Muchos de nosotros estamos familiarizados con las fábulas atribuidas a un griego antiguo llamado Esopo. En una de esas fábulas, "La Tortuga y la Liebre", una liebre presumía constantemente de ser la más veloz de todos los animales. Así, cansada de la arrogancia de la liebre, una tortuga la desafió a una carrera. Obviamente, la liebre podía ganar fácilmente, pero por estar tan segura de su victoria, tomó una siesta a la mitad de la carrera. Y mientras la liebre dormía, la tortuga cruzó la línea de meta, antes que ella.
De cierta manera, muchos cristianos que vivían en la ciudad de Corinto durante el primer siglo eran como la liebre de la fábula de Esopo. Así como la liebre se sentía ganadora antes de que la carrera hubiera terminado, muchos creyentes corintios se sentían ganadores antes de que la carrera de sus vidas cristianas hubiera terminado. Ellos veían su prosperidad terrenal y sus especiales dones espirituales, y se engañaban creyendo que el Señor los había hecho superiores a todos los demás. Ellos pensaban que Dios los había bendecido mucho más que a otros cristianos que tenían menos tesoros terrenales y dones espirituales menos espectaculares.
Ésta es la cuarta lección en nuestra serie," El Corazón de la Teología de Pablo". Y hemos titulado esta lección, Pablo y los Corintios. En esta lección veremos cómo Pablo se dirigió a estos cristianos orgullosos en sus cartas, ahora conocidas como 1 y 2 de Corintios. Aunque Pablo tenía muchos problemas específicos que tratar, él centró la mayor parte de su atención de estas cartas, en la fuente principal de todos sus problemas: la creencia falsa de que algunos de ellos ya habían cruzado la meta de llegada de la vida cristiana, mientras que en realidad, la carrera aun seguía.
Nuestro estudio de Pablo y los Corintios se dividirá en tres partes. Primero, veremos el trasfondo de las cartas de Pablo a los corintios. Segundo, examinaremos la estructura y contenido de 1 y 2 de Corintios. Y tercero, veremos cómo las cartas de Pablo revelaron una de sus perspectivas teológicas centrales: su doctrina de los últimos días o su escatología. Veamos primero el trasfondo de las cartas de Pablo a los corintios.
El apóstol Pablo escribió sus cartas para dirigirse a situaciones específicas que surgieron en diferentes iglesias. Así que, cuando vemos 1 y 2 de Corintios, debemos hacer algunas preguntas básicas: ¿Qué estaba pasando en la iglesia de Corinto? ¿Por qué Pablo les escribió a ellos?
Contestaremos estas preguntas de dos maneras. Primero, exploraremos el tercer viaje misionero de Pablo. Y segundo, profundizaremos en algunos problemas en Corinto que se desarrollaron en la iglesia. Veamos primero el tercer viaje misionero de Pablo.
El tercer viaje misionero de Pablo está registrado en Hechos, desde el capítulo 18 versículo 23, hasta el capítulo 21 versículo 17. En estos capítulos aprendemos que Pablo repitió muchas veces el itinerario que él siguió en su segundo viaje misionero.
Pablo empezó este viaje alrededor del año 52 o 53 DC. Como en sus dos primeros viajes misioneros, él empezó en Antioquía en Siria. En Hechos aprendemos que él fortaleció a los creyentes a lo largo de Galacia y Frigia, no se nos especifica las ciudades que visitó en estas áreas. Probablemente, visitó por lo menos algunas de las ciudades en que había ministrado previamente, como Derbe, Listra e Iconio en Galacia, y quizás Antioquía en la región de Frigia. Habiendo pasado por Galacia y Frigia, Pablo llegó a la ciudad costera de Efeso en la provincia de Asia o Asia Menor.
A su llegada en Éfeso, Pablo se encontró con doce discípulos de Juan el Bautista que rápidamente recibieron el evangelio de Cristo. Al principio, Pablo evangelizó en la sinagoga, pero en aproximadamente tres meses, los judíos se endurecieron a su mensaje. Así que, durante los próximos dos años él predicó el evangelio y realizó milagros en otra parte de la ciudad.
Finalmente, de alguna manera Pablo y sus compatriotas entraron en conflicto con los artesanos que fabricaban las urnas de Artemisa, la diosa patrona de Éfeso. Evidentemente, Pablo había convertido a tantos a Cristo que el mercado para las urnas paganas había disminuido considerablemente. Como resultado, los artesanos armaron un escándalo, de tal manera que pusieron en riesgo la seguridad de la gente de Pablo.
Después de esto, Pablo y sus compañeros de viaje pasaron varios meses en Macedonia y Acaya, regiones que están dentro de la actual Grecia. Lucas no nos dice mucho sobre el viaje de Pablo en esta parte, aunque sí menciona que comenzaron su regreso a Asia de la ciudad de Filipos. Pablo y sus compañeros desembarcaron en Troas.
Como él planeaba permanecer allí sólo por un día, reunió a los creyentes y les habló ya entrada la noche. Cuando Pablo hablaba, un hombre joven llamado Eutico se durmió y murió al caer de una ventana. Sin embargo, Pablo milagrosamente lo revivió.
Al salir de Troas, Pablo y sus acompañantes viajaron a la ciudad vecina de Asón, dónde se embarcaron de nuevo. Se detuvieron en Mitilene, Quío y Samos, y finalmente llegaron a Mileto, dónde se quedaron por poco tiempo.
Mientras estaban en Mileto, Pablo mandó a traer a los superiores de la iglesia de la ciudad cercana de Éfeso. Los reunió en Mileto para darles algunas instrucciones de la separación y bendecirlos.
Después de esto, el grupo levó la vela de nuevo. Pasando por Cos, Rodas, Pátara y Chipre, llegaron a Tiro, dónde ministraron durante una semana. De allí navegaron a Tolemaida y después a Cesarea, dónde estaba el profeta de Judea.
Agabo le advirtió a Pablo que sería arrestado en Jerusalén, confirmando Pablo que lo que ya sabía era verdad. Aun así, no disuadido por la profecía de Agabo o por las súplicas de sus amigos, Pablo siguió adelante hacia Jerusalén dónde acabó su jornada alrededor del año 57 DC.
Pablo escribió sus dos cartas canónicas a los corintios durante esta tercera jornada misionera, así como dos cartas adicionales que no han sido conservadas. 1 de Corintios fue probablemente escrita en Éfeso, quizás en 55 DC. Poco después de enviar esta carta, Pablo visitó Corinto brevemente tiempo durante el cual fue gravemente ofendido por un miembro de la iglesia. Después de esta visita, escribió una carta que en la actualidad está perdida, algunas veces llamada "la carta de Angustia". Más tarde, después de recibir un informe de Tito sobre la manera positiva en que se había recibido su carta de angustia, Pablo escribió 2 de Corintios, probablemente desde Macedonia y seguramente dentro del siguiente año más o menos de que escribió Primera de Corintios.
Ahora que hemos visto cómo las epístolas de Pablo a los corintios encajan dentro del contexto de su tercer viaje misionero, debemos mirar algunos problemas específicos dentro de la iglesia en Corinto. ¿Qué problemas estaban causando el tumulto? ¿Por qué Pablo tenía que escribirles tantas veces?
Como leemos en Hechos capítulo 18, Pablo había plantado la iglesia corintia durante un viaje misionero anterior y había vivido en Corinto por lo menos un año y medio en esa ocasión. Pero después de su salida, los corintios cristianos se olvidaron de algunas de las enseñanzas de Pablo, y otras las aplicaron mal. Como resultado, surgieron varios conflictos significantes y problemas en la iglesia.
Muchos de los problemas que surgieron en Corinto provinieron de un malentendido de escatología, cómo había traído Cristo los tiempos venideros, los tiempos de salvación y vida. Muchos de los corintios habían llegado a creer que realmente habían recibido más de las bendiciones del futuro que nadie más; ellos pensaron que ya habían recibido las bendiciones últimas de Dios.
Para nuestros propósitos, veremos cómo este malentendido desencadenó cuatro problemas eminentes: primero, dañó las relaciones dentro de la iglesia; segundo, la mala conducta sexual; tercero, los abusos en el culto; y cuarto, un rechazo a la autoridad de Pablo. Veamos primero el problema de las relaciones dañadas.
Pablo mencionó varios tipos diferentes de relaciones dañadas en sus cartas a los corintios, incluyendo cosas como rivalidad dentro de la iglesia, demandas legales entre los creyentes, indiferencia hacia los pobres entre ellos, y una desatención para ministrar a los pobres en Jerusalén. Veamos primero el problema de rivalidad.
Antes de escribir 1 de Corintios, Pablo recibió un informe de que los creyentes en Corinto estaban unos en contra de otros, identificándose cada quien con el maestro que mejor les pareciera. Escuche la manera en que Pablo describió su actitud en 1 de Corintios capítulo 1 versículos 12 y 13:
Quiero decir, que cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo; y yo de Apolos, y yo de Cefas; y yo de Cristo. ¿Acaso está dividido Cristo? ¿Fue crucificado Pablo por vosotros? ¿O fuisteis bautizados en el nombre de Pablo? (1 Corintios 1:12-13)
Pablo se pasmó de la mezquindad que dividió a estos creyentes. Después de todo, Pablo, Apolo, Pedro y Jesús enseñaron lo mismo, y era que Jesús era supremo, y que los apóstoles y maestros como Pedro, Pablo y Apolo eran sus siervos. Ellos no buscaron construir escuelas con rivalidad de pensamiento, sino construir la iglesia de Jesucristo. Como Pablo escribió en 1 de Corintios capítulo 3 versículos 5 y 11:
¿Qué, pues, es Pablo, y qué es Apolos? Servidores por medio de los cuales habéis creído; y eso según lo que a cada uno concedió el Señor. Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo. (1 Corintios 3:5,11)
Pedro, Pablo, Apolo y otros líderes humanos obedecieron a Jesús en todas las cosas. Ellos hicieron lo que Jesús les había dicho que hicieran, que era predicar su evangelio y construir su iglesia.
Tristemente, las divisiones en la iglesia no eran simplemente ideológicas; resulta que los cristianos en Corinto estaban llevándose entre sí a la corte. Escuche cómo Pablo describió la situación en 1 de Corintios capítulo 6 versículos 7 y 8:
Así que, por cierto es ya una falta en vosotros que tengáis pleitos entre vosotros mismos. ¿Por qué no sufrís más bien el agravio? ¿Por qué no sufrís más bien el ser defraudados? Pero vosotros cometéis el agravio, y defraudáis, y esto a los hermanos. (1 Corintios 6:7-8)
Esta falta de preocupación entre sí, también era evidente en la manera que los pobres fueron maltratados en la Cena del Señor. Pablo reprendió esta conducta en 1 de Corintios capítulo 11 versículos 21 y 22:
Porque al comer, cada uno se adelanta a tomar su propia cena; y uno tiene hambre, y otro se embriaga. Pues qué, ¿no tenéis casas en que comáis y bebáis? ¿O menospreciáis la iglesia de Dios, y avergonzáis a los que no tienen nada? ¿Qué os diré? ¿Os alabaré? En esto no os alabo. (1 Corintios 11:21-22)
Tal egoísmo también llevó a una cuarta forma de relación dañada entre los cristianos, su abstención para recaudar fondos de ayuda que habían prometido a los cristianos necesitados en Jerusalén. Pablo les había dicho que hicieran esta colecta incluso antes de que él les escribiera 1 de Corintios. Pero para cuando les envió 2 de Corintios, ellos todavía no lo habían hecho. Escuche la exhortación de Pablo a ellos con respecto a este asunto en 2 de Corintios capítulo 8 versículo 10 y 11:
Porque esto os conviene a vosotros, que comenzasteis antes, no sólo a hacerlo, sino también a quererlo, desde el año pasado. Ahora, pues, llevad también a cabo el hacerlo, para que como estuvisteis prontos a querer, así también lo estéis en cumplir. (2 Corintios 8:10-11)
Pablo les encomendó que expresaran un deseo de satisfacer las necesidades de los santos en Jerusalén, pero tuvo que presionar este asunto a lo largo de 2 de Corintios capítulos 8 y 9 para conseguir que llevaran a cabo su promesa.
Además de las relaciones dañadas, también eran evidentes varios problemas sexuales diferentes en la iglesia de Corinto.
Parece que muchos corintios creyeron que porque Jesús había venido, las cuestiones sexuales ya no eran significantes. De esta actitud, parece que surgieron dos puntos divergentes de la sexualidad. Por un lado, algunos en la iglesia al parecer adoptaron la perspectiva de la licencia sexual. Esto probablemente generaba una variedad de problemas, quizás incluso la homosexualidad y prostitución. Pero Pablo mencionó un problema explícitamente: un hombre estaba cohabitando con su madrastra. Escuche el reproche de Pablo sobre esta situación en 1 de Corintios capítulo 5 versículos 1 y 2:
De cierto se oye que hay entre vosotros fornicación, y tal fornicación cual ni aun se nombra entre los gentiles; tanto que alguno tiene la mujer de su padre. Y vosotros estáis envanecidos. ¿No debierais más bien haberos lamentado, para que fuese quitado de en medio de vosotros el que cometió tal acción? (1 Corintios 5:1,2)
En este contexto, el término griego echo, aquí traducido "tiene," significa "vive sexualmente con". Los corintios estaban tan desconcertados en su teología que ellos realmente se enorgullecían tolerando la relación sexual de este hombre con su madrastra.
Por otro lado, algunos creyentes en Corinto se fueron al extremo opuesto, preferían ascetismo y abstinencia sexual, incluso dentro del matrimonio. Pablo reprendió este punto de vista también, porque violaba el convenio del matrimonio y ponía a ambos esposos en gran tentación sexual. Como escribió en 1 de Corintios capítulo 7 versículos del 2 al 5:
Pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido. El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer con el marido. La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer. No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia. (1 Corintios 7:2-5)
La palabra griega echo también aparece en este texto, dónde se traduce "tener" en la frase "tener su propia esposa". Como ya lo hemos notado, en este tipo de contexto echo significa "vivir sexualmente con". Pablo exhortó a los matrimonios a mantener constantemente relaciones sexuales apropiadas, para así cumplir con su convenio del matrimonio y protegerse de la tentación sexual.
Un tercer gran problema en la iglesia corintia era la mala conducta en el culto. Ya hemos visto que uno de éstos era el maltrato a los pobres durante la Cena del Señor.
Más allá de esto, también surgieron cuestiones con respecto a otros tres problemas: Los roles de género, el uso de los dones espirituales, y la carne sacrificada a los ídolos la comida de ídolos. En primer lugar, Pablo se preocupaba por la manera en que los hombres y mujeres se comportaban en el culto público. Una corrección que aplicó, fue sobre el hecho de cubrirse la cabeza al orar. En 1 de Corintios capítulo 11 versículos 4 y 5 escribió:
Todo varón que ora o profetiza con la cabeza cubierta, afrenta su cabeza. Pero toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, afrenta su cabeza; porque lo mismo es que si se hubiese rapado. (1 Corintios 11:4,5)
Los estudiosos discrepan acerca de si Pablo estaba hablando del uso de pañoletas o velos de oración, o si se estaba refiriendo a los peinados. Hay también una falta de acuerdo general acerca de la identidad de la "cabeza" que se deshonra. Algunos piensan que la "cabeza" se refiere a la parte del cuerpo, mientras que otros creen que la cabeza del hombre es Cristo y la cabeza de la mujer es el hombre. Pero independientemente de lo que estos términos expresan, el problema subyacente es claro: Los hombres y mujeres estaban actuando deshonrosamente en el culto, en parte manchando las distinciones apropiadas entre los géneros.
En segundo lugar, Pablo también trató con el uso de dones espirituales en el culto.
Evidentemente, muchos creyentes corintios poseían dones espectaculares como el de lenguas y profecías, y los usaban tan frecuentemente en los servicios del culto que se hizo un desorden. En 1 de Corintios capítulo 14 versículos 26 al 33, Pablo manejó la situación de esta manera:
Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación. Hágase todo para edificación. Si habla alguno en lengua extraña, sea esto por dos, o a lo más tres, y por turno; y uno interprete Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los demás juzguen. Y si algo le fuere revelado a otro que estuviere sentado, calle el primero pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz. (1 Corintios 14:26-33)
De las palabras de Pablo aquí, parecería que los servicios del culto en Corinto estaban confusos y desordenados, con mucha gente hablando al mismo tiempo. Pablo insistió que a menos que los creyentes se escucharan entre sí, ellos no se beneficiarían de las palabras que el Espíritu había dado.
En tercer lugar, mencionaremos el problema de la carne sacrificada a los ídolos.
En el mundo antiguo, mucha de la carne vendida en el mercado, había sido sacrificada previamente o se había consagrado a un ídolo, e incluso podía obtenerse la comida directamente de los templos paganos. Ahora, Pablo insistió en que las prácticas de adoración paganas no corrompían la carne y los cristianos podían comer de esta comida, siempre y cuando no lo hicieran como un acto de adoración pagano. Pero también advirtió que los creyentes se comprometían a la idolatría cuando comían pensando que era malo. Él abordó este tema en 1 de Corintios capítulo 8 versículo 7, escribiendo:
Pero no en todos hay este conocimiento; porque algunos, habituados hasta aquí a los ídolos, comen como sacrificado a ídolos, y su conciencia, siendo débil, se contamina. (1 Corintios 8:7)
Simplificando, al comer carne que había sido sacrificada a los ídolos, los cristianos corintios con muy poco entendimiento de teología, estaban mezclando la adoración de Cristo con la adoración de dioses paganos. Pablo señaló que incluso los creyentes maduros pecaron cuando al comer, sembraron confusión en sus hermanos más débiles.
Como escribió en 1 de Corintios capítulo 8 versículos 10 y 12:
Porque si alguno te ve a ti sentado a la mesa en un lugar de ídolos, la conciencia de aquel que es débil, ¿no será estimulada a comer de lo sacrificado a los ídolos? De esta manera, pues, pecando contra los hermanos e hiriendo su débil conciencia, contra Cristo pecáis. (1 Corintios 8:10,12)
Al no considerar a sus compañeros creyentes de esta manera, ellos eran en parte responsables por el pecado de los hermanos débiles.
Podemos ver que Pablo estaba profundamente preocupado por una serie de abusos con la adoración de los corintios. Pero la raíz de todos estos problemas era que ellos eran egoístas y arrogantes. Ellos se negaron a dejar de complacerse, incluso cuando su indulgencia ocasionó que otros entraran en pecados terribles como la idolatría. Como veremos después en esta lección, esta negativa para honrar y respetar a otros era tan reprensible que a veces su adoración no tenía valor.
El cuarto problema que debemos mencionar era el rechazo a la autoridad de Pablo como un apóstol. Éste era quizás su mayor problema.
Este problema aparece a lo largo de 1 y 2 de Corintios. Como ya hemos leído en 1 de Corintios capítulo 1 versículos 12 y 13, muchos en Corinto menospreciaban la autoridad de Pablo, levantando a otros líderes en rivalidad, en sus diversos grupos de oposición. Lo que aun tenemos que ver, es el hecho de que en ambas cartas Pablo tenía también que defender su posición de apóstol, contra aquéllos que buscaban desacreditarlo completamente. Por ejemplo, en 1 de Corintios capítulo 9 versículos 1 al 3, escribió:
¿No soy apóstol? Si para otros no soy apóstol, para vosotros ciertamente lo soy; porque el sello de mi apostolado sois vosotros en el Señor. Contra los que me acusan, esta es mi defensa. (1 Corintios 9:1-3)
Y en 2 de Corintios capítulo 12 versículos 11 y 12, él insistió:
Pues yo debía ser alabado por vosotros; porque en nada he sido menos que aquellos grandes apóstoles, aunque nada soy. Con todo, las señales de apóstol han sido hechas entre vosotros en toda paciencia, por señales, prodigios y milagros. (2 Corintios 12:11-12)
Algunos de los corintios se habían vuelto tan engreídos que negaban la autoridad del mismo apóstol que realmente los había convertido. Y en su lugar, ellos ponían a los llamados "súper-apóstoles" quienes realmente no eran en absoluto apóstoles.
Estos apóstoles falsos decían tener la misma autoridad que Pablo y que los otros apóstoles legítimos. Y enseñaban un evangelio falso que estaba haciendo que muchos corintios pecaran en su manera de pensar y de vivir.
En 2 de Corintios capítulo 11 versículos 12 al 15, Pablo criticó a estos hombres malos muy severamente:
Mas lo que hago, lo haré aún, para quitar la ocasión a aquellos que la desean, a fin de que en aquello en que se glorían, sean hallados semejantes a nosotros. Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras. (2 Corintios 11:12-15)
Pablo desmintió a estos hombres con palabras sumamente fuertes porque él sabía que sus mentiras podían tener consecuencias mortales. Si los corintios creían en los apóstoles falsos y rechazaban las enseñanzas de Pablo, ellos negarían a Cristo y al evangelio.
Así que podemos ver que Pablo enfrentó varios problemas al escribir a los corintios. Como veremos, estos problemas estuvieron en el pensamiento de Pablo a lo largo de 1 y 2 Corintios.
Ahora que hemos visto algunos de los problemas importantes que forman el trasfondo de las epístolas de Pablo a la iglesia en Corinto, estamos listos para ver el contenido de estas cartas.
Exploraremos brevemente cada carta canónica a los corintios resumiendo el contenido de sus secciones más importantes. Empecemos con 1 de Corintios.
Primera de Corintios es realmente la segunda carta que conocemos que Pablo escribió a la iglesia en Corinto. En 1 de Corintios capítulo 5 versículo 9, Pablo indicó que existía una carta anterior al decir las palabras, "Os he escrito por carta." Los corintios también le enviaron una carta a Pablo que se menciona en 1de Corintios capítulo 7 versículo 1, y en 1 de Corintios hay varias respuestas a situaciones mencionadas en la carta de la iglesia.
1 de Corintios está conformada por cuatro secciones principales: un saludo en el capítulo 1 versículos 1 al 3; acción de gracias en el capítulo 1 versículos 4 al 9; la estructura principal que consta de las respuestas a las cartas e informes en el capítulo 1 versículo 10 al capítulo 16 versículo 12; y un cierre en el capítulo 16 versículos 13 al 24.
El saludo es considerablemente corto, enfatizando que la carta es de Pablo y Estéfanas, y que va dirigida a la iglesia en Corinto. También incluye una bendición corta que se utiliza como un saludo.
La acción de gracias también es bastante corta, expresa la gratitud de Pablo por la fe y el talento espiritual de los corintios y la confianza en su salvación.
El cierre contiene varias exhortaciones generales, un endoso de Estéfanas y su casa, un saludo final, una bendición y una nota en la propia mano de Pablo que verifica la autenticidad de la carta.
La estructura principal consiste en dos grandes subdivisiones. Desde el capítulo 1 versículo 10 al capítulo 6 versículo 20 vemos las respuestas de Pablo a los informes que había recibido de la casa de Cloe. Desde el capítulo 7 versículo 1 al capítulo 16 versículo 12 están las respuestas de Pablo a la carta que él había recibido de la iglesia corintia.
En la primera de estas dos subdivisiones, Pablo abordó tres problemas principales que habían llamado su atención a través de los mensajes de la casa de Cloe: Las divisiones dentro de la Iglesia; la Inmoralidad; y las asociaciones cristianas. Como ya hemos visto, la iglesia corintia tenía varios problemas que originaban divisiones.
Ellos se dividieron por lealtad a los líderes de diferentes iglesias como Pablo, Pedro, Apolo y Jesús. Se dividieron entre sí demandándose legalmente. Y se volvieron arrogantes. Pablo tomó este problema de diferentes maneras.
Por ejemplo, él dijo que si sólo hubieran fijado su mirada en Jesús como su principal líder, y hubieran considerado a los apóstoles y maestros como siervos de Cristo, los corintios no hubieran chocado sobre sus preferencias de ciertos apóstoles y maestros. Al poner a los apóstoles y maestros de la iglesia en un lugar tan alto, ellos habían perdido la visión de Jesús, que por mucho sobrepasaba a los otros.
Pablo también escribió ampliamente sobre la total ineptitud de la sabiduría mundana al ocuparse de cuestiones espirituales. Evidentemente la influencia de esta minoría en la iglesia corintia estaba principalmente compuesta por aquellos que la sociedad secular respetaba, como los de una alta sociedad económica y educada. Bajo su dirección, el resto de la iglesia siguió uniéndose a los valores mundanos. Por ejemplo, en el capítulo 1 versículos 19 y 20, escribió:
Pues está escrito: Destruiré la sabiduría de los sabios, Y desecharé el entendimiento de los entendidos. ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo? (1 Corintios 1:19-20)
Además de decirles a los corintios que eran tontos por pensar como el mundo, también les dijo que eran espiritualmente inmaduros. En el capítulo 3 versículos 1 y 2 escribió:
De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía. (1 Corintios 3:1-2)
En otras palabras, mientras los corintios divisivos se creían superiores por su sabiduría y madurez, en realidad no sabían casi nada y ni siquiera estaban cerca de calificar para guiar al pueblo de Dios. Sus valores mundanos los habían cegado a la verdad espiritual.
Pablo también tomó a los corintios para hablarles sobre la inmoralidad que se le había reportado.
Ya hemos mencionado el caso del hombre que estaba cohabitando con su madrastra. Pablo se dirigió a ese problema en el capítulo 5 versículo 1 al 13. Pero escribió más generalmente sobre el asunto en el capítulo 6 versículo 12 al 20, dónde aprendemos que al parecer, los corintios habían usado mal la frase: "Todo me es lícito." Pablo respondió directamente a este error calificando la frase en los versículos 12 y 13:
Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo. (1 Corintios 6:12-13)
Como hemos visto, algunos corintios pensaron que cualquier conducta sexual era permitida ahora que Jesús había venido.
Ahora, en otra parte en el capítulo 6 Pablo mencionó varios pecados sexuales que habían caracterizado a los corintios, antes de su venida a Cristo, incluyendo fornicación, adulterio, prostitución de hombres y mujeres, y homosexualidad. Es posible, aunque no un hecho, que sus declaraciones sobre la inmoralidad se hayan dirigido a los miembros de la iglesia corintia que aun practicaba estas actividades. Por lo menos, la tolerancia de la iglesia hacia el hombre que claramente cohabitó con su madrastra, demostraba su negligencia en esta área.
Finalmente, Pablo aclaró algunas de las instrucciones que previamente había dado a la iglesia acerca de las asociaciones cristianas.
Él quería que mantuvieran una relación con los no creyentes en el mundo, pero que guardaran su distancia con los que se decían ser creyentes pero tenían grandes pecados y traían una mala reputación al pueblo de Dios, como el hombre que vivía en una relación sexual con su madrastra. En estas cosas, la iglesia corintia debía practicar una disciplina de iglesia apropiada, incluso excomulgar a quien fuera necesario. Pablo resumió estas instrucciones en el capítulo 5 versículo 11:
Más bien os escribí que no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis. (1 Corintios 5:11)
La segunda gran sección de la estructura principal de 1 de Corintios va desde el capítulo 7 versículo 1 al capítulo 16 versículo 12. Aquí es donde encontramos las respuestas de Pablo a las preguntas de la iglesia corintia en los asuntos del matrimonio en el capítulo 7 versículos 1 al 40. En los capítulos 8 al 10 la carne sacrificada a los ídolos comida de los ídolos. El capítulo 11 versículos 2 al 34 trata con las preguntas sobre la adoración y no se identifica precisamente por responder a las preguntas de los corintios. En los capítulos 12 al 14, de los dones espirituales. En el capítulo 15 presenta el tema de la resurrección de todos los creyentes. En el capítulo 16 versículos 1 al 12 la colecta para la iglesia en Jerusalén y Apolo.
Las primeras preguntas que Pablo respondió, fueron sobre el matrimonio, después las nupcias y el celibato. Pablo realzó estos temas en el capítulo 7 versículos 1 al 40.
La tendencia de algunos creyentes corintios hacia el ascetismo parece haber dado lugar a las preguntas sobre la conducta sexual dentro del matrimonio y sobre lo honorable del matrimonio mismo. En respuesta a esto, Pablo aseveró en ambos, el matrimonio y el celibato e insistió en que el matrimonio debe incluir un elemento sexual. Pero también enseñó que el celibato es más favorable que el matrimonio porque el celibato les permite a los creyentes enfocarse más en las cosas del Señor. Algunos creen que Pablo sólo prefirió el celibato sobre el matrimonio durante las situaciones de crisis, mientras que otros aplican sus instrucciones a todos los creyentes y en todo momento desde la primera venida de Cristo.
En los capítulos 8 al 10, Pablo se dirigió al tema de la carne que había sido sacrificada a los ídolos.
Ya hemos hablado de la comida que se servía en los templos de los ídolos, que es el tema principal del capítulo 8. Pero en la práctica común, en los templos paganos no se comían ni servían toda la carne de los animales que mataban, y a menudo vendían el resto. Así que, en el capítulo 10, Pablo escribió sobre la carne comprada en el mercado. Él defendió a los creyentes que comían de esta carne, siempre y cuando no lo hicieran como un acto de culto pagano o en contra de su conciencia. Pero también les enseñó a no comer cuando sus acciones pudieran ser tomadas equivocadamente para la idolatría. En el capítulo 9, explicó su propio deseo de restringir esa libertad cristiana, pidiendo implícitamente a otros que hicieran lo mismo.
En el capítulo 11, Pablo se enfocó en dos temas relacionados con la adoración : roles de género, lo cual mencionó en los versículos 2 al 16, y el maltrato a los pobres durante la Cena del Señor, con lo cual trató en los versículos 17 al 34.
Ya hemos investigado estos dos temas, así que ya no vamos a hablar de ellos, más que mencionar que la misma arrogancia y egocentrismo por la que habían surgido grupos de oposición dentro de la iglesia, demandas y que cristianos débiles tropezaran por lo que comían, habían también hecho que creyentes no se respetaran entre sí en la adoración. No nos sorprende que la solución de Pablo no fuera sólo detener las conductas ofensivas, sino también cambiar actitudes del corazón.
En los capítulos 12 al 14 Pablo abordó problemas con el uso de dones espirituales.
En el capítulo 12 explicó que el Espíritu Santo, no dio los dones para reforzar la condición de los que los recibían o como un premio al que era recto; más bien, se los dio a las personas según las necesidades de la iglesia.
En el capítulo 13 que normalmente es conocido como el "capítulo de amor", Pablo explicó que todos los dones espirituales serían usados en amor y que si no se usaran de esta manera, no tendrían valor.
Finalmente, en el capítulo 14, reprendió a los corintios por sus servicios de adoración tan desordenados y dio las instrucciones sobre cómo debían refrenar el uso de sus dones en la adoración pública.
El capítulo 15 presenta el tema de la resurrección de todos los creyentes.
Evidentemente, algunos en la iglesia corintia negaban que los creyentes serían levantados de la muerte con un cuerpo. En respuesta a este error, Pablo explicó que la resurrección de Cristo era esencial para el evangelio y que para que los creyentes recibieran la salvación final, tendrían que ser levantados así como lo fue Jesús.
Pablo terminó de responder a las preguntas de los corintios en el capítulo 16 versículos 1 al 12, dándoles instrucciones de cómo realizar la colecta que se necesitaba para la iglesia en Jerusalén, y haciendo algunos comentarios sobre Apolo.
Ahora que hemos visto el contenido de 1 de Corintios, debemos centrar nuestra atención en el contenido de la segunda carta canónica de Pablo a los corintios.
2 de Corintios puede esquematizarse de varias maneras. Hemos escogido cuatro títulos principales para presentar su material: un saludo en el capítulo 1 versículos 1 y 2; una introducción en el capítulo 1 versículos 3 al 11; la estructura principal del capítulo 1 versículo 12 al capítulo 13 versículo 10; y un cierre en el capítulo 13 versículos 11 al 14.
El saludo establece que la carta es de Pablo y Timoteo e identifica a la iglesia en Corinto y los santos en la región circundante de Acaya como el público hacia el que estaba dirigido. Incluye una bendición corta que sirve como un saludo.
El incluir una introducción no es algo típico de Pablo. Esta introducción en especial describe el intenso sufrimiento por el que Pablo estaba pasando por causa de su ministerio, así como el consuelo que recibió de Dios. Mientras ésta sirve principalmente para hacer que los corintios simpaticen con los argumentos de Pablo, también ofrece un gran consuelo a todos los creyentes que sufren por causa del evangelio, incluso se refiere al Señor como "Dios de toda consolación" Es más, anima a aquéllos que sufren a que aprendan de sus experiencias cómo confortar a otros que sufren.
El cierre es bastante breve, consiste en algunas exhortaciones generales y un saludo final.
La estructura principal constituye el contenido de la carta e incluye cinco subdivisiones mayores:
Un argumento sobre la conducta de Pablo del capítulo 1 versículo 12 al capítulo 2 versículo 11. Un argumento sobre el ministerio de Pablo del capítulo 2 versículo 12 al capítulo 7 versículo 1; las instrucciones con respecto la colecta para Jerusalén, del capítulo 7 versículo 2 al capítulo 9 versículo 15; un argumento, continuando sobre el ministerio de Pablo del capítulo 10 versículo 1 al capítulo 12 versículo 13; y un argumento sobre la próxima visita de Pablo del capítulo 12 versículo 14 al capítulo 13 versículo 10. Del capítulo 1 versículo 12 al capítulo 2 versículo 11, Pablo defendió su conducta de dos maneras. Primero, explicó por qué no había visitado Corinto como lo había planeado previamente. Y segundo, habló de un mal que se le había estado haciendo a él por uno de los corintios.
Evidentemente, después de que Pablo dio a conocer sus planes de visitar Corinto, surgió un conflicto entre él y algunos de la iglesia corintia. Como resultado, Pablo sabía que si los visitaba tendría una confrontación, tal vez incluso disciplinaria. Por lo que, como un acto de conciencia de parte de Pablo, cambió los planes de su viaje.
Varios cristianos en Corinto no comprendieron que éste era un acto de misericordia, se ofendieron por el cambio de planes. Incluso cuestionaron su credibilidad.
En lo que podría haber sido una cuestión relacionada, Pablo también se dirigió a la situación particular de un creyente que lo había juzgado mal y que en consecuencia había sido disciplinado por la iglesia. Pablo le aseguró a la iglesia que había perdonado al hombre y que la disciplina había sido suficiente. Y le dio instrucciones a la iglesia de reafirmar su amor por el hombre y restaurarlo en compañerismo.
Del capítulo 2 versículo 12 al capítulo 7 versículo 1, Pablo se dirigió a un problema más serio: ciertos individuos dentro de la iglesia corintia continuaron dudando de la posición de apóstol de Pablo.
Como ya hemos visto, Pablo se había dirigido a este problema en 1 de Corintios. Pero por sus palabras en 2 de Corintios, es obvio que varios de los cristianos en Corinto no se habían arrepentido de su error. Así que, Pablo presentó una extensa defensa por la naturaleza de su ministerio, proclamando que su llamado y su poder venían de Dios y dejando claro que si rechazaban su posición de apóstol, tendrían graves consecuencias.
De hecho, en 2 de Corintios capítulo 5 versículos 18 y 20, llegó incluso a insinuar que aquéllos que dudaran de su posición de apóstol, ni siquiera eran salvos, al escribir:
Y todo esto proviene de Dios y nos dio el ministerio de la reconciliación Así que, somos embajadores en nombre de Cristo.. os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios. (2 Corintios 5:18, 20)
Aquéllos que todavía no se han reconciliado con Dios, llevan el peso de su propio pecado – ellos no han sido perdonados. Y claro, el propio Jesús enseñó que rechazar a sus embajadores, es rechazarlo a él también. Como el Señor dijo a sus ministros en Lucas capítulo 10 versículo 16:
El que a vosotros oye, a mí me oye; y el que a vosotros desecha, a mí me desecha; y el que me desecha a mí, desecha al que me envió. (Lucas 10:16)
Este asunto era tan importante, que Pablo usó mucho de esta carta para tocar este tema de varias maneras. Lo último que él deseaba para los corintios que tanto amaba, era que perecieran por haber negado su evangelio.
La tercera subdivisión consiste en instrucciones con respecto la colecta para Jerusalén, y abarca desde el capítulo 7 versículo 2 hasta el capítulo 9 versículo 15.
En este tiempo, los cristianos en Jerusalén estaban en gran necesidad debido a una crisis de hambre en Judea. La iglesia corintia, junto con muchas otras iglesias, se había comprometido a enviar fondos para ayudarlos. Pero los corintios no habían terminado la colecta de su contribución. Así que Pablo los comprometió en una discusión larga sobre el valor del sacrificio por causa de otros. Primero mencionó la manera tan ejemplar de dar de las iglesias Macedónicas, que daban aun más de lo que podrían permitirse el lujo de dar, y estaban contentos por el honor de servir de esta manera. También mencionó el ejemplo de Cristo, quien dio su misma vida para que los corintios pudieran disfrutar abundancia. Más allá de esto, exhortó a los corintios diciéndoles que Dios les daría grandes bendiciones si ellos llevaban a cabo sus primeras intenciones. Del capítulo 10 versículo 1 al capítulo 12 versículo 13, Pablo volvió a defender su posición de apóstol.
Pareciera que los corintios cristianos valoraban en sus líderes aquellos rasgos que eran muy respetados en el mundo, y como Pablo no exhibía estos rasgos, muchos en Corinto demeritaban su enseñanza y autoridad.
Por ejemplo, los corintios aparentemente valoraban a los predicadores con experiencia y esperaban que sus líderes recibieran un sueldo en la iglesia. Ya que Pablo no era un orador profesional y financieramente se mantenía sólo mientras estuvo en Corinto para no ser una carga para la iglesia, él fue considerado inferior.
En respuesta a esta actitud, Pablo puso en claro su situación, tanto para reafirmar la legitimidad de su ministerio, como para reprender a los corintios por sostener valores erróneos. Entre otras cosas, mencionó sus grandes sacrificios por causa del evangelio, y su propia experiencia de ver el cielo. Incluso siguió a la ofensiva, atacando y desacreditando a los apóstoles falsos que extendieron sus mentiras en Corinto, pero que no obstante llevaban credenciales terrenales que los corintios respetaban. De estos hombres, Pablo escribió en 2 de Corintios capítulo 11 versículos 13 y 14:
Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. (2 Corintios 11:13-14)
Al llamar a los apóstoles falsos, servidores de Satanás, Pablo aclaro que eran incrédulos y mentirosos, de la misma manera aquéllos que los escucharon bajo su propio riesgo.
Finalmente, en el capítulo 12 versículo 14 al capítulo 13 versículo 10, Pablo tocó el tema de su próxima visita.
Ahora estaba planeando ir a Corinto sin importarle si eso sería motivo de crítica o no en la iglesia. Tristemente, él temía encontrar a muchos creyentes activos que habían sido advertidos sobre sus graves pecados pero que se habían negado a arrepentirse. Pablo pidió a sus lectores que se examinaran para asegurarse de que ellos estaban en la fe. Escuche sus palabras en 2 de Corintios capítulo 13 versículo 5:
Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados? (2 Corintios 13:5)
Pablo sabía que muchos que profesaban la fe, no confiaban en Cristo para la salvación. Así que predicó el evangelio de arrepentimiento, fe y salvación a la iglesia corintia con la esperanza de que sus antagonistas se volvieran seguidores genuinos de Jesucristo.
Habiendo analizado brevemente el trasfondo y contenido de las cartas canónicas de Pablo a los corintios, debemos volver nuestra atención a nuestra tercera preocupación: Las perspectivas teológicas de Pablo como se reflejan en Primera y Segunda de Corintios.
Hasta ahora en esta lección, hemos analizado varios problemas específicos que Pablo abordó en Primera y Segunda de Corintios. Y hemos insinuado que el escaso entendimiento de los corintios sobre la escatología, influyó significativamente en todos estos problemas. Así que, volveremos nuestra atención a la manera en que Pablo usó su doctrina de los últimos días o su escatología para corregir a su audiencia.
Como lo hemos notado a lo largo de estas lecciones, la escatología de Pablo estaba arraigada a las perspectivas judías comunes en el plan de Dios para la historia. Durante el primer siglo, el conocimiento judío dominante era que el Antiguo Testamento dividía la historia en dos eras: "esta era" y "los tiempos venideros". "Esta era" se refería a la era presente de pecado, juicio y muerte, mientras que "los tiempos venideros" se refería a la era futura del último juicio y las bendiciones, las últimas bendiciones para el pueblo de Dios y el último juicio contra sus enemigos. El evento que marcó la transición entre las eras fue la venida del "Mesías" o "Cristo". Cuando el Mesías vino, se pensó que Él finalizaría esta era y empezaría los tiempos venideros.
Claro, los seguidores de Cristo, como Pablo y los otros apóstoles, reconocieron que la historia no se había desplegado precisamente de la manera en que la teología judía lo suponía. No había duda de que Jesús era el Mesías y él inauguró los tiempos venideros. Pero él no cumplió todas las bendiciones prometidas en su totalidad. Para abreviar, vivimos en un tiempo en el que los tiempos venideros de la salvación eterna "ya están" aquí de alguna manera, pero "todavía no" de otra. Este, es un tiempo en el que la era presente y los tiempos venideros, existen simultáneamente. Durante esta intersección de las eras, aunque disfrutamos de muchas bendiciones de los tiempos venideros, también debemos reconocer la pelea y penalidad que aun existe en la era de pecado y muerte.
Pablo supo que este modelo de escatología creó dificultades a la iglesia primitiva porque los dejó en duda de cuánto de los tiempos venideros ya estaba presente. En las lecciones anteriores, hemos visto que algunos creyentes tomaron posiciones extremas en este asunto. Por ejemplo, Tesalonicenses desarrolló lo que nosotros llamamos "escatología sobre-entusiasta," creyendo que en el futuro inmediato, Jesús anularía la era presente y consumaría los tiempos venideros en toda su plenitud. Como resultado, ellos consideraban que la vida en esta era realmente no tenía ninguna importancia. Los gálatas, por su lado, actuaron como si los tiempos venideros no hubieran llegado de ninguna manera significante. Nosotros etiquetamos su error como "escatología minimizada".
Conforme veamos de cerca los problemas en Corinto y a las respuestas de Pablo hacia ellos, veremos que los corintios también habían fallado grandemente en la evaluación del plan de las eras. En sus mentes, la era presente de pecado y muerte había dejado de existir por completo, dejándolos en libertad de disfrutar la plenitud de la dádiva de los tiempos venideros. Su error estaba dentro de una "escatología sobre realizada". Así que, mientras Pablo habló de problemas específicos en su iglesia, les enseñó cómo evaluar y vivir sus vidas propiamente durante la transición del "ya" y el "todavía no."
Aunque Pablo se dirigió a los problemas de los corintios de muchas maneras, nos enfocaremos en tres elementos de su escatología que aparecieron con regularidad en estas cartas: la fe, sobre todo con respecto a la superioridad de Cristo; la esperanza en el futuro y no en el mundo presente; y el amor como un elemento crucial del vivir cristiano. Primero veamos la forma en que Pablo dio énfasis a la superioridad de Cristo para curar los desequilibrios en la fe de los corintios.
En esta lección hemos visto que el orgullo de los corintios y su arrogancia causaron muchos problemas en la iglesia. Principalmente, esta arrogancia se desarrolló porque los corintios habían perdido su vista de la exaltación de Cristo como Señor sobre todo, y Cristo como Salvador de todo. Con respecto al Señorío de Cristo, ellos le quitaron énfasis a su papel de la consumación y el gobierno de su reino.
Algunos corintios cristianos actuaban como si Cristo hubiera traído el reino de Dios en prácticamente toda su plenitud, para que ellos ya disfrutaran de muchas, si no es que de la mayoría de las bendiciones eternas que Dios tiene en mente para los creyentes. También actuaron como si Jesús los hubiera puesto como gobernantes sobre su reino terrenal recientemente establecido. Esto parece haber sido sobre todo la opinión de aquellos corintios que manejaron la autoridad en la iglesia. Imaginaron que Cristo les había dado este poder porque ellos eran más sabios y más espirituales que los demás.
Escuche la manera en que Pablo los reprendió por esta manera de pensar en 1 de Corintios capítulo 4 versículos 7 al 10:
Porque ¿quién te distingue? ¿o qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido? Ya estáis saciados, ya estáis ricos, sin nosotros reináis. !!Y ojalá reinaseis, para que nosotros reinásemos también juntamente con vosotros! Porque según pienso, Dios nos ha exhibido a nosotros los apóstoles como postreros, como a sentenciados a muerte; pues hemos llegado a ser espectáculo al mundo, a los ángeles y a los hombres. Nosotros somos insensatos por amor de Cristo, mas vosotros prudentes en Cristo; nosotros débiles, mas vosotros fuertes; vosotros honorables, mas nosotros despreciados. (1 Corintios 4:7-10)
En este pasaje Pablo se burló de la manera tan arrogante de pensar de estos corintios. Ellos pensaban que habían merecido un estatus y la honra, pero de hecho era Cristo quien les había dado estas cosas. Ellos sabían que los seguidores fieles de Cristo reinarían en la tierra restaurada con él un día, pero pensaban tontamente que su reino ya había empezado aunque Cristo aun no hubiera vuelto como rey. Y exigieron para ellos mismos sabiduría, fuerza y gloria que realmente pertenecía solo a Cristo.
En ciertos aspectos, estos errores son entendibles. Los corintios evaluaron correctamente que los creyentes reinarán en la nueva tierra después de que Cristo la restaure. Y entendieron propiamente que los creyentes reciben premios eternos basados en sus acciones en esta vida. Ya que ellos creyeron que el estado final del reino estaba básicamente a la mano, era natural que pensaran que ya habían sido glorificados y habían recibido ya sus premios. Es más, como Cristo no había sido visto en este supuesto reino restaurado, era fácil para ellos tomar su papel y continuar como gobernantes.
Pero fueran o no sus errores entendibles, no eran aceptables. De hecho, ellos estaban descargando el estrago en la iglesia, deshonrando y dañando grandemente a esos creyentes que no estaban en posiciones de influencia.
Así que, para corregir este problema, Pablo dio énfasis al hecho de que no se había comprendido la era de los tiempos venideros todavía en toda su plenitud. Nadie había "comenzado a reinar"; todos seguían esperando el regreso de Cristo.
Los corintios tampoco exaltaron a Cristo al devaluar su papel como Salvador. Específicamente, ellos pasaron por alto el hecho de que sólo a través de la unión con Cristo los creyentes reciben las bendiciones de los tiempos venideros, incluso los regalos espirituales y el honor.
A través de la unión con Cristo, los creyentes comparten la identidad y el mérito de Cristo. Y debido a esto, Dios los ve como si ellos fueran el mismo Cristo, para concederles el estatus, el honor y los dones que disfrutan en la iglesia.
Pero en las mentes de muchos corintios, los dones y el honor eran ganados por creyentes individualmente. Ellos pensaban que si un cristiano tenía influencia y estatus, era porque esa persona merecía tales cosas. Y si a un creyente le faltaba tal prominencia terrenal, sería porque era un cristiano inferior.
Así que, Pablo respondió a este error dando énfasis a otro aspecto de su escatología que resaltaba la importancia de Cristo, llamada la doctrina de la unión entre Cristo y los creyentes. Escuche la manera en que Pablo lo explicó en 2 de Corintios capítulo 5 versículos 15 al 17:
Y por todos [Cristo] murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos. De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. (2 Corintios 5:15-17)
Pablo insistió que los creyentes no se evaluaran así mismos o a otros según las normas de la carne o mundanas. Más bien, él quería que vieran a todos los creyentes como personas que están unidas a Cristo y mostrarse entre sí el honor y amor que mostrarían al Señor.
Escuche su consejo en 1 de Corintios capítulo 8 versículos 11 y 12:
Y por el conocimiento tuyo, se perderá el hermano débil por quien Cristo murió. De esta manera, pues, pecando contra los hermanos e hiriendo su débil conciencia, contra Cristo pecáis. (1 Corintios 8:11-12)
Pablo enseñó que, debido a que los creyentes están unidos a Cristo, pecar contra un creyente es pecar contra Cristo. Y levantó el mismo tipo de argumento cuando enseñó que el privilegiado no debía avergonzar al pobre durante la Cena del Señor. En 1 de Corintios capítulo 11 versículos 24 al 27 escribió:
Y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí. Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor. (1 Corintios 11:24-27)
Pablo recordó a los corintios que Jesús se había dado para todos ellos, no sólo para el adinerado y poderoso. Y les recordó que era sólo por medio de Cristo que todos los creyentes tenían igualdad, que habían recibido las bendiciones de los tiempos venideros. Finalmente, aclaró que participar en la Cena de una manera indigna, esto es, maltratando a los pobres u otros creyentes durante la Cena, era pecar contra el propio Jesús.
Pablo continuamente señaló la unión con Cristo como una base para honrar, valorar y ministrar a otros creyentes. Él hizo esto en 1 de Corintios capítulo 12 versículo 12 cuando escribió que los creyentes se necesitan entre sí del mismo modo que las partes del cuerpo humano se necesitan. Lo hizo de nuevo en 2 de Corintios capítulo 1 versículo 5 cuando animó a los creyentes a que compartieran la paz de Cristo. Nos faltaría tiempo si mencionáramos cada manera en la que Pablo expuso estas ideas en sus cartas a la iglesia en Corinto, por lo que tendremos que estar satisfechos con resumir su pensamiento de esta manera: Los creyentes participan en las bendiciones de los tiempos venideros sólo por medio de la unión con Cristo. Cuando nosotros reconocemos esto, podemos dar la gloria apropiada a Cristo y podemos evitar muchos pecados arraigados en la arrogancia.
La segunda manera en que Pablo intentó corregir la escatología de los corintios fue recordándoles la naturaleza provisional de sus bendiciones en el mundo presente.
Aunque los corintios disfrutaban de muchas bendiciones de los tiempos venideros, la era presente de pecado y muerte aun no había terminado. Por ejemplo, en 1 de Corintios capítulo 7 versículo 31, Pablo escribió:
Porque la apariencia de este mundo se pasa. (1 Corintios 7:31)
E hizo una declaración similar en 1 de Corintios capítulo 2 versículo 6 cuando escribió,
Hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; y sabiduría, no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, que perecen. (1 Corintios 2:6)
Y en 1 de Corintios capítulo 15 versículo 50, agregó,
Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción. (1 Corintios 15:50)
Claro, que los corintios sabían que eran de carne y sangre, así que esto les indicaba que no podían, en su estado actual, recibir todos sus premios eternos. Igualmente, Pablo argumentó en 1 de Corintios capítulo 4 versículo 8 "¡Y ojalá reinaseis !" que los corintios no habían empezado a reinar con Cristo todavía. Ése sería otro aspecto de vida en la llenura de los tiempos venideros.
Quizás el argumento más largo que Pablo hizo, que aplica directamente a la doctrina de esperanza, puede encontrarse en 1 Corintios capítulo 15. Allí, Pablo refutó a aquéllos que negaron la resurrección corporal futura de todos los creyentes. Como hemos visto, por lo menos algunos miembros de la iglesia de los corintios creían que ya estaban disfrutando de la mayoría, si no es que de todos, los beneficios de los tiempos venideros. Creían que ya no tenían nada que buscar. En 1 Corintios 15, Pablo aclaró que algunos grandes eventos aun deben ocurrir y algunos cambios increíblemente significativos aun deben tomar lugar, antes de que los tiempos venideros lleguen a su plenitud.
Él resumió estos cambios en 1 de Corintios capítulo 15 versículos 22 al 24:
Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados. Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida. Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia. (1 Corintios 15:22-24)
Los creyentes deben levantarse de la muerte, así como Cristo lo ha hecho, pero su resurrección no tendrá lugar hasta que Cristo vuelva. Entonces, pasarán la eternidad con Él en sus cuerpos glorificados. El regreso de Cristo y la resurrección de los creyentes, señalarán el fin de estos tiempos con su gobierno, su autoridad y su poder. Como Cristo no había vuelto todavía y la resurrección no había tenido lugar aun, los corintios, a pesar de lo que pensaban, todavía no estaban viviendo en gloria. Tal como lo escribió en 1 de Corintios capítulo 15 versículo 19;
Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres. (1 Corintios 15:19)
Simplemente hablando de la naturaleza provisional del mundo presente, Pablo esperó darles una perspectiva realista a los corintios en sus vidas y su iglesia. Y esperó que esta nueva perspectiva los llevara a arrepentirse de su arrogancia y pecado.
La última de las perspectivas teológicas de Pablo que mencionaremos, es la importancia del amor.
Pensamos en el amor como el resumen de toda la ley de Dios o como el mayor de los mandamientos, pero no como un elemento de escatología. Si bien es cierto que el amor es tan importante en los tiempos actuales como en los tiempos venideros, también es verdad que para Pablo, el amor era lo que nosotros podríamos llamar una virtud escatológica. Es decir, era un elemento importante en su teología de los últimos días. Por ejemplo, considere el argumento de Pablo sobre el valor permanente del amor, encontrado en su famoso "capítulo del amor", 1 Corintios capítulo 13.
En los versículos 8 al 10 de ese capítulo, escribió:
El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará. (1 Corintios 13:8-10)
Su punto era que muchos aspectos de la vida en estos tiempos, no continuarán cuando los tiempos venideros lleguen en su plenitud.
Ni profecía ni dones de conocimiento servirán de nada cuando las cosas de las que hablan estén justo delante de nuestras caras. De la misma manera, incluso las grandes virtudes cristianas como la fe y la esperanza no tendrán ningún lugar real en la plenitud de los tiempos venideros. De todos los dones espirituales y virtudes cristianas que Pablo menciona en este capítulo, sólo el amor seguirá siendo manifestado y valorado en la plenitud de los tiempos venideros. Amamos ahora y amaremos entonces. Somos amados ahora y seremos amados entonces. El amor en sí es parte de las bendiciones de los tiempos venideros. De hecho, es la principal expresión de esas bendiciones. Pero, ¿Cómo aplicó Pablo la virtud escatológica del amor a los problemas en Corinto? Bien, ya hemos visto varias maneras en que lo ha hecho.
Por ejemplo, animó a los creyentes con mayor conocimiento a abstenerse de comer en templos de ídolos, ya que los cristianos débiles podrían caer en idolatría al ver esto. Introdujo el tema con estas palabras en 1 de Corintios capítulo 8 versículo 1,
En cuanto a lo sacrificado a los ídolos, sabemos que todos tenemos conocimiento. El conocimiento envanece, pero el amor edifica. (1 Corintios 8:1)
En otras palabras, su enseñanza sobre no comer la comida de los ídolos, realmente era una enseñanza sobre cómo amar. Pablo también habló fuertemente del amor al defender su posición de apóstol. Por ejemplo, al explicar el por qué ministró de esa manera, escribió en 2 de Corintios capítulo 5 versículos 14 y 15:
Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos. (2 Corintios 5:14-15)
La manera más explícita en la que Pablo aplicó estas ideas sobre el amor a los problemas en Corinto, estaba en sus instrucciones con respecto a los dones espirituales. Aunque el Espíritu Santo había dado dones a los corintios de tremendas maneras, la vanidad de aquellos con los dones más espectaculares, como el de lenguas y de profecía, los llevó a minimizar a muchos que tenían dones menos emocionantes. Y una de las maneras en que Pablo esperaba remediar esta situación, era señalando que todos los dones, espectaculares o no, son inútiles e incómodos si no se ejercen en el amor. Como escribió en 1 de Corintios capítulo 13 versículos 1 al 2:
Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. (1 Corintios 13:1-2)
La profecía, las lenguas, el conocimiento sobrenatural y la fe trabajando en milagros, todos parecen impresionantes si se ven desde un punto de vista mundano. Pero en realidad, son dados para el beneficio espiritual de los creyentes, no para un valor mundano ni para experimentar placer. A menos que sean usados en amor, los dones espirituales no traen bendiciones espirituales. Sólo al usarse en amor, estos dones han mitigado el sufrimiento y la muerte de estos tiempos permitiendo a la iglesia participar en las bendiciones de los tiempos venideros.
En esta lección hemos visto cómo Pablo respondió a los problemas que surgieron en la iglesia de Corinto. Hemos revisado el trasfondo de su relación con esta iglesia, así como el contenido de sus cartas canónicas. Finalmente, hemos visto cómo Pablo aplicó el corazón de su teología a sus problemas, llamando a los creyentes a reevaluar su "sobre-realizada" escatología, y por lo tanto a arrepentirse de su pecado, aprender la humildad, honrarse entre sí, y esforzarse y tener esperanza en el futuro del reino de Dios.
Cuando consideramos cómo Pablo manejó la iglesia corintia, nos damos cuenta de que su escatología era un elemento esencial en las soluciones a sus problemas y también de que puede instruirnos hoy. Muchos cristianos todavía piensan más en ellos mismos que en lo que deben pensar, aun se reflejan en sus dones con vanagloria y siguen orientando sus vidas conforme a sus propias necesidades y deseos. Las iglesias hoy, continuamente sufren divisiones, oposición y pecado sexual. Y algunos incluso tratan la revelación de los profetas y apóstoles de Dios, como Pablo, sin respeto y hasta con desprecio. Pero Cristo no llamó a Pablo como su embajador para que lo ignoráramos, ni Cristo vivió y murió por nosotros para que nos conformáramos con este mundo caído actual. Conforme escuchamos al corazón de la teología de Pablo, nos exhorta, tal como exhortó a los corintios, a amarnos los unos a los otros, y a enfocarnos en Cristo mientras esperamos la consumación de los tiempos a su regreso.