¿Has tenido alguna vez un amigo que pensaste que conocías muy bien, pero entonces sucedió algo que te mostró otra cara de él que nunca habías visto antes?
Algo por el estilo pasa frecuentemente cuando los cristianos comienzan un estudio serio del apóstol Pablo. Ahora, la mayoría de los cristianos están familiarizados con Pablo y sus epístolas. Escuchamos muchos sermones basados en sus cartas, y con frecuencia nos enfocamos en ellas en estudios bíblicos. En muchas maneras, se le percibe como un amigo muy familiar. Pero muchos cristianos que profundizan en la vida y teología de Pablo se sorprenden de lo que encuentran.
En esta serie de lecciones, vamos a explorar "El Corazón de la Teología de Pablo". Hemos llamado a esta primera lección, "Pablo y Su Teología", Comenzaremos este estudio enfocándonos en la vida de Pablo así como en sus escritos para encontrar los elementos esenciales en su teología.
Al mirar a Pablo y a su teología, tocaremos tres asuntos principales. Primero, exploraremos algunos aspectos importantes del trasfondo de Pablo, y veremos cómo éstos influyeron profundamente sus creencias cristianas. Segundo, veremos cómo las creencias de Pablo se relacionaban con su ministerio como apóstol. Tercero, identificaremos las perspectivas teológicas centrales de Pablo, esas ideas cruciales en las que Pablo basó muchas de las cosas que enseñó a otros. Comencemos echando un vistazo al trasfondo cultural de Pablo.
Todos sabemos por experiencia propia que muchas cosas influyen en lo que creemos de Dios, de nosotros mismos, y del mundo que nos rodea. Nunca nadie ha desarrollado teología en un vacío, y esto también fue verdad para Pablo. Aunque el Espíritu Santo condujo a Pablo a la verdad de la fe cristiana, el Espíritu también utilizó muchos aspectos del trasfondo de Pablo en el proceso para guiarlo hacia la verdad. Y esto quiere decir que si queremos entender el corazón de la teología de Pablo, debemos familiarizarnos con su vida.
Desafortunadamente, no sabemos mucho de la educación personal de Pablo Pero sabemos que creció bajo dos fuertes influencias culturales. Por un lado, la cultura Judía lo afectó grandemente. Y por el otro, su exposición a la cultura Gentil Greco-Romana lo impactó de manera significativa también.
Las creencias cristianas de Pablo dependieron de su herencia judía de muchas maneras. De hecho, si subestimamos la influencia que la herencia Judía tenía en Pablo, estaremos muy cerca de perder el corazón de su teología. Podemos ver qué tan importante era esta herencia para él de diferentes maneras.
Por un lado, el registro del Nuevo Testamento deja ver claramente que Pablo estaba muy consciente de su herencia judía antes de que se convirtiera en cristiano. La descripción que él mismo hace acerca de su juventud antes de su conversión revela que él estaba firmemente comprometido con el judaísmo. Por ejemplo, en Filipenses capítulo 3 versículo 5, Pablo proclama haber sido,
Circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo. (Filipenses 3:5)
Pablo era un fundamentalista religioso, completamente dedicado a preservar y seguir las tradiciones de Israel. Escuchemos cómo se describió a sí mismo en Gálatas capítulo 1 versículo 14:
Y en el judaísmo aventajaba a muchos de mis contemporáneos en mi nación, siendo mucho más celoso de las tradiciones de mis padres. (Gálatas 1:14)
De hecho, antes de su conversión el celo de Pablo por el Judaísmo era tan grande que perseguía violentamente a la iglesia cristiana como si fuera una herejía Judía.
Más aún, Pablo fue altamente educado en las tradiciones del judaísmo. Según Hechos capítulo 22 versículo 3, él había sido estudiante de uno de los rabinos más famosos de Jerusalén, el rabí Gamaliel. Lejos de ser un fanático ignorante, Pablo estaba altamente entrenado y era muy sofisticado en su entendimiento de la teología judía y la Escritura.
La cultura judía de Pablo no era solamente importante para él antes de convertirse en cristiano; él también permaneció profundamente arraigado a esta misma herencia después de su conversión. Por ejemplo, aún como cristiano continuó observando muchas costumbres judías. Como dijo en 1 de Corintios capítulo 9 versículo 20,
Me he hecho a los judíos como judío, para ganar a los judíos; a los que están sujetos a la ley como sujeto a la ley. (1 Corintios 9:20)
El Nuevo Testamento registra muchas veces cuando Pablo el cristiano cuidadosamente siguió las tradiciones de sus padres.
Aún después de que los judíos habían perseguido serveramente a Pablo debido a su fe en Cristo, la identidad étnica de Pablo y su lealtad fueron tan fuertes que todavía quería desesperadamente salvar a los judíos. Por ejemplo, en Romanos capítulo 9 versículos 2 al 5 él escribió:
Que tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón. Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne; que son israelitas, de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas; de quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. (Romanos 9:2-5)
Con la importancia del trasfondo judío de Pablo en mente, estamos en posición de hacernos esta pregunta: ¿Cómo influyó el trasfondo de Pablo en su teología cristiana? Esta influencia es evidente de muchas maneras, en cada página de las epístolas de Pablo, pero dos temas son particularmente importantes para recordar.
Primero, tanto como judío como cristiano judío, Pablo creyó en la autoridad de las Escrituras del Antiguo Testamento. El confió y se sometió a ellas sin reserva. Pablo nunca creería algo que contradijera las enseñanzas del Antiguo Testamento.
Desafortunadamente, en diferentes épocas de la historia de la iglesia, y aun en nuestros propios días, algunos teólogos han sugerido que Pablo rechazó las enseñanzas del Antiguo Testamento y las reemplazó por su nueva fe en Cristo. Pero nada podría estar más lejos de la verdad. Pablo estaba completamente enraizado en el monoteísmo de Israel del Antiguo Testamento, y creía de todo corazón en los requisitos morales de las Escrituras Hebreas. Si algo podemos decir de Pablo es que sabemos con seguridad que nunca creyó, ni por un momento, que su fe cristiana abría una brecha entre él mismo y el Antiguo Testamento. En su lugar, su compromiso con Cristo profundizó su devoción a estas Escrituras.
Escuchemos cómo Pablo instruyó a su protegido Timoteo con relación al Antiguo Testamento en 2 de Timoteo capítulo 3 versículos 14 y versículo 15:
Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. (2 Timoteo 3:14-15)
La Biblia hebrea continuaba siendo la Biblia de Pablo.
En segundo lugar, Pablo también se aferró firmemente a la creencia judía de que Dios enviaría un día al Mesías, el gran hijo de David quien terminaría el sufrimiento de Israel y extendería el reino de Dios a todas las naciones gentiles. De hecho, la razón por la que Pablo se convirtió al cristianismo era porque creía que Jesús era el tan esperado Mesías. Por eso es que Pablo no vaciló en llamar a Jesús el Cristo, o Christos, que es la traducción griega de la palabra hebrea Meshiach o Mesías.
Pablo no percibió al cristianismo como un reemplazo del judaísmo. Más bien, el creyó que el cristianismo era la rama del Judaísmo que reconoció que Jesús era el verdadero Mesías.
Estos pilares de la fe judía – la completa sumisión a las Escrituras, y esperanza en el Mesías - fueron dimensiones esenciales para las perspectivas cristianas de Pablo. De éstas y otras maneras, las creencias cristianas centrales de Pablo dependieron de su herencia judía.
Pero Pablo no sólo fue influenciado por su herencia judía. El Espíritu Santo también utilizó el contacto de Pablo con la cultura gentil para moldear su teología.
En primer lugar, debemos notar que a lo largo de su vida, Pablo no solamente vivió en la Palestina judía, sino que en diferentes ocasiones vivió también en el mundo gentil. Según Hechos capítulo 21 versículo 39, Pablo vino de la ciudad gentil de Tarso en Cilicia. En Hechos capítulo 22 versículo 3, leemos que él había sido criado en Jerusalén. Pero en Hechos capítulo 9 versículo 30 y capítulo 11 versículo 25 indica que Pablo otra vez vivió en Tarso como adulto.
Además de esto, el contacto de Pablo con el mundo gentil estaba reforzado por el hecho de que el gozaba de completa ciudadanía Romana. De hecho, según Hechos capítulo 22 versículo 28, él no había comprado su ciudadanía, sino que había nacido en ella. En varias ocasiones en el libro de Hechos, leemos que Pablo defendió activamente sus derechos como ciudadano Romano con el fin de promover el evangelio y de defenderse a sí mismo.
Más aún, las cartas de Pablo a las iglesias gentiles demuestran su deseo de observar las costumbres gentiles por el bien del evangelio cristiano. En 1 de Corintios capítulo 9 versículo 21, el hace una declaración notable,
A los que están sin ley, como si yo estuviera sin ley para ganar a los que están sin ley. (1 Corintios 9:21)
Pablo conocía tan bien la cultura gentil que era capaz de distinguir la fina línea y de adaptar su conducta a las costumbres gentiles a la misma vez que seguía obedeciendo la ley de Cristo.
Finalmente, Pablo también se mostró a sí mismo como conocedor de la sofisticada literatura pagana. En pasajes como Hechos capítulo 17 versículo 28 y Tito capítulo 1 versículo 12, Pablo de hecho se refiere y aun cita filósofos paganos. El estaba bien educado en las filosofías y religiones del mundo Greco-Romano.
Ahora, tenemos que preguntarnos: ¿Qué efectos tuvo en Pablo su conocimiento de la cultura Gentil? ¿Cómo influyó la exposición a la cultura gentil en Pablo?
Primero que nada, debemos dejar en claro que el conocimiento de Pablo acerca de la cultura gentil no lo llevó - como algunos han dicho - a alterar el cristianismo para hacerlo aceptable a los gentiles. El permaneció claramente judío en su orientación básica. Sin embargo, el contacto de Pablo con el mundo gentil lo afectó, de dos maneras.
Por un lado, lo equipó para ministrar a los gentiles fuera de la iglesia. El conocía mejor que nadie los valores y creencias de los gentiles, y estaba bien preparado para llevarles el evangelio de manera efectiva.
Por esto es que leemos en Romanos capítulo 11 versículo 13 que Pablo se llamó a sí mismo, el "apóstol a los gentiles".
Más allá de esto, Pablo estaba preparado también para ministrar a los gentiles dentro de la iglesia, y aun hasta pelear por ellos. De hecho, el ministerio de Pablo a los gentiles lo enredó en una de las más serias controversias de la iglesia del primer siglo, a saber, la pregunta de si se debía o no forzar a los creyentes gentiles a ser circuncidados.
Según Hechos capítulo 15, Pablo jugó un papel importante en convencer a los apóstoles y ancianos de que los gentiles conversos no necesitaban ser circuncidados. Y en su carta a los Gálatas habló fuertemente en defensa de los derechos de los gentiles para no someterse a la circuncisión. Pero esta controversia representó la preocupación más amplia que Pablo tenía por los gentiles en la iglesia. Mientras que muchos judíos cristianos de sus días consideraban que los gentiles eran creyentes de segunda clase cuando mucho, Pablo siempre insistió que Cristo había destruido la barrera divisoria entre judíos y gentiles. Como él escribió en Gálatas capítulo 3 versículos 28 y 29:
Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa. (Gálatas 3:28-29)
Un tema central en muchas de la epístolas de Pablo fue que Jesús había abierto la puerta de salvación a las naciones gentiles para que cualquier gentil que estaba en Cristo fuera contado como un judío de sangre pura y perfecto cumplidor de la Ley a los ojos de Dios.
Así vemos que los antecedentes de Pablo en las culturas judía y gentil influyeron en él de muchas maneras. Y con estos dos trasfondos en mente, estamos en posición para ver cómo la teología de Pablo se relacionó con su ministerio.
Como aprenderemos, el servicio de Pablo a la iglesia proporcionaba un punto de referencia constante para su teología, e influía profundamente en lo que creía. Y por esta razón, debemos ver varias dimensiones de su ministerio.
Veremos específicamente tres aspectos del ministerio de Pablo: su oficio apostólico, su misión apostólica, y sus escritos apostólicos.
Por lo menos en 20 ocasiones, Pablo se describió a sí mismo como un "apóstol", frecuentemente explicando que era "un apóstol de Jesucristo".
Esta afirmación del apostolado era muy importante porque Cristo ordenó a los apóstoles hablar como voceros de Jesucristo con autoridad absoluta a la iglesia. Ahora, todos nosotros sabemos que Pablo no era uno de los apóstoles originales a quiénes Jesús había escogido durante su ministerio terrenal. Sin embargo, él afirmaba ser un representante autoritario de Cristo. Pero ¿cómo era esto posible? La respuesta está en el hecho de que Pablo cumplía un grupo de requerimientos establecidas para el apostolado.
Mientras los apóstoles esperaban la venida del Espíritu Santo en el día del Pentecostés, Pedro determinó que un nuevo apóstol debería reemplazar a Judas. Así que Pedro explicó que los apóstoles autoritarios por Cristo tenían que cumplir tres criterios.
Primero, según Hechos capítulo 1 versículo 21, tenían que haber sido enseñados directamente por Cristo durante su ministerio terrenal.
Segundo, en Hechos capítulo 1 versículo 22 leemos que tenían que haber sido testigos de la resurrección de Jesús.
Y tercero, en Hechos capítulo 1 versículos 23 al 26, encontramos que los nuevos apóstoles tenían que haber sido escogidos para el oficio por el Señor mismo.
Pero ¿y Pablo? Al primer vistazo, él falla en cumplir el primer criterio para el apostolado; después de todo él no siguió a Jesús durante su ministerio terrenal. Pero un vistazo más de cerca revela su calificación.
En Gálatas capítulo 1 versículos del 11 al 18, Pablo reportó que inmediatamente después de su conversión pasó tres años en el desierto de Arabia. Él mencionó la extensión de este período para demostrar que aproximadamente igualó el tiempo que los apóstoles habían pasado con Jesús. Durante esos años, Jesús mismo enseñó el evangelio a Pablo. Escuchemos las palabras de Pablo en Gálatas capítulo 1 versículos 11 y 12:
Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es según hombre; pues yo no lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo. (Gálatas 1:11-12)
Pablo también cumplió con el segundo criterio. Todos nosotros sabemos la historia de la conversión de Pablo. En Hechos capítulo 9 versículos 1 al 6, leemos que Pablo de hecho vio al Cristo resucitado en el camino a Damasco. Él había visto al Salvador resucitado.
Finalmente, según Hechos capítulo 9 versículo 15, Jesús mismo ordenó a Pablo en su oficio. Este versículo registra las palabras de Jesús acerca de Pablo:
El Señor le dijo: Vé, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel. (Hechos 9:15)
Y para que no haya duda acerca de la validez del apostolado de Pablo, Gálatas capítulo 2 versículos 7 y 8 nos dice que los apóstoles originales confirmaron su llamamiento y apostolado. Como Pablo escribió,
Antes por el contrario, como vieron que me había sido encomendado el evangelio de la incircuncisión, como a Pedro el de la circuncisión (pues el que actuó en Pedro para el apostolado de la circuncisión, actuó también en mí para con los gentiles). (Gálatas 2:7-8)
Los otros apóstoles reconocieron que el apostolado de Pablo era comparable con el de Pedro. Escucha las palabras de Pedro en 2 de Pedro capítulo 3 versículos 15 y 16:
Como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito, casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición. (2 Pedro 3:15-16)
Según Pedro, la sabiduría de Pablo vino directamente de Dios, y las epístolas de Pablo tenían que ser puestas a la par con "las otras Escrituras".
En la iglesia primitiva había muchos falsos maestros que contradecían las enseñanzas de Pablo. Así, para contrarrestar a estos falsos maestros el Nuevo Testamento dejó claro que Pablo era un apóstol legítimo. Más que esto, Pablo presentó perspectivas a la iglesia que fueron difíciles de comprender y aún más difíciles de aceptar. Sin embargo, cuando el sirvió en su papel de embajador de Cristo, Pablo habló con la autoridad de otros apóstoles y escribió con la autoridad de la Escritura. No importaba lo que dijeran, sus perspectivas tenían que ser juzgadas por el estándar de las enseñanzas de Pablo.
De hecho, sus escritos llevaban la autoridad de Cristo mismo. No podemos seguir a Cristo sin seguir a Pablo. Aún hoy en día los cristianos fieles deben ajustar su teología a la de él.
Ahora que tenemos la autoridad apostólica de Pablo en mente, debemos ver su misión apostólica. ¿Qué hizo Pablo como apóstol? ¿Cuál era su trabajo?
Podemos tener una buena idea del tipo de trabajo que hacía Pablo al ver sus tres viajes misioneros y su viaje a Roma. Empecemos con un vistazo a su primer viaje como apóstol de Cristo.
Conocemos del primer viaje misionero de Pablo en Hechos capítulo 13 y 14. Comenzó cuando Dios le dijo a la iglesia en Antioquía de Siria que reservaran a Pablo y Bernabé para un trabajo especial. Inmediatamente después de esto, el Espíritu Santo guió a estos hombres a través de la isla de Chipre.
Después de varias oportunidades de ministerio allí, siguieron adelante en un viaje evangelístico a Asia Menor. La práctica inicial de Pablo era proclamar el evangelio principalmente en las sinagogas judías. Pero después de enfrentar mucha resistencia por parte de los judíos, comenzó a predicar también a los Gentiles.
En este viaje Pablo plantó varias iglesias con éxito, incluyendo algunas en la región de Galacia. Después de viajar hacia el este hasta Derbe, Pablo y Bernabé se volvieron. Regresaron a varias ciudades de la región de Galacia, eventualmente llegaron al mar y navegaron hacia su hogar.
El primer viaje misionero de Pablo como apóstol de Cristo fue relativamente corto y sin complicaciones. Pero su segundo viaje lo llevó más lejos de la tierra de Palestina.
El segundo viaje misionero de Pablo aparece en Hechos capítulo 15 versículo 36 hasta el capítulo 18 versículo 22. Esta expedición comenzó cuando los apóstoles y los líderes de la iglesia en Jerusalén seleccionaron a Pablo y Bernabé para llevar una carta a las iglesias en Antioquía, Siria, Cilicia y Galacia, explicando que los Gentiles convertidos no necesitaban ser circuncidados o guardar la Ley de Moisés con el fin de ganar la salvación. Ahora, justo antes de que comenzara el viaje, Pablo tuvo un altercado con Bernabé así que se separaron y Pablo se asoció con Silas.
Estos dos viajaron primero por Siria y después por Cilicia hasta que llegaron a Galacia. Fue en la región de Listra que Timoteo se unió a Pablo en su viaje.
Mientras Pablo continuaba quería predicar en el norte de Asia y Bitinia, pero el Espíritu Santo se lo prohibió. Así que Pablo viajó a la ciudad costera de Troas.
Allí se hizo clara la razón de la prohibición del Espíritu Santo a través de la famosa "Visión Macedónica". En esta visión, un hombre le rogaba que predicara el evangelio en Macedonia, la provincia del Norte de Grecia. Así que Pablo y su compañero respondieron inmediatamente a este sueño navegando hacia esa provincia. Pablo plantó muchas iglesias en Grecia, incluyendo aquellas de Filipos y Tesalónica en el norte.
Eventualmente se fue hacia el sur, visitando Atenas y plantando una iglesia en Corinto. Después Pablo fue a Efeso, y después de un periodo de tiempo allí, se encaminó de regreso a Palestina.
El segundo viaje misionero de Pablo pronto fue seguido por una tercera expedición, en la que viajó otra vez lejos hacia el oeste.
El tercer viaje misionero de Pablo aparece en Hechos capítulo 18 versículo 23 al capítulo 21 versículo 17. En estos viajes Pablo fue de Antioquía de Siria por Galacia y Frigia, y después estableció un ministerio próspero en Efeso.
Después de esto, el pasó varios meses viajando en Grecia de Norte a Sur y de regreso al Norte otra vez. Visitó iglesias que había plantado en su viaje anterior a la región. Después el apóstol regresó hacia Jerusalén por tierra y por mar.
Cuando Pablo regresó a Jerusalén después de su tercer viaje, los judíos lo acusaron falsamente de sedición y los romanos lo arrestaron. Después de pasar dos años en prisión, Pablo defendió sus derechos como ciudadano romano para llevar su caso ante César. Esta apelación a César genera su cuarto viaje que lo llevó a Roma.
El registro de este viaje aparece en Hechos capítulos 27 y 28. Pablo se trasladó principalmente en barco en este viaje. Entre Creta y la Isla de Malta, una terrible tormenta destruyó completamente la embarcación que llevaba a Pablo y a un buen número de prisioneros.
La tripulación, los guardias, Pablo y sus compañeros naufragaron en la isla de Malta por tres meses antes de que pudieran hacer la travesía a Roma. Pablo permaneció bajo arresto domiciliario en Roma del año 60 DC. Al año 62. El pudo ministrar libremente durante este tiempo.
La tradición nos dice que Pablo fue conocido por Nerón, y que después viajó hacia España predicando el evangelio. Algunas evidencias en las epístolas a Timoteo y a Tito también sugieren que él viajó hacia el este, estableciendo y fortaleciendo iglesias allí también. Pero probablemente alrededor del año 65 DC. o un poco después, Nerón arrestó a Pablo una vez más, y finalmente ejecutó al apóstol.
Un vistazo rápido a la región entre Jerusalén y Roma revela que Pablo visitó muchos lugares diferentes, haciendo contacto con miles de personas en más de veinticinco ciudades. Ahora, ¿qué vamos a aprender del hecho de que él soportó viajes tan extensos? ¿Qué nos dicen acerca del corazón de la teología de Pablo?
Hay muchas cosas que podemos aprender acerca de la teología de Pablo en sus viajes misioneros. Pero una de las cosas más importantes que aprendemos es que la teología de Pablo no le permitía ser un teólogo de escritorio.
De seguro, Pablo estaba bien educado y era muy inteligente. Pero su teología lo llevó a una vida de sacrificio y servicio. Así que, mientras vemos el corazón de la teología de Pablo, no debemos conformarnos con un grupo de ideas o creencias separadas de la vida práctica. Debemos buscar algo radical y que transforme la vida.
Estamos ahora en posición de ver un tercer aspecto de su ministerio: sus escritos apostólicos, o epístolas del Nuevo Testamento.
Debido a que Pablo vivió en las trincheras del ministerio práctico constante, el estaba familiarizado con los problemas particulares que agobiaban a las iglesias que visitaba. Podemos imaginar que los problemas en Galacia eran diferentes que los de Éfeso. Y los problemas en Éfeso eran diferentes a los desafíos en Corinto. Cada lugar al que iba era diferente. Como resultado, cuando Pablo escribió sus epístolas él estaba preocupado por abordar las necesidades específicas de aquellas situaciones.
En el Nuevo Testamento tenemos 13 cartas que Pablo escribió en diferentes ocasiones de su ministerio. Cuando los problemas llegaban al conocimiento de Pablo, él escribía cartas y las enviaba a las diferentes iglesias.
Ahora, debido a que las cartas de Pablo eran tan ocasionales, esto es, escritas para abordar problemas específicos, ninguna de sus cartas expone su teología completa de una manera ordenada y sistemática. En lugar de esto, sus epístolas contienen aplicaciones pastorales de su teología.
Es evidente en la mayoría de los casos que Pablo escribió sus cartas para abordar asuntos específicos en la iglesia, exploraremos esto en más detalle en lecciones futuras.
Pero para ilustrar cuán cierto es esto, pensemos por un momento en el libro de Romanos. Muchos cristianos han tratado equivocadamente este libro como un bosquejo abstracto, sistemático de la teología de Pablo. Así que han concluido que los temas que aparecen en la superficie de este libro forman el corazón del sistema teológico de Pablo.
Pero un examen más de cerca de Romanos revela que Pablo escribió aún este libro para abordar problemas particulares, específicamente aquellos entre los cristianos de Roma. Una de las principales razones por las que Pablo les escribió fue para estabilizar las relaciones entre creyentes judíos y gentiles en Roma.
Una apreciación global de la estructura de Romanos deja este enfoque pastoral muy claro. En los primeros tres capítulos, Pablo se enfoca en probar que tanto judíos como gentiles son pecadores, y que ninguno tiene el derecho de declarar superioridad sobre el otro. En los capítulos 4 al 8 él enfatiza cómo Dios ha provisto la misma forma de salvación para ambos, tanto judíos como gentiles. Los judíos y gentiles están al mismo nivel ante los ojos de Dios. En los capítulos 9 al 11 Pablo se enfoca en los papeles complementarios de judíos y gentiles en el plan de Dios para la historia humana. E ntonces, después de enfatizar estos temas doctrinales, en los capítulos 12 al 16 él remata varios asuntos de la vida cristiana práctica que estaban cercanamente relacionados con los conflictos entre judíos y gentiles.
Por ejemplo, en el capítulo 12 él insistió en que a pesar de su diversidad, los cristianos deberían funcionar como un cuerpo unificado. En el capítulo 13 él promovió la estabilidad urgiendo a los cristianos a someterse aún a los gobiernos civiles gentiles. Y en los capítulos 14 al 16, Pablo se enfoca en la necesidad de entendimiento mutuo entre judíos y gentiles relacionados con las costumbres judías y gentiles.
Este breve esbozo de la carta de Pablo a Roma muestra que Pablo no pretendía que Romanos fuera una declaración abstracta de sus creencias. En vez de eso, este libro contestó principalmente el asunto pastoral de la relación entre judíos y gentiles en la iglesia cristiana. Como cualquier otra epístola, Romanos fue una aplicación de la teología de Pablo a algunas necesidades muy específicas.
Ahora, estamos en lo correcto al creer que Pablo tenía un conjunto lógico de creencias teológicas bien formado, o lo que podríamos llamar una teología sistemática. Pero el sistema teológico de Pablo nunca se escribió, aunque se refleja en sus epístolas. Hasta donde sabemos, el sistema teológico de Pablo nunca llegó a ser escrito totalmente. Sin embargo, podemos reconstruirlo en gran medida, basados en las cartas que escribió.
Para reconstruir el sistema teológico de Pablo, no debemos ver principalmente los temas que mencionó con más frecuencia. Esto es porque él pasó la mayor parte de su tiempo escribiendo de asuntos que fueron de interés particular a la iglesia de sus días.
En lugar de esto, debemos de preguntar qué principios apoyaron las cosas que Pablo escribió en específico. ¿Qué modelos coherentes de creencias explican mejor sus enseñanzas específicas? ¿Qué doctrinas conectan las diversas cosas que escribió a las diferentes iglesias? Contestando éstas preguntas, seremos capaces de reconstruir la teología de Pablo, y entenderemos con más claridad cómo las cartas de Pablo tenían la intención de guiar a la iglesia del primer siglo y cómo nos deben de guiar a nosotros hoy.
Ya que hemos visto algunas perspectivas básicas con relación al trasfondo y al ministerio de Pablo, estamos listos para ver las perspectivas teológicas de Pablo.
En este punto necesitamos hacer algunas preguntas: ¿Cuál era la estructura de la teología de Pablo? ¿Qué tipo de creencias enfatizaron lo que él enseñó en sus epístolas? Las respuestas a estas preguntas son esenciales para entender a Pablo apropiadamente.
Pablo ha sido influyente en tantas tradiciones cristianas que es imposible mencionar cada forma en la que su teología ha sido entendida. Así que nos limitaremos a dos direcciones básicas que los intérpretes han tomado: La perspectiva reformada de la teología de Pablo; y lo que llamaremos la perspectiva escatológica que ha llegado a ser influyente en décadas recientes. Veamos primero la perspectiva reformada de Pablo.
En siglos anteriores a la Reforma, la Iglesia Católica Romana enseñó que la salvación requería tanto la gracia de Dios como el mérito humano. Según esta enseñanza, la justificación es un largo proceso en el que Dios infunde gracia al creyente, y esta gracia permite que el creyente se vuelva más justo al hacer buenas obras. Las personas son completamente justificadas y salvas cuando han hecho suficientes buenas obras para ser contados como verdaderamente justos de acuerdo al estándar de la ley de Dios.
Pero los líderes de la reforma como Martín Lutero, Ulrico Zwinglio y Juan Calvino al leer las cartas de Pablo concluyeron que la interpretación católica legalista de Pablo estaba equivocada. Ellos siguieron la enseñanza de Agustín, de que la justificación es imputada toda en una sola vez, y enteramente aparte de las obras humanas, no infundida por un largo período de tiempo y mezclada con el esfuerzo humano. La santificación, el largo período de la vida cristiana, sigue a la justificación y continúa durante toda la vida del creyente. Pero la justificación es la declaración legal de Dios una vez por todas de que el creyente ha sido absuelto de la culpabilidad del pecado, y se le ha concedido la justicia de Cristo.
Esta creencia llegó a ser conocida como sola fide – por fe solamente – porque entendía que nosotros somos justificados solamente por medio de la fe en Cristo, y no por medio de la fe más nuestras buenas obras.
Sin duda alguna, los reformadores estaban en lo correcto al encontrar esta doctrina en los escritos de Pablo. En la iglesia primitiva, algunos miembros de creyentes judíos, conocidos como judaizantes, argumentaban que la salvación resultaba de una mezcla de gracia divina y de obras humanas.
Pero Pablo se opuso a este legalismo de la iglesia primitiva, e insistió que la justificación era un evento único que resultaba sin la necesidad de las obras de la ley.
El paralelismo entre las controversias de la Reforma y las controversias que Pablo enfrentó son lo suficientemente claros. El legalismo de la Iglesia Católica Romana se aproxima al legalismo de los judaizantes. Y el concepto de sola fide de la Reforma es paralelo a la enseñanza de Pablo. En todo respecto los Protestantes han sostenido que Pablo desarrolló su teología principalmente alrededor del tema de cómo se aplica la salvación en cada creyente. En términos teológicos tradicionales, la teología de Pablo se consideró ser estructurada alrededor del ordo salutis, o el orden de salvación, que es el proceso por el cual se aplica la salvación en Cristo a ti y a mí. En la tradición de la Reforma, la mayoría de los Protestantes creen que el ordo salutis, y especialmente la justificación por la fe solamente, es el concepto más central en la teología de Pablo. Ellos creen que es el corazón de su teología.
Por supuesto, a través de los siglos los protestantes se han dado cuenta de que Pablo creía muchas cosas aparte de la justificación por la fe solamente. Más importante aún, él escribió acerca de la historia de la salvación registrada en la Biblia. Él estaba muy preocupado con la larga historia de la redención de Dios que tuvo su clímax en la muerte y resurrección de Cristo. En términos teológicos, llamamos a este aspecto de su enseñanza historia salutis, o la historia de salvación. Pero en su mayoría, hasta años recientes el entendimiento tradicional de la teología de Pablo fue que la historia de salvación era menos importante que el orden de salvación.
A pesar de lo dominante que ha sido el punto de vista protestante primitivo en la interpretación de Pablo, ha sido muy desafiado. Otro punto de vista complementario ha pasado a primer plano en décadas recientes, al que llamaremos la perspectiva escatológica de la teología de Pablo.
Esta perspectiva ha reafirmado la idea de que el orden de salvación era más central para la teología de Pablo que la historia de salvación. Ahora, es verdad que muchas otras perspectivas de la teología de Pablo también se han sugerido en las décadas recientes. Algunos teólogos prominentes han argumentado que la teología de Pablo se enfoca principalmente en combinar sus antecedentes judíos con filosofías griegas. Otros han visto a Pablo principalmente ¬respaldando la vida diaria ética racional sobre las pasiones de la carne. Otros han argumentado que la teología de Pablo fue grandemente influenciada por religiones helenistas misteriosas o el apocaliptisismo judío. Algunos de estos puntos de vista ofrecen discernimiento a la teología de Pablo, pero ninguno de ellos ha probado ser de tanta ayuda como la perspectiva escatológica en su teología.
Para examinar la perspectiva escatológica en la teología de Pablo nos enfocaremos en tres asuntos: primero, la terminología de la escatología, segundo, la estructura de la escatología de Pablo, y tercero, las implicaciones de la escatología de Pablo. Veamos primero el término "escatología"
El término "escatología" viene de la palabra Griega eschatos que quiere decir "último" o "fin". Por lo tanto, la escatología es el estudio de las últimas cosas, o el fin del tiempo. El Antiguo Testamento frecuentemente usa términos como "los últimos días" o "el fin de los tiempos" para referirse al gran clímax de la historia de salvación que iba a llevarse a cabo cuando el Mesías finalmente viniera a la tierra.
Y en varias ocasiones, el Nuevo Testamento señala el cumplimiento de estos "últimos días" o "el fin de los tiempos" en Jesús el Mesías. Es de este uso de la palabra Griega eschatos del que derivamos nuestro término teológico "escatología", la doctrina de los "últimos días" o "el fin de los tiempos".
Ahora, en la teología sistemática tradicional, el término "escatología" se ha referido principalmente a la enseñanza Bíblica sobre la segunda venida de Cristo. Pero cuando hablamos del acercamiento "escatológico" de Pablo, debemos de extender el término para referirnos a mucho más que la segunda venida de Cristo, desde su primera venida hasta su segunda venida en términos de escatología, o el fin de los tiempos.
Para ver cómo estamos extendiendo el término "escatología" para incluir más que la segunda venida de Cristo, tenemos que dirigir nuestra atención a la estructura de la escatología de Pablo. ¿Cómo concebía Pablo los últimos días o el fin de los tiempos? Nuestra exploración se dividirá en tres partes: los orígenes, el desarrollo, y los temas de la escatología de Pablo. Veamos primero los orígenes de la escatología de Pablo.
En los días de Pablo, los teólogos judíos comúnmente enseñaban que el Antiguo Testamento dividía la historia del mundo en dos grandes épocas o siglos.
El primero de éstos era el siglo presente de pecado y dificultades, al que se referían con el término de "este siglo", o en hebreo, 'olam hazeh. " "Este siglo" alcanzó su punto más bajo en el sufrimiento de Israel por el juicio de Dios en el exilio de la tierra prometida. No es de sorprendernos que los teólogos judíos hablaron de "este siglo" en muchos términos negativos.
Pero los rabinos también creían que habría un siglo futuro de bendiciones que seguiría a esta época de dificultad. Ellos llamaban a este siglo futuro "el siglo por venir" o en hebreo, 'olam haba'. En este siglo por venir, Dios finalmente cumpliría todas sus promesas de bendiciones para Israel.
La mayoría de los grupos judíos en los tiempos de Pablo creían que la aparición del Mesías sería el punto de cambio crucial entre estos siglos. Cuando llegara el Mesías, iba a traer el día del Señor, el día cuando Dios bendeciría en última instancia a su gente y destruiría a sus enemigos. Este era el día que marcaría el comienzo del siglo por venir.
Leemos las epístolas de Pablo, es evidente que él también sostenía este mismo punto básico de dos siglos en la historia. De hecho, él se refiere directamente al tiempo en que vivía como "este siglo" en por lo menos doce ocasiones.
Por ejemplo, Pablo se refirió a Satanás como "el dios de este siglo" en 2 de Corintios capítulo 4 versículo 4. Y habló del filósofo pagano como "el disputador de este siglo" en 1 de Corintios capítulo 1 versículo 20. De manera similar, Pablo usó la expresión "para lo por venir" para referirse al tiempo por venir cuando los juicios y bendiciones finales vendrían a la raza humana. Por ejemplo, en 1 de Timoteo capítulo 6 versículo 19, Pablo animó a los creyentes a ser fieles con el fin de ponerse ellos mismos "buen fundamento para lo por venir". Y en Efesios capítulo 2 versículo 7 dijo que Dios levantó a Cristo de los muertos para "mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia.
Quizá el mejor ejemplo del pensamiento de Pablo sobre los dos siglos aparece en Efesios capítulo 1 versículo 21. Allí se refiere explícitamente a ambos siglos cuando escribió que Cristo fue sentado
Sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero. (Efesios 1:21)
Con este modelo básico de dos siglos en mente, debemos ver ahora la forma en que Pablo desarrolló una escatología cristiana particular.
Recordarán que en la escatología judía tradicional el punto de cambio entre este siglo y el que está por venir era la aparición del Mesías. Por cientos de años los judíos habían creído que cuando el Mesías viniera, el pueblo de Dios recibiría inmediatamente todas sus bendiciones, mientras que sus enemigos encontrarían la destrucción inmediata.
Sin embargo, Pablo, como seguidor de Jesús enfrentó un desafío serio a su antigua creencia. Él sabía que Jesús era el Mesías de Israel, pero también sabía que Jesús no había traído al mundo a un final climático como lo había esperado Israel. Al igual que Jesús mismo, y como el resto del Nuevo Testamento, Pablo contestó este problema modificando la escatología Judía tradicional.
Como lo explicó Pablo, la transición de este siglo al que está por venir no era un simple cambio de un siglo a otro. Sino que involucraba un período de traslape cuando ocurrieran ambos siglos simultáneamente.
Desde este punto de vista, el siglo por venir había llegado a través de la muerte, la resurrección y la ascensión de Cristo. Pablo también estaba confiado de que cuando Cristo regresara en gloria, este siglo maligno terminaría y el siglo por venir llegaría en su totalidad, con bendiciones supremas para el pueblo de Dios y el juicio final para sus enemigos. Sin embargo, mientras tanto, existen ambos siglos uno junto al otro.
Teniendo en mente los orígenes y el desarrollo de la estructura de la escatología de Pablo, será de gran ayuda describir algunos temas en sus cartas que deben ser entendidos en términos del traslape de ambos siglos de la historia.
Ha sido común describir el punto de vista de Pablo de la escatología como "ya y todavía no" porque Pablo creía que algunos aspectos del fin de los tiempos o de los últimos días ya se han convertido en una realidad en Cristo, mientras que otros aspectos todavía no se habían cumplido. Vamos a analizar lo que significa esta descripción.
Por un lado, según Pablo, el siglo por venir ya está aquí de diferentes maneras. A manera de ilustración, mencionaremos tres maneras en las que aparece este tema en los escritos de Pablo.
En primer lugar, Pablo enseñó que el escenario final del reino de Dios empezó cuando Jesús ascendió a su trono celestial.
Por ejemplo, Pablo escribió en Efesios capítulo 1 versículos 20 y 21 que cuando el Padre levantó a Cristo de los muertos, él le sentó
A su diestra en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero. (Efesios 1:20-21)
Aunque en el tiempo presente el reino de Cristo se lleva a cabo principalmente en el dominio celestial más que en la tierra, es cierto que Cristo ya reina sobre todo gobierno y autoridad. En este sentido, el reino de Dios en el siglo por venir es una realidad presente.
Un segundo aspecto del siglo por venir que ya está presente con nosotros es un adelanto de la herencia eterna en el Espíritu Santo. Pablo enseñó que cuando Cristo ascendió a su trono en lo alto, él derramó el Espíritu Santo sobre la iglesia como una muestra de la herencia total que recibiremos cuando Cristo regrese.
En Romanos capítulo 8 versículo 23, Pablo explicó esto diciendo que los creyentes son aquellos "que tienen las primicias del Espíritu". Las "primicias" es una traducción de la palabra Griega aparche, que es en sí misma una traducción de un término del Antiguo Testamento designando la primera porción de la cosecha. Las primicias indicaban que una gran cosecha estaba por venir en el futuro. Así para Pablo, el don del Espíritu Santo en la vida de cada creyente es una muestra de las grandes bendiciones del siglo que está por venir. De manera similar, según Efesios capítulo 1 versículo 14, el Espíritu Santo mismo es:
Un depóstio garantizando nuestra herencia hasta la redención de aquellos que son posesión de Dios. (Efesios 1:14 [IIIM])
Él término griego traducido "depósito" es arrabon. Esta término nos apunta hacia el Espíritu Santo como depósito por nosotros, garantizando que recibiremos mucho más de parte de Dios en el futuro. Una vez más, el Espíritu Santo es una bendición del siglo por venir que Dios ya nos ha dado.
Finalmente, Pablo señaló que Cristo inició las dimensiones espirituales de la nueva creación relacionada con el siglo por venir. Debido a lo que Cristo ha hecho, ahora los creyentes disfrutan, en parte, la re-creación del mundo. En el Antiguo Testamento, Dios prometió a su pueblo que en los últimos días él re-crearía completamente el mundo, haciéndolo tan perfecto como lo era antes de que el hombre pecara en el huerto del Edén. Escucha cómo describió el Señor a Isaías el siglo por venir en Isaías capítulo 65 versículo 17:
Porque he aquí yo crearé nuevos cielos y nueva tierra. (Isaías 65:17)
En la mente de Pablo, el hecho de que Cristo ya estaba salvando gente probó que la re-creación del mundo había comenzado. 2 de Corintios capítulo 5 versículo 17 expresa bien esta idea:
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. (2 Corintios 5:17)
Aunque Pablo pensaba y enseñaba que muchos aspectos del siglo por venir ya habían sido inaugurados con la primera venida de Cristo, también creía que las bendiciones de los últimos días todavía no habían alcanzado su totalidad. Así que, él esperaba deseoso el regreso de Cristo como el tiempo en el que Cristo cumpliría el juicio final así como las bendiciones. Una vez más, mencionaremos tres maneras en las que la perspectiva de Pablo viene a la vista.
En primer lugar, como hemos visto, Pablo enseñó que Cristo el Rey ahora reina desde su trono en el cielo. Pero Pablo también creía que cuando Cristo regrese traerá todas las bendiciones del reino de Dios. Escuchemos la manera en que lo escribió en 1 de Corintios capítulo 15 versículos 24 al 26:
Luego el fin, cuando [Cristo] entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia. Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte. (1 Corintios 15:24-26)
Este pasaje hace claro que Pablo veía más allá del presente reino de Cristo hacia la futura destrucción de todo dominio, autoridad y poder que se opone a los propósitos de Dios. Cristo permanecerá en su trono celestial hasta que cada enemigo sea destruido, incluyendo la muerte misma.
Así que en un sentido, Pablo creía que el reino de Cristo ya estaba aquí, pero en otro sentido él creía que todavía no lo estaba.
En segundo lugar, como hemos visto, Pablo creía que el Espíritu Santo es la primicia de la cosecha de salvación, y el depósito de nuestra herencia. Pero las palabras "primicia" y "depósito" indican que la recepción total de nuestra herencia es en el futuro. Escucha la manera en que Pablo lo puso en Romanos capítulo 8 versículo 23:
Y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo. (Romanos 8:23)
Aquí Pablo relaciona directamente la realidad presente del regalo del Espíritu Santo en el futuro. Debido a que el siglo por venir ya está aquí, ya tenemos al Espíritu Santo. Pero todavía gemimos dentro de nosotros porque no hemos recibido la redención de nuestros cuerpos. De manera muy similar, en Efesios capítulo 1 versículo 14 Pablo escribió que el Espíritu Santo es
Las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria. (Efesios 1:14)
El Espíritu es una muestra maravillosa, pero solamente una muestra, de una gran redención: nuestra herencia completa.
Finalmente, Pablo veía el regreso de Cristo como el tiempo en que la nueva creación vendría en toda su plenitud. Como escribió Pablo en Romanos capítulo 8 versículo 21, al mismo tiempo en que recibimos nuestros cuerpos nuevos,
Porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. (Romanos 8:21)
Hemos tocado solamente algunas de las maneras que Pablo manejaba temas importantes en términos de este siglo y el que está por venir. Pero hemos bosquejado el modelo básico en el que descansan todas sus perspectivas. El siglo por venir es una realidad presente con muchas bendiciones para los creyentes. Pero este siglo no terminará completamente, y el siglo por venir no alcanzará su plenitud, hasta que Cristo regrese en gloria. Mientras tanto, los problemas de este siglo y las maravillas del próximo existen lado a lado.
Habiendo visto la estructura de la escatología de Pablo, debemos dirigirnos a algunas implicaciones importantes de sus perspectivas.
Como hemos visto, Pablo expresó su teología principalmente en el contexto del ministerio pastoral. Él no se enfocó en teología abstracta, sino en experiencia humana concreta. Aún su escatología no era una abstracción. Más bien, Pablo creyó que muchas dificultades que enfrentaba la iglesia resultaban de la tensión de vivir durante el traslape de este siglo y el que está por venir. Así que en sus escritos, Pablo explicó lo que Dios había hecho por los creyentes en la primera venida de Cristo, y enseñó a los cristianos cómo vivir mientras que esperaban por el regreso de Cristo.
Para desempacar este enfoque práctico de la escatología de Pablo, veremos tres temas: primero, la unión con Cristo; segundo, el propósito divino; y tercero, la esperanza cristiana. Veamos primero la enseñanza de Pablo acerca de la unión con Cristo.
En Romanos capítulo 6 versículos 3 y 4, Pablo indicó que nuestra unión con Cristo de hecho nos mueve de este siglo al siguiente. Escribiendo de la unión con Cristo en términos del bautismo, Pablo preguntó:
¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. (Romanos 6:3 - 4)
Dicho sencillamente, el cambio de este siglo al que está por venir se llevó a cabo objetivamente en la muerte y la resurrección de Cristo. Pero cada vez que los hombres y las mujeres vienen a Cristo en fe salvadora, son unidos a su resurrección. Como resultado, ya no vivimos bajo la esclavitud del pecado y del juicio de Dios en contra de él. Se nos han dado vidas nuevas, vidas resucitadas, para que podamos vivir en la libertad de servicio a Cristo.
Como Pablo continuó explicando en Romanos capítulo 6 versículos 10 y 11,
Porque en cuanto [Cristo] murió, al pecado murió una vez por todas; mas en cuanto vive, para Dios vive. Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro. (Romanos 6:10 - 11)
La enseñanza de Pablo acerca de nuestra unión con Cristo aplicó la escatología a la vida práctica de todos los creyentes. De la misma manera como Jesús dejó atrás este siglo y su juicio, también nosotros hemos sido liberados del pecado y el juicio. Y de la misma manera en que Jesús ahora vive en el poder del siglo por venir, nosotros también vivimos en ese poder.
Una vez que hemos entendido cómo nuestra unión con Cristo por fe nos ha dado nueva vida, nos enfrentamos a una pregunta difícil: ¿Por qué ha diseñado Dios un período de traslape entre este siglo y el siglo por venir? ¿Cuál es el propósito de Dios?
El propio trabajo misionero de Pablo entre los gentiles es testigo de su creencia que el plan de Dios para que hubiera un traslape de los siglos incluía la unión de creyentes judíos y gentiles en un pueblo de Dios.
En segundo lugar, Pablo también creyó que Dios había diseñado el traslape entre este siglo y el siglo por venir para que la iglesia pudiera alcanzar una medida de madurez espiritual. En algunas ocasiones el describió esta idea en términos de construir el templo de Dios, como en Efesios capítulo 2 versículos 19 al 22. En otras ocasiones, él habló de ello en términos de madurar un cuerpo humano, como en Efesios capítulo 4 versículos 15 y 16. Pablo entendió que la madurez espiritual de la iglesia era uno de los propósitos centrales para el traslape entre este siglo y el que está por venir.
Pablo se dio cuenta de que esta perspectiva de la historia no era común. No se había revelado en el pasado. Esa es la razón por la que habló de ello como un misterio que Dios le había revelado y que tenía que explicar a otros. Por ejemplo, en Romanos capítulo 11 versículo 25, Pablo escribió estas palabras:
Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles. (Romanos 11:25)
En este pasaje Pablo indicó que Dios estaba usando este tiempo presente cuando muchos judíos habían sido endurecidos al evangelio para salvar "el número completo" o "la plenitud" de los gentiles.
Más aún, el misterioso propósito de Dios también era unir creyentes judíos y gentiles en un pueblo santo de Dios.
Como lo indica en Efesios capítulo 3 versículos 4 al 6:
Leyendo lo cual podéis entender cuál sea mi conocimiento en el misterio de Cristo, misterio que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu: que los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio. (Efesios 3:4-6)
Los cristianos no deben ver este período, tanto en el nivel colectivo como individual, como un tiempo para esperar tranquilamente a que llegue totalmente el siglo por venir. Por el contrario, Dios ha designado este período para gran actividad. Este es el tiempo de rescatar a muchos de cada nación de la tierra, y para llevar a la iglesia a la madurez espiritual. Por esta razón, Pablo consagró su propia vida a predicar el evangelio y edificar la iglesia, y llamó a otros para que se unieran a él en esa labor.
La enseñanza de Pablo acerca de nuestra unión con Cristo durante el traslape de este siglo y el venidero también proporciona una fuente esencial de esperanza para cada cristiano al luchar con los retos de la vida.
Pablo conoció mucho sufrimiento en su propio ministerio como apóstol, y él sabía que todos los cristianos sufren de una manera u otra. Pero la escatología de Pablo ofreció esperanza a los cristianos en por lo menos dos maneras.
Por un lado, la escatología de Pablo nos da esperanza para el futuro al mostrarnos que ya hemos comenzado a disfrutar muchos beneficios del siglo por venir. Cuando vemos nuestras vidas y notamos esas bendiciones del siglo por venir que ya poseemos, nos da esperanza de que poseeremos bendiciones aún más grandes y completas en el futuro. Como Pablo escribió en 2 de Corintios capítulo 4 versículos 16 al 18:
Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día... no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven. (2 Corintios 4:16-18)
Por otro lado, las bendiciones que están por delante de nosotros son tan asombrosas que opacarán absolutamente cualquier prueba que experimentemos en esta vida. Fue esta creencia la que guió a Pablo a escribir en Romanos capítulo 8 versículo18 que:
Las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. (Romanos 8:18)
Nuestros sufrimientos presentes son solo temporales. Eventualmente, Jesús va a terminar con este siglo perverso y re-creará el mundo como un regalo glorioso para sus hijos.
En esta lección hemos dado un breve vistazo a Pablo y su teología. Hemos visto cómo los antecedentes de Pablo formaron su teología profundamente, y cómo su ministerio apostólico se relacionó con sus creencias cristianas. También hemos obtenido un discernimiento importante con relación al enfoque central de la teología de Pablo al explorar su escatología.
Con estas perspectivas en mente, estaremos mejor preparados para ver con más profundidad la vida de Pablo y sus epístolas en lecciones futuras. No solamente tendremos una mejor idea de lo que enseñó Pablo a la iglesia primitiva en sus días, sino que seremos capaces de ver lo que sus enseñanzas significan para nosotros hoy en día.