¿Has notado alguna vez que las relaciones humanas tienes sus altas y sus bajas? Las amistades se disfrutan algunas veces y otras, no tanto. Algunas veces son seguras y otras veces son inseguras. Hemos visto en lecciones anteriores que los profetas en el Antiguo Testamento fueron emisarios de los pactos de Dios con su pueblo y para entender esta función de emisario, tenemos que entender que los profetas se dieron cuenta de que la relación entre Israel y Dios tuvo sus altas y sus bajas.
Hemos titulado esta lección Las Dinámicas de los Pactos. En esta lección, veremos tres tópicos diferentes. Primero, exploraremos los ideales de los pactos. Segundo, examinaremos el juicio de los pactos. ¿Cómo ministraban los profetas de parte de Dios cuando las personas caían bajo juicio divino? Y tercero, veremos las bendiciones de los pactos. ¿Cómo hablaron los profetas de las bendiciones que Dios ofreció a su pueblo?
Entender estas dinámicas de la vida de los pactos nos ayudará a entender la profecía del Antiguo Testamento y cómo se aplica a la iglesia y al mundo hoy día. ¿Cuáles fueron los ideales básicos de la vida de los pactos con Jehová?
¿Has estado alguna vez en una boda en la que has escuchado las cosas maravillosas que se dicen los novios el uno al otro? " Para tenerte y amarte en la enfermedad y en la salud, en la riqueza y en la pobreza..." ¿No sería raro escuchar al novio y a la novia comenzar su matrimonio con votos que fueran menos que ideales? ¿Puedes imaginarte escuchar a un hombre decirle a una mujer: "Te tomo para ser mi esposa, pero realmente va a ser muy difícil permanecer juntos, si te enfermas". O ¿puedes imaginar a una mujer decirle a un hombre: "Te tomo para ser mi esposo, más te vale no dejar que quedemos pobres"?. Bueno, nos preguntaríamos qué le pasaría a una pareja así, porque esperamos que el principio de un matrimonio se enfoque en ideales. Es una relación fresca. Es un tiempo cuando las cosas son lo que se suponían que fueran. Todos esperamos que la pareja recuerde las cosas que se dijeron el uno al otro cuando la relación era ideal. Bueno, los profetas del Antiguo Testamento sabían que algo así era verdad de la relación entre Dios y su pueblo. Ellos entendieron que había ciertos ideales en la relación de los pactos entre Dios e Israel. Ahora, para entender esta relación ideal, debemos ver dos asuntos: Primero, las estructuras básicas ideales del pacto, y en segundo lugar, los ministerios proféticos o cómo los profetas confiaban en estas estructuras.
En lecciones anteriores, vimos que el Antiguo Testamento describe los pactos de Jehová con Israel como si estuviera moldeado como los tratados entre el Soberano y el vasallo del antiguo cercano oriente.
En los tiempos del Antiguo Testamento, los grandes emperadores entraban en tratados o pactos con naciones más pequeñas. Y la Biblia dice que Jehová entró en pactos tales con la nación de Israel. Cuando los emperadores entraban en pactos por primera vez con las naciones vasallas, comenzaban a declarar ciertos ideales que formaban las estructuras básicas de sus arreglos políticos.
Siempre aparecían dos componentes, por lo menos, en los tratados Soberano-Vasallo. En primer lugar, los tratados antiguos del mediano oriente siempre afirmaban la benevolencia del emperador hacia sus vasallos. Declaraban el nombre del gran rey y comenzaban con un registro histórico que enumeraba todas las grandes cosas que el rey había hecho por su pueblo. Los tratados se basaban siempre en la bondad del emperador y este tema de la bondad del emperador es también verdad en el ideal de la Biblia de los pactos. El centro de cada pacto bíblico divino era la bondad de Dios hacia su pueblo.
Hay otro elemento en los ideales que nunca debemos olvidar y ése es el elemento de la responsabilidad humana. Así como cada tratado de Soberano-Vasallo en el mundo antiguo requería lealtad de los súbditos al emperador, de la misma manera cada pacto en el Antiguo Testamento requería lealtad del pueblo a Dios. Ahora, siempre tenemos que recordar que la respuesta de lealtad era siempre una respuesta—una respuesta a la misericordia divina—la gente no gana su estatus ante Dios. Dios estableció pactos con la gente basados en Su gracia. Sin excepción alguna, los ideales del pacto siempre involucraban responsabilidad humana: el requisito de vivir lealmente ante Dios.
Aquí debemos pensar cómo cada uno de estos elementos ideales entró en el pacto del Antiguo Testamento. Como vimos en las lecciones anteriores, los profetas del Antiguo Testamento entendieron que Dios entró en cinco relaciones de pacto. El estableció pactos con todas las naciones de la tierra por medio de Adán y Noé. Después él llamó a Israel a una relación especial por medio de los pactos con Abraham, Moisés y David, así como a un pacto futuro en los postreros días después del exilio.
Pensemos en el pacto con Adán. En los días de Adán, la benevolencia de Dios se expuso en la manera en la que creó el mundo para la humanidad. El tomó una creación inhabitable y caótica y la moldeó en un hermoso jardín en el que iba a habitar la humanidad. Como leemos en Génesis capítulo 1 versículo 2:
Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. (Génesis 1:2)
Después Dios hizo un paraíso para su imagen y puso a Adán y a Eva en ese paraíso. Esta misericordia fue la base sobre la cual Dios entró en un pacto con nuestros primeros padres, Adán y Eva. Al mismo tiempo, se requería en el ideal del pacto con Adán la responsabilidad humana. Dios puso a Adán en el maravilloso jardín del Edén, pero inmediatamente el puso serias estipulaciones. En Génesis capítulo 2 versículos 16 al 17, leemos estas palabras:
De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás. (Génesis 2:16-17)
Aun en el paraíso, el ideal del pacto no solamente incluía la benevolencia de Dios, sino también la responsabilidad de la raza humana.
Bueno, pues lo mismo es verdad con el pacto con Noé. Por un lado, Dios misericordiosamente rescató a Noé y a su familia del diluvio a nivel mundial, como los dice Génesis capítulo 6 versículos 7 al 8:
Y dijo Jehová: 'Arrasaré de sobre la faz de la tierra a los hombres que he creado Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová. (Génesis 6:7-18)
El pacto con Noé se basó en misericordia divina inmerecida. Aun así, el pacto que Dios hizo con Noé une la benevolencia y bondad divina con la responsabilidad humana. Cuando Noé salió del arca después del diluvio, Dios puso bastantes estipulaciones explícitas. En Génesis capítulo 9 versículo 7, Dios también le recordó a Noé de su responsabilidad humana básica:
Mas vosotros fructificad y multiplicaos; procread abundantemente en la tierra, y multiplicaos en ella. (Génesis 9:7)
Tanto la misericordia divina y la responsabilidad humana aparecen en el pacto con Noé.
Ahora vayamos por un momento a los pactos especiales que Dios hizo con la nación de Israel. Recordarás que el primer pacto con Israel fue por medio del patriarca, Abraham. La gracia de Dios aparece en este pacto porque Dios escogió a esta sola familia para ser bendecida sobre todas las familias sobre la tierra. Dios mostró gran misericordia hacia Abraham cuando le dijo estas palabras en Génesis capítulo 12 versículos 2 al 3:
Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra. (Génesis 12:2-3)
Una vez más, la gracia divina es el elemento central en el ideal del pacto. No obstante, la responsabilidad humana también fue una parte esencial del ideal del pacto con Abraham.
La responsabilidad del patriarca viene en primer plano en muchas ocasiones. Por ejemplo, en Génesis capítulo 17 versículos 1 al 2, Dios dice estas palabras:
Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto. Y pondré mi pacto entre mí y ti, y te multiplicaré en gran manera. (Génesis 17:1-2)
El pacto Abrahámico incluía la responsabilidad humana.
Muchos cristianos hoy día tienen una impresión falsa con relación al pacto de Dios con Moisés. Piensan que este pacto se centró en las obras, pero no fue así, y podemos ver esto claramente en el hecho de que los Diez Mandamientos comienzan con un prólogo histórico muy parecido a los prólogos de los tratados de los Soberanos del cercano oriente. Antes de que se diera mandamiento alguno, en Éxodo capítulo 20 versículo 2 leemos estas palabras:
Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. (Éxodo 20:2)
Dios esperaba que su pueblo lo obedeciera, pero en base a este hecho de misericordia al sacarlos de la tierra de Egipto. Claro, el otro lado de la responsabilidad humana también aparece en el pacto con Moisés. Éxodo capítulo 19 versículo 5 dice estas palabras a Israel:
Ahora pues, si diereis oído a mi voz, y guardaréis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. (Éxodo 19:5)
La gracia divina fue unida a la responsabilidad humana en el estado ideal del pacto con Moisés.
Ahora, el pacto real con David también se enfocó en la benevolencia divina. Dios habló a David de esta manera en 2 de Samuel capítulo 7 versículo 8,
Yo te tome del redil, de detrás de las ovejas, para que fueses príncipe sobre mi pueblo, sobre Israel. (2 Samuel 7:8)
Dios escogió la familia de David como la dinastía permanente sobre su pueblo por puro amor, no por mérito alguno que haya visto en David. La dinastía de David se estableció porque Dios fue misericordioso con él. Al mismo tiempo, Dios unió esta muestra de gracia a David con el requisito de la lealtad. Escucha la manera en que se presentan los requisitos de lealtad en el Salmo 89 versículos 30 al 32:
Si dejan sus hijos mi ley, y no anduvieren en mis juicios, si profanaren mis estatutos, y no guardaren mis mandamientos, entonces castigaré con vara su rebelión, y con azotes sus iniquidades. (Salmo 89:30-32)
Dios esperaba que los hijos de David le fueran obedientes al reconocer la gracia que Él había mostrado a David.
Los dos lados del ideal del pacto aparecen también en el nuevo pacto, lo que predijeron los profetas que vendría por medio del Mesías. El apóstol Pablo lo expuso brevemente en Efesios capítulo 2 versículos 8 al 10:
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. (Efesios 2:8-10)
La gracia es la base del pacto en Cristo. Pero ahora, escucha las palabras que siguen en el versículo 10,
Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. (Efesios 2:10)
El ideal del nuevo pacto incluye también la responsabilidad humana de las buenas obras.
Ahora, debemos dirigir nuestra atención a nuestro segundo tópico: Cómo confiaron los profetas en estas estructuras.
Por un lado, constantemente los profetas le recordaban al pueblo de Dios las misericordias que Jehová les había mostrado. Sin embargo, al mismo tiempo los profetas del Antiguo Testamento concentraron mucha de su atención en la responsabilidad humana ante el pacto. Fueron llamados por Dios para acercarse a la gente y recordarles su servicio leal a Dios. Siempre debemos recordar que los profetas sabían que había tanto creyentes como no creyentes dentro de la comunidad visible de Israel. Y por esa razón, trataron la responsabilidad humana en el pacto como un área de prueba.
La respuesta de la gente hacia las estipulaciones del pacto mostró la verdadera naturaleza de sus corazones. Por otro lado, los no creyentes en la comunidad visible demostraron que, de hecho, no tenían la fe salvadora porque se alejarían de sus responsabilidades de los pactos. Se negaban a confiar en Jehová para salvación, y se negaban a darle su lealtad. Estos violadores flagrantes del pacto sufrirían el juicio de Dios. Por otro lado, la prueba de la responsabilidad humana también identificaba a aquellos que estaban verdaderamente en la comunidad invisible del pacto. Ahora, éstas eran personas redimidas eternamente. Habían ejercido la fe salvadora en Jehová y estaban en camino a la vida eterna. Pero el hecho es que muchas veces los profetas desafiaron aun a estas personas a probar su fe, de la misma manera en la que lo hace el Nuevo Testamento. Escucha las palabras de Apocalipsis capítulo 2 versículo 7:
El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios. (Apocalipsis 2:7)
Este tipo de tema, que debemos obedecer al Señor con el fin probar que genuinamente tenemos la fe salvadora, es un tema que se encuentra también en los profetas.
Ahora, aquí debemos tener cuidado de no pensar que los profetas fueron legalistas, simplemente porque enfatizaron la responsabilidad humana. La realidad es que los profetas entendieron que la gracia de Dios estaba detrás de cada acto de obediencia y fidelidad. Sabemos esto también, de toda la enseñanza de la Escritura. Que siempre que la gente es fiel al Señor, es por el espíritu del Señor trabajando en ellos. Sin embargo, al mismo tiempo, la Biblia nos recuerda constantemente nuestra responsabilidad de obedecer. Y porque sabemos que la gracia de Dios estaba detrás de cada acto de obediencia, ellos no vacilaban en llamar al pueblo de Dios a la obediencia y fidelidad.
Hasta aquí, en nuestro estudio de la dinámica del pacto, hemos visto dos lados del ideal de los pactos. Ahora, debemos dirigir nuestra atención a nuestro segundo tópico, el juicio de los pactos. ¿Cuál fue la dinámica de la vida de los pactos cuando el pueblo de Dios se alejó del servicio al Señor?
Hay muchas formas de gobernar humanamente por todo el mundo. Pero hay una cosa en común en cada gobierno humano. Todos reconocen que las personas de un lugar no obedecerán todas sus leyes. Y como resultado, establecen un sistema de crimen y castigo. Lo mismo pasó en el pacto de Dios con Israel. El sabía que su pueblo era pecador. El sabía que se rebelarían en su contra, así que estableció un sistema de juicio sobre su pueblo. Los profetas jugaron un papel muy importante en el sistema de juicio. Fueron mensajeros del pacto. Ellos traían a la mente los delitos, y también advertían de los castigos que Dios les daría si violaban su pacto. Ahora, para entender cómo funcionaban los profetas como mensajeros de juicio, necesitamos entender dos elementos del juicio del pacto que Dios puso sobre su pueblo.
Primero, exploraremos el tipo de juicios que anunciaron los profetas, y segundo, exploraremos el proceso que seguirían los juicios. Veamos primero los tipos de juicios que emitieron los profetas en contra de aquellos que violaban notoriamente sus pactos con Jehová.
Es importante darse cuenta que los profetas del Antiguo Testamento no inventaron los tipos de juicios con que amenazaban. Por el contrario, veían en las escrituras del Antiguo Testamento las listas o catálogos de los diferentes tipos de juicios que debería de esperar el pueblo de Dios. El vocabulario de los profetas revela que frecuentemente dependían de pasajes provenientes de los libros de Moisés. Hay cinco pasajes principales que guiaron a los profetas al enumerar los tipos de juicio que vendrían contra el pueblo de Dios: Deuteronomio capítulo 4 versículos 25 al 28, Deuteronomio capítulo 28 versículo 15 al 68, Deuteronomio capítulo 29 versículo 16 al 29, Deuteronomio capítulo 32 versículos 15 al 43, y finalmente Levítico capítulo 26 versículos 14 al 39 proporcionaron información a los profetas al buscar comprender los tipos de juicios que Dios traería en contra de su pueblo.
Hay tanto material en estos pasajes, que es difícil resumir lo que dicen. Pero es seguro decir que Moisés escribió estos pasajes para comunicar a la nación que habían dos categorías básicas del juicio del pacto.
El primer tipo de juicio del pacto es que Dios respondería al pecado persistente con juicio en la naturaleza.
Dios amenaza con retirar su bendición del orden natural, de tal manera que el mundo se vuelva hostil al pueblo de Dios. Recordarás que Dios trajo a Israel a una tierra donde fluye leche y miel. El orden natural en la tierra prometida iba a ser una bendición tremenda al pueblo de Dios. Pero los profetas advirtieron que cuando se rebelara Israel, quitaría esta bendición en juicio. Ahora, ¿qué tipo de juicios naturales vendrían en contra de la comunidad visible del pacto? Deuteronomio capítulos 4, 28, 29, y 32, así como Levítico capítulo 26, enumeran por lo menos seis tipos principales de juicios naturales en contra del pueblo de Dios.
Primero, estos capítulos en los libros de Moisés nos dicen que algunas veces Dios enviará sequías a la tierra de Israel. Esta sequía secará la tierra de tal manera que las personas sufrirán tremendamente y habrá pestilencia. También vendrá hambre de tal manera que las personas no tendrán comida cuando se rebelen notoriamente en contra del Señor. Y vendrá enfermedad sobre ellos—recibirán fiebre y tumores y plagas. Los animales salvajes amenazarán la vida humana y habrá una pérdida de la población. La infidelidad y ultimadamente la muerte diezmarán los animales y la población humana en la tierra de la promesa. Los profetas mencionaron estos tipos de juicios del pacto una y otra vez. Frecuentemente advirtieron que Dios iba a traer desastre natural para perturbar la vida en la tierra prometida. Por ejemplo, escuchemos lo que dijo Hageo en Hageo capítulo 1 versículos 9 al 11:
Por cuanto mi casa está desierta, y cada uno de vosotros corre a su propia casa. Por eso se detuvo de los cielos sobre vosotros la lluvia, y la tierra detuvo sus frutos. Y llamé la sequía sobre esta tierra, y sobre los montes, sobre el trigo, sobre el vino, sobre el aceite, sobre todo lo que la tierra produce, sobre los hombres y sobre las bestias, y sobre todo trabajo de manos. (Hageo 1:9-11)
Con frecuencia, Dios pedía que sus profetas anunciaran que el juicio estaba viniendo en el orden natural.
Ahora, además del juicio en la naturaleza, también encontramos que los profetas anuncian el juicio en la guerra.
Frecuentemente la guerra trae horrores naturales, tales como hambre y enfermedad, pero Dios también habló de enviar enemigos humanos en contra de su pueblo como un tipo de juicio de los pactos. Un número de motivos de guerra aparecen en los escritos de Moisés. En Deuteronomio capítulos 4, 28, 29, 32 y en Levítico capítulo 26, encontramos por lo menos cinco categorías de juicio en la guerra. Primero, el pueblo de Dios sufrirá derrota. No serán capaces de resistir los ataques de sus enemigos. Segundo, sus ciudades serán sitiadas. Las ciudades serán rodeadas por sus enemigos y sus habitantes sufrirán. Después los enemigos ocuparán la tierra. Los enemigos del pueblo de Dios vendrán a la tierra de la promesa y tomarán control. La muerte y la destrucción es otra maldición del pacto en la guerra, porque muchos del pueblo de Dios morirán en manos de sus enemigos. Y finalmente, la maldición peor de todas: Dios dice que su pueblo será tomado cautivo y esparcido entre las naciones en exilio.
Los profetas no sólo anunciaban una y otra vez que el pueblo de Dios sería derrotado por sus enemigos, sino que también les advertían que vendría el exilio de su tierra. Por ejemplo, el profeta Miqueas advirtió que muchos Judaítas serían exiliados de la tierra prometida. En Miqueas capítulo 1 versículo 16 podemos leer estas palabras de exilio:
Ráete y trasquílate por los hijos de tus delicias; hazte calvo como águila, porque en cautiverio se fueron de ti. (Miqueas 1:16)
Amenazas de juicio y guerra como éstas aparecen en todos los profetas del Antiguo Testamento.
Así vemos que los profetas del Antiguo Testamento anuncian dos tipos básicos de juicios de los pactos: desastres naturales y guerra. Ahora demos un vistazo al proceso que seguiría Dios al imponer estos tipos de juicios para su pueblo. ¿Qué procesos de juicio esperaban los profetas que se llevaran a cabo?
Los profetas aprendieron el proceso del juicio de los pactos principalmente de Levítico capítulo 26 versículos 14 al 39. En este pasaje, Moisés describe el juicio como algo que se lleva a cabo en un período largo de tiempo y sigue un modelo particular. En tanto examinamos este pasaje, vamos a encontrar por lo menos tres principios que gobiernan el proceso en que se llevarán a cabo estos juicios. Dios mostrará paciencia, pero los juicios incrementarán en severidad y habrá un clímax particular para estos juicios. Vamos a pensar primero en la paciencia divina.
Levítico capítulo 26 versículos 14 al 39 aclara que Dios ejerce gran paciencia hacia su pueblo cuando peca. Dios se da cuenta de que su pueblo se rebelará, y que serán obstinados, rehusando arrepentirse. Así que en este pasaje, Moisés revela que Dios será muy paciente con su pueblo. Levítico capítulo 26 se divide en cinco secciones principales: versículos 14 al 17, 18 al 20, 21 al 22, 23 al 26, y 27 al 39. Cada uno de estos segmentos comienza así, "Si no me oyeres..." y después sigue diciendo lo que les hará en juicio. Esta repetición de "Si no me oyéreis" muestra que Dios tiene la intención de ser paciente con su pueblo al darles muchas oportunidades para arrepentirse.
Una de las descripciones más breves de la paciencia de Dios aparece en la profecía del Antiguo Testamento. El profeta Joel habló de la paciencia de Dios en Joel capítulo 2 al llamar al pueblo al arrepentimiento. En capítulo 2 versículo 13, dice estas palabras a Israel:
Y convertíos a Jehová vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y que se duele del castigo. (Joel 2:13)
Los profetas creían fuertemente en el juicio del pacto, pero también creían que Jehová era muy paciente con su pueblo.
El primer principio de los juicios de los pactos en Levítico capítulo 26 es que Dios será paciente, pero hay un segundo principio—los juicios del pacto de Dios vendrán con severidad creciente. Así como los cinco segmentos de Levítico capítulo 26 nos dicen que Dios es paciente, también nos dicen que Dios aumentará la severidad de sus juicios.
En los versículos 18, 21, 24 y 28, Dios nos advierte de esta manera: si continúan rebelándose en contra de él, entonces El aumentará los juicios siete veces más. Esta dimensión de Levítico capítulo 26 nos dice que el juicio de los pactos viene en grados. Algunas veces los profetas advertían de juicios relativamente pequeños, y después más tarde advertían de juicios más grandes por venir. Por ejemplo, leemos de un juicio pequeño en el libro de Isaías capítulo 38 versículo 1:
Ordena tu casa, porque morirás, y no vivirás. (Isaías 38:1)
Ahora, estoy seguro que Ezequías mismo pensó que esto era un gran juicio en contra de él, pero en términos de toda una nación, era más bien pequeño... era más bien solamente un sufrimiento individual del juicio de Dios. Pero por el otro lado, después de que Ezequías se rehusó a someterse a Jehová, incluso después de una liberación milagrosa del ataque de los Asirios, Isaías dio un juicio mucho más severo. Anunció que un día, los Babilonios conquistarían la nación entera de Judá. En Isaías capítulo 39 versículo 6, leemos esto:
He aquí vienen días en que será llevado a Babilonia todo lo que hay en tu casa ninguna cosa quedará, dice Jehová (Isaías 39:6)
Esta declaración fue mucho más severa que la amenaza en contra de Ezequías, acerca de su propia salud. Es una amenaza en contra de una nación entera. Y muchos profetas seguirían este mismo patrón. Hablarían de juicios que iban en aumento.
No encontramos solamente que Dios trae juicios del pacto con paciencia y con severidad creciente, sino que también encontramos un tercer principio. El clímax del juicio es el exilio de la tierra.
La última sección de Levítico capítulo 26, versículos 27 al 39, advierte que el peor juicio que vendrá en contra del pueblo de Dios será una devastación total de la tierra y el exilio de la tierra prometida. Escuchemos la manera en que lo expuso Moisés en Levítico capítulo 26 versículo 33:
Y a vosotros os esparciré entre las naciones, y desenvainaré espada en pos de vosotros; y vuestra tierra será asolada, y quedarán desiertas vuestras ciudades. (Levítico 26:33)
En las mentes de los creyentes del Antiguo Testamento, era difícil de imaginar algo peor que esto. Dios había traído a Israel a la tierra prometida –una tierra donde fluye leche y miel. Y ahora, los profetas estaban anunciando que iba a haber un exilio de esta tierra. Al llegar a la mayoría de los profetas bíblicos, Dios había advertido una y otra vez que iba a mandar a su pueblo fuera de la tierra. Y así encontramos a los profetas anunciando que el exilio venia. Por ejemplo, en Amós capítulo 5 versículo 26, leemos estas palabras:
Antes bien, llevabais el tabernáculo de vuestro Moloc y Quiún, ídolos vuestros, la estrella de vuestros dioses que os hicisteis. (Amós 5:26)
Aunque Moisés hizo la amenaza del exilio claramente en Levítico capítulo 26 y en otros pasajes, el pueblo de Israel todavía no lo podía creer. Sería más popular creer que Dios no sacaría a su pueblo por lo menos Jerusalén permanecería intacta. El pueblo había olvidado que su pacto con Jehová requería la responsabilidad humana. Y esta es la razón por la que, en los últimos años de la seguridad de Jerusalén, Jeremías tuvo que proclamar que la destrucción de la ciudad y del templo estaba viniendo. En Jeremías capítulo 7 versículos 13 al 15 leemos estas palabras:
Ahora, pues, por cuanto vosotros habéis hecho todas estas obras, dice Jehová, y aunque os hablé desde temprano y sin cesar, no oísteis, y os llamé, y no respondisteis; haré también a esta casa sobre la cual es invocado mi nombre, en la que vosotros confiáis, y a este lugar que di a vosotros y a vuestros padres, como hice a Silo. Os echaré de mi presencia, como eché a todos vuestros hermanos, a toda la generación de Efraín. (Jeremías 7:13-15)
Dios es misericordioso y paciente y bueno con su pueblo; toma mucho tiempo molestarlo, pero puede ser provocado a ira. Y así descubrimos que Dios hace juicio sobre su pueblo, pero es un juicio paciente y bueno que ejecuta sobre su pueblo.
Hasta aquí en esta lección de las dinámicas de los pactos; hemos visto el ideal de los pactos y los juicios de los pactos. Ahora veremos el tercer elemento en nuestra discusión: las bendiciones de los pactos. ¿Cómo derrama Dios sus bendiciones en su pueblo?
¿Has estado alguna vez en una amistad en donde la otra persona simplemente no olvida? Quizá te has mudado muy lejos y las cartas continúan viniendo aún después que has olvidado responder. O suena el teléfono, y es otra vez tu fiel amigo. Bien, es bueno tener amigos como éste que están apegados a ti por toda la historia. Y lo mismo fue verdad para Jehová y su relación con Israel. Los profetas sabían que Dios juzgaría severamente a su pueblo, pero también sabían y proclamaban que Jehová nunca abandonaría al pueblo de su pacto.
Para explorar este lado de la vida del pacto, necesitamos ver dos consideraciones, así como lo hicimos en el estudio del juicio. Primero, veremos los tipos de bendiciones de los pactos y después veremos los procesos de las bendiciones de los pactos.
Las bendiciones vienen cuando el pueblo busca serle fiel a Dios. Claro, Dios no espera que su pueblo sea perfecto, pero sí espera que lo busquen sinceramente, y no se rebelen en su contra. Cuando el pueblo del pacto es fiel en esta forma, Dios los bendice ricamente. La primera categoría de bendiciones es bendición en la naturaleza.
Así como Moisés habló de juicio en la naturaleza, también habló de las bendiciones que vendrían en el entorno natural. Moisés reveló a Israel que Dios ofreció tremendas bendiciones naturales si solamente le servían fielmente. Este tipo de motivo aparece en cuatro maneras por lo menos en Deuteronomio capítulos 4, 28, 30, y Levítico capítulo 26. Primero, Moisés habla de abundancia en la agricultura. Los campos estarían llenos de cosechas si la gente era fiel a su Señor. También, habla de la fertilidad del ganado. El ganado crecería en grandes cantidades si la gente servía fielmente al Señor. Vendrían salud y prosperidad al pueblo de Dios. Disfrutarían salud en general y bienestar y además de esto, la población crecería. El número de Israelitas aumentaría para llenar la tierra prometida.
Los anuncios de bendición en la naturaleza no deben sorprendernos. Cuando Dios hizo primero a la humanidad, nos puso en un paraíso –el jardín del Edén. Pero después Dios los sacó debido al pecado. Cuando el pueblo del pacto es fiel a Dios, él promete darles bendiciones: bendiciones en la naturaleza para que puedan experimentar los tipos de cosas que Dios quería que tuviera la raza humana en el mismo principio. Los profetas del Antiguo Testamento hablaron de muchas maneras acerca de las bendiciones de la generosidad en la naturaleza. Escucha un ejemplo en Joel capítulo 2 versículo 22 al 23:
Animales del campo, no temáis; porque los pastos del desierto reverdecerán, porque los árboles llevarán su fruto, la higuera y la vid darán sus frutos. Vosotros también, hijos de Sión, alegraos y gozaos en Jehová vuestro Dios; porque os ha dado la primera lluvia a su tiempo. (Joel 2:22-23)
De la misma manera, Zacarías predijo que el pueblo en sus días vería las bendiciones de Dios cuando obedecieran al Señor. Zacarías capítulo 8 versículo 12 dice estas palabras,
Porque habrá simiente de paz; la vid dará su fruto, y dará su producto la tierra, y los cielos darán su rocío. (Zacarías 8:12)
Aunque el primer tipo de bendición de los pactos se enfoca en la abundante recompensa de la naturaleza, también aparece una segunda categoría principal una y otra vez en los profetas y esta es la bendición en la guerra.
Así como el pueblo del pacto sufrió la derrota en la guerra cuando estaban bajo el juicio de Dios, ellos experimentaron la victoria y la paz cuando estaban bajo las bendiciones del pacto. Este motivo aparece por lo menos en cuatro maneras en Deuteronomio capítulos 4, 28, 30 y Levítico capítulo 26. Primero, Moisés dice al pueblo de Dios que ellos derrotarán a sus enemigos. Pero más que esto, habrá un fin a la guerra—cesará la hostilidad con las naciones y habrá un alivio para la destrucción. Y, claro, habrá un regreso de cualquier cautivo que ha sido llevado lejos de la tierra prometida.
Los profetas del Antiguo Testamento frecuentemente hablaron de estos tipos de bendiciones en la guerra. Escucha cómo predijo Amós un gran futuro de éxito militar para la nación de Israel. En Amós capítulo 9 versículos 11 y 12, dice estas palabras del período post-exílico:
En aquel día yo levantaré el tabernáculo caído de David, y cerraré sus portillos y levantaré sus ruinas, y lo edificaré como en el tiempo pasado; para que aquellos sobre los cuales es invocado mi nombre posean el resto de Edom, y a todas las naciones, dice Jehová que hace esto. (Amós 9:11-12)
El profeta Amós anunció en un mundo de hostilidades y problemas, que la casa de David tendría la victoria sobre todos los enemigos hostiles. Y de la misma manera, Miqueas, en el capítulo 4, versículo 3 anunció que habría gran paz como resultado de estas victorias:
Y martillarán sus espadas para azadones, y sus lanzas para hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se ensayarán más para la guerra. (Miqueas 4:3)
Así que podemos ver, en estos pasajes, que los profetas se orientaron hacia la gracia y las bendiciones de Dios. Aunque los profetas tuvieron que decir mucho de lo negativo acerca del juicio y pecado, también dijeron que el arrepentimiento y la fidelidad guiarían a grandes bendiciones en la naturaleza y en la guerra.
Ahora que hemos visto los tipos de bendiciones que Dios traería a su pueblo, también debemos ver los procesos por los cuales venían estas bendiciones.
Así como había un proceso para el juicio, de igual manera lo había para las bendiciones también. Hay por lo menos tres principios que gobiernan el proceso de la bendición divina. Primero, las bendiciones vienen por medio de la gracia; y después las bendiciones vienen en varios grados; y hay un clímax de las bendiciones de Dios.
Con mucha frecuencia, los cristianos modernos tienen impresiones falsas de que en el Antiguo Testamento la gente ganaba su salvación o ganaba su justicia ante Dios. Pero nada puede estar más lejos de la verdad. Los profetas no ofrecieron una forma de salvación por obras a los hombres y las mujeres—ellos hacían un llamado a la gente para arrepentirse y buscar la misericordia de Dios. En Oseas capítulo 14 versículo 1, leemos estas palabras:
Vuelve, oh Israel, a Jehová tú Dios; porque por tu pecado has caído. Llevad con vosotros palabras de súplica, y volved a Jehová, y decidle: Quita toda iniquidad y acepta el bien, y te ofreceremos la ofrenda de nuestros labios. (Oseas 14:1)
Nota que Oseas no dice nada acerca de que sus lectores deben de trabajar duro para ganar las bendiciones de Dios. Por el contrario, los fieles en Israel sabían que únicamente la misericordia de Dios les traería bendiciones. Ellos buscaban el perdón como una base para las bendiciones del pacto – no el mérito humano.
El segundo principio que gobiernan las bendiciones de los pactos es que vienen en una variedad de grados.
Así como los juicios venían en grados, así podemos hablar de bendiciones más pequeñas y más grandes. En lo más bajo de la escala, los profetas del Antiguo Testamento hablaron de misericordias de Dios relativamente pequeñas. Por ejemplo, así como Isaías le dijo a Ezequías que se iba a enfermar y morir, también anunció una pequeña bendición al rey cuando le dijo que Dios lo dejaría vivir. En Isaías capítulo 38 versículo 5, Dios dijo:
Ve y di a Ezequías: Jehová, Dios de David, tu padre, dice así: "He oído tu oración, y visto tus lágrimas; he aquí que yo añado a tus días quince años". (Isaías 38:5)
Un buen número de profecías se enfocan en estos tipos de bendiciones personales o individuales. Pero muchas veces, los profetas también dirigían su atención a las grandes bendiciones nacionales que Dios traería a su pueblo. Por ejemplo, en el año 701, los asirios habían atacado a Judá y habían llegado a las puertas de Jerusalén. En Isaías capítulo 37 versículos 34 al 35, el profeta anunció claramente que Dios los libraría de esta gran derrota.
Por el camino que vino, volverá, y no entrará en esta ciudad, dice Jehová. Porque yo ampararé a esta ciudad para salvarla, por amor de mí mismo, y por amor de David, mi siervo. (Isaías 37:34-35)
Esta era una gran bendición para el pueblo de Dios, porque su propia existencia había sido amenazada y Dios dijo que El les daría la bendición de la victoria en la guerra. Al leer los profetas del Antiguo Testamento, siempre debemos estar alertas a las bendiciones pequeñas o grandes que Dios anunció a su pueblo del pacto.
Además de la gracia divina y los grados de bendiciones, un tercer principio gobierna las bendiciones de los pactos – el clímax de la restauración del remanente.
Los profetas del Antiguo Testamento creían que no importaba cuán grande fuera el juicio de Dios, siempre habría un remanente. Ahora, este remanente podía ser grande o muy pequeño, dependiendo en cómo reaccionaría el pueblo de Dios. Pero los profetas siempre dijeron que Dios guardaría seguro un remanente y edificaría en ese remanente. Por ejemplo, Jeremías dijo que Jerusalén sería totalmente destruida, pero en Jeremías 5 versículo 18, asegura a la gente que el remanente sobreviviría:
No obstante, en aquellos días, dice Jehová, no os destruiré del todo. (Jeremías 5:18)
La sobrevivencia del remanente es importante, porque por medio de ese remanente, Dios prometió traer a su pueblo la bendición más grande de todas. Ya hemos visto en Levítico capítulo 26 que la peor maldición de todas era el exilio de la tierra. Pero en Levítico capítulo 26 versículos 40 al 45 así como en Deuteronomio capítulo 4 y Deuteronomio capítulo 30, Dios prometió que el preservaría un remanente, lo traería de regreso a la tierra y los bendeciría mucho más que antes. Escucha la manera en que lo puso Moisés en Deuteronomio capítulo 30 versículos 4 y 5:
Aún cuando tus desterrados estuvieron en las partes más lejanas que hay debajo del cielo, de allí te recogerá Jehová tu Dios, y de allá te tomará; y te hará volver Jehová tu Dios a la tierra que heredaron tus padres, y será tuya; y te hará bien, y te multiplicará más que a tus padres. (Deuteronomio 30:4-5)
Este tema de la restauración del remanente aparece en todos los profetas. Por ejemplo, Jeremías enseñó que después del exilio, Dios daría grandes bendiciones naturales a su remanente. En Jeremías capítulo 23 versículo 3, Jeremías reporta estas palabras de Dios:
Y yo mismo recogeré el remanente de mis ovejas de todas las tierras adonde las eché, y las haré volver a sus moradas; y crecerán y se multiplicarán. (Jeremías 23:3)
De la misma manera, después del exilio, el remanente también recibiría una gran bendición en la guerra. El profeta Joel enseñó que cuando el pueblo de Dios regrese, este remanente experimentaría una gran victoria y una paz duradera. En Joel capítulo 3 versículo 9, leemos estas palabras:
Proclamad esto entre las naciones: proclamad guerra, despertad a los valientes y acercaos, venid todos los hombre de guerra. (Joel 3:9)
Pero después en capítulo 3 versículo 17, leemos la de la victoria de Israel:
Y conoceréis que yo soy Jehová vuestro Dios, que habito en Sión, mi santo monte; y Jerusalén será santa, y los extraños no pasarán más por ella. (Joel 3:17)
Joel habló de una gran victoria en la batalla que establecería a Israel como seguro por siempre. Todos los profetas del Antiguo Testamento ansiaban la restauración del remanente del pueblo de Dios. Dios prometió que a pesar del gran castigo del exilio, el remanente recibiría la bendición más grande de la restauración.
En esta lección, hemos explorado cómo entendieron los profetas las dinámicas de los pactos y hemos visto tres tópicos principales. Primero, los ideales de la benevolencia divina y la responsabilidad humana. Y hemos visto después cómo advertían los profetas del juicio desde un nivel individual hasta el gran juicio del exilio nacional. Y después, finalmente, hemos visto también que Dios redimiría a su pueblo, de maneras pequeñas y después por medio de un remanente, trayendo una gran restauración después del exilio. Estos temas, estas dinámicas, guiaron a los profetas del Antiguo Testamento en todo lo que dijeron y estos temas también deben guiarnos a nosotros al estudiar a los profetas del Antiguo Testamento.