirían, "Bien, para ser honesto, el Antiguo Testamento es tan viejo e irrelevante que no vale la pena leerlo."
Esta lección es la primera de una serie de lecciones que analizarán el Antiguo Testamento entero. Hemos titulado esta serie "Reino, Pactos y Canon del Antiguo Testamento." Tal como el título de estas series lo sugiere, en estas lecciones nos enfocaremos en tres dimensiones cruciales del Antiguo Testamento. Veremos que el Antiguo Testamento es un libro unificado alrededor del tema central del reino de Dios, que este reino se administró históricamente a través de los pactos que Dios hizo con su pueblo, y que a través del Canon del Antiguo Testamento estos pactos se aplicaron a las necesidades específicas del pueblo de Dios en lugares y tiempos precisos.
Hemos titulado esta lección, ¿Por qué estudiar el Antiguo Testamento? Antes de adentrarnos en el Reino, Pactos y Canon del Antiguo Testamento, usaremos esta primera lección para enfocarnos en una cuestión preliminar: la importancia y relevancia del Antiguo Testamento. El hecho es que muchos cristianos bien intencionados, simplemente no creen que el Antiguo Testamento merece un estudio cuidadoso.
En esta lección veremos tres razones por las que es importante aprender sobre el Antiguo Testamento. Primero, veremos que la distancia que divide al Antiguo Testamento de nosotros, hace que el Antiguo Testamento sea difícil de estudiar; segundo, investigaremos la relevancia que debemos esperar que el Antiguo Testamento tenga en nuestros días; Y tercero, exploraremos algunas maneras en que podemos aprender a aplicar el Antiguo Testamento a nuestras propias vidas en el mundo moderno.
Empecemos con un vistazo al hecho de que el Antiguo Testamento parece a menudo tan distante de nosotros.
Al cabo de los años, he visto que muchos estudiantes pasan por un proceso similar, casi predecible, cuando ellos estudian el Antiguo Testamento. En la niñez o cuando nos volvemos nuevos creyentes, nos dicen que el Antiguo Testamento es la infalible palabra de Dios inspirada. A la luz de esto, muchos de nosotros concluimos que el Antiguo Testamento sólo contiene enseñanzas que se aplican fácilmente a la vida cristiana. Ahora, siempre y cuando sólo hablemos sobre temas como la santidad de Dios, las esperanzas de Israel o a los mandamientos como: No robarás o No matarás, nos sentimos en territorio familiar. Pero algo sucede cuando empezamos a estudiar el Antiguo Testamento más en serio. Cuando cavamos más profundamente en él, encontramos que muchas partes del Antiguo Testamento no nos son familiares en lo absoluto. De hecho, entre más leemos, más difícil se nos hace sentirnos cómodos con el Antiguo Testamento; para muchos de nosotros se siente mucho más como una tierra extraña y distante.
Explorar por qué el Antiguo Testamento parece a menudo tan distante, ayudará a enfocarnos en dos temas: primero, las causas de esta distancia; lo que hace al Antiguo Testamento parecer tan ajeno. Y segundo, los tipos de distancia que encontramos; los tipos de cosas ajenas que encontramos en el Antiguo Testamento.
Observemos primero algunas de las razones principales por las qué a menudo nos damos cuenta de una gran distancia entre nosotros y el Antiguo Testamento.
Los no-creyentes tienen todo tipo de razones para decir que el Antiguo Testamento es obsoleto para las personas modernas. Algunas de sus valoraciones son legítimas, apoyadas por los hechos, pero muchos de sus puntos de vista simplemente son el resultado de su escepticismo. Los no-creyentes carecen de la fe salvadora, y esto los lleva a exagerar lo incomprensible que es el Antiguo Testamento. Si usted no cree en Dios, leer un libro que habla mucho sobre Dios parecerá muy extraño ciertamente. Y si usted no cree en Cristo, un libro que prepara a la gente de Dios para Cristo, también parecerá bastante extraño e ilógico. Así que no debe sorprendernos en lo absoluto, oír que los no-creyentes dicen que el Antiguo Testamento está muy distante de la vida moderna. Pero ¿qué pasa con los creyentes? Nosotros creemos en el Dios de las Escrituras; seguimos a Cristo. ¿Por qué sentimos distancia entre nosotros y el Antiguo Testamento?
Por lo menos dos rasgos del Antiguo Testamento nos hacen a menudo verlo como una tierra lejana. Por un lado, Dios le dio el Antiguo Testamento a la humanidad a través de un proceso conocido como inspiración orgánica. Y por otro lado, Dios diseñó el Antiguo Testamento para cumplir su propósito a través de un proceso conocido como acomodación o consideración divina a las limitaciones humanas. Estos dos rasgos, inspiración orgánica y acomodación divina, originan mucha de la distancia que nosotros sentimos. Pensemos primero sobre el proceso de inspiración orgánica.
A menudo llamamos al punto de vista histórico evangélico cristiano de la inspiración divina de las Escrituras inspiración orgánica. Usamos esta terminología para indicar que el Espíritu Santo empleó las personalidades, experiencias e intenciones de los escritores humanos originales para escribir la Biblia. Es decir, bajo la guía especial del Espíritu Santo, los autores humanos, determinaron ellos mismos qué escribir. La Biblia no surgió de una inspiración mecánica donde Dios usó a los escritores humanos como conductos pasivos de información; ni tampoco la Biblia fue inspirada románticamente como si Dios motivara a los escritores bíblicos meramente para decir cosas altamente religiosas. Por el contrario, Dios controló el contenido de las Escrituras meticulosamente para que estén sin error y puedan llamarse la Palabra de Dios debidamente. Pero Lo hizo mediante un proceso que cayó y se reflejó en las personalidades individuales y propósitos de los escritores humanos.
Considere la manera en que Pedro habló de las cartas de Pablo en 2 de Pedro capítulo 3 versículos 15 al 16. Allí nosotros leemos estas palabras,
Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación; como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito en casi todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen (como también las otras Escrituras) para su propia perdición. (2 Pedro 3:15-16)
En estos versículos, el apóstol Pedro confirmó que las cartas de Pablo se escribieron con la sabiduría que Dios había dado a Pablo. El Espíritu de Dios inspiró las cartas de Pablo para que no fueran escrituras humanas solamente, sino escrituras de Dios. No obstante, Pedro también afirmó que la personalidad de Pablo puede verse en estas epístolas.
Note cómo él lo puso, Pablo escribió con la sabiduría que Dios le dio. Estas Escrituras aún eran las cartas de Pablo. Nosotros podemos ver entonces, que del punto de vista de Pedro, las cartas del Apóstol Pablo fueron el resultado de un proceso que involucra a ambos, Dios y el escritor humano.
Esta misma perspectiva también es verdad del Antiguo Testamento. Es por esto que la ley del Antiguo Testamento no sólo se llama la ley de Dios, sino también la ley de Moisés. Vino de Dios, pero a través de Moisés. Por esto es también qué muchos Salmos se llaman los Salmos de David. Aunque Dios era el principal autor del Antiguo Testamento, Él empleó varones santos para escribir estos libros, y ellos lo hicieron de tal modo que reflejaron sus personalidades, intenciones y situaciones.
Cuando usted piensa sobre eso, no es difícil ver que la parte humana del autor de la Biblia nos aleja del Antiguo Testamento. Todos los escritores del Antiguo Testamento eran gente del pasado. Todos ellos vivieron en el mundo del Antiguo Cercano Oriente, y escribían y pensaban de acuerdo a su época., por lo mismo, debido a que escribieron antes de la venida de Cristo, los escritores del Antiguo Testamento no habían desarrollado una teología totalmente cristiana, como nosotros la tenemos hoy. Y como resultado, cuando usted y yo estudiamos el Antiguo Testamento, pronto empezamos a ver que el mundo del Antiguo Testamento es muy diferente al mundo moderno. Y por esta razón el Antiguo Testamento nos parece a menudo extraño y poco familiar.
Además de las dificultades creadas por la inspiración orgánica de los escritores bíblicos, hay reconocer que la acomodación divina nos aleja del Antiguo Testamento.
La acomodación es un término que los teólogos usan para describir el hecho de que Dios siempre se revela a sí mismo a la humanidad, Él aparece y nos habla en términos humanos. Porque Dios es finalmente incomprensible, siempre que Él se revela a sí mismo, Él es condescendiente y nos habla como a un bebé. De otra manera, nosotros no podríamos entender nada de lo que Dios ha dicho. Usted puede ver que en Isaías capítulo 55 versículos 8 al 9 encontramos estas palabras.
Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos ni vuestros caminos mis caminos, dice Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos y mis pensamientos más que vuestros pensamientos. (Isaías 55:8-9)
Dios es tan trascendente—Él excede nuestras limitaciones tan infinitamente—que cada revelación que Él ha hecho, se ha hecho dentro de la capacidad humana para que por lo menos algunos de nosotros pudiéramos entender y podamos seguir lo que Él reveló.
Ahora, es importante comprender que en el Antiguo Testamento, Dios no se acomodó simplemente a la humanidad en general. Él habló un idioma humano, de modo que los seres humanos finitos pudieran entender. Pero Él también diseñó el Antiguo Testamento para situaciones históricas específicas que encontraron las personas judías que vivían en el Antiguo Cercano Oriente. Él diseñó las Escrituras para ser entendidas, en primer lugar, por los Israelitas de la antigüedad. Ya que los principales lectores del Antiguo Testamento, eran los judíos de la antigüedad, Dios quiso que el Antiguo Testamento se escribiera en hebreo antiguo y arameo. Dios dio los Diez Mandamientos en piedras, porque ésta era una norma internacional de cómo se escribían los documentos importantes. Y, los estilos literarios de narración, poesía, literatura de sabiduría y ley que encontramos en el Antiguo Testamento, fueron hechos en términos del Antiguo Cercano Oriente para que las personas de Dios de aquél entonces pudieran entender lo que Él les dijo. Por esta razón, cuando usted y yo estudiamos el Antiguo Testamento, constantemente encontramos la realidad de que se escribió para unas personas que eran muy diferentes a nosotros. Fue escrito específicamente para concordar con las habilidades y necesidades de las personas de Israel en aquellos tiempos.
Podemos decir que las Escrituras del Antiguo Testamento a menudo parecen como un territorio lejano a usted y mí por ambas razones, fueron orgánicamente inspiradas, y se acomodaron para que las entendieran los Israelitas originales. Los escritores del Antiguo Testamento y sus lectores, vivieron en tiempos antiguos, que eran muy diferentes a nuestros días. Por esta razón, a menudo nos damos cuenta de la gran distancia que hay entre nosotros y el Antiguo Testamento.
Ahora que hemos visto dos razones de la distancia del Antiguo Testamento, debemos analizar nuestro segundo aspecto: los tipos de distancia que encontramos entre nosotros y el Antiguo Testamento. ¿Qué tipo de cosas encontramos en el Antiguo Testamento que parecen extrañas a nosotros?
Obviamente no podemos contar todos los puntos en donde el Antiguo Testamento nos parece tan extraño, pero servirá a nuestros propósitos pensar en términos de tres tipos básicos de distancia entre nosotros y el Antiguo Testamento. Primero, la distancia teológica – las diferencias entre lo que nosotros creemos como cristianos del Nuevo Testamento y las perspectivas teológicas que se originaron en el Antiguo Testamento; segundo, la distancia cultural – las diferencias entre nuestras culturas modernas y las perspectivas culturales del Antiguo Cercano Oriente que encontramos en el Antiguo Testamento; y tercero, la distancia personal – las diferencias entre usted y yo como personas, y las personas relacionadas con el Antiguo Testamento.
Ahora debiéramos comprender que las dimensiones de vida teológicas, culturales y personales, no se pueden separar por completo de cada uno de nosotros; estas se entrelazan profundamente e influyen en cada uno, de innumerables maneras. Esto era tan cierto en los días del Antiguo Testamento, como lo es en nuestros días. Así que, juntar estos términos en tres tipos distintos de distancias, sería un tanto artificial. Aun así nos ayudará a que trabajemos independientemente a través de cada uno de estos puntos. Echemos un vistazo primero a la distancia teológica que encontramos cuando nosotros estudiamos el Antiguo Testamento.
Uno de los obstáculos más obvios al estudiar el Antiguo Testamento, es la gran separación que sentimos entre la teología del Antiguo Testamento y nuestra teología cristiana del Nuevo Testamento. Cuando nosotros hablamos de distancia teológica, estamos pensando principalmente en la diferencia histórica que hay entre la revelación que los escritores del Antiguo Testamento poseyeron, y la revelación más completa que los cristianos poseen.
Nosotros tenemos en mente el hecho de que el Antiguo Testamento enseña muchas cosas sobre Dios y nuestra relación con Él. Eso parece (por lo menos a primera vista), ser muy diferente de lo que nosotros aprendemos del Nuevo Testamento. Cada cristiano que lee el Antiguo Testamento, se da cuenta en algún momento que el Antiguo Testamento presenta puntos de vista teológicos que no parecen corresponder con el Nuevo Testamento.
Piense sobre algunos ejemplos de estas diferencias teológicas. Por ejemplo, Dios llamó a Abraham para sacrificar a su hijo. Pero ¿qué pensaríamos nosotros sobre alguien hoy, si nos dijera que Dios le ha llamado para sacrificar a su hijo? Ni siquiera pensaríamos en tomar semejante propuesta teológica en serio. También, Dios esperó que sus fieles buscaran su salvación marchando de Egipto a una tierra prometida en los días de Moisés. Pero nosotros ciertamente veríamos muy extraño si encontramos a un grupo de cristianos que marcha literalmente a través del desierto para ganar su salvación. En el Antiguo Testamento también leemos acerca de hombres que se consagran al servicio de Dios haciendo votos de los Nazareos de no cortarse el pelo; pero ciertamente nos parece extraño que Dios estaba tan contento con esos juramentos. O considere el hecho de que en el Antiguo Testamento, Dios ordenó, bajo pena de muerte, que el templo era el único lugar donde su pueblo debía rendirle culto. Pero hoy creemos fuertemente que las personas pueden rendirle culto debidamente a Dios en cualquier lugar y en cualquier momento. En aquellos tiempos, Dios exigía a su gente que sacrificaran animales como expiación para los pecados. Hoy nosotros consideramos que tales rituales son actos de crueldad animal y un insulto para el sacrificio de Jesucristo. En el Antiguo Testamento, Dios ordenó la destrucción completa de ciudades Cananitas, incluyendo mujeres y niños. Pero nosotros no podemos imaginar que tales cosas sean aceptadas por Dios en una guerra moderna. ¿No estamos todos confundidos de que el Antiguo Testamento nos llame a creer que Dios hizo tales cosas cuándo parecen tan diferentes del Nuevo Testamento? La lista de tales diferencias teológicas no tiene fin. En cualquier otra cosa que quisiéramos mencionar, ciertamente existe una gran distancia teológica entre nosotros y el Antiguo Testamento.
Además de la distancia teológica que vemos entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, el Antiguo Testamento también parece como un mundo lejano debido a las diferencias culturales entre el Antiguo Cercano Oriente y nuestro mundo moderno.
Cuando hablamos de las diferencias culturales entre nosotros y el Antiguo Testamento, debemos tener en mente las dimensiones de vida de los personajes, escritores originales y receptores del Antiguo Testamento que eran característicos de las culturas en las que ellos vivieron. Cada vez que leemos o imaginamos sobre la vida en el mundo antiguo, sentimos esa distancia cultural entre nosotros y el Antiguo Testamento, ya sea en Israel, Canaán, Egipto, Asiria, Babilonia o en las muchas otras culturas del pasado. Las personas que encontramos en el Antiguo Testamento tenían teorías culturales, valores y prácticas innumerables, igual que nosotros los tenemos hoy. Pero esas expectativas, costumbres y prácticas eran diferentes a las nuestras, debido al tiempo y lugares en los que ellos vivieron.
La distancia cultural ocurre porque la sociedad humana constantemente está cambiando. Las costumbres más viejas parecen extrañas en muchos aspectos. ¿Puede usted imaginarse, visitando su propia cultura hace simplemente doscientos años? Para muchos de nosotros, las diferencias nos harían sentir muy incómodos. Tendríamos que ocupar mucho tiempo ajustándonos. ¿Ahora, si esto ciertamente ocurriría en tan corto tiempo y en nuestras propias naciones, cuánto más debemos esperar encontrar diferencias culturales entre nosotros y el mundo del Antiguo Testamento? Existen tantas diferencias entre el Antiguo Cercano Oriente y nuestro mundo moderno, que mucho de lo que leemos en el Antiguo Testamento nos es notablemente poco familiar.
Considere sólo unos ejemplos de las dimensiones culturales del Antiguo Testamento que nos hacen sentir tan distantes de él. En un nivel mundano, el mundo del Antiguo Testamento era un mundo predominantemente agrícola. Hemos leído sobre cultivar y pescar a lo largo del Antiguo Testamento, pero muchas personas urbanas modernas apenas entienden los procesos básicos que se utilizaron en este estilo de vida antiguo. Hemos leído sobre matrimonios arreglados en el Antiguo Testamento, y muchas personas modernas se preguntan cómo las parejas jóvenes toleraron tales costumbres. Hemos aprendido que figuras bíblicas practicaron la poligamia y esto choca con nuestros ideales de monogamia. Encontramos esclavitud en el Antiguo Testamento y nosotros estamos perplejos por esta costumbre.
También encontramos en las páginas del Antiguo Testamento que su cultura fue dominada por una estructura social, conocida como imperialismo. Se consideraba que ser parte de un imperio prominente era la estructura social ideal de casi toda cultura del Antiguo Cercano Oriente, incluyendo Israel. Ellos no sabían nada de nuestros ideales democráticos modernos. Cuando vemos éstos y los rasgos similares de vida del Antiguo Testamento, a menudo nos preguntamos cómo manejarlos. ¿Qué hacer con una Biblia que está tan profundamente fusionada en un entorno cultural tan diferente al nuestro?
Cuando leemos el Antiguo Testamento, estas y muchas otras diferencias culturales nos damos cuenta de la enorme brecha entre nosotros y el Antiguo Testamento.
Además de las distancias teológicas y culturales que existen entre nosotros y el Antiguo Testamento, hay un tercer tipo de distancia: la distancia personal.
Cuando hablamos de distancia o diferencias personales, nosotros estamos refiriéndonos al hecho de que las personas que vivieron en los días del Antiguo Testamento eran diferentes a las personas modernas en muchas maneras. Y la brecha entre nosotros y ellos involucra a menudo consideraciones humanas muy personales.
Las personas del Antiguo Testamento no eran completamente diferentes a nosotros. Como veremos más adelante en esta lección, nosotros podemos identificarnos con ellos de varias maneras importantes. Pero en muchas otras maneras, ellos tenían una mentalidad notablemente diferente a la nuestra.
Y esto no debe sorprendernos. Sus disposiciones crecieron del mundo teológico y cultural en el que ellos vivieron.
Considere por un lado, que muchas personas en el Antiguo Testamento tenían experiencias espirituales notables, muy diferentes a las que cualquiera de nosotros experimentamos hoy. Ellos tenían visiones del cielo, y escuchaban la voz audible de Dios. Ellos lucharon físicamente con seres celestiales.
Ahora deténgase por un momento y hágase esta pregunta. ¿Cómo cambiaría su vida, si usted tuviera tales experiencias espirituales? ¿Qué tipo de persona sería usted, si fuera inspirado por visiones divinas, escuchara la voz de Dios y tuviera enfrentamientos físicos con seres celestiales? Creo que nos damos cuenta, que nosotros seríamos totalmente transformados si tuviéramos tales experiencias hoy. El darnos cuenta de esto, debe ayudarnos a ver que somos muy diferentes a las personas del Antiguo Testamento, quienes tenían tales experiencias de Dios.
Por otro lado, considere qué tipo de personas somos debido a las influencias culturales sobre nosotros. En el Antiguo Testamento, las personas desempeñaron algunos papeles culturales que son muy extraños para nosotros. Ellos eran reyes, reinas, campesinos, esclavos. Las personas del Antiguo Testamento soportaron los horrores de la guerra antigua y las amenazas de hambre y plagas. Hemos leído sobre un muchacho joven que está de pie audazmente en batalla ante un gigante; una mujer joven que dirigió un ejército en la batalla. Escuchamos los lamentos desesperados de los esclavos en Egipto. Muy poca gente hoy se enfrenta a este tipo de situaciones y por eso nos cuesta mucho trabajo entender cómo piensan y sienten las personas cuando sufren experiencias como éstas.
Ahora que hemos empezado este estudio, debemos estar listos para admitir que el Antiguo Testamento parecerá muy distante de nosotros, de muchas maneras diferentes. Esta parte de la Biblia no se escribió en nuestro mundo moderno, y como resultado, vez tras vez, encontraremos muchas diferencias teológicas, culturales y personales entre nosotros y el Antiguo Testamento.
Ahora que hemos visto las causas y tipos de distancia que sentimos entre nosotros y el Antiguo Testamento, debemos pasar a un segundo tema: ¿Qué relevancia tiene el Antiguo Testamento para nuestras vidas? ¿Por qué debemos esperar que un libro tan distante, tenga algo que vale la pena para decirnos hoy?
Bueno, existen muchas respuestas a esta pregunta, pero sin duda alguna, la respuesta más importante es que aun debemos esperar que el Antiguo Testamento sea importante para nuestras vidas, porque el Nuevo Testamento nos enseña que así es.
Tristemente, si alguna enseñanza del Nuevo Testamento se ha malentendido en nuestros días, es esta. Muchos cristianos han leído en el Nuevo Testamento como si este enseñara que el Antiguo Testamento es anticuado, como si el Nuevo Testamento hubiera anulado nuestra necesidad del Antiguo Testamento. Pero en realidad el Nuevo Testamento dice simplemente lo contrario; como veremos, lo que nos dice, es que el Antiguo Testamento es completamente esencial para la vida cristiana fructífera. La vida plena en Cristo simplemente no puede lograrse sin la guía del Antiguo Testamento.
Hay muchas maneras en las que el Nuevo Testamento nos enseña que el Antiguo Testamento es relevante para nuestras vidas, pero nos enfocaremos solo en dos: primero veremos las enseñanzas de Jesús y segundo, consideraremos las enseñanzas del Apóstol Pablo. Pensemos primero sobre lo que Jesús tenía que decir sobre la relevancia del Antiguo Testamento.
Para obtener una perspectiva equilibrada de lo que Jesús enseñó sobre la importancia del Antiguo Testamento para nosotros hoy, veremos brevemente dos aspectos de las enseñanzas de Jesús: primero, sus aparentes comentarios negativos acerca del Antiguo Testamento y segundo, sus afirmaciones positivas de la relevancia del Antiguo Testamento. Miremos algunas de las enseñanzas de Jesús que pareciera en primera instancia, presentan un punto de vista negativo del Antiguo Testamento.
Muchos cristianos que creen que Jesús puso fin a la relevancia del Antiguo Testamento se basan en el Sermón de la Montaña en Mateo capítulos 5 al 7 como evidencia para sus conclusiones. En cierto momento, en Su Sermón de la Montaña, Jesús mencionó varias cuestiones éticas, y Su acercamiento a estos factores deja a muchos con la impresión de que Él realmente se opuso a las enseñanzas del Antiguo Testamento. En Mateo capítulo 5 versículos 21 y 22 leemos estas palabras sobre el asesinato:
Oísteis que fue dicho a los antiguos: "No matarás", y cualquiera que mate será culpable de juicio. Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga "Necio" a su hermano, será culpable ante el Concilio; y cualquiera que le diga "Fatuo", quedará expuesto al infierno de fuego. (Mateo 5:21-22)
En Mateo capítulo 5 versículos 27 al 28 Jesús se refirió al adulterio de esta manera:
Oísteis que fue dicho: "No cometerás adulterio". Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón. (Mateo 5:27-28)
En Mateo capítulo 5 versículos 31 al 32 Él habló del divorcio.
También fue dicho: "Cualquiera que repudie a su mujer, déle carta de divorcio". Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere, y el que se casa con la repudiada, comete adulterio. (Mateo 5:31-32)
En Mateo capítulo 5 versículos 33 al 34 vemos otra vez el patrón con el que Jesús habló de los juramentos.
Además habéis oído que fue dicho a los antiguos: "No jurarás en falso, sino cumplirás al Señor tus juramentos". Pero yo os digo: No juréis de ninguna manera: ni por el cielo, porque es el trono de Dios. (Mateo 5:33-34)
Jesús también habló de la venganza en Mateo capítulo 5 versículos 38 al 39.
Oísteis que fue dicho: "Ojo por ojo y diente por diente". Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra. (Mateo 5:38-39)
Y finalmente, Cristo habló del amor por los enemigos de este modo en Mateo capítulo 5 versículos 43 al 44.
Oísteis que fue dicho: "Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo". Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os odian y orad por los que os ultrajan y os persiguen. (Mateo 5:43-44)
Ahora, todos los seguidores de Cristo deben estar de acuerdo en que Jesús es la revelación suprema de Dios y que sus enseñanzas tenían más divinidad que las enseñanzas del Antiguo Testamento. Él penetró al corazón y se extendió a los horizontes más lejanos en maneras que el Antiguo Testamento nunca alcanzó. Pero desgraciadamente, muchos cristianos han entendido que estos versículos enseñan que Jesús, en su punto de vista, de hecho contradijo las enseñanzas del Antiguo Testamento. Su razonamiento normalmente es más o menos así:
Dicen que el Antiguo Testamento enseñó que el asesinato físico es malo, pero que Jesús centró su atención al corazón lleno de odio. El Antiguo Testamento prohibió el adulterio físico, pero Jesús fue más lejos y vino a hablar sobre el adulterio del corazón. Con respecto al divorcio, muchos creen que el Antiguo Testamento permitió una amplia gama de razones, considerando que Jesús discrepó con estas enseñanzas del Antiguo Testamento e insistió en la inmoralidad sexual como la única razón para el divorcio. Con respecto a los juramentos, se discute sobre que el Antiguo Testamento dice que no se debe romper un juramento, pero que Jesús les dijo a sus seguidores que nunca hicieran juramentos. Estos mismos intérpretes creen a menudo que el Antiguo Testamento endosó una práctica de venganza personal, "ojo por ojo," pero que Jesús enseñó que nosotros debemos perdonar. Ellos asumen que el Antiguo Testamento enseñó a amar al prójimo y odiar a los enemigos, pero Jesús amplió el mandamiento y nos manda a amar a los enemigos también.
Ahora, si estos conceptos populares de las enseñanzas de Jesús, se acercan de cualquier manera a la verdad, entonces tenemos una buena razón para pensar que Jesús vino a librar a sus seguidores de la autoridad ética del Antiguo Testamento. Pero cuando nosotros reflexionamos más detenidamente en lo que Jesús realmente dijo en Mateo 5, pronto descubrimos que esta perspectiva está lejos de la realidad. Él no contradijo las enseñanzas del Antiguo Testamento de forma alguna. Más bien, su intención era reafirmar el Antiguo Testamento desmintiendo algunas equivocaciones comunes en las prácticas de sus enseñanzas.
Para entender debidamente a Jesús, necesitamos ver que en Mateo capítulo 5 Jesús no estaba discrepando con el Antiguo Testamento. Por el contrario, él objetó la forma en que los escribas y los Fariseos interpretaron el Antiguo Testamento. En los días de Jesús, pocas personas tenían acceso directo realmente a la Biblia. Y por esta razón, las personas ordinarias en Israel confiaban fuertemente en las enseñanzas de sus líderes religiosos. Como veremos, cuando Jesús expuso los contrastes que hemos leído en Mateo capítulo 5, Él exteriorizó sus propios puntos de vista que estaban en armonía con el Antiguo Testamento en contraste con las tradiciones que los escribas y Fariseos habían agregado al Antiguo Testamento. Varios detalles demuestran que éste era el caso.
Primero, debemos notar que Jesús trató con cosas que se habían dicho y se habían oído. En otras palabras, Él estaba preocupado por las tradiciones orales, no con el propio Antiguo Testamento. Cuando Jesús y otras figuras del Nuevo Testamento se referían al Antiguo Testamento, ellos hablaban de lo que estaba escrito o lo que habían leído. Y en ninguna parte del Nuevo Testamento Jesús se opone a algo introducido de esta manera. Pero en el Sermón de la Montaña, Él objetó a lo que había sido dicho a las personas, objetó a lo que ellos habían escuchado. Para explicarlo simplemente, Jesús contrastó lo que los escribas y Fariseos estaban diciendo, con lo que Él estaba diciendo. Jesús no estaba discrepando con lo que se escribió en el Antiguo Testamento, sino con las tradiciones orales perpetuadas por otros maestros en Israel. Es por eso qué Él siguió refiriéndose a lo que se dijo y no a lo que se escribió.
A la luz de esto, nosotros debemos mirar lo que Jesús realmente dijo sobre estas interpretaciones orales del Antiguo Testamento más estrechamente. Pensemos de nuevo sobre los contrastes que Jesús expuso.
Con respecto al asesinato, aunque muchas personas creen que Jesús extendió la prohibición de asesinato para incluir odio, es importante comprender que el Antiguo Testamento no sólo condenó el asesinato, sino también condenó la discordia entre el pueblo de Dios.
El ideal del Antiguo Testamento de armonía y paz entre el pueblo de Dios, se expresa claramente en Salmo 133 versículo 1
¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es que habiten los hermanos juntos en armonía! (Salmo 133:1)
Las tradiciones populares en los días de Jesús permitieron las discordias por mucho tiempo, siempre y cuando estas no los llevaran al asesinato físico. En cambio, Jesús refutó esta falsa enseñanza reafirmando las normas reales del Antiguo Testamento. Y Él hizo esto asociando la prohibición del asesinato, con la prohibición del odio.
En cuanto al adulterio, muchas personas creen que Jesús le aumentó a la prohibición contra el adulterio, el adulterio del corazón. Pero una vez más, es fácil ver que Jesús no está en desacuerdo con, o que extiende, los requisitos del Antiguo Testamento. Después de todo, el Antiguo Testamento no les exigía solo al pueblo de Dios que se reprimieran del adulterio físico; también prohibió codiciar o adulterar con el corazón. Tal como leemos en Éxodo capítulo 20 versículo 17
No codiciarás la casa de tu prójimo: no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo. (Éxodo 20:17)
El décimo mandamiento prohíbe codiciar a la esposa de alguien explícitamente. Así que, vemos que Jesús, no estaba en desacuerdo con la ley del Antiguo Testamento, sino confirmando la ley del Antiguo Testamento.
Con respecto al divorcio, muchos intérpretes creen que Jesús discrepó una vez más con el Antiguo Testamento. Pero nosotros debemos entender que en los días de Jesús, muchos líderes religiosos en Israel creían que la ley del Antiguo Testamento les daba el derecho para divorciarse de sus esposas por prácticamente cualquier causa, siempre y cuando ellos emitieran los papeles legales apropiados. Pero todos sabemos que el Antiguo Testamento indica claramente que Dios no aprueba tal conducta. Como dice Malaquías capítulo 2 versículo 16,
Porque dice Jehová, Dios de Israel, que él aborrece el repudio y al que mancha de maldad su vestido, dijo Jehová de los ejércitos. Guardaos, pues, en vuestro espíritu y no seáis desleales. (Malaquías 2:16)
En Mateo capítulo 19 versículos 3 al 9 Jesús describió su posición en cuanto al divorcio con más detalle. Y allí, Él dijo claramente que su oposición al divorcio estaba basada en el propio Antiguo Testamento, particularmente en la narración de la creación que involucra a Adán y Eva.
En cuanto a los juramentos, muchas personas piensan que Jesús se opuso a la práctica de juramentos del Antiguo Testamento. Pero una vez más, Jesús no se estaba oponiendo a las enseñanzas del Antiguo Testamento, sino a las degeneraciones de sus enseñanzas. Al parecer, en los días de Jesús, algunas personas enseñaron que la mentira era permitida siempre y cuando uno no jurara para cumplir su palabra. Jesús discrepó con esta enseñanza e insistió en que el Antiguo Testamento prohibía toda mentira, no sólo las mentiras que violaran juramentos. Leemos en Proverbios capítulo 6 versículos 16 y 17.
Seis cosas aborrece Jehová, y aun siete le son abominables: los ojos altivos, la lengua mentirosa, las manos que derraman sangre inocente. (Proverbios 6:16-17)
Esta es la razón por la que Jesús dijo en Mateo capítulo 5 versículo 37
Pero sea vuestro hablar: "Sí, sí" o "No, no", porque lo que es más de esto, de mal procede. (Mateo 5:37)
Jesús no discrepó con el Antiguo Testamento, sino mostró que las tradiciones orales de los escribas y los Fariseos estaban distantes de las normas del Antiguo Testamento.
En cuanto a la venganza, muchas personas creen que el Antiguo Testamento aprobó la venganza y que Jesús la desaprobó. Pero originalmente la ley del Antiguo Testamento sobre "ojo por ojo" en Éxodo capítulo 21 versículo 24, se diseñó para guiar a los jueces en las cortes oficiales de Israel. En pocas palabras, los jueces debían dar sus veredictos y castigar justa y proporcionalmente sobre los crímenes cometidos. Nunca fue la intención que esta norma se aplicara a los asuntos interpersonales. En cambio, el Antiguo Testamento enseñó que en estos casos, la bondad y la misericordia debían guiar la conducta. Como leemos en Levítico capítulo 19 versículo 18
No te vengarás ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo, Jehová. (Levítico 19:18)
En los días de Jesús ojo por ojo se había tomado como la aprobación de Dios de la venganza personal. Se creía que cada vez que alguien le hiciera algo a usted, usted tenía el derecho de hacer algo igualmente dañino a él. Pero Jesús discrepó con esta degeneración de la ley y afirmó que el Antiguo Testamento enseña que nosotros debemos mostrar bondad en las relaciones con nuestros semejantes.
Finalmente, con respecto al amor por los enemigos, muchas personas creen equivocadamente que el Antiguo Testamento enseñó que era aceptable odiar a los enemigos. Algunos maestros en los días de Jesús, al parecer dedujeron que así como el mandamiento de Levítico capítulo 19 versículo 18 de amar a tu prójimo, era igualmente apropiado odiar a sus enemigos. Pero por supuesto, el Antiguo Testamento nunca dice algo de esta clase. De hecho, en Éxodo capítulo 23 versículo 4 leemos estas instrucciones sobre cómo tratar a los enemigos.
Si encuentras el buey de tu enemigo o su asno extraviado, regresa a llevárselo. (Éxodo 23:4)
Así que, una vez más, Jesús no contrastó sus propios puntos de vista con aquellos del Antiguo Testamento. En cambio, se opuso a las interpretaciones falsas de sus días y reafirmó las verdaderas enseñanzas del Antiguo Testamento.
Realmente no entendemos las enseñanzas de Jesús si imaginamos que Él enseñó algo en contra del Antiguo Testamento. Ahora, como veremos, Jesús reveló a menudo hacia donde el Antiguo Testamento había estado dirigiéndose, y Él explicó las creencias y prácticas que se habían suscitado. En este sentido sus enseñanzas fueron más allá de las enseñanzas del Antiguo Testamento revelando más del carácter de Dios y su voluntad para su pueblo. Pero Jesús nunca se opuso al Antiguo Testamento o a sus enseñanzas. Al contrario, Él se opuso a las interpretaciones falsas del Antiguo Testamento.
Después de haber visto que los comentarios aparentemente negativos de Jesús sobre el Antiguo Testamento, realmente eran afirmaciones sobre este, debemos volver a esos pasajes en los que la afirmación de Jesús sobre la autoridad del Antiguo Testamento y relevancia para sus seguidores son relativamente fáciles de ver.
Escuche lo que dijo Jesús en Mateo capítulo 5 versículos 17 y 18
No penséis que he venido a abolir la Ley o los Profetas; no he venido a abolir, sino a cumplir, porque de cierto os digo que antes que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la Ley, hasta que todo se haya cumplido. (Mateo 5:17-18)
Aquí Jesús declaró enérgicamente que Él no vino a abolir la Ley o a los Profetas. Él insistió que cada detalle del Antiguo Testamento, desde una jota hasta una tilde, permanecerá vigente hasta el fin de todas las cosas.
Pero viendo las palabras que Jesús habló luego en Mateo capítulo 5 versículo 19, sabemos que esto no es lo que Jesús quiso decir. Allí leemos,
De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; pero cualquiera que los cumpla y los enseñe, este será llamado grande en el reino de los cielos. (Mateo 5:19)
Note lo que Jesús dijo aquí. Si las personas no guardan, o si ellos animan a otros a ignorar, incluso el menor de los mandamientos, ellos serán menores en el reino de los cielos. Jesús sabía que los escribas y los fariseos eran muy selectivos en su acercamiento al Antiguo Testamento. Así que, Él insistió en que sus discípulos aprobaran y siguieran cada detalle de todo el Antiguo Testamento, no sólo de algunas partes de este. Cristo esperaba que sus fieles seguidores se sometieran a cada detalle de las Escrituras del Antiguo Testamento.
De hecho, Él era tan insistente sobre la autoridad del Antiguo Testamento que afirmó que nosotros podemos esperar un destino mejor que el de los escribas y los Fariseos, tan sólo si nos sometemos al Antiguo Testamento. Como lo dijo Jesús en Mateo capítulo 5 versículo 20,
Por tanto, os digo que si vuestra justicia no fuera mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. (Mateo 5:20)
Ahora, todos debemos admitir que las palabras de Jesús aquí, nos traen todo tipo de preguntas simples. ¿Qué significa en el mundo moderno someterse a las enseñanzas del Antiguo Testamento? ¿Cómo deben los cristianos percibir los mandamientos del Antiguo Testamento, incluso el menor de ellos, hoy en día? Estas son preguntas importantes a las que nos estaremos dirigiendo en esta serie de lecciones, pero a estas alturas, nos debe bastar simplemente el principio básico que Jesús tan simplemente enseñó. Jesús llamó a sus seguidores a recibir el Antiguo Testamento como la palabra autoritaria de Dios. Ellos no debían rechazarlo, ni tomarlo como irrelevante; por el contrario debían aprender y obedecer cada parte de él.
Ahora que hemos visto cómo Jesús nos enseñó a confiar en que el Antiguo Testamento es relevante para la vida cristiana, debemos escuchar al apóstol Pablo. Al entender su endoso del Antiguo Testamento, exploraremos sus comentarios en el Antiguo Testamento de la misma manera que hemos investigado las palabras de Jesús.
Primero, nos dirigiremos a los comentarios aparentemente negativos de Pablo acerca de la ley del Antiguo Testamento y segundo, reflexionaremos en sus afirmaciones positivas de la relevancia del Antiguo Testamento. Consideremos primero algunas de las valoraciones aparentemente negativas de Pablo del Antiguo Testamento.
Tristemente, muchos cristianos hoy creen que Pablo realmente era muy negativo sobre el Antiguo Testamento. Estos creyentes sinceros, se enfocan en muchos pasajes de las cartas del apóstol, pero nosotros tomaremos simplemente un ejemplo. Escuchen estas palabras de Gálatas capítulo 3 versículos 1 al 6.
¡Gálatas insensatos!, ¿quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente crucificado? Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la Ley o por el escuchar con fe? ¿Tan insensatos sois? Habiendo comenzado por el Espíritu, ¿ahora vais a acabar por la carne? ¿Tantas cosas habéis padecido en vano? Si es que realmente fue en vano. Aquel, pues, que os da el Espíritu y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la Ley o por el oir con fe? Así Abraham creyó a Dios y le fue contado por justicia. (Gálatas 3:1-6)
Ahora nosotros debemos admitir sin titubear que Pablo creyó que Cristo había revelado más de Dios y su voluntad, que el mismo Antiguo Testamento. Él creyó que la fe del Nuevo Testamento era la revelación más completa. Pero a menudo, cristianos bien intencionados han leído pasajes como este y piensan que Pablo creyó que el Antiguo Testamento no era pertinente. Pero en realidad, Pablo no negó la relevancia del Antiguo Testamento; él simplemente objetó el mal uso del Antiguo Testamento.
Específicamente, en el versículo dos, Pablo preguntó si los Gálatas habían recibido el Espíritu Santo por la ley del Antiguo Testamento o a través de la fe. En el versículo 3 él les preguntó por su confianza. ¿Empezarían ellos a confiar en el esfuerzo humano después de haber empezado con el Espíritu? Y en el versículo 5 él les preguntó si los milagros del Espíritu vinieron porque ellos observaron la ley o porque creyeron en el evangelio. En cada caso, el punto de Pablo era que las bendiciones de la fe cristiana no vienen por observar la ley, sino a través de la fe en el evangelio de Cristo.
Estas, y similares declaraciones en las cartas de Pablo, llevan a muchos a pensar que Pablo rechazó la relevancia y autoridad del Antiguo Testamento y la reemplazó con fe cristiana y el Espíritu Santo. De hecho, el argumento normalmente dice, ver el Antiguo Testamento como pertinente para el diario vivir cristiano, es alejarse del evangelio.
Incluso, cuando miramos el contexto de estos versículos más cuidadosamente, encontramos que así como Jesús, Pablo no se opuso al Antiguo Testamento. Él estaba en contra de su abuso. Pablo estaba en contra del mal uso del Antiguo Testamento como una fuente de religión legalista, una religión que decía que la salvación era a través de las buenas obras. En este pasaje, Pablo se opuso a los maestros que llevaron a los Gálatas bajo el juicio de la ley a través de la enseñanza falsa de que la salvación era ganada guardando la ley. Y en contraste con esta falsa enseñanza, Pablo afirmó que el evangelio de Cristo es armonioso con la verdadera enseñanza del Antiguo Testamento.
Escuchen la manera en que Pablo dirigió la situación después en Gálatas capítulo 3. En los versículos 10 al 13 nosotros leemos estas palabras,
Todos los que dependen de las obras de la Ley están bajo maldición, pues escrito está: "Maldito sea el que no permanezca en todas las cosas escritas en el libro de la Ley, para cumplirlas". Y que por la Ley nadie se justifica ante Dios es evidente, porque "el justo por la fe vivirá". Pero la Ley no procede de la fe, sino que dice: "El que haga estas cosas vivirá por ellas". Cristo nos redimió de la maldición de la Ley, haciéndose maldición por nosotros pues está escrito: "Maldito todo el que es colgado en un madero". (Gálatas 3:10-13)
Pablo se opuso a aquellos que confiaban en la obediencia a la ley para su salvación. Él se opuso a aquellos que querían ser justificado por la ley. Si ésta es nuestra práctica religiosa, nosotros somos malditos, porque nunca podríamos obedecer perfectamente. La única manera de escapar de esta maldición, es por medio de la fe en Cristo quien llevó nuestra maldición en Él.
Pero ¿Se opuso Pablo al mismo Antiguo Testamento? ¿Consideró él que la verdadera enseñanza del Antiguo Testamento no era pertinente para los cristianos? Absolutamente no.
De hecho, Pablo usó el Antiguo Testamento para demostrar que la salvación es exclusivamente a través de la fe. En Gálatas capítulo 3 versículo 11 él citó Habacuc capítulo 2 versículo 4 donde el profeta declaró,
Aquel cuya alma no es recta se enorgullece; mas el justo por su fe vivirá. (Habacuc 2:4)
Según Pablo, el evangelio cristiano de la salvación por medio de la fe solamente, era realmente verdad en la enseñanza del Antiguo Testamento.
Ahora que hemos visto que los comentarios aparentemente negativos de Pablo sobre el Antiguo Testamento, eran realmente comentarios negativos sobre el mal uso del Antiguo Testamento como un sistema de obras buenas, nos ayudará a ver que el apóstol afirmó la autoridad y relevancia del Antiguo Testamento fuertemente para los seguidores de Cristo.
Pablo realmente se refirió al Antiguo Testamento un sinnúmero de veces para justificar su propia teología. Las citas y alusiones al Antiguo Testamento aparecen a lo largo de todas sus cartas. Pero aun más explícitamente, Pablo también enseñó a los cristianos que debían creer que el Antiguo Testamento era muy relevante para sus vidas. Considere sus palabras en Romanos capítulo 15 versículo 4.
Las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que, por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza. (Romanos 15:4)
Según este pasaje, el Antiguo Testamento es esencial para desarrollar y mantener nuestra esperanza cristiana. Conforme leamos las historias, salmos, promesas y juicios del Antiguo Testamento, nuestra esperanza en Cristo crecerá.
Pero sin duda alguna, la afirmación más fuerte y más clara de Pablo de la relevancia del Antiguo Testamento se encuentra en 2 de Timoteo capítulo 3 versículo 16.
Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia. (2 Timoteo 3:16)
La mayoría de los cristianos están familiarizados con este versículo, pero a menudo imaginamos que las palabras toda Escritura se refieren al Nuevo Testamento. Si bien, no hay duda de que estas palabras tienen implicaciones en nuestra perspectiva sobre el Nuevo Testamento, cuando Pablo escribió en otra carta a Timoteo sobre la Escritura, él tenía sobre todo en mente, el Antiguo Testamento. Así que, escuche las cosas maravillosas que el Antiguo Testamento puede darnos. El Antiguo Testamento puede enseñar, reprender, corregir y entrenar en rectitud, para cada buena obra. En pocas palabras, Pablo dijo que el Antiguo Testamento era tan pertinente que es prácticamente indispensable para la vida del cristiano.
Así que, conforme avanzamos en nuestro estudio del Antiguo Testamento, no sólo debemos reconocer la distancia que hay entre nosotros y el Antiguo Testamento. También debemos ver que el Nuevo Testamento nos llama a tener altas expectativas de la relevancia del Antiguo Testamento para nosotros hoy en día. Estudiar el Antiguo Testamento no es gastar nuestro tiempo en algo irrelevante; estudiar el Antiguo Testamento es estudiar el libro que puede hacernos sabios para la salvación.
A estas alturas de nuestra lección, nos enfocaremos a nuestro tercer tema principal: cómo aplicar el Antiguo Testamento a nuestros días.
Solamente por nuestro breve estudio en esta lección, debe ser evidente que la tarea de comprender y aplicar el Antiguo Testamento es enorme. Ahora, es un alivio maravilloso el saber que el Espíritu Santo ayuda a los seguidores de Cristo a estudiar y aplicar el Antiguo Testamento. De hecho, Él nos lleva y nos enseña de maneras que van por mucho, más allá de lo que nosotros podríamos lograr con nuestro propio esfuerzo. Pero aunque esto nos dé mucha tranquilidad, no debemos darnos por satisfechos y esperar que el Espíritu Santo haga todo el trabajo. Por el contrario, es nuestra responsabilidad ante Dios aceptar y tomar el desafío de aprender cómo aplicar el Antiguo Testamento de manera responsable haciendo nuestro mejor esfuerzo. El apóstol Pablo habló de esta responsabilidad a Timoteo en 2 de Timoteo capítulo 2 versículo 15.
Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad. (2 Timoteo 2:15)
Para explorar la aplicación del Antiguo Testamento a los cristianos modernos, mencionaremos tres temas: exploraremos primero el desafío que nosotros enfrentamos cuando intentamos aplicar el Antiguo Testamento, segundo, las conexiones que hacen posible aplicar un libro tan antiguo a nuestros días, y tercero, el desarrollo que debemos tener en cuenta cuando aplicamos el Antiguo Testamento. ¿Cuál es el desafío que enfrentamos cuando intentamos entender y aplicar el Antiguo Testamento a nuestras vidas de hoy?
Hay muchas maneras de describir este desafío, pero enfocaremos nuestra atención a una preocupación central: debemos aprender a construir un puente sobre el abismo que hay entre nosotros y el Antiguo Testamento. Debemos aprender a superar la distancia que nos separa del Antiguo Testamento para poder hacer uso de su relevancia para nosotros hoy en día.
Pongámoslo tan simple como sea posible. Como hemos visto, Dios le dio el Antiguo Testamento a su pueblo que vivió hace mucho tiempo, para que ellos pudieran vivir para Él en su época. Pero como también hemos visto, Él nos dio el Antiguo Testamento para que también nosotros pudiéramos vivir por él. Pero nosotros vivimos en un mundo que es muy diferente al del Antiguo Testamento. Así que, por esta razón, hay una brecha, una gran distancia entre nosotros y el Antiguo Testamento, que hace difícil para nosotros, el saber aplicar el Antiguo Testamento a nuestras vidas. Por lo tanto, si queremos aplicar el Antiguo Testamento a nuestros días de una manera responsable, debemos tener en cuenta tres cosas. Primero, debemos entender el mundo antiguo, de donde originalmente vino el Antiguo Testamento. Segundo, debemos cruzar la barrera de la distancia histórica entre nosotros y el Antiguo Testamento, y prestar atención a las maneras en que nuestro mundo difiere del mundo del Antiguo Testamento. Y tercero, debemos tomar lo que nosotros aprendamos del Antiguo Testamento una vez cruzada la brecha, y aplicarlo a nuestras vidas y a las de nuestros semejantes en nuestros días.
Escuche la manera en que el apóstol Pablo resumió el desafío de la aplicación, en 1 de Corintios capítulo 10 versículo 11. Hablando de lo escrito en el Antiguo Testamento acerca de la emigración de Israel de Egipto, Pablo dijo,
Todas estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, que vivimos en estos tiempos finales. (1 Corintios 10:11)
Ahora note que Pablo dijo por lo menos tres cosas aquí, importantes para nosotros. Primero, él habló de acontecimientos y escrituras, "estas cosas acontecieron y están escritas." Segundo, Pablo habló de él y sus compañeros cristianos en Corinto cuando dijo, estas "están escritas para amonestarnos a nosotros." Y tercero, Pablo se refirió a una brecha entre los Corintios y los acontecimientos y escrituras antiguos cuando describió a los cristianos como aquellos "que vivimos en estos tiempos finales." Estas palabras indican claramente que Pablo entendió que los creyentes del Nuevo Testamento viven en un tiempo diferente al de los creyentes del Antiguo Testamento. Nosotros estamos al final, en los días del cumplimiento de la historia. De estas palabras del apóstol, vemos que el desafío de la aplicación, es que nosotros debemos estar listos para manejar ese mundo antiguo, con la brecha de tiempo entre nosotros, y con nuestro mundo moderno.
En primer lugar, la aplicación apropiada del Antiguo Testamento al día de hoy, involucra el dejar nuestro propio mundo atrás. Una de nuestras principales tareas es interpretar el Antiguo Testamento en sus propios términos.
Ahora, nosotros no podemos salir completamente de nuestras perspectivas modernas. Aun así, todos sabemos la diferencia que hay entre pretender que un libro antiguo se escribió directamente para nosotros e intentar leer un libro dentro de su propio contexto histórico, atentamente. Cada estudiante serio del Antiguo Testamento, debe estar consciente del hecho que estamos leyendo y estamos aplicando un libro que se entallaba específicamente a las personas que vivieron hace miles de años. Algo muy importante, es que nosotros no estamos oyendo a Dios y sus escritores inspirados que nos hablan directamente; estamos oyendo por casualidad, como le hablaron a otros.
Por esta razón, en algún punto debemos siempre preguntarnos lo que las Escrituras significaron originalmente. El significado original de los pasajes del Antiguo Testamento establece la dirección inicial de lo que Dios quería que su pueblo aprendiera del Antiguo Testamento. ¿Cuáles eran sus prioridades? ¿Qué creían? ¿Cuál era su situación? ¿Cómo entendieron ellos los pasajes del Antiguo Testamento? En las lecciones que siguen en esta serie, vamos a aprender a leer el Antiguo Testamento, remontándonos al mundo de sus escritores y lectores originales.
En segundo lugar, para aplicar el Antiguo Testamento adecuadamente, debemos ver cuidadosamente las épocas entre el Antiguo Testamento y nuestros días para ver los tipos de conexiones y desarrollo que tuvieron lugar en la fe bíblica. Como veremos, las enseñanzas del Antiguo Testamento se desarrollaron y crecieron con el tiempo. No fue como si Dios le dijera algo a su pueblo una vez, y nunca dijera algo relacionado con ese tema otra vez. Al contrario, durante el abismo histórico que hay entre el Antiguo Testamento y nuestros días, Dios reveló mucho más. Algunas de estas revelaciones aparecen en el propio Antiguo Testamento y algunas aparecen en el Nuevo Testamento. Pero en todos los casos, para poder poner ese puente de conexión sobre el abismo, debemos tener en cuenta todo lo que Dios ha dicho.
En el tercer lugar, el desafío de la aplicación es que nosotros también debemos comprometernos firmemente a la idea de que el Antiguo Testamento se escribió con generaciones futuras en mente. Cuando Pablo dijo, el Antiguo Testamento fue "escrito para nosotros", este hecho exige que prestemos atención a las responsabilidades que tenemos como creyentes en el mundo moderno. Las necesidades de las personas de Dios hoy son similares en muchas maneras a las de las personas en el pasado, pero también son nuevas y diferentes. Si queremos aplicar el Antiguo Testamento eficazmente hoy, debemos conocer nuestra realidad y la de aquellos a quienes nosotros queremos aplicarlo.
Ahora que hemos visto el desafío que enfrenta cualquiera que aplique el Antiguo Testamento a nuestros días, debemos volver a nuestra segunda preocupación en el asunto de la aplicación. ¿Cuáles son las líneas de conexión que hacen posible para nosotros el tomar la enseñanza del mundo del Antiguo Testamento, durante el abismo histórico y ahora en nuestro mundo contemporáneo? ¿Qué factores comunes hacen esto posible?
Para que cualquier libro tenga relevancia en la vida de alguien, necesita haber algún tipo de conexión entre el lector y el contenido del libro. Debe haber de algún modo, bastante en común entre lo que el libro dice y lo que sus lectores experimentan en sus propias vidas para que el libro sea aplicable. Esto es verdad en general, en cualquier libro y también es verdad particularmente en el Antiguo Testamento. Así que, ¿Qué conexiones existen entre el mundo del Antiguo Testamento y nuestro mundo que lo hacen aplicable o pertinente para nuestras vidas hoy?
Hay muchas maneras en las que nosotros podríamos catalogar estas conexiones, pero yo he encontrado útil pensar en términos de tres cosas que tenemos en común con los lectores originales del Antiguo Testamento. Específicamente, tenemos el mismo Dios, vivimos en el mismo mundo y somos el mismo tipo de personas. Desarrollemos estas tres líneas de conexión.
Primero, cuando estudiamos el Antiguo Testamento, siempre debemos estar atentos al hecho de que el Dios de los cristianos del Nuevo Testamento es el mismo Dios que nosotros leemos en el Antiguo Testamento. Cristianos fieles hoy, sirven y adoran al mismo Dios que los fieles Israelitas antiguos sirvieron, incluso antes de que naciera Jesús.
El hecho de que nosotros servimos al mismo Dios, establece conexiones muy importantes porque las Escrituras enseñan que Dios es inmutable o que no cambia. Él es el mismo hoy, como lo fue en tiempos antiguos. Ahora, nosotros debemos tener cuidado aquí. La Biblia enseña que Dios es inmutable, pero sólo de cierta manera. Inmutabilidad no quiere decir que Dios no hace nada; no significa que Él está inmóvil. En cambio, como la teología tradicional cristiana enseña, hay tres maneras principales en las que Dios es inmutable:
Él no cambia en su consejo eterno, en su carácter o atributos ni en sus promesas del pacto. Desarrollemos estas maneras en las que la inmutabilidad de Dios asegura que Él es el mismo ahora y en los días del Antiguo Testamento.
Primero, el consejo eterno de Dios es inmutable. Bueno, la Biblia enseña claramente que todo lo que Dios ha hecho y todo lo que Dios está haciendo es parte de un plan unificado inmutable. Como el profeta Isaías dijo en Isaías capítulo 46 versículo 10
Que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi plan permanecerá y haré todo lo que quiero. (Isaías 46:10)
En estas lecciones exploraremos la meta y dirección de este plan eterno con algo de detalle, pero a estas alturas le bastará decir que la inmutabilidad del plan eterno de Dios nos enseña que sus propósitos en el Antiguo Testamento se alinean con sus propósitos en el Nuevo Testamento. No importa qué diferencias nosotros veamos, los dos testamentos no representan dos planes diferentes, uno reemplazando o contradiciendo el otro. Al contrario, el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento son fases o pasos de un plan unificado que ha llevado y siempre llevará a la historia hacia una meta inmutable.
En segundo lugar, Dios también es inmutable en su carácter o atributos. Dios muestra aspectos diferentes de su carácter en momentos diferentes, a veces expresa misericordia, a veces expresa ira. Pero Su carácter siempre-consistente o Su naturaleza eterna - nunca cambia.
Escuche la manera en la que el escritor de Hebreos habló de la naturaleza eterna de Cristo en Hebreos capítulo 1 versículos 10 al 12.
También dice: Tú, Señor, en el principio fundaste la tierra, y los cielos son obra de tus manos. Ellos perecerán, mas tú permaneces. Todos ellos se envejecerán como una vestidura; como un vestido los envolverás, y serán mudados. Pero tú eres el mismo, y tus años no acabarán. (Hebreos 1:10-12)
Y como Santiago capítulo 1 versículo 17 dice,
Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza ni sombra de variación. (Hebreos 1:10-12)
Nuestro Dios no cambia; al contrario, su carácter siempre permanece el mismo.
Desgraciadamente, vivimos una época en la que muchos cristianos han dudado de la consistencia del carácter de Dios. Ellos actúan como si Él tuviera un tipo de atributos en la Biblia del Antiguo Testamento y otro diferente en nuestros tiempos.
Recuerdo cuando era un niño de 6 años, escuché a mi maestra en la escuela dominical que nos enseñaba sobre la batalla de Josué en Jericó. Cuando ella terminó de contarnos la historia, echó una mirada alrededor del cuarto y dijo, "niños y niñas, Dios era muy malo en el Antiguo Testamento. Él incluso quería que los niños murieran en esa época. Pero Dios ha cambiado ahora. En el Nuevo Testamento Él ama a todos. ¿No se alegran ustedes de que viven en el Nuevo Testamento en lugar de vivir en el Antiguo Testamento?" Y por supuesto, nosotros estábamos todos muy alegres por esto. Por muy bien intencionada que fuera mi maestra de la escuela dominical, ella había cometido un error muy grave. El carácter de Dios no ha cambiado desde el Antiguo Testamento. Al contrario, Él está tan lleno de juicio en el Nuevo Testamento como en el Antiguo Testamento. Y Él nos ama tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento. El carácter de Dios siempre ha sido y siempre será precisamente como lo es ahora mismo. Él es inmutable.
La inmutabilidad de los atributos de Dios también nos da razones para creer que el Antiguo Testamento es pertinente para nuestras vidas hoy. A pesar de que a simple vista muchas de las acciones tomadas por Dios en el Antiguo Testamento parecen muy diferentes de sus acciones en el Nuevo Testamento, nosotros debemos afirmar la enseñanza de las Escrituras, de que el carácter de Dios nunca cambia. Cada acción que Él tomó en el Antiguo Testamento, reflejó su carácter, y como su carácter no ha cambiado ni una pizca, nosotros podemos estar seguros que sus acciones en el período del Nuevo Testamento también son armoniosas con su naturaleza eterna. Si los creyentes del Antiguo Testamento y los creyentes del Nuevo Testamento tienen el mismo Dios, con los mismos atributos, nosotros debemos esperar ver similitudes entre la manera que Dios relacionó a los creyentes del Antiguo Testamento y la manera en que Él se relaciona a los creyentes del Nuevo Testamento. Y estas similitudes hacen que el Antiguo Testamento sea pertinente para nuestras vidas.
Ahora, en tercer lugar, a lo largo de la Biblia Dios también es inmutable en sus promesas del pacto. Sin duda alguna, Dios cumplirá todo lo que Él pactó con su pueblo. Pero, nosotros también debemos tener cuidado aquí. Muchas veces en las Escrituras Dios amenaza y ofrece cosas a las personas, que Él finalmente no les da—pero las amenazas y ofertas no son promesas del pacto. Las promesas del pacto son esas cosas que Dios ha jurado hacer, y estos juramentos del pacto son inquebrantables. Como se lee en Hebreos capítulo 6 versículo 17,
Por lo cual, queriendo Dios mostrar más abundantemente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su consejo, interpuso juramento. (Hebreos 6:17)
Dios es inmutable en sus pactos. En Génesis capítulo 9 versículo 16, Dios prometió que siempre que Él viera el arco iris en el cielo, recordaría su pacto eterno con Noé y nunca destruiría otra vez el mundo con un diluvio. Tres veces en Génesis capítulo 17, Dios prometió que su pacto con Abraham sería un pacto eterno, y en 1 de Crónicas capítulo 16 versículos 15 al 18 David hizo mención del pacto eterno de Dios a los patriarcas, de darle la Tierra Prometida a Israel. En 2 de Samuel capítulo 23 versículo 5, David mencionó que Dios había hecho un pacto eterno con él, refiriéndose al trono de Israel. Y aunque los fracasos de Israel, Judea y de la casa de David los llevaron al destierro, Dios siempre guardó su pacto con ellos. En Ezequiel capítulo 16 versículos 59 y 60, nosotros leemos estas palabras.
Pero aún más ha dicho Jehová, el Señor: Yo no haré contigo como tú hiciste, que menospreciaste el juramento para invalidar el pacto. Antes bien, yo tendré memoria de mi pacto que concerté contigo en los días de tu juventud, y estableceré contigo un pacto eterno. (Ezequiel 16:59-60)
Tenemos que admitir que de vez en cuando pareciera que en el Nuevo Testamento Dios se ha olvidado o ha puesto a un lado, algunas de sus promesas. Pero esta es la realidad: cuando nosotros entendemos las Escrituras apropiadamente y recordamos que Dios no cambia, encontraremos que cada promesa del pacto se ha cumplido o se cumplirá. Por esta razón, tenemos un buen motivo para creer que el Antiguo Testamento puede aplicarse de maneras aprovechables a nosotros como seguidores de Cristo en la era del Nuevo Testamento. Dios hizo muchas promesas a los creyentes del Antiguo Testamento y nosotros podemos estar seguros de que en el Nuevo Testamento Él está manteniendo esas promesas.
Ahora que nosotros hemos visto que el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento están conectados por el hecho de que ambos testamentos tienen el mismo Dios inmutable, debemos ir al segundo tipo de conexión entre la fe del Antiguo Testamento y nuestra fe cristiana de hoy: el hecho de que vivimos en el mismo mundo.
En pocas palabras, el Antiguo Testamento viene de y describe el mismo mundo en el que usted y yo vivimos hoy. La fe de los creyentes del Antiguo Testamento no creció en otro universo. Se desarrolló aquí en este planeta, para que nosotros compartamos una historia común y una serie de circunstancias comunes. Y estos hechos deben llevarnos a ver por lo menos dos tipos de conexiones entre nuestra fe del Nuevo Testamento y la fe del Antiguo Testamento. Primero, el Antiguo Testamento proporciona trasfondos que explican muchas de nuestras experiencias actuales. Y segundo, el Antiguo Testamento describe situaciones que comparan muchas de nuestras experiencias actuales. Analicemos lo que nosotros queremos decir cuando decimos que el Antiguo Testamento proporciona trasfondos históricos a nuestras experiencias de fe.
Uno de los rasgos más obvios y aun notables del Antiguo Testamento es que nos da un reporte de innumerables acontecimientos y enseñanzas que forman trasfondos para los acontecimientos y enseñanzas en el periodo del Nuevo Testamento. Los acontecimientos del Antiguo Testamento ocurrieron en la historia real y muchos de ellos han dejado marcas indelebles en el mundo para toda la vida.
Por ejemplo, los Diez Mandamientos dados a Israel en el libro del Éxodo, dieron un trasfondo esencial para la enseñanza moral del Nuevo Testamento. De manera similar, la decisión de Dios de poner a David como la cabeza de una dinastía permanente para el pueblo de Dios, proporciona el trasfondo histórico para el linaje de Jesús como el gran hijo de David. El hecho histórico del destierro de Israel a las tierras extranjeras da el trasfondo para la proclamación de Jesús que Él vino a liberar a los cautivos. De estas y muchas otras innumerables maneras, el Antiguo Testamento es relevante para vivir en la era del Nuevo Testamento debido al trasfondo histórico que proporciona.
Ahora en segundo lugar, el Antiguo Testamento también es pertinente porque los acontecimientos en el Antiguo Testamento son paralelos a los de nuestra fe cristiana. Todos sabemos el adagio de que "la historia se repite," y entendemos que muchos de los acontecimientos se parecen a menudo a otros que han tenido lugar en el pasado.
Como creyentes del Antiguo Testamento, nosotros vivimos en un mundo creado por Dios, pero que ha caído en pecado. El creyente en el Antiguo Testamento enfrentó oposición de otras personas y de poderes demoníacos, y nosotros enfrentamos la misma oposición hoy. Ellos dependían de la ayuda de Dios para salir adelante; nosotros también dependemos de Su ayuda. La similitud entre el mundo del Antiguo Testamento y nuestro mundo es extensa. Una vez que vemos más allá de las desigualdades superficiales, nosotros podemos ver que vivimos en circunstancias que son muy similares de muchas maneras a los escritores del Antiguo Testamento y sus lectores.
En tercer lugar, también podemos encontrar una línea de conexión entre el Antiguo Testamento y nuestros días en el hecho de que nosotros estamos tratando con el mismo tipo de personas. Aunque hay muchas diferencias superficiales entre las personas del Antiguo Testamento y las personas modernas, hay también continuidades fundamentales que nos conectan con las personas que vivieron durante los días del Antiguo Testamento.
Hay por lo menos tres maneras en las que nosotros somos el mismo tipo de personas: Todos los seres humanos han sido creados a la imagen de Dios; todos hemos caído en pecado; y todos los seres humanos están divididos en los que son y los que no son parte del pacto de Dios.
Primero, todos los seres humanos, no importa cuando o donde vivan, han sido creados a la imagen de Dios. Esta es una enseñanza clara a lo largo del Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento. En Génesis capítulo 1 versículo 27 nosotros leemos estas palabras,
Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. (Génesis 1:27)
Además, en Génesis capítulo 9 versículo 6 encontramos esto aun después de que el pecado adulteró a la humanidad, los seres humanos siguen siendo a la imagen de Dios. Allí leemos,
El que derrame la sangre de un hombre, por otro hombre su sangre será derramada, porque a imagen de Dios es hecho el hombre. (Génesis 9:6)
Y más allá de esto, el Nuevo Testamento también afirma que todas las personas son hechas a la imagen o semejanza de Dios. En Santiago capítulo 3 versículo 9 nosotros leemos estas palabras,
Con ella bendecimos al Dios y Padre y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios. (Santiago 3:9)
Y como lo escribió Pablo en 1 de Corintios capítulo 11 versículo 7
El varón no debe cubrirse la cabeza, pues él es imagen y gloria de Dios; pero la mujer es gloria del varón. (1 Corintios 11:7)
Hablaremos más sobre lo que significa ser la imagen de Dios en una lección más adelante, pero bastará decir que tenemos varias características que, de una u otra manera, son si no universales, comunes para todos los seres humanos. En el pasado, la iglesia ha enfocado su atención en el hecho de que los seres humanos son racionales; que tenemos habilidades lingüísticas especiales; y que somos criaturas morales o religiosas.
Podemos ver que nosotros debemos tener cuidado de no exagerar las diferencias entre las personas del Antiguo Testamento y las personas modernas. Bajo la superficie, los que vivimos en el mundo de hoy, no somos tan diferentes a esas personas antiguas. Nosotros podemos asumir que las cualidades racionales, lingüísticas y morales que predominan en nuestras vidas, también estaban presentes en las de ellos. Y por estas razones, nosotros podemos tener mucha confianza en que el Antiguo Testamento puede aplicarse con éxito a nuestros días. Las personas que lo escribieron y para quienes fue escrito, fueron hechas a la imagen de Dios exactamente igual como nosotros lo somos.
En segundo lugar, nosotros también somos como las personas del Antiguo Testamento porque todos los seres humanos hemos caído en el pecado.
Estamos bien familiarizados con aquellas conocidas palabras de Pablo en Romanos capítulo 3 versículo 12.
Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. (Romanos 3:12)
El apóstol dejó bien claro que todas las personas han pecado y quedan lejos de la gloria de Dios. Y esto no es solo una enseña del Nuevo Testamento; Salomón dijo lo mismo en la dedicación del templo en 1 de Reyes capítulo 8 versículo 46
Si pecan contra ti (porque no hay hombre que no peque), y tú, airado contra ellos, los entregas al enemigo, para que los cautive y lleve a tierra enemiga, sea lejos o cerca. (1 Reyes 8:46)
Ya que nosotros y las personas del Antiguo Testamento compartimos la misma cualidad común de ser hechos a la imagen de Dios pero caídos en el pecado, no nos es difícil caer en la misma posición que las personas del Antiguo Testamento de rebelarse contra Dios para pecar. No es difícil para nosotros entender porqué los escritores del Antiguo Testamento se enfocaron tanto en el pecado y su corrupción. Nos conectamos con el Antiguo Testamento en este nivel porque sabemos que nosotros somos tan pecadores como las personas del Antiguo Testamento. Y el Antiguo Testamento se enfoca en la redención de los pecadores tanto como el Nuevo Testamento lo hace. Lo que Dios dijo a las personas pecadoras de tiempos del Antiguo Testamento, es bastante acertado para los pecadores que viven hoy en día.
En tercer lugar, desde la caída de la humanidad en el pecado, siempre los seres humanos se han dividido en grupos según su relación con Dios.
Recordemos que en el Monte Sinaí, Dios habló de su relación en el pacto especial con Israel de esta manera en Éxodo capítulo 19 versículo 6
Vosotros me seréis un reino de sacerdotes y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel. (Éxodo 19:6)
Y en 1 de Pedro capítulo 2 versículo 9 el apóstol Pedro citó este pasaje pero lo aplicó a la iglesia del Nuevo Testamento. Cuando dijo:
Pero vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable. (1 Pedro 2:9)
Aunque hay diferencias entre las personas de Dios en el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento, hay todavía una línea permanente de conexión. La humanidad aun sigue dividida en términos de su relación con Dios. Hay muchas maneras de describir las divisiones de la humanidad. Una manera muy útil, es notar que a lo largo de la Biblia, Dios distingue tres grupos. Primero, los que están perdidos, porque están ellos fuera del pacto de Dios; segundo, los del pacto de Dios que aún están perdidos, no salvos de sus pecados, y tercero, los del pacto de Dios que son justificados a través de la fe y eternamente salvos. Estos tres grupos de personas existieron en el Antiguo Testamento y también existen en el período del Nuevo Testamento hoy. Debido a esta similitud, tenemos motivos para creer que el Antiguo Testamento es relevante para nosotros. La raza humana está dividida hoy en nuestros días de la misma manera que lo estaba en los días del Antiguo Testamento. Y como resultado, la palabra de Dios que dio a Israel, es palabra para nosotros.
Así que debemos recordar que existen por lo menos tres líneas fundamentales de conexión entre nosotros y el Antiguo Testamento. Nosotros servimos al mismo Dios, vivimos en el mismo mundo y somos el mismo tipo de personas.
Ahora que hemos visto cómo el mismo Dios, el mismo mundo y el mismo tipo de personas nos conectan al Antiguo Testamento, debemos poner nuestra atención a los tipos de desarrollos que han tenido lugar entre el Antiguo y el Nuevo Testamento.
Podríamos abordar este tema de varias maneras, pero simplemente seguiremos el modelo establecido por las tres líneas de conexión. Nosotros veremos que ha habido desarrollos de época, desarrollos culturales y desarrollos personales.
En primer lugar, aunque sabemos que estamos tratando con el mismo Dios inmutable en el Antiguo Testamento y en el Nuevo Testamento, debemos comprender que Dios se reveló en diferentes épocas o eras. La historia bíblica es una historia larga de la manera en que Dios se manifestó progresivamente a su pueblo, poco a poco, conforme la historia de la salvación se acercaba a su final divinamente ordenado. Simplemente veámoslo así, Abraham supo más acerca de Dios que Noé. Moisés supo más que Abraham; David supo más que Moisés; y Dios ha revelado más a los creyentes del Nuevo Testamento que nunca antes. El escritor de Hebreos enfatizó este punto en Hebreos capítulo 1versiculos 1 y 2,
Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos últimos días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo y por quien asimismo hizo el universo. (Hebreos 1:1-2)
Desafortunadamente, nosotros vivimos en una época en la que hay mucha confusión sobre los tipos de consideraciones cronológicas que deben hacerse cuando aplicamos el Antiguo Testamento a nuestras vidas en la actualidad. Muchos cristianos creen debidamente que el Antiguo Testamento se aplica a nosotros, pero ellos tienen maneras diferentes de aplicar el mensaje del Antiguo Testamento a nuestra era. Nos ayudará el pensar en tres tendencias principales.
Por un lado existen diversas posiciones extremas que promueven un punto de vista segmentado de la fe bíblica. Estos cristianos enfatizan las diferencias en las diversas épocas o eras de las Escrituras. De hecho, ellos se enfocan tanto en las diferencias entre la era del Antiguo Testamento y nuestros días, que tienden a aplicar a los creyentes modernos sólo aquellas cosas del Antiguo Testamento que se repiten en el Nuevo Testamento. De manera que cualquier enseña o práctica del Antiguo Testamento que no se mencione en el Nuevo Testamento, estos cristianos asumen que no aplica.
Por el otro lado existen diversas posiciones extremas que promueven un punto de vista allanado de la fe bíblica. Estos cristianos se enfocan en las cosas que han permanecido igual a lo largo de las diferentes épocas de las Escrituras. De hecho, ellos consideran que el Antiguo y el Nuevo Testamento están tan unificados, que siempre y cuando el Nuevo Testamento no haga un comentario sobre alguna enseñanza o práctica del Antiguo Testamento, este último debe seguirse tan estrechamente como sea posible.
En estas lecciones, nosotros evitaremos ir a cualquiera de estos dos extremos siguiendo un acercamiento a las épocas de las Escrituras, mirando la historia bíblica en ambas partes, unificación y desarrollo. Nuestra perspectiva intenta prestar igual atención, tanto a las cosas que han quedado igual como a las que han cambiado a lo largo de la historia de la Biblia. Nosotros asumiremos que todo el Antiguo Testamento es relevante para nosotros, pero también que cada dimensión del Antiguo Testamento se ha desarrollado. No trataremos nada del Antiguo Testamento como inaplicable o no pertinente a nuestros días, pero tampoco aplicaremos ninguna enseñanza del Antiguo Testamento sin tener en cuenta lo que Dios ha revelado en el Nuevo Testamento. Por el contrario, todas las enseñanzas del Antiguo Testamento deben ser ajustadas a la época pasando por el filtro del Nuevo Testamento. En pocas palabras, el modelo de desarrollo enseña que el Antiguo Testamento entero es pertinente y autoritario para nosotros, pero también que el Antiguo Testamento entero debe aplicarse a la luz del Nuevo Testamento.
Este modelo de desarrollo sigue una analogía que el apóstol Pablo aplicó a la historia de la salvación.
En Gálatas capítulo 3 versículo 24 él habló de las fases de la historia bíblica como fases en el crecimiento de un niño.
De manera que la Ley ha sido nuestra guía para llevarnos a Cristo, a fin de que fuéramos justificados por la fe. (Gálatas 3:24)
La fe del Antiguo Testamento era como las instrucciones dadas a un niño; la fe del Nuevo Testamento es como las instrucciones dadas a un heredero adulto.
Ahora, piense sobre esta analogía que Pablo usó para describir el desarrollo de la fe bíblica. Normalmente, nosotros les damos un juego apropiado de reglas a los niños pequeños. "No te salgas a la calle. No toque la estufa." Pero cuando los niños se vuelven adultos, nosotros no les pedimos que no salgan a la calle o que se aparten de las estufas. Pero sí esperamos que los adultos recuerden la sabiduría que obtuvieron de las reglas que se les enseñó en su niñez. Normalmente esperamos que los adultos recuerden que las calles y las estufas son peligrosas y que se deben manejar con cuidado. Sería tonto pretender que un adulto se manejara bajo las mismas reglas que un niño de dos años. Pero así de tonto sería el olvidarse de la sabiduría de las reglas aprendidas a los dos años.
Como veremos en estas lecciones, hay mucha similitud en la fe bíblica. De muchas maneras, el Antiguo Testamento se parece a las reglas dadas a un niño pequeño. Es diseñado apropiadamente para la condición espiritual de las personas de Israel en los días del Antiguo Testamento.
Ahora, como creyentes del Nuevo Testamento nosotros podríamos tomar dos direcciones ingenuas. Primero, podemos intentar remontarnos a los días del Antiguo Testamento e imitar su fe como si nosotros viviéramos en esos días. Pero esto sería negar Cristo y su gran obra de salvación. Y segundo, podemos estar tentados a decir que el Antiguo Testamento ya no tiene nada para nosotros, ahora que somos creyentes del Nuevo Testamento. Pero esto también es un error. El Antiguo Testamento tiene mucho que enseñarnos sobre nuestra fe cristiana. El modelo de desarrollo de la fe bíblica nos enseña a apreciar y someternos a la autoridad del Antiguo Testamento, pero haciéndolo como aquellos que han presenciado el cumplimiento de los tiempos.
En segundo lugar, para comprender el Antiguo Testamento en nuestros días, debemos considerar el desarrollo cultural. Si esperamos conectar nuestras vidas con el texto de las Escrituras del Antiguo Testamento, debemos tener en cuenta las variaciones entre las culturas representadas en el Antiguo Testamento y las de nuestro propio mundo.
Para identificar los tipos de desarrollo cultural, debemos estar involucrados, por un lado, en ver similitudes culturales entre nosotros y el Antiguo Testamento. ¿Qué modelos culturales enfrentamos que están estrechamente ligados con la experiencia de Abraham? ¿Cómo está nuestra cultura en relación con la de David? Y por otro lado, debemos estar involucrados para ver las diferencias culturales que existen. ¿Cómo ha cambiado la cultura humana en relación con las sociedades antiguas del Antiguo Testamento? ¿Qué costumbres y prácticas son diferentes? Para aplicar el Antiguo Testamento a la vida moderna, debemos contestar estas preguntas, y hacer ajustes culturales apropiados al mensaje del Antiguo Testamento.
En tercer lugar, para aplicar el Antiguo Testamento a nuestros días, debemos hacer ajustes personales. Debemos reflexionar sobre las personas del Antiguo Testamento y las personas de nuestros días.
Hay similitudes considerables entre las personas del Antiguo Testamento y las personas que viven en nuestro mundo contemporáneo, pero también debemos reconocer tanto las desigualdades que existen entre las personas modernas, como las existentes en las personas antiguas. Si queremos aplicar los textos antiguos del Antiguo Testamento correctamente, debemos tener en cuenta estas variaciones personales.
Por ejemplo, todos necesitamos hacernos preguntas como estas. ¿Cómo se compara nuestra vida personal con las que vemos en el Antiguo Testamento? ¿Qué papel tenemos nosotros en la sociedad? ¿Cuál es nuestra condición espiritual? ¿Cómo estamos sirviendo al Señor, en comparación con esto o aquello del carácter del Antiguo Testamento? ¿Cómo se comparan nuestros pensamientos, acciones y sentimientos a los que vemos en el Antiguo Testamento? Tomando en cuenta las variaciones entre las personas del Antiguo Testamento y las personas modernas, podemos entender cómo aplicar mejor el Antiguo Testamento a nuestros días.
Conforme avancemos en estas lecciones, veremos una y otra vez que debemos estar listos para ir del Antiguo Testamento a nuestros días teniendo en cuenta la época, el desarrollo cultural y personal de temas particulares en el Antiguo Testamento. Si no prestamos especial atención a estos puntos, no manejaremos el Antiguo Testamento como Dios quiere que lo manejemos.
En esta lección, hemos explorado el porqué es importante para los cristianos estudiar el Antiguo Testamento. Hemos identificado la distancia entre nosotros y ese libro antiguo, pero también hemos visto que el Nuevo Testamento reafirma fuertemente que el Antiguo Testamento es relevante para nosotros. Aun sostiene autoridad para guiar nuestra vida cristiana. Y finalmente notamos los procesos necesarios para aplicar el Antiguo Testamento a nuestros días. Siempre debemos asegurarnos de considerar la manera en que los acontecimientos del Antiguo Testamento se han desarrollado con el tiempo y cómo estos serán usados en el mundo moderno.
Hemos mencionado sólo algunos de los temas preliminares pero sumamente importantes en esta lección. Conforme continuemos con este estudio del Reino, Pactos y Canon del Antiguo Testamento, siempre debemos tener presente estos pensamientos. Si lo hacemos, veremos que el Antiguo Testamento es una fuente abundante de fuerza espiritual que Dios ha provisto para su pueblo en cada época.