En un momento u otro todos hemos enfrentado situaciones desafiantes que han sido confusas y desalentadoras. Y en esas circunstancias hemos deseado poder encontrar un amigo que entendiera lo que realmente estaba pasando y que nos diera algunos consejos prácticos que pudieramos seguir. Tal amigo sería una fuente de sabiduría que nos traería gran gozo.
En muchos sentidos, esto fue así para los primeros cristianos quienes recibieron la epístola del Nuevo Testamento de Santiago. Se enfrentaron a circunstancias desafiantes que habían dejado a muchos de ellos confundidos y desalentados. Y Santiago escribió para darles sabiduría. Él escribió para recordarles los buenos propósitos de Dios para sus circunstancias. Les hizo saber, que Dios les ofrecía una guía confiable que ellos debían seguir. Y les aseguró que si aceptaban la sabiduría de Dios, experimentarían gran gozo.
Esta es la segunda lección de nuestra serie La Epístola de Santiago, y se centra en uno de los temas principales y unificadores de Santiago. Hemos titulado esta lección "Dos Caminos de Sabiduría", porque exploraremos cómo esta epístola ofreció dos tipos de sabiduría de Dios a la iglesia primitiva. Y veremos cómo nos proporciona instrucciones similares a nosotros como seguidores de Cristo en la actualidad.
En nuestra lección anterior, vimos que tanto la estructura como el contenido de Santiago reflejan la conocida literatura de sabiduría judía del primer siglo. Y resumimos el propósito original de la epístola de esta manera:
Santiago llamó a su audiencia a buscar la sabiduría de Dios para que ellos tuvieran gozo en sus pruebas.
En realidad, Santiago usó los términos "sabiduría" — sophia en griego — y "sabio" — sophos en griego — en sólo dos secciones de su carta. Encontramos estos términos en el 1:2 al 18 y luego nuevamente en el 3:13 al 18 . Estos pasajes son particularmente importantes porque cada uno se refiere a los caminos de la sabiduría que Santiago llamó a su audiencia a seguir.
Ahora, debemos señalar que cuando algunas personas piensan en la sabiduría del libro de Santiago, piensan en la distinción entre la sabiduría terrenal y la sabiduría celestial. Exploraremos estos dos tipos de sabiduría más adelante en esta lección. Pero para nuestros propósitos, nos centraremos en los dos caminos principales de la sabiduría comúnmente distinguidos dentro de las tradiciones de la sabiduría judía. La primera es lo que podríamos llamar "sabiduría reflexiva", y la segunda la llamaremos "sabiduría práctica".
La sabiduría reflexiva está representada más claramente en libros como Job y Eclesiastés. Estos libros buscan entendimiento sobre los propósitos de Dios detrás de las pruebas y los problemas. La sabiduría práctica, por otra parte, aparece con más prominencia en el libro de Proverbios. Este es un libro dedicado principalmente al consejo y orientación para la vida cotidiana.
Mientras experimentamos estos dos caminos de sabiduría encontrados en el libro de Santiago, consideraremos primero el camino de la sabiduría reflexiva. Y segundo, observaremos el camino de la sabiduría práctica. Comencemos con la atención de Santiago a la sabiduría reflexiva.
Todos hemos enfrentado situaciones que pensamos entender, sólo para descubrir que estábamos equivocados. Y a menudo tenemos que ver más allá de las apariencias y tomar una segunda o más cuidadosa mirada para ver lo que realmente está pasando. En muchos sentidos, así es como Santiago comenzó el cuerpo principal de este libro. Él llamó a su audiencia a ver más allá de las apariencias de las circunstancias desalentadoras, y a obtener más percepción sobre lo que realmente estaba sucediendo en sus vidas.
Exploraremos ahora cómo Santiago trató con este tipo de sabiduría reflexiva de tres maneras. Primero, señalaremos la necesidad de su audiencia. Segundo, veremos la guía que Santiago les ofreció. Y tercero, señalaremos la conexión entre la sabiduría reflexiva y la fe. Veamos primero la necesidad de sabiduría reflexiva en la audiencia de Santiago.
En nuestra primera lección, aprendimos que la audiencia original de esta epístola consistía principalmente de los primeros cristianos judíos, quienes probablemente fueron forzados a salir de Jerusalén por las olas de persecución después del martirio de Esteban. Y es clara la razon por la que Santiago escribió que muchos necesitaban ayuda con el desánimo y confusión cuando se enfrentaban a pruebas serias, en las tierras en las que fueron esparcidos.
En Santiago 1:2, podemos ver que Santiago está preocupado por estas necesidades. Inmediatamente después del versículo de apertura de esta carta él escribió:
Tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas (Santiago 1:2).
Para entender la necesidad de la audiencia de Santiago, será de ayuda observar las dos dimensiones de este pasaje. Primero, examinaremos el desafío de las pruebas. Y segundo, exploraremos los muchos tipos de pruebas que la audiencia de Santiago enfrentó. Comencemos con el desafío de las pruebas.
En Santiago 1:2 el término traducido "pruebas" es el sustantivo griego peirasmos. Este término puede ser traducido como "prueba" "tentación" o "reto". De manera similar su forma verbal peirazō puede ser traducida como "probar" tentar o retar". Entender el alcance de estas posibles traducciones nos ayuda a comprender las circunstancias que enfrentaba la audiencia original de esta epístola. En efecto, ellos enfrentaron pruebas difíciles, y estas pruebas trajeron tentaciones que los probaron a ellos.
Desafortunadamente, los cristianos modernos con frecuencia minimizamos el significado de lo que Santiago tenía en mente porque tratamos a las pruebas, tentaciones y retos, como ideas totalmente distintas. Pero, las Escrituras, especialmente la literatura de sabiduría como el libro de Job, presenta estos conceptos como facetas de cada circunstancia desafiante que el pueblo de Dios enfrenta.
Las circunstancias deafiantes son pruebas porque son difíciles y requieren resistencia. Pero tales circunstancias no son moralmente neutrales. Son tentaciones para reaccionar de maneras equivocadas o pecaminosas. Y las circunstancias desafiantes son también retos de Dios. Son medios por los cuales Dios nos reta y examina la condición de nuestros corazones.
Manteniendo en mente la necesidad resultante del desafío de las pruebas, debemos también señalar que en el 1:2 Santiago mencionó muchos tipos de pruebas.
Cuando Santiago habló de muchos tipos de pruebas, él señaló a un número de dificultades que involucraron confusión y controversia entre los creyentes pobres y los creyentes ricos en la iglesia primitiva.
Por un lado, Santiago escribió mucho acerca de los retos que enfrentaban los creyentes pobres. De acuerdo a Hechos 2 al 6 había muchos que eran pobres en la iglesia primitiva en Jerusalén. Y debido a que Santiago escribió a creyentes que habían sido dispersos desde Jerusalén por medio de la persecución, el número de pobres había incrementado.
En el 1:9 y en el 4:6, Santiago llamó a estos cristianos "los humildes" o tapeinos en griego este término significa "de bajo estrato social". En el 2:2, 3, 5 y 6, también los llamó "los pobres" o ptochos en griego, este término significa "económicamente privado". Y en el 1:27, él se refirió a "los huérfanos y a las viudas". Las Escrituras a menudo identifican a este grupo como particularmente vulnerable a la pobreza y al maltrato. En el 2:2, Santiago indicó que algunos de estos creyentes empobrecidos llevaban "vestidos andrajosos" y de acuerdo al 2:15, algunos de ellos estaban tan desprovistos que estaban "desnudos y sin alimento diario".
La epístola de Santiago, pone gran énfasis en los pobres. Es fácil trasguiversar lo que Santiago está diciendo, asumiendo que él se refiere a pobres en espíritu. Ciertamente él dice que debemos ser humildes y pobres en espíritu, pero también él se está refiriendo a las necesidades y las circunstancias de los pobres físicamente así como Lucas lo dice en las bienaventuranzas: "benditos los pobres", Santiago habla del que es pobre física y materialmente. Pero, ¿Por qué serían bendecidos ellos particularmente? Bueno, esto tiene que ver con la forma en la que el reino funciona. El reino se trata de exaltar a los débiles y humillar a los fuertes. Y nosotros podemos hacer eso en esta vida. Podemos ser humildes si somos ricos, o si tenemos poder o influencia. La meta de Santiago es cultivar un sentido de humildad, de pobreza, de ser pobre en espíritu. Pero también tiene mucho que decir acerca de la gente que realmente es pobre, ya que nuestros tesoros están en el cielo, nuestro reino esta en el cielo, nuestra recompensa, nuestros recursos son todos de carácter celestial. Y hay un gran cambio escatológico que viene, en el que el débil se hará fuerte — Dios se reunirá con el remanente, se reunirá con el enfermo, con el pobre y los exaltará en su reino — y hará humilde a la fuerza del orgullo. [Dr. Thomas L. Keene]
Santiago mencionó un número de retos específicos que los humildes y pobres en la iglesia enfrentaban. Por nombrar unos pocos, en el 1:9 él señala que algunos de ellos eran tentados por su propia denigración. Ellos, habían fallado en gloriarse en su exaltación como pueblo escogido por Dios para la gloria de la salvación eterna.
De acuerdo al 3:9, sus circunstancias generalmente los tentaban a maldecir a otros, aun cuando ellos profesaban honrar a Dios. En el 3:14, Santiago advirtió que algunos eran tentados a "tener celos amargos" hacia otros y a ser consumidos con "rivalidades" (NVI). Como resultado, el 4:1 se refiere a la tentación de estar envueltos en guerras y conflictos dentro de la iglesia. Y en el 5:7, Santiago reta a los pobres a evitar la impaciencia llamándolos a esperar pacientemente la venida del Señor.
Por otro lado, los creyentes ricos también enfrentaron pruebas. De acuerdo a Hechos 2 al 6, había algunas personas en la iglesia primitiva en Jerusalén que tenían suficiente riqueza para cuidar a sus pobres hermanos y hermanas en Cristo. Y aparentemente, a pesar de que habían sido dispersados a través de la persecución, todavía había muchos en la iglesia que eran considerados adinerados.
Santiago describió a estos creyentes ricos de diferentes maneras. En el 1:10, 2:6, y 5:1, Santiago se refiere a ellos simplemente como los "ricos", o plousios en griego. Este era un término común para la clase social alta. De acuerdo al 2:6, su estatus social era lo suficientemente alto que ellos regularmente llevaban a otros a los tribunales. El 4:13 nos dice que ellos viajaban para hacer negocios y ganar dinero. El 5:2 y 3 indican que ellos se enorgullecían de sus ropas y su oro y plata. Y en el 5:5, podemos describir a algunos de ellos como que viven en deleites y que han sido disolutos es decir en lujos y auto-indulgencia.
Santiago sabía que la riqueza trae sus propios retos. De acuerdo al 1:10, los ricos eran tentados a estar orgullosos de si mismos olvidando la humildad que habían tenido como pecadores arrepentidos. El 1:27 nos dice que su riqueza los tentó a estar contaminados por el mundo. El 2:7 indica que ellos fueron tentados a blasfemar al dar falso testimonio en la corte. En el 2:16, Santiago dijo que ellos estaban inclinados a no hacer nada por los pobres. De acuero al 3:9, junto con los pobres, ellos maldecían a otros mientras pretendían honrar a Dios. En el 3:14, aprendemos que ellos abrigaban sus propias clases de "celos amargos" y "rivalidades en el corazón". También se involucraron en guerras y pleitos de acuerdo al 4:1. El 4:13 al 16 nos dice que ellos eran tentados a vivir como si ellos fueran independientes de Dios y el 5:3 menciona que ellos acumularon riqueza.
Claramente, tanto los creyentes ricos y pobres en la audiencia de Santiago enfrentaron un numero de retos. Y ambos necesitaban la sabiduría que Santiago ofrecía en su epístola.
Ahora que hemos visto como la atención de Santiago hacia la sabiduría reflexiva surgió de la necesidad creada por los retos que su audiencia enfrentó, debemos voltear a un segundo tema: cómo Santiago ofreció una guía para esos retos.
Podemos entender muchas facetas de la teología cristiana por medio de nuestras experiencias diarias como seguidores de Cristo. Pero otras enseñanzas cristianas no son tan simples. Si queremos ir más allá de nuestra experiencia, a una conciencia más profunda de los propósitos ocultos de Dios, necesitamos una guía. Y Santiago ofreció puntos de vista profundos para ayudarnos a adquirir sabiduría reflexiva — la habilidad para discernir los propósitos de Dios detrás de las luchas y retos de nuestras vidas.
Escuchemos la epístola de Santiago en el 1:3 y 4 y la manera en la que describe el punto de vista que quiere que su audiencia adopte:
Sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna (Santiago 1:3-4).
Hay muchas formas de resumir la guía de Santiago en este pasaje, pero para nuestros propósitos dirigiremos nuestra atención a cuatro elementos. Primero, Santiago dijo que sus circunstancias desafiantes estaban probando su fe.
Cuando Santiago describió los retos que su audiencia enfrentaba como "la prueba de vuestra fe", él usó el término griego dokimion. Este término significa "probar" en el sentido de determinar o comprobar la autenticidad de algo. En este caso, Santiago tenía en mente comprobar la autenticidad de su fe.
En efecto, Santiago explicó que el propósito de Dios para las muchas pruebas que su audiencia enfrentaba, era para determinar la verdadera condición de sus corazones. Sus retos determinaban si su fe era genuina o no. Esta perspectiva sobre el propósito de Dios para las pruebas no era algo nuevo para Santiago. Aparece numerosas veces tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento.
Por ejemplo, en Deuteronomio 8:2, Moisés dijo esto al pueblo de Israel:
Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón (Deuteronomio 8:2).
Es claro por el resto de las Escrituras que Dios conoce todas las cosas, incluyendo los corazones de todas las personas. Pero este y otros pasajes similares ilustran la verdad bíblica de que, así como Dios interactúa con su pueblo en la historia, él generalmente usa dificultades para probar o mostrar lo que hay en nuestros corazones.
Cuando Santiago ofreció esta guía, él no sólo estableció que los retos de sus lectores estaban probando su fe. Él también indicó que sus pruebas estaban designadas a producir paciencia.
Santiago escribió que las pruebas producen paciencia usando el término griego hupomoné. Así como el término "perseverancia", hupomoné significa soportar con paciencia la dificultad. Así que, Santiago explicó que sus pruebas demostraban la sinceridad de la fe permitiendo que el pueblo de Dios perdurara y continuara en una devoción fiel a Cristo.
En términos generales, la enseñanza del Nuevo Testamento sobre la paciencia cristiana tiene dos sentidos. Por un lado, la paciencia es un don de la gracia de Dios. Pasajes como Romanos 6:1 al 14 enseñan que los seguidores de Cristo estamos capacitados para soportar o perseverar en nuestra fe, debido a que el Espíritu Santo, quien resucitó a Jesús a vida nueva, nos ha autorizado a caminar en una nueva vida y en fiel obediencia. Así que, aunque la paciencia requiere esfuerzo humano, necesitamos recordar que sólo perseveraremos por la gracia continua de Dios que trabaja dentro de nosotros.
Pero por otro lado, el Nuevo Testamento también deja claro que la perseverancia es un requerimiento necesario para la salvación eterna. En otras palabras, aquellos que han ejercido una fe salvadora, necesariamente perseverarán en su fe.
Escuchemos las palabras de Pablo en Colosenses 1:22 y 23:
Pero ahora Dios, a fin de presentarlos santos, intachables e irreprochables delante de él, los ha reconciliado en el cuerpo mortal de Cristo mediante su muerte, con tal de que se mantengan firmes en la fe, bien cimentados y estables, sin abandonar la esperanza que ofrece el evangelio (Colosenses 1:22 y 23 [NVI]).
Aquí Pablo afirmó que los cristianos de Colosas han sido reconciliados con Dios. Pero ellos podían estar seguros, de que esto sería cierto sólo si ellos se mantenían firmes en su fe. Este requerimiento de perseverancia no era contrario al mensaje de salvación por la gracia de Dios. Más bien, era la esperanza que ofrece el evangelio.
En su guía Santiago no sólo discutió la prueba de la fe que produce paciencia. Él también habló de la madurez como el resultado de la paciencia.
La carta de Santiago es un libro que tiene que ver con la madurez cristiana. Algunos pueden acercarse y pensar que es un libro sobre legalismo; es acerca de reglas, es acerca de hacer exactamente lo que se necesita hacer. Pero en realidad es un libro para ayudarnos a desarrollarnos como cristianos, especialmente como cristianos viviendo con todas las dificultades del contexto social en el que vivimos. La iglesia puede ser un lugar difícil para estar. Santiago reconoce eso. Y lo que necesitamos hacer para sobrevivir y para florecer en este mundo y en la iglesia es madurez; necesitamos ser perfectos y completos. Y Santiago nos dice cómo hacerlo, como ir en esta vida madurando, listos para lo que el mundo, lo que el maligno, o lo que la carne pueda tratar de arrojarnos en el camino. Lo que es interesante de la epístola de Santiago es que comienza con el sufrimiento. El sufrimiento es el crisol; es el contexto; es el gimnasio en el cual la madurez de los cristianos toma lugar. Ahí es donde nuestra fe es cultivada, crece y es preparada para lo que vendrá. A medida que soportamos el sufrimiento, la tentación, las pruebas y sobrevivimos, y a través del Espíritu, trabajando en la Palabra, a través de Cristo y su ley y su sabiduría nuestra fe es aumentada, fortalecida y preparada para las pruebas que vendrán. [Dr. Thomas L. Keene]
Escuchemos otra vez lo que Santiago escribió en el 1:4:
Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna (Santiago 1:4).
Debido a que las pruebas y la paciencia producen madurez, Santiago le dijo a su audiencia que permitieran que la paciencia terminára su obra completa. La paciencia los hará perfectos, cabales, sin que les falte nada.
Ahora, debemos ser cuidadosos aquí, Santiago no tenía en mente estar completos o no carecer de nada en el sentido de que podemos alcanzar la perfección moral en esta vida. Sabemos por pasajes como 1 Juan 1:8 que, "Si decimos que no tenemos pecado, nos mentimos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros". Pero Santiago tenía en mente que teníamos que continuar creciendo en obediencia a Dios, y, en el juicio venidero cuando Cristo regrese, no tendremos nada en nuestra vida que nos descalifique.
Después de ofrecer guía con respecto a las pruebas, paciencia y madurez, Santiago indicó que, al final de este proceso, habría una gran recompensa.
Él mencionó esta recompensa en el 1:12 cuando dijo:
Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman (Santiago 1:12).
Como Santiago explicó aquí, todo aquel que soporta la tentación ha resistido la prueba. Y recibirá la corona de la vida, la corona de la vida eterna en el reino glorioso que Dios ha prometido a los que le aman. Al reunir todas estas perspectivas, Santiago ofreció a su audiencia, profunda sabiduría reflexiva. Él les dio orientación para entender las pruebas que enfrentaron. En realidad, cada prueba era un regalo de Dios, diseñado para su bien eterno.
Una de las cosas que la epístola de Santiago habla desde el comienzo y a través de toda su carta, es la importancia de soportar el sufrimiento, y de cómo esto nos dirige a la madurez cristiana. En el comienzo del capítulo 1, él dice, "Tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas". Y después describe el por qué: "la prueba de vuestra fe produce paciencia". Luego él dice: "Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna". Así que podemos pensar que el sufrimiento es una señal de que Dios no está con nosotros, pero Santiago mira el sufrimiento como una señal de que Dios va a trabajar, no sólo a pesar de nuestro sufrimiento sino a través de nuestro sufrimiento, para hacernos como él quiere que seamos. Y ahí es donde realmente crecemos en madurez. Él continúa diciendo en el versículo 12 del capítulo 1, "Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman". Y así él nos da un paradigma diferente acerca del sufrimiento. No es algo que se deba evitar. No es que se busque. Pero en nuestra cultura pensamos que el éxito es evitar el sufrimiento. Pero aquí, él describe esto como una oportunidad para crecer. Es el crisol en el que se trabaja para la madurez cristiana. [Rev. Dr. Thurman Williams]
El enfoque de Santiago en la sabiduría reflexiva apuntó a la necesidad de su audiencia en sus circunstancias difíciles. También les ofreció una guía. Pero ahora, veamos cómo el camino de la sabiduría reflexiva requiere fe.
Si lo pensamos bien, la perspectiva que Santiago dio a su audiencia en sus pruebas, eran enseñanzas cristianas comunes. Pero todos sabemos que cuando los problemas llegan a nuestras vidas, podemos llegar a estar tan abrumados, que nos resulta difícil sostener incluso las creencias cristianas más básicas. Y aparentemente Santiago temía que esto fuera cierto para su audiencia. Así que, inmediatamente indicó, que adoptar las perspectivas que acababa de ofrecerles, requería que se acercaran en fe a Dios. En Santiago 1:5 leemos estas palabras:
Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada (Santiago 1:5).
Santiago sabía que si queremos sabiduría para entender los propósitos, muchas veces escondidos de Dios en las pruebas, debemos "pedir a Dios" por ella.
Pero siguiendo esto, en el 1:6 al 8, Santiago también conectó la oración por sabiduría con la fe cuando dijo:
Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda…No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor. El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos (Santiago 1:6-8).
Como vemos aquí, Santiago urge que las oraciones por sabiduría deben ser con fe. De otro modo seremos personas de doble ánimo.
Desafortunadamente, muchos cristianos bienintencionados han entendido mal las instrucciones de Santiago de pedir con fe y son de doble ánimo. Ellos piensan que Santiago se refirió a tener confianza en las oraciones particulares que hacemos. Con demasiada frecuencia, los seguidores de Cristo creen que si simplemente tenemos suficiente fe, Dios responderá a nuestras oraciones de la manera que deseamos. Pero esto no es lo que Santiago tenía en mente.
Para Santiago, pedir "con fe" significa ser "fieles a Dios". Sabemos esto porque Santiago describe lo opuesto de pedir "en fe" como ser de "doble ánimo". Y para Santiago, ser de doble ánimo era estar en seria rebelión contra Dios. Escuchemos el 4:8 y 9 y la forma en la que Santiago habló del doble ánimo:
Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones. Afligíos, y lamentad, y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza (Santiago 4:8-9).
Notemos aquí que la gente de doble ánimo no son sólo aquellos que no tienen confianza cuando oran. Son pecadores quienes deben purificar sus corazones. Su infidelidad es tan seria que su lamento y lloro son apropiados para ellos.
Por lo tanto, en el contexto de su carta, Santiago no tenía en mente a alguien que simplemente no tiene confianza en que Dios responderá a una oración. Tenía en mente una negación fundamental de la bondad de Dios.
Aparentemente, algunos en la audiencia de Santiago culparon a Dios por sus fracasos. Razonaban que si Dios había enviado las pruebas, entonces Dios debía ser malo porque los estaba tentando a pecar. Este tipo de rebelión flagrante contra Dios fue a lo que Santiago se refirió a ser "de doble ánimo". Escuchemos el 1:13 y 14 donde Santiago se refirió a este grave error:
Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido (Santiago 1:13-14).
Es importante señalar que el término griego "tentado" traducido aquí es el verbo peirazō , esta terminología fue traducida como "pruebas" en el 1:2. Santiago insistió que Dios no tienta a nadie. Esta traducción correctamente refleja el uso intensivo del pronombre griego autós o "Él mismo". No es simplemente decir que Dios "tienta" — o prueba — "a nadie". Literalmente está diciendo, "Él mismo Dios no tienta a nadie".
Cómo aprendemos en los primeros capítulos del libro de Job, Dios está en control de todas nuestras pruebas, retos y tentaciones.
Pero, en el drama de la corte celestial, queda claro que el propósito de Dios para la prueba de Job, fue para el bien de Job, no para su daño. Satanás, no Dios usó la prueba de Job para tentarlo al pecado.
Así que, orar por sabiduría en fe y no ser de doble ánimo es afirmar una de las enseñanzas más básicas de toda la Biblia: la bondad de Dios. No debemos dudar de la bondad de Dios cuando buscamos sabiduría de Él en circunstancias difíciles. De lo contrario, no tenemos razón para creer que Dios nos dará sabiduría. Cómo Santiago escribió en el 1:17:
Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación (Santiago 1:17).
Dios es "el Padre de las luces". Él sólo da "buenos" y "perfectos" dones. Así que su propósito para nuestras pruebas es siempre bueno y perfecto. Esto debe ser nuestro firme compromiso de fe cuando seguimos el camino de la sabiduría reflexiva.
En nuestro estudio de los dos caminos de la sabiduría encontrados en la epístola de Santiago, hemos considerado el enfoque de Santiago sobre la sabiduría reflexiva.
Ahora podemos ir a nuestro segundo tema principal: la sabiduría práctica. ¿Qué es lo que este libro del Nuevo Testamento tiene que decir acerca de poner la sabiduría en práctica?
En un momento u otro todos hemos conocido personas que son muy sabias. Personas que impresionan a todo el mundo con todo lo que saben y que otros no. Pero algunas veces, ellos mismos no saben mucho de la vida práctica. No saben cómo poner sus ideas en acciones y actitudes. En muchos sentidos, Santiago abordó este problema en su libro. Como hemos visto, él abrió su epístola con un énfasis en la sabiduría reflexiva. Él sabía cuán importante es tener conocimiento de los propósitos ocultos de Dios para las pruebas que enfrentamos. Pero él también enfatizó la sabiduría práctica — la habilidad de poner este conocimiento en los tipos de acciones y actitudes que agradan a Dios.
Para ponerlo de forma simple, trataremos con la sabiduría práctica de maneras que se parecen a nuestra discusión anterior. Primero, veremos la necesidad de la sabiduría práctica. En segundo lugar, notaremos cómo Santiago le dio a su audiencia guía. Y tercero, examinaremos la relación entre la fe y la práctica. Veamos primero cómo Santiago enfatizó la necesidad que su audiencia tenía de sabiduría práctica.
Cómo vimos antes, Santiago sólo usó los términos "sabiduría" y "sabio" en dos contextos. El primero de estos es en el 1:2 al 18 donde Santiago enfatizó la sabiduría reflexiva. La segunda es en el 3:13 al 18 donde Santiago enfatizó la necesidad de poner la sabiduría en práctica.
La epístola de Santiago es una carta muy práctica, y él quiere asegurarse de que la gente ponga en práctica lo que cree. ¿De dónde saca esto? La respuesta es de Jesús mismo. Jesús había dicho parábolas sobre la construcción de la casa sobre la arena o sobre la roca, y el factor determinante es: "¿Estás haciendo lo que te he mandado? ¿Estás poniendo en práctica lo que estoy enseñando? "Eso es lo que Jesús estaba buscando. Gente que hiciera lo que creía y lo pusiera en práctica. También advirtió en contra de los fariseos: "Cuiden de hacer lo que dicen, pero no imiten lo que hacen, porque no practican lo que predican". Jesús había sido muy firme en este asunto de poner las cosas en práctica, y pienso que Santiago, en un sentido, está imitando a su hermano Jesús al decir, esto es realmente importante. Tal vez hay una segunda razón, y podemos sacar conjeturas del testimonio de la iglesia primitiva, tal vez Santiago ya había comenzado a ver lo perjudicial que es el testimonio cristiano, cuando algunos de los judíos cristianos en su congregación no estaban mostrando realmente la vida de Jesús. Tenían grandes doctrinas acerca de Jesús, pero en realidad no lo estaban viviendo, y la crítica puede haber sido, "No practican lo que predican", y eso les daría a los cristianos una mala reputación. Jesús mismo dijo: "Sed perfectos", y Santiago repite esta enseñanza. Él quiere que pongamos las cosas en práctica, y ese es el énfasis que vemos. [Dr. Peter Walker]
Escuchemos el 3:13 y la manera en la que Santiago introduce los principios básicos de la sabiduría práctica:
¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre (Santiago 3:13).
Cuando recordamos que muchos en la audiencia de Santiago eran creyentes judíos familiarizados con el Antiguo Testamento, no es difícil de entender porque por lo menos algunos de ellos decían ser "sabios y entendidos". Pero Santiago insistió en que si esta declaración era genuina, ellos debían "mostrarlo por la buena conducta". En otras palabras, ellos necesitaban la sabiduría práctica. Bajo la influencia de la enseñanza del Antiguo Testamento — especialmente el libro de Proverbios — Santiago sabía que la sabiduría era algo más que una simple comprensión teológica.
Aquellos que sinceramente adoptaron la comprensión de Dios vivirán en "buena conducta" que proviene de la sabiduría. Pero Santiago también señaló que esta buena conducta implica "hechos" u "obras", como puede ser traducido. Y conlleva ciertas actitudes, como la "mansedumbre" o la "humildad". Como veremos, tanto las acciones correctas como las actitudes son esenciales para la sabiduría práctica.
Para explicar aún más la necesidad de la sabiduría práctica, Santiago contrastó dos tipos de sabiduría práctica que mencionamos al comienzo de esta lección. Se refirió primero a la sabiduría terrenal. Y después, habló de la sabiduría celestial. Veamos primero la sabiduría terrenal.
En el 3:14 al 16, encontramos esta descripción de la sabiduría terrenal:
Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad; porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica. Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa (Santiago 3:14-16).
Como hemos visto en la primera mitad de esta lección, Santiago estaba profundamente preocupado con el tumulto que existía entre los creyentes pobres y ricos en la iglesia. Y en el 3:14, él mencionó el hecho de que muchos en las iglesias tenían "celos amargos y contención en sus corazones". Y de acuerdo al versículo 15, por lo menos algunos de ellos habían justificado sus prácticas llamándolas "sabiduría". Pero Santiago les advirtió a que no se jactaran de lo que hacían ni de que mintieran contra la verdad que estaba a punto de explicarles.
Muchos cristianos modernos tienen dificultad para comprender porque Santiago estaba profundamente preocupado por el conflicto entre los pobres y los ricos en la iglesia primitiva. La iglesia de hoy continúa teniendo creyentes pobres y ricos, especialmente en otros países. Pero en el mundo moderno, las congregaciones locales tienden a ser mucho más homogéneas socialmente de lo que eran en el primer siglo. Los cristianos ricos van a la iglesia con otros que son ricos, y los cristianos pobres van a la iglesia con otros que son pobres. Pero imaginanémos si nuestra iglesia local tuviera extrema pobreza y extrema riqueza en ella. ¿Cuánta fricción se crearía? Algunos creyentes vendrían a la iglesia en harapos, sin saber de dónde vendrá su próxima comida, mientras que otros podrían sentarse en el mismo salón, vestidos de ropas finas, con sus bolsillos llenos de dinero. Si este fuera el caso en nuestra iglesia local, entonces también estaría en desorden.
Los conflictos entre los pobres y ricos en los días de Santiago estaban causando gran daño en las iglesias a las que él se dirigía. Aparentemente, los pobres se sentían perfectamente justificados, aun sabios, en su envidia hacia los ricos. Ellos sabían que los proverbios del Antiguo Testamento instruían a los ricos a ser generosos con los pobres. Así que, sus hermanos y hermanas en Cristo, debían compartir lo que tenían con ellos. Y los ricos se sentían justificados, y aún sabios, en ser egoístas. Ellos citaban los proverbios del Antiguo Testamento que culpaban a la pereza de la pobreza y explicaban que la riqueza era la recompensa de un trabajo duro.
Pero Santiago señaló que este tipo de sabiduría era mucho peor que estar simplemente equivocado o mal aconsejado. Esta era terrenal, animal y diabólica. Y la evidencia de este origen diabólico era inconfundible. Había llevado a la contención y toda obra perversa en la iglesia.
Todos conocemos personas que se consideran sabias en su propia opinión, y esta sabiduría esta marcada por la arrogancia, una naturaleza hostil, un deseo de estar en contra. Y Santiago dice que eso no es la sabiduría de Dios. Ese tipo de sabiduría, es sabiduría mundana, o como él llama sabiduría de abajo. No es que sea peligrosa o inútil, sino que la llama "diabólica". La sabiduría de Dios brota del temor del Señor, y como resultado, está marcada por la humildad; por la compasión; está marcada por la fidelidad al Señor, y de reconocer que la sabiduría no es una producción propia, sino que es la producción de Dios mismo quien la ha dado generosamente, como dice Santiago. Y para los cristianos, los seguidores de Jesucristo el gran sabio — el sabio más grande que Salomón — para ellos, esa es la clase de sabiduría que se supone deben expresar en sus vidas. [Dr. Scott Redd]
Al final, en vez de fomentar la obra de Dios, el cuerpo de Cristo se había dividido, en guerra consigo mismo. Las congregaciones a las que escribió Santiago habían caído presas de los demonios que buscaban más que nada destruir la obra de Dios. Y fue esta destrucción la que llevó a Santiago a insistir en que su audiencia necesitaba sabiduría práctica.
Después de tratar con la necesidad de sabiduría práctica rechazando la destructiva, sabiduría terrenal, Santiago se volvió inmediatamente a la alternativa, la cuál llamó sabiduría celestial.
En el 3:17, Santiago describió esta sabiduría celestial positiva:
Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía (Santiago 3:17).
Aquí vemos que Santiago tenía en mente la sabiduría que es de lo alto, refiriéndose a la sabiduría que viene de Dios. Esa sabiduría es pacífica, amable, benigna, llena de misericordia, de buenos frutos, sin incertidumbre, ni hipocresía. En otras palabras, la sabiduría del cielo o sabiduría celestial no justifica falsamente los celos amargos ni las rivalidades del corazón, ni en los pobres ni en los ricos. La verdadera sabiduría de Dios promueve un amor por la paz. Y el pueblo de Dios demuestra esta paz al ser considerado con los demás, sumiso a los demás y misericordioso. Ellos dan buen fruto y no muestran parcialidad a un grupo u otro. Y todas estas acciones y actitudes surgen de una sincera devoción a Cristo.
La sabiduría de arriba, que viene de Dios — porque está arriba — por supuesto, es un reflejo de los propios atributos de Dios. Santiago dice que es pura, es apacible, es gentil, llena de buenos frutos, es misericordiosa, es inquebrantable, y es sincera o sin hipocresía, en otras palabras, son atributos que describen a Jesús. Jesús era todas esas cosas. Y Santiago dice que ése tipo de cosas no te llevarán hacia adelante en la vida, no te harán exitoso, no significa que viviras en una casa más grande, sino que eso da como resultado, dice Santiago, justicia y paz. En otras palabras, shalom real o paz real. Y es interesante que todo el mundo realmente quiere shalom, integridad, plenitud, paz. Ellos quieren esas cosas, y piensan que la sabiduría terrenal se las dará, pero en realidad ese tipo de paz, sólo proviene de la sabiduría que viene de arriba, que no busca el propio avance, pero, Santiago dice en el versículo 13 del capítulo 3, que la sabiduría se caracteriza por la mansedumbre, la humildad, no buscando el propio progreso, sino más bien la salud y el bienestar de los demás. [Dr. Dan McCartney]
En el 3:18 Santiago le refirió a su audiencia lo que era probablemente un bien conocido proverbio:
Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz (Santiago 3:18).
Al igual como Jesús bendijo a los pacificadores en Mateo 5:9, Santiago dejó claro que los pobres y los ricos en la iglesia recibirían una gran recompensa por su justicia — si se convirtieran en aquellos que hacen la paz en la iglesia.
Ahora que hemos visto la sabiduría práctica y la necesidad que motivó a Santiago a invertir mucho de su epístola en este tema, veamos la guía que él le dio a su audiencia de cómo debían poner la sabiduría de Dios en práctica.
Es común para los seguidores de Cristo hablar mucho acerca de la necesidad de la teología práctica. Queremos sermones que sean prácticos. Queremos lecciones que nos digan cómo vivir. Y en muchas partes del mundo, hay materiales confiables disponibles que nos dan una guía para casi todos los ámbitos de la vida. Pero el libro de Santiago nos recuerda los estándares y prioridades que a menudo se olvidan, a medida que buscamos la sabiduría para nuestra vida cotidiana.
La epístola de Santiago tiene muchas cosas específicas que decir acerca de la guía para la vida práctica. Pero nos limitaremos nosotros mismos a sólo dos consideraciones. Primero, señalaremos cómo Santiago sostuvo el estándar de la ley de Dios. Y segundo, veremos que Santiago promovió ciertas prioridades de la ley de Dios. Veamos primero el estándar de la ley de Dios.
La mayoría de los cristianos modernos están conscientes de las advertencias que el Nuevo Testamento plantea acerca de la Ley del Antiguo Testamento de Dios. Por un lado, sabemos que la salvación es por gracia, a través de la fe, y no por obras. Y correctamente seguimos el énfasis de Pablo en libros como Gálatas al oponernos a cualquier intento de ganar la salvación por medio de la obediencia a la ley.
Adicionalmente, sabemos que no debemos aplicar la ley de Dios como si todavía viviéramos en los días del Antiguo Testamento. Nosotros, con razón seguimos el énfasis de libros como Hebreos y aplicamos la ley de Dios de maneras en las que Cristo, sus apóstoles y profetas nos enseñaron a aplicarlas en la era del Nuevo Testamento.
Ahora, tan importantes como son estas advertencias, no las encontramos en la epístola de Santiago. En cambio, Santiago se refirió a la ley de Dios en términos muy positivos. Hizo énfasis en lo que tradicionalmente se ha llamado el "tercer uso de la ley". Seguimos la ley como una expresión de nuestra gratitud por las misericordias que Dios nos ha mostrado en Cristo.
Santiago ofreció dos descripciones de la ley de Dios que son únicas para su epístola. En primer lugar, él la llamó, la ley que da libertad.
Santiago habló de la ley dando libertad en el 1:25 y en el 2:12. Ahí él dijo que la ley nos libera de la esclavitud del pecado y sus devastadores efectos. Cuando seguimos la ley por la gratitud a Dios, en realidad nos da libertad. Jesús se refirió a esta misma perspectiva en Juan 8:32 donde él dijo:
Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres (Juan 8:32).
En Romanos 7:7 al 13, Pablo describió la ley como algo que el pecado usa para acelerar los malos deseos dentro de nosotros para hacernos esclavos del pecado. Pero cuando Santiago llamó a la ley, la "ley que da libertad", describió cómo el Espíritu de Dios usa la ley de una manera positiva como nuestra guía autoritativa para la sabiduría práctica.
Como hemos visto, muchos de los lectores de Santiago estaban enredados en redes de pecado que dañaban a la iglesia y los dejába desalentados. Y, mientras ellos siguieran sus propias ideas de sabiduría, no podrían escapar de las frustraciones, los problemas y el daño que el pecado había traído a sus vidas. Pero así como la Palabra de Dios los liberó de la culpa y la tiranía del pecado, la Palabra de Dios también traza un camino para la vida cotidiana práctica que los liberaría del desorden y los desalientos del pecado.
La ley ciertamente guía, castiga, corrige la vida del creyente — ¿cierto? — y trata de devolverle la armonía con la voluntad de Dios. Y sin embargo, en última instancia, creo que es por eso que Santiago lo llamó la ley de la libertad, y que seremos juzgados por la ley de la libertad. Yo tomo eso como la libertad que Cristo nos ha dado, y por eso, debemos vivir y lidiar unos con otros. Seremos juzgados por esa ley en la que Dios no muestra parcialidad y da su gracia libremente, por lo que debemos dar esa misma gracia e imparcialidad entre nosotros, ricos y pobres, viejos y jóvenes, esclavos y libres, hombres y mujeres, así como San Pablo lo dice. [Dr. Jeffrey A. Gibbs]
Esto es el porqué Santiago insistió en el 1:22 al 25:
Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos… Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace (Santiago 1:22-25).
Además de hablar de la ley de Dios como la ley que da libertad, Santiago también se refirió positivamente a la ley de Dios como la ley real.
Santiago llamó a la ley "la ley real" en el 2:8. Esa terminología llamó la atención al punto de vista sobre los mandamientos de Dios que aparece a través del Antiguo y Nuevo Testamento. La ley de Dios era su decreto real. Venía del Gobernador Supremo para su pueblo como los ciudadanos de su reino.
Ahora, en el mundo moderno generalmente tenemos dificultad de entender el significado de esta imagen real. Pocos de nosotros vivimos en naciones con reyes poderosos gobernando sobre nosotros. Pero la audiencia de Santiago vivía bajo la autoridad del Emperador romano. Ellos sabían lo que significaba llamar a la ley de Dios, "la ley real".
En pocas palabras, ellos sabían que la ley de Dios no es algo que se toma a la ligera. No es algo que podemos tomar y dejar cuando lo deseemos. Esto viene del Rey divino del universo. Y como tal, cada parte de ella tiene autoridad absoluta sobre nosotros. Escuchemos una porción del 2:8 al 10 y la manera en la que Santiago lo elaboró sobre la autoridad de la ley real de Dios:
Si en verdad cumplís la ley real, conforme a la Escritura… bien hacéis… Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos (Santiago 2:8-10).
La mayoría de la audiencia judío-cristiana de la epístola de Santiago entendía que la ley de Dios era importante. Pero como vemos aquí, ellos se habían sometido a la ley selectivamente. Ellos habían guardado algunas porciones de ella e ignorado otras porciones. Así que, Santiago les recordó que la ley es "la ley real encontrada en las Escrituras". Esta venía de su Rey divino. Y por esta razón, "cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos".
Era inaceptable para los reyes humanos antiguos que sus ciudadanos guardaran sólo las leyes que encontraran convenientes o placenteras. Y en el mismo sentido, era inaceptable para los seguidores de Cristo guardar sólo las leyes del reino de Dios que encontraran convenientes o placenteras. Los reyes humanos antiguos trataban esa selectividad como rebelión contra su real autoridad. Y Dios consideraba esa selectividad como rebelión contra su real autoridad. La ley de Dios es el estándar de la sabiduría práctica, que trae libertad a todo aquel que sinceramente busque obedecer todos sus preceptos reales.
Ahora que hemos visto como Santiago insistió que la guía para la sabiduría práctica es encontrada en el estándar de la ley de Dios, debemos ver las maneras en las que enfatizó ciertas prioridades de la ley de Dios.
Seamos realistas, cuando los cristianos hablan de guardar todos los mandamientos que Dios nos ha dado, nos enfrentamos con un problema muy práctico. Hay demasiados mandamientos para recordar, sin hablar del tratar de obedecerlos todos. Así que por los límites de nuestra finitud, nos vemos obligados a concentrarnos sólo en uno o en otro. Y por supuesto, entonces es fácil caer en la trampa de ignorar la autoridad de la Palabra de Dios, enfocándonos sólo en aquellas partes de las Escrituras que queremos obedecer. Para evitar este problema, necesitamos reconocer las prioridades que la ley misma nos da. Y siempre debemos dar prioridad a las dimensiones más importantes de la ley de Dios.
Recordaremos que Jesús trató con las prioridades de la ley de Dios en Mateo 22:34 al 40. En estos versículos, él identificó los dos grandes mandamientos. Él declaró en términos muy claros, que el mandamiento de amar a Dios, de Deuteronomio 6:5, era el principio más importante a tener en cuenta. E identificó el amor al prójimo, de Levítico 19:18, como el segundo principio más importante. El apóstol Pablo claramente entendió que el amor a Dios era el mandamiento más grande. Pero en Gálatas 5:14 él también dijo que toda la ley está cumplida en el mandamiento de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Curiosamente, Santiago hizo lo mismo. Escuchemos el resto del 2:8 al 10, particularmente el énfasis de Santiago sobre el segundo más grande mandamiento:
Si en verdad cumplís la ley real, conforme a la Escritura: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, bien hacéis; pero si hacéis acepción de personas, cometéis pecado, y quedáis convictos por la ley como transgresores. Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos (Santiago 2:8-10).
Notemos como Santiago resumió las prioridades de la ley real en las palabras de Levítico 19:18: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". No es un misterio porque Santiago hizo esto. La agitación entre los creyentes pobres y ricos en la iglesia, era resultado de su inadvertencia a este segundo grande mandamiento.
Como Santiago señaló aquí, aquellos quienes hacían "acepción de personas" es decir, muestran favoritismo hacia los ricos eran "convictos por la ley como transgresores". Y esto no era un asunto pequeño. Cualquiera que ignorara sólo este mandamiento aunque mantuviera los demás, era "culpable de todos". Así que, la ley de Dios, la guía autorizada para la sabiduría práctica, da prioridad a nuestro amor por otros, después de amar a Dios con todo nuestro corazón. Como Santiago les recordó a los ricos en el 1:27.
La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo (Santiago 1:27).¿Cuál es la prueba de la verdadera religión? No es que hagamos cosas buenas que son morales que nos hacen lucir bien en la sociedad sino la verdadera prueba es seguir los caminos de Dios — Dios cuida al huérfano; Dios se preocupa por la viuda — cuando nadie está mirando, cuando no recibimos nada. ¿Quién es el huérfano? ¿Quién es la viuda? Son los que no pueden devolvernos el favor. Por lo tanto, un acto de bondad para con nuestro vecino o nuestro jefe, no cuenta como una prueba de la verdadera religión. Dios ama a los pobres; Dios se preocupa por los más débiles de los débiles y no recibe nada a cambio materialmente para sí mismo. Él recibe nuestra alabanza, y se complace en el bien que hacemos. Pero cuidar a los que no pueden devolver, eso es una prueba enorme. [Dr. Dan Doriani]
Santiago enfatizó que los ricos necesitaban seguir las prioridades de la ley de Dios, amando a sus prójimos pobres. Pero amar al prójimo era de tal importancia para la sabiduría práctica que Santiago enfatizó como esto también se aplicaba también a los pobres. Para mencionar sólo algunos ejemplos, a través de su epístola, Santiago dejó claro que amar a nuestro prójimo significa usar nuestras lenguas como un instrumento de bendición.
En el 1:19 Santiago llamó al pueblo a "ser prontos para oír, tardo para hablar, tardo para airarse" con los demás. En el 4:1 al 3 Santiago insistió en que las guerras y los pleitos no deberían existir entre el pueblo de Dios. En el 4:11 él condenó la "murmuración". Y en el 5:9 Santiago ordenó, "no os quejéis unos contra otros" en cambio, de acuerdo al 5:16, ellos debían "confesar sus ofensas unos a otros, y orad unos por otros". Si los creyentes en la audiencia de Santiago querían mostrar que tenían sabiduría del cielo, debían consagrarse al estándar de la ley de Dios. Y debían hacerlo reconociendo la prioridad que la ley de Dios pone en el amor de los unos a los otros.
Ahora que hemos visto como el énfasis de Santiago en la sabiduría práctica lidió con la necesidad de su audiencia y ofreció guía para ello, vayamos al tercer tema principal: la relación entre la fe y la sabiduría práctica.
Si hay una cosa que esta en el centro del cristianismo, sería la fe. Hablamos del cristianismo como "nuestra fe". Hablamos de Cristo como el objeto de nuestra fe. Afirmamos la doctrina protestante de Sola Fide o justificación sólo por la fe. La prominencia de la fe que reconocemos hoy en día, está basada en la centralidad de la fe del mismo Nuevo Testamento. La fe también estaba en el centro del cristianismo del primer siglo. Y por esta razón, para remarcar la importancia de la sabiduría práctica a su audiencia, Santiago planteó el tema de la fe. El tiempo sólo nos permitirá mencionar dos maneras en las que Santiago conectó la sabiduría práctica y la fe. Primero, Santiago explicó la relación entre la fe y las obras; y segundo, Santiago explicó la relación entre la fe y la justificación. Veamos primero cómo él trató la fe y las obras.
Santiago comenzó su discusión en el 2:14 con una sencilla pregunta:
¿De qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? (Santiago 2:14).
Y por supuesto, la respuesta a la pregunta de Santiago fue, "No". La fe que no es acompañada de obras no puede salvar. "Fe" o "creer" son traducidos del sustantivo griego pistis y el verbo pisteuō . Esta familia de palabras aparece cientos de veces en el Nuevo Testamento. Pero al igual que las palabras "fe" y "creer" en español, estas significan una serie de conceptos diferentes. Para mencionar algunos, hay veces en el Nuevo Testamento, en las que las palabras fe y creer se refieren a un mero acuerdo intelectual de que algo es cierto. Hay veces que se refiere a una aprobación temporal. Y en otras ocasiones se refieren a lo que los teólogos generalmente llaman "fe salvadora". La fe salvadora es una confianza de todo corazón, una confianza eterna y una dependencia en Cristo como el camino de salvación. Santiago reconoció que "fe" y "creer" pueden significar muchas cosas. Y debido a esto, él llamó a su audiencia a examinar el tipo de fe que ellos tenían. Por ejemplo, en el 2:19, Santiago retó a su audiencia judío-cristiana con estas palabras:
Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan (Santiago 2:19).
Cuando Santiago admitió que su audiencia creía — palabra que viene del verbo pisteuō — que hay un solo Dios, él aludió a lo que se llama el Shemá. Esta antigua confesión de fe del Antiguo Testamento, en Deuteronomio 6:4, nos dice, "Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es". Desde el punto de vista de Santiago, era bueno que su audiencia aprobara este hecho intelectualmente. Pero tan bueno como éste era, este tipo de creencia o fe no era suficiente porque "también los demonios creen". De hecho, los demonios tiemblan de miedo cuando piensan en eso. Pero no les sirve de nada. El mero acuerdo intelectual sin obediencia no es la fe salvadora. O como Santiago lo expresó brevemente en el 2:26:
Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta (Santiago 2:26).
Con este concepto básico de la fe y las obras en mente, debemos mencionar el trato de Santiago hacia la fe y la justificación.
La pregunta de quién estaba justificado, o quién era justo delante de Dios, era un tema controversial entre los maestros judíos en el tiempo de Santiago. Y continuó siendo un tema central en la iglesia cristiana del primer siglo también. ¿Quién es contado como justificado? ¿Quién es considerado justo? En el 2:21 al 24 Santiago respondió estas preguntas de esta manera:
¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar?… Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe (Santiago 2:21-24).
Aquí Santiago habló de ser justificado usando el verbo griego dikaioō , lo que significa "ser declarado justo", "ser justificado", o "ser vindicado". Él argumentó que Abraham fue justificado o vindicado como justo por obras, por la obra de ofrecer a Dios a su hijo Isaac en Génesis 22. Y sobre esta base, él concluyó que nadie es justificado o vindicado solamente por la fe. Cada uno que Dios acepta como justo es justificado por obras. La declaración de Santiago ha levantado todo tipo de controversia a través de los siglos, primeramente porque parece ser contradictoria a lo que el apóstol Pablo enseñó acerca de la justificación. En el 2:24 Santiago dijo:
El hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe (Santiago 2:24).
En contraste, el apóstol Pablo escribió en Gálatas 2:16:
El hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo (Gálatas 2:16).
En realidad, no hay ninguna contradicción aquí. Mas bien, Santiago y Pablo usaron el mismo término dikaioō o "justificado", de dos maneras diferentes. En el vocabulario técnico teológico de Pablo, él usualmente reserva la palabra "justificado" para una sola cosa. Para Pablo, "justificación" se refiere a la declaración inicial de justo, para todo aquel que tiene una fe salvadora en Cristo, a través de la imputación de la justicia de Cristo. Santiago sin embargo, habló de la justificación de una manera diferente. Santiago usó el término dikaioō para significar algo como "probar ser justo" o "vindicado". Él no negó que hay una imputación inicial de la justicia de Cristo cuando una persona primero ejerce la fe salvadora. Pero para Santiago, el término dikaioō es aplicado a una persona que ha profesado fe en el Señor Jesús y ha sido "probada como justa" o "vindicada" por la obra del Espíritu en su vida. Desde el punto de vista de Santiago, el empoderamiento del Espíritu, dirige a una devoción fiel a Cristo. Sin importar lo que una persona pueda proclamar, si ella no demuestra su fe a través de buenas obras, entonces al final no será vindicada. Así que, Santiago habló de esta relación entre la fe y la justificación como una manera de resaltar la importancia de la sabiduría práctica para sus lectores.
El aparente conflicto entre Pablo y Santiago sobre el tema de la justificación sólo por fe, es realmente el problema mayor, creo yo, en el libro de Santiago. Probablemente ha habido más tinta derramada sobre ese tema en particular que cualquier otro tema en el libro. Primero, me gustaría decir que la palabra griega dikaioo a veces significa "el acto de la justificación", para decirlo de manera simple, la justificación es básicamente dos caras de la misma moneda. Por un lado tenemos el perdón — Dios nos perdona. Ese es el lado de la sustracción. Por el otro lado tenemos una adición, que es la imputación de la rectitud. Y luego está la declaración de "tú eres justificado ante mis ojos". Y así, por la fe somos justificados, y eso es un uso de la palabra justificación. Por otro lado, podemos usar la justificación para significar "ser vindicado" o "mostrarse justo". Y vemos a Pablo usándola de manera forense, y vemos a Santiago usándola en el sentido de ejemplo de una obra, en otras palabras, una demostración de ser justos. Pablo usa la palabra justificación como la prioridad de la fe, y para Santiago justificación es la post-conversión o la prueba de la fe. Entonces, la pregunta de Santiago es: "¿Quién debe ser considerado justo? ¿El que dice que cree en Dios o el que vive una vida basada en su profesión y en su creencia en Dios?" Y para Santiago y Pablo, la fe debe funcionar, debe producir, debe ser visible. La fe verbal no es suficiente. La fe mental no es suficiente. La fe debe pasar a la acción. Soporta las pruebas, obedece la Palabra de Dios, produce hacedores, no tiene prejuicios, controla la lengua, actúa sabiamente, proporciona el poder para resistir al diablo, y he aquí lo más importante, espera pacientemente la venida del Señor. Y tanto Santiago como Pablo enseñaron exactamente lo mismo. [Dr. Larry J. Waters]
Escuchemos la manera en la que Santiago aplicó este principio en el 2:15 al 17:
Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma (Santiago 2:15-17).
Sería difícil imaginar a Santiago haciendo su argumento con más fuerza que esto. Su audiencia necesitaba abordar la agitación en sus iglesias mediante la obediencia práctica a la ley de Dios, especialmente el mandato de amarse unos a otros. No importa qué afirmaciones hicieron sobre su fe, ellos no serían vindicados como justos ante los ojos de Dios sin las practicas de buenas obras de amor.
En esta lección hemos visto los dos caminos de la sabiduría en el libro de Santiago. Hemos visto cómo Santiago llevó a su audiencia hacia la sabiduría reflexiva remarcando su necesidad, ofreciendo guía y haciendo la conexión entre ésta y la fe. Y también hemos visto como Santiago dirigió a su audiencia a buscar la sabiduría práctica mostrándoles su necesidad y guiándolos a aplicar la verdad de Dios en un servicio fiel y humilde a Dios y a su pueblo.
Santiago llamó a los cristianos judíos del primer siglo a seguir los dos caminos de la sabiduría. Y lo mismo debe ser verdad para nosotros hoy en día. También necesitamos la sabiduría reflexiva y la sabiduría práctica. Para recibir estos regalos de Dios, debemos someternos a la guía ofrecida por Santiago. Y debemos asegurarnos de que lo hagamos en plena fe y en plena devoción a Dios. En estos tiempos en que seguimos fácilmente el camino de la sabiduría terrenal, debemos tomar el libro de Santiago seriamente y seguir los caminos de sabiduría que vienen de Dios.