Él Nos Dio Profetas: El Pueblo del Pacto

INTRODUCCIÓN

Estoy seguro de que ya has escuchado la antigua broma del Pastor que dijo: "Este trabajo sería grandioso si no fuera por la gente". Bueno, de esta misma forma es en muchas áreas de la vida. La vida sería grandiosa si no fuera por las personas con las que tenemos que tratar, pero el hecho es que no nos podemos alejar de las personas. La vida se hace teniendo a otros en todo nuestro derredor. Y así fue con los profetas del Antiguo Testamento. Ellos también trataron con personas.

Por esta razón, hemos titulado esta lección: "El Pueblo del Pacto". Examinaremos tres conceptos: primero, la humanidad y el Pacto – cómo vieron los profetas del Antiguo Testamento una relación de pacto entre Dios y toda las personas; segundo, Israel y el pacto – qué papel especial tenía el pueblo de Israel por medio la relación del Pacto; y después, finalmente, la salvación y la comunidad del Pacto.

Veamos primero las formas en que los profetas entendieron a toda la humanidad en el Pacto con Dios.

HUMANIDAD Y EL PACTO

Si hay algo que sabemos acerca de las personas es que cada una es diferente de las otras. Venimos de diferentes culturas, y tenemos personalidades diferentes. Pero, sabemos que hay ciertas cosas que son comunes para toda la gente. Todos sentimos hambre. Todos necesitamos un amigo. Todos pagamos impuestos. Bien, los profetas sabían que esto era verdad para las personas también. Ellos entendieron que las diferentes naciones de la tierra fueron tratadas de diferente manera por el Señor porque Dios había escogido a Israel como Su pueblo especial. Pero al mismo tiempo, los profetas sabían que Dios también había entrado en un Pacto con todas las naciones de la tierra.

Vamos a explorar estos pactos universales, y cómo los profetas representaron estos pactos a las naciones de la tierra.

Aunque diferentes grupos cristianos manejan los pactos de diferente manera, es seguro decir que muchas tradiciones cristianas han visto cinco eventos principales del Pacto en el Antiguo Testamento. Estos eventos moldearon significativamente la historia de la Biblia. En cinco tiempos diferentes, Dios estableció los pactos entre Él mismo y Su pueblo por medio de cabezas representativas. Estos representantes fueron Adán, Noé, Abraham, Moisés, y David.

Los pactos con Adán y Noé, están separados de los otros porque fueron pactos universales. Estos fueron pactos establecidos entre Dios y toda la humanidad. No fueron para un pueblo en particular, sino para toda la gente. Éstos establecieron arreglos permanentes entre Dios y cada ser humano. Estos pactos universales les proporcionaron a los profetas orientación teológica importante, en tanto servían como los emisarios del pacto de Dios. Mientras exploramos estos pactos universales, veremos dos asuntos diferentes. Primero, cuáles fueron las preocupaciones centrales de estos pactos universales. Y segundo, cómo dependían los ministerios de los profetas de estos pactos.

Veamos primero las preocupaciones centrales de los pactos con Adán y Noé.

Preocupaciones Centrales

Adán

El primer pacto en la Biblia es el pacto que Dios ha establecido con Adán. Ahora, este pacto es conocido tradicionalmente como el pacto de obras. En nuestros días, un buen número de teólogos piensan que no deberíamos llamar a éste un pacto. El término "pacto" no es usado en Génesis 1 al 3, y también hubieron muchas obras más involucradas en este pacto hecho con Adán. Quizá es mejor simplemente hablar de esto como un "arreglo" que Dios hizo entre El mismo y Adán. Pero en los días de Adán, Dios estableció ciertos pilares que permanecen a los largo de toda la historia de la Biblia.

Por lo menos tres pilares se establecieron en los días de Adán que duraron a lo largo de toda la historia de la Biblia. Estos pilares eran responsabilidad humana, corrupción humana y redención humana. Primero, Dios ordenó la responsabilidad humana en los días de Adán. Dios creó la raza humana como Su imagen en este mundo. Y cuando Dios habló primero de los seres humanos en Génesis capítulo 1, versículo 26, El dijo estas palabras:

Hagamos al hombre a Nuestra imagen... y señoree. (Génesis 1:26)

Todos los seres humanos son imagen de Dios y por lo tanto son responsables de representar Su reino en este mundo. Los seres humanos tienen que vivir de manera que honren a Dios en cada parte de la tierra. En base a las Escrituras, los profetas entendieron que todas las personas de cada nación recibieron esta sagrada responsabilidad en los días de Adán.

Más aún, el arreglo con Adán también estableció que todos los seres humanos han sufrido corrupción. Como lo ilustra toda la historia de la Biblia tan claramente, los eventos de Génesis capítulo 3 no fueron aislados de las vidas de Adán y Eva. Como el libro de Romanos, en el capítulo 5, enseña por el pecado de Adán, toda la raza humana se ha vuelto pecadora y está ante el juicio de Dios.

Los profetas no tenían que buscar muy lejos para ver que las naciones del mundo se habían apartado de Su Creador, y se habían apartado de sus responsabilidades como imagen de Dios.

Además, el arreglo con Adán estableció una esperanza de redención para la humanidad. En Génesis capítulo 3, versículo 15, Dios maldijo la serpiente que tentó a Adán y a Eva. Allí El prometió que un día la simiente de Eva heriría la cabeza de la serpiente. Los profetas del Antiguo Testamento entendieron que la victoria eventual sobre el mal y la muerte vendría a cada nación de la tierra. Estos pilares básicos de la responsabilidad humana, corrupción y redención establecieron las estructuras de interacción divina y humana a lo largo de toda la historia. Se extendieron a toda la raza humana.

Vamos a dirigirnos ahora a los asuntos principales del segundo pacto universal hecho entre Dios y Noé.

Noé

Dicho simplemente, Dios llevó las estructuras del arreglo con Adán más allá, pero agregó el aspecto de la estabilidad para el universo físico. Después del diluvio, Dios puso Su arcoíris en las nubes para demostrar que El no castigaría inmediatamente a los seres humanos cada vez que pecaran. En su lugar, Dios prometió un orden nuevo, en el que Él sería paciente con nuestros pecados. Como lo declaró Dios, en Génesis capítulo 8, versículo 22:

Mientras la tierra permanezca, no cesarán la sementera y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, y el día y la noche. (Génesis 8:22)

¿Por qué hizo Dios esta promesa de estabilidad natural? ¿Cuál era Su interés central? Bueno, hay por lo menos dos razones principales para la estabilidad del universo dado en los días de Noé. En primer lugar, Dios estaba demostrando Su paciencia con la raza humana. Este propósito se aclara en Génesis 8, versículo 21:

Y dijo Jehová en su corazón: No volveré más a maldecir la tierra por causa del hombre; porque el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud; ni volveré más a destruir todo ser viviente, como he hecho. (Génesis 8:21)

Este versículo nos dice que Dios reconoció la depravación total de los seres humanos y determinó ser paciente hacia nosotros al no destruir el mundo cada vez que pecáramos.

Un segundo propósito para la estabilidad de la naturaleza en el pacto de Noé también es evidente. Dios nos ha dado un mundo ordenado para que podamos cumplir nuestro destino humano de servir como Su imagen. Génesis capítulo 9, en el versículo 1, nos dice que, después del diluvio, Dios habló a Noé, el padre de todas las personas, y le dijo estas palabras:

Fructificad y multiplicaos, y llenad la tierra…. En vuestra mano son entregados. (Génesis 9:1)

Basándonos en las palabras que habló primero a Adán, en Génesis capítulo 1, Dios afirmó una vez más la responsabilidad de todas las naciones de servir como Su imagen. Así que vemos que Dios prometió ser paciente y de proveer un mundo estable para la raza humana de tal manera que todas las naciones de la tierra le sirvieran como Su imagen.

Los asuntos principales del los primeros pactos de la Biblia son muy similares. Con Adán, Dios ha establecido los pilares de la responsabilidad, corrupción y redención. Con Noé, Él continuó con estos principios juntamente con la paciencia divina y la reafirmación de nuestro destino humano como imágenes de Dios.

Ahora tenemos que hacernos una segunda pregunta. ¿Cómo dependía el ministerio de los profetas del Antiguo Testamento de estos pactos universales?

Dependencia de los Profetas

Tenemos que admitir que los profetas del Antiguo Testamento no mencionan explícitamente a Adán y a Eva con frecuencia. En su mayoría, la perspectiva teológica que se derivó de los pactos con Adán y Noé está implícitamente detrás de lo que dijeron los profetas del Antiguo Testamento. Quizá la manera más importante en la que los profetas dependieron de estos pactos aparece en la atención que le dieron a las naciones Gentiles.

Como los emisarios del pacto de Dios, los profetas del Antiguo Testamento enfocaron la mayoría de su atención en la nación de Israel, pero también fueron emisarios a las naciones del mundo. Como Dios le dijo a Jeremías, en Jeremías capítulo 1, versículo 5:

Te di por profeta a las naciones. (Jeremías 1:5)

Frecuentemente los profetas se dirigieron a las naciones extranjeras porque fueron emisarios de los pactos universales de Adán y Noé.

Pecado de las Naciones

El asunto profético para las naciones fue en dos direcciones. Primero, los profetas generalmente apuntaban que los pecados de las naciones amenazaban con que el juicio de Dios vendría contra ellos. Por ejemplo, el libro entero de Abdías se dedica a exponer los pecados de Edom y a anunciar el juicio divino. Jonás reporta que el profeta ministró a la ciudad de Nínive. Nahúm declaró el juicio de Dios en contra de Asiria. Grandes porciones de otros libros se enfocan en la ira de Yahweh en contra de las naciones que no fueran Israel. Muchos pasajes hacen claro que los profetas creyeron que todas las personas eran pecadoras y por lo tanto estaban sujetos al juicio de Dios.

Redención para las Naciones

Aunque el tema del juicio era prominente al dirigirse los profetas a las naciones, debemos recordar un segundo tema: el tema de la redención para las naciones. Los profetas frecuentemente hablaron de un tiempo futuro de grandes bendiciones para las naciones de la tierra. Desde este punto de vista, el futuro mantenía una esperanza de redención para cada tribu y lengua. El plan de Dios no era que únicamente una nación fuera salvada del dominio del pecado y de la muerte. En su lugar, en cumplimiento del diseño original de Dios para la raza humana, Él siempre pretendió redimir personas de cada nación.

Por esta razón, los profetas no solamente miraban hacia adelante hasta el día de gran bendición cuando Israel sería redimido del exilio, sino que muchas personas de las naciones Gentiles también participarían en esta gran redención. En Isaías capítulo 25, versículo 6 al 8, el profeta anunció que un día en el futuro:

Y Jehová de los ejércitos hará en este monte a todos los pueblos banquete de manjares suculentos… Y destruirá en este monte la cubierta con que están cubiertos todos los pueblos, y el velo que envuelve a todas las naciones. (Isaías 25:6-8)

En Jeremías capítulo 3, versículo 17, aparece un tema similar:

Y todas la naciones vendrán a ella en el nombre de Jehová en Jerusalén; ni andarán más tras la dureza de su malvado corazón. (Jeremías 3:17)

Muchos profetas anunciaron que el día vendría cuando aun los Gentiles se arrepentirían de su rebelión contra Dios. Ellos vendrán a Israel y encontrarán salvación del juicio divino. Como Cristianos sabemos que esta promesa se cumple en la extensión del evangelio de Cristo por todo el mundo. El estaba cumpliendo las esperanzas positivas que tenían los profetas del Antiguo Testamento para todas las naciones de la tierra.

Así vemos, que en los días de Adán y Noé, Dios entró en unos pactos universales que se extendieron a toda la gente. Los profetas del Antiguo Testamento llamaron la atención a las severas violaciones de las naciones en contra de Dios. Pero también anunciaron que un día Dios redimiría personas de cada tribu y nación de la tierra.

Ya hemos visto que Dios hizo pactos con todas las personas en Adán y Noé. Pero ahora vamos a dirigir nuestra atención a Israel como el pueblo especial del pacto de Dios. ¿Qué pactos hizo Dios con la nación de Israel?

ISRAEL Y EL PACTO

Frecuentemente mi familia celebra fiestas para los estudiantes del seminario, pero algunas veces la lista es tan larga que no llamamos a cada uno de ellos, sino que seleccionamos algunos estudiantes claves y ellos llaman a los otros. Bueno, pues en muchos aspectos, esto es lo que hizo Dios con Israel. Ellos fueron Su pueblo clave, y Él llamó a Israel para Sí mismo con pactos especiales, de tal manera que Israel pudiera ministrar o llamar a toda la gente hacia Dios.

Recordemos que Dios hizo tres pactos principales con Israel. Él hizo pactos con Abraham, Moisés y David. Cada uno de estos pactos prepararon a Israel en maneras especiales, no solamente para su propia salvación, sino para la salvación de todas las familias de la tierra. Veamos primero el pacto con Abraham.

Abraham

El pacto de Dios con Abraham fue especial porque fue el primero en identificar a Israel como una familia escogida para llevar la redención por gracia de Dios a todo el mundo. ¿Cómo van a hacer esto? Viviendo en pacto redentivo con Yahweh.

Debemos ver primero los intereses centrales de este pacto con Abraham, y después estaremos listos para explorar las maneras en que los profetas del Antiguo Testamento dependieron de este pacto con Abraham.

Preocupaciones Centrales

Podemos resumir el pacto Abrahámico como uno en el que Dios escogió una nación especial. El establecimiento de Israel como el pueblo escogido de Dios involucró dos bendiciones principales de Dios a esta nación. Dios prometió a Abraham muchos descendientes y una tierra especial. En Génesis capítulo 15 y 17, el pacto de Dios con Abraham mostró a Israel la manera de multiplicar muchos descendientes y de tomar posesión de un pedacito de la tierra. Ahora, esta multiplicación y posesión de una tierra especial tenía que ser el punto de partida para extender el reino de Dios por todo el mundo. De aquí en adelante, los descendientes y la tierra de Abraham tomaron el escenario central en la historia de la Biblia.

Hemos visto que se le prometieron a Abraham muchos descendientes y una tierra especial, y ahora debemos preguntar: ¿Cómo confiaban los profetas del Antiguo Testamento en este pacto con Abraham?

Dependencia de los Profetas

Una y otra vez los profetas del Antiguo Testamento se basaron en los principios del pacto entre Dios y Abraham. La importancia que tenía este pacto se asume a través de todos los profetas. Ellos hablaron frecuentemente de la promesa de la tierra y de la promesa de una multitud de descendientes. En Isaías capítulo 41 versículo 8, el profeta Isaías se refiere a la nación de Israel de esta manera:

Descendencia de Abraham, mi amigo. (Isaías 41:8)

En el pensamiento de Isaías, la nación de Israel, en sus días, era la que tenía derecho a heredar el pacto con Abraham.

De manera similar, Oseas alude al pacto con Abraham. En el capítulo 1, versículo 10, dice que:

Con todo, será el número de los hijos de Israel como la arena del mar, que no se puede medir ni contar. (Oseas 1:10)

Las alusiones como éstas demuestran que los profetas dependían grandemente del pacto con Abraham. Cuando hablaban acerca de que Dios les daría la tierra a Su pueblo o que multiplicaría sus descendientes, se referían al pacto que Dios hizo con Abraham. Abraham fue mencionado por nombre solamente siete veces en los profetas del Antiguo Testamento, pero la teología del pacto de Abraham penetraba sus ministerios.

El pacto de Abraham fue el primero con la nación de Israel, pero le siguió un segundo pacto, el pacto con Moisés.

Moisés

En nuestros días, el pacto de Moisés no siempre es visto positivamente, pero nada puede estar más alejado de la verdad. El pacto de Moisés juega un papel vital en la redención positiva de la raza humana. Una vez más, debemos echar un vistazo a los intereses centrales del pacto de Moisés y entonces considerar cómo dependieron los profetas del Antiguo Testamento de este pacto.

Preocupaciones Centrales

El arreglo con Moisés se enfoca en la ley de Dios. La ley de Dios proporcionó regulaciones que gobernaban la vida de pacto en Israel. Este pacto aparece más explícitamente en Éxodo capítulo 19 al 24 donde el pacto fue iniciado con el libro del pacto y los Diez Mandamientos. También aparece en las regulaciones de adoración del libro de Levítico. El libro de Deuteronomio registra la renovación del pacto de Israel cerca de la muerte de Moisés. Dicho simplemente, el pacto de Moisés se enfocó en las regulaciones de la vida de pacto, las leyes que dirigirían a la bendición y maldición de parte del Gran Soberano Divino ¿Cómo dependían los profetas del pacto con Moisés?

Dependencia de los Profetas

Los profetas del Antiguo Testamento estaban profundamente endeudados con Moisés y su ley, ya que ésta proporcionó las normas principales por las que los profetas criticaron a la nación de Israel. Los profetas fiscalizaron según el pacto al recordarle a Israel de su responsabilidad de ser fiel a la ley de Moisés. Como veremos en la siguiente lección, aun las bendiciones y maldiciones específicas que anunciaron los profetas al pueblo de Dios – aun éstas vinieron principalmente del pacto con Moisés.

Cuando Isaías quería indicar que la gente había sido infiel al Señor, apelaba a la ley de Moisés como el estándar de autoridad. Como dijo en Isaías 4, versículo 24:

Ellos han rechazado la ley del Señor Todopoderoso. (Isaías 4:24)

Este tipo de referencia a Moisés y a su ley aparece innumerables veces en los profetas porque los profetas del Antiguo Testamento fueron emisarios de Dios para exigir cuentas a Israel por las maneras en las que había violado el pacto con Moisés.

David

El pacto final del Antiguo Testamento dado a Israel como nación fue el pacto con David. El pacto de Abraham se enfocó en los descendientes y en la tierra. Moisés le dio atención a las leyes para vivir en la tierra. Después de Moisés, Dios hizo un pacto especial con David, el rey de Israel. Una vez más, debemos ver los intereses principales de este pacto y después ver cómo los profetas dependieron de él.

Preocupaciones Centrales

El pacto con David se enfocó en edificar al pueblo de Dios como un enorme imperio. El pacto con David aparece en el segundo libro de Samuel capítulo 7, en el Salmo 89, y en el Salmo 132. Estos pasajes aclaran que un aspecto vital del pacto fue el establecimiento de la familia de David como la dinastía permanente sobre el pueblo de Dios. La familia de David ciertamente tuvo problemas y fracasos pero Dios escogió a esta familia para ser la dinastía sobre Su pueblo por siempre. Los descendientes de David establecerían un día un reino de salvación para todo el mundo. Sin necesidad de decirlo, este pacto ofrecía al pueblo de Dios un brillante futuro de victoria y dominio sobre la tierra. Y aun como cristianos de hoy, seguimos a Jesús como nuestro Rey porque Él fue el gran hijo de David, cuyo reino nunca terminará.

Ahora debemos hacernos otra pregunta: ¿Cómo dependían de este pacto con David?

Dependencia de los Profetas

Los profetas del Antiguo Testamento frecuentemente se refirieron al pacto con David al ministrar a Israel. En lo que concernía a los profetas, Dios prometió que eventualmente el reino de David sería un reino magnífico a nivel mundial. Ellos creían esto con todas sus fuerzas y predijeron que pasaría algún día en el futuro. En Amós capítulo 9, versículo 11, el profeta describe los días de la restauración después del exilio de esta manera:

En aquel día yo levantaré el tabernáculo caído de David, y cerraré sus portillos, y levantaré sus ruinas, y lo edificaré como en el tiempo pasado. (Amós 9:11)

Los profetas muchas veces hablan de esta manera acerca del pacto Davídico. Este pacto fue tan importante para ellos que mencionan a David por nombre treinta y cuatro veces.

Seríamos negligentes si no mencionamos que los profetas del Antiguo Testamento también estaban conscientes de un pacto que todavía estaba en su futuro. Me refiero aquí al nuevo pacto con Dios hecho a través de Cristo. ¿Cuáles fueron los intereses principales de este nuevo pacto?

El Nuevo Pacto

Preocupaciones Principales

El nuevo pacto puede caracterizarse por un palabra - cumplimiento. Todas las promesas dadas al pueblo de Dios, en los pactos anteriores con Abraham, Moisés, y David, iban a realizarse en el período del nuevo pacto. El pueblo de Dios sería numeroso y heredaría la tierra entera. La ley de Moisés será escrita en el corazón y obedecida desde el corazón. El hijo de David, reinará en el trono por siempre.

¿Cómo fueron influenciados los profetas por este nuevo pacto?

Dependencia de los Profetas

Los profetas del Antiguo Testamento anhelaban el día de este gran pacto. Por ejemplo, Jeremías habló del nuevo pacto en Jeremías capítulo 31, versículo 31:

He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. (Jeremías 31:31)

Jeremías predijo que en los días después del exilio de Israel, Dios renovaría Su pacto de maneras dramáticas.

El profeta Ezequiel habló de este pacto futuro también. En el capítulo 34, versículo 25, leemos estas palabras:

Y estableceré con ellos pacto de paz…y daré bendición a ellos. (Ezequiel 34:25)

Los profetas ministraron como los emisarios de Dios en anticipación del gran final del pacto por venir. Como aprendemos de los profetas, los veremos anticipando este pacto del Nuevo Testamento una y otra vez.

Los pactos que Dios estableció con Israel guiaron a los profetas en todo lo que hicieron. Ellos entendieron que Dios tuvo un papel especial para la nación de Israel, y que los pactos con Abraham, Moisés, y David, y aún el nuevo pacto, guiaron a Israel en ese papel especial. Así que cuando los profetas ministran al pueblo de Dios, ellos ministran dentro de los límites de estos pactos especiales que Dios hizo con Su pueblo.

Hasta aquí, en esta lección acerca del pueblo del pacto, hemos visto que los profetas servían como emisarios de los pactos de Dios con la humanidad en general y con Israel. Toda la gente de la tierra estaba sujeta a los pactos universales con Adán y Noé, pero los Israelitas y los Gentiles que se convirtieron a su fe estaban en pactos muy especiales con Dios. Ellos eran separados del resto de la humanidad. Hasta este punto, necesitamos ver otro aspecto del pueblo del pacto. ¿Cómo entendieron los profetas la salvación en la comunidad del pacto?

SALVACIÓN Y EL PACTO

Frecuentemente a los cristianos modernos se les hace difícil entender la salvación en el pacto porque hacemos distinciones que los profetas no seguían. Bajo la influencia del reavivamiento, muchas veces dividimos la raza humana en dos grupos ordenados: aquellos que son salvos y aquellos que no son salvos, o los regenerados y los no regenerados. Ahora, no malentendamos, esa distinción es muy importante porque las personas son una de dos, salvas o no salvas. Pero al mismo tiempo, estas no son las categorías en que los profetas del Antiguo Testamento pensaban.

Una de las mejores maneras de comprender cómo entendían la salvación los profetas es hacer distinciones entre tres diferentes tipos de personas en el mundo: primero, aquellos fuera de la comunidad del pacto de Israel; segundo, aquellos que estaban en la comunidad visible del pacto de Israel; y tercero, aquellos que estaban dentro de la comunidad invisible del pacto.

Consideremos primero la categoría de aquellos que están fuera del pacto.

Fuera del Pacto

En realidad, esta es la categoría de personas más obvia que siguieron los profetas. Éstas son personas fuera del pacto que Dios hizo con Israel. Cuando Dios escogió a la nación de Israel y le dio sus pactos especiales en Moisés, Abraham, y David, esta elección de Israel significó que las otras naciones de la tierra no estaban dentro del pueblo elegido. Con raras excepciones de personas como Rut y Rahab, los gentiles fueron separados del pueblo de Dios y por lo tanto estuvieron fuera de estos pactos especiales con la nación. Como hemos visto, los profetas creyeron que los gentiles estaban atados a los pactos universales de Adán y Noé. Las estructuras básicas de juicio y redención en esos pactos se aplicaban a todas las naciones. Pero al mismo tiempo, durante los días del Antiguo Testamento, aquellos que estaban fuera de la comunidad del pacto, o fuera de la relación de pacto especial de Israel con Dios, estas personas fueron cortadas de la posibilidad de la salvación. Su pecado les había dejado sin esperanza en el mundo.

Pablo habló de esta manera en el libro de Efesios. En Efesios capítulo 2, versículo 11 y versículo 12, él dice estas palabras:

Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en cuanto a la carne... en aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. (Efesios 2:11)

Esta era la condición de las naciones gentiles durante los días del Antiguo Testamento. Ellos estaban fuera del pacto, y con raras excepciones, muy distantes de la posibilidad de la salvación que venía por medio de los pactos con Israel.

La mayoría de los cristianos tienen un poco de dificultad para entender la categoría de los gentiles como fuera del pacto, pero yo he encontrado que las dificultades comienzan a surgir cuando nos movemos hacia la segunda categoría de las personas en la perspectiva profética - las personas dentro de la comunidad visible del pacto de Israel.

Comunidad Visible del Pacto

Cuando hablamos de la comunidad visible del pacto, pensamos en todos aquellos en los días del Antiguo Testamento que fueron parte de la nación de Israel. Esta categoría incluía tanto a los verdaderos creyentes como a aquellos que no eran verdaderos creyentes.

Aunque los Protestantes antiguos usaron diferentes términos que los profetas usaron, los teólogos Protestantes han descrito a la iglesia de maneras que hacen paralelo a la manera de pensar del profeta acerca de la comunidad del pacto de Israel. Me refiero aquí a la designación tradicional de la "iglesia visible". Desafortunadamente, esta terminología no se usa mucho hoy día, así que necesitamos ver lo que querían decir con este término de "la iglesia visible" los Protestantes antiguos. La Confesión de Fe de Westminster describe la "iglesia visible" de esta manera en el capítulo 25, en el párrafo 1:

La iglesia visible consiste de todos aquellos por todo el mundo que profesan la verdadera religión y de sus hijos; y es el reino del Señor Jesucristo, la casa y la familia de Dios; fuera de la cual no hay posibilidad ordinaria de salvación.

Esta descripción de la iglesia visible nos alerta acerca de dos aspectos de la comunidad visible del pacto. Primero, la iglesia visible incluye más que creyentes verdaderos. Muchas personas que vienen a la iglesia simplemente declara seguir a Cristo, pero estos creyentes han estado separados del mundo por su asociación de la fe cristiana. Se han hecho miembros de la iglesia, pero todavía no son redimidos eternamente de sus pecados. Más aún, es importante notar los títulos especiales dados a la iglesia visible. Suena extraño para nuestros oídos, pero, de acuerdo a la teología Protestante tradicional, la iglesia mezclada, con creyentes y no creyentes, se le puede llamar correctamente la "Iglesia", el "Reino", la "Casa de Dios" y la "Familia de Dios".

En vocabulario cristiano contemporáneo, nosotros reservamos estos títulos para las personas que creemos que son verdaderamente regeneradas y aquellos que están unidos irrevocablemente al cielo. Pero de acuerdo a la teología tradicional, estos términos son títulos generales que abarcan a todo aquel que está en la iglesia visible, sean o no verdaderamente redimidos. Cuando leemos a los profetas del Antiguo Testamento, no es difícil ver que ellos pensaron en modo similar acerca de la nación visible de Israel.

Por ejemplo, los primeros capítulos de Oseas presentan un notable contraste de términos usados para describir a la comunidad visible del pacto. En el capítulo 1, versículos 3 al 9, Oseas anuncia grandes maldiciones que vendrían sobre el norte de Israel. Lo hace al darle a sus tres hijos nombres que predicen maldiciones tremendas. El nombró a uno Jezreel, recordando la destrucción que se llevó a cabo en Israel en los días de Jehú. Este niño simbolizó que Dios estaba amenazando destruir a Israel. Oseas nombró a su segundo hijo, una niña, Lo-Ruhamá. Su nombre significaba "no amada por Dios". Y en este contexto, el amor es un término que describe una positiva relación de bendición del pacto entre Dios y Su pueblo. Esta niña simbolizaba que la bendición del pacto de Dios pronto sería quitada de la nación. El tercer hijo de Oseas fue llamado "Lo-Ammí," o "no es mi pueblo". Esto simbolizaba la amenaza de que Dios desconocería a Su pueblo al retirar las bendiciones de Su pacto a la nación de Israel.

Sin embargo, Oseas también le dio esperanza a aquellos que estaban por caer bajo el juicio de Dios, el exilio. El profeta aseguró a la nación de Israel que la restauración de la tierra se llevaría a cabo algún día. Para comunicar esta esperanza, Oseas recordó los nombres terribles que le dio a sus hijos una vez más. En el capítulo 1, versículo 10, el dice que Jezreel tomará su lugar una vez más. Pero esta vez no quiere decir que Dios peleará en contra de Su pueblo; sino que Dios peleará en contra de los enemigos de Israel. Más aún, cuando Dios regrese a los Israelitas a sus tierras después del exilio, Él los llamará ahora "Ruhamá", "amado de Dios" de acuerdo al capítulo 2, versículo 1. En aquel día, aquellos a los que se les llama "no es mi pueblo" se convertirán en "Ammí," "mi pueblo".

Es importante ver que Oseas habla de la comunidad visible del pacto en términos contrastantes. El resto de las Escrituras aclara que Oseas no está hablando de las personas como si tuviera la salvación, después la perdiera y la obtuviera de nuevo. Más bien, éste es un lenguaje de pacto. Con estos títulos especiales, Oseas está anunciando que Dios retirará sus bendiciones del pacto pero después algún día renovará Su pacto e Israel recibirá las bendiciones de Dios otra vez.

Hay muchos términos que normalmente reservamos en nuestro vocabulario para los verdaderos creyentes que los profetas aplican a la comunidad del pacto visible de Israel. Cuando usamos el término "elegido" o "escogido" generalmente nos referimos a los elegidos para salvación. Pero los profetas con frecuencia no querían decir esto. Más bien, usaban el término "elegido" o "escogido" para describir a las personas que estaban en la comunidad visible del pacto, ya sea que fueran verdaderos creyentes o no. Por esta razón, en Isaías capítulo 14, en el versículo 1, leemos estas palabras:

Porque Jehová tendrá piedad de Jacob y todavía escogerá a Israel. (Isaías 14:1)

Nota que Isaías dice que Israel será escogido una vez más. Tan fuerte como suena a nuestros oídos, en el vocabulario de los profetas, las personas pueden ser escogidas por Dios, rechazadas y escogidas de nuevo. Esto es porque la elección de Dios en el vocabulario profético no es elección para salvación sino elección para la bendición del pacto. Los elegidos son aquellos que están en la comunidad visible del pacto, y esa comunidad incluye tanto a creyentes como a no creyentes.

Aun en el Nuevo Testamento, algunas veces el término elegido se usa de esta manera. Cuando Jesús dice en Juan capítulo 6, en el versículo 70:

¿No os he escogido yo a vosotros los doce, y uno de vosotros es diablo? (Juan 6:70)

Jesús habla del llamado de Judas y los otros Apóstoles a una relación especial de bendición del pacto. Él no está hablando de salvación eterna.

Ahora llegamos a la tercera categoría de personas con quienes trataron los profetas - la comunidad invisible de pacto.

Comunidad Invisible del Pacto

Una vez más, la teología tradicional Protestante nos ayuda en esta área. Dentro de la iglesia visible, hay un grupo selecto conocido como la "iglesia invisible". En el lenguaje de la Confesión de Fe de Westminster, en el capítulo 25, en el párrafo 1, la "iglesia invisible":

Consiste de todo el número de los elegidos, que han sido, son o serán conformados en uno, bajo Cristo, la Cabeza; y de eso es la esposa, el cuerpo la totalidad de El que los llena todo en todo.

En esta declaración de la Confesión, se describe a la iglesia invisible desde la perspectiva de Dios. Se define desde una perspectiva eterna como el número completo de seres humanos que vienen a la fe salvadora y que pasarán la eternidad en la bendición de Dios. Desde esta descripción de la iglesia invisible, podemos ver por lo menos dos ideas básicas. Primero, la iglesia invisible está formada únicamente de creyentes verdaderos. Estos verdaderos creyentes están dentro de la iglesia visible, pero han ejercido la fe salvadora. Y como resultado entran en la comunidad más pequeña de la iglesia invisible. Segundo, podemos ver que la iglesia invisible tiene un destino seguro de salvación. Debido a que estas personas han dado sus corazones al servicio de Cristo, su salvación estará segura hasta el fin.

El apóstol Pablo apuntó a este tipo de distinción entre la comunidad visible e invisible del pacto aún dentro de la nación de Israel. En el capítulo 9 de Romanos, versículos 6 y 7, él dice estas palabras:

Porque no todos los que descienden de Israel son israelitas, ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos. (Romanos 9:6-7)

La idea de Pablo es ésta – ser un hijo físico de Abraham le puede introducir a la nación de Israel, pero no es suficiente para traer la salvación. Un verdadero hijo de Abraham debe tener fe salvadora, como Abraham. Por esta razón, podemos hablar de un Israel dentro de Israel – un pueblo invisible, redimido por Dios dentro de la comunidad visible del pueblo de Dios.

Esta idea de la iglesia invisible es análoga al pensamiento de los profetas del Antiguo Testamento. Ellos veían a la nación de Israel y creían que había una comunidad invisible del pacto. Algunas personas dentro de la nación de Israel siempre eran fieles. Ellos eran el remanente fiel porque habían ejercido la fe salvadora. Sus destinos eternos estaban seguros aún cuando la nación como un todo pasaba por tiempos de juicio terrible. Esta distinción de un pueblo redimido dentro de la comunidad visible del pacto se hace clara en un buen número de pasajes en los profetas.

Una y otra vez, los profetas distinguían entre los Israelitas que estaban sólo externamente en la comunidad visible del pacto de aquellos que se arrepentían genuinamente y estaban entre los verdaderos creyentes invisibles, cuyos destinos estaban eternamente fijos. En Jeremías capítulo 4, en el versículo 4, leemos estas palabras que se dirigían a la nación visible de Judá:

Circuncidaos a Jehová, y quitad el prepucio de vuestro corazón, varones de Judá y moradores de Jerusalén; no sea que mi ira salga como fuego. (Jeremías 4:4)

Cuando Jeremías ministró a la nación de Judá, todos los hombres de Israel habían sido circuncidados físicamente. Ellos y sus familias, estaban en la comunidad visible del pacto. Sin embargo, al mismo tiempo, Jeremías sabía que el corazón de la mayoría de la gente de Judá no estaba bien con Dios. Así que, los exhortó a salvarse de la ira de Dios al circuncidar sus corazones por medio de la fe salvadora.

El profeta Ezequiel también ilustra esta distinción muy claramente. En Ezequiel capítulo 18, versículo 31, dice esto:

Echad de vosotros todas vuestras transgresiones con las que habéis pecado y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo. ¿Por qué moriréis, casa de Israel? (Ezequiel 18:31)

Ezequiel habló a personas que eran hijos de Israel, pero esto no necesariamente quería decir que eran personas redimidas. Por esta razón, el profeta llama a un profundo y sincero arrepentimiento del corazón.

Cada vez que leamos a los profetas del Antiguo Testamento debemos recordar siempre el modo en que ellos entendían la salvación en relación con el pacto. Estar en el pacto no era lo mismo que ser redimido o ser salvo eternamente. Cuando los profetas del Antiguo Testamento categorizaron a las personas, ellos pensaron primero en los gentiles que estaban fuera de la nación visible de Israel. Estas personas estaban perdidas a menos que vinieran a Israel y encontraran la salvación en su Dios. Los profetas sabían que la nación visible de Israel era muy especial ante los ojos de Dios. Consistía en todos los hijos físicos de Israel y en cualquier gentil que se había asociado estrechamente con la religión de Israel. Esta comunidad visible del pacto tenía tanto creyentes verdaderos como no creyentes, pero aun así, era una comunidad escogida para disfrutar las bendiciones y las responsabilidades de los pactos con Abraham, Moisés, y David. Esta era la arena donde el pueblo encontraría la salvación. Más aún, una tercera categoría también dominó el pensamiento de los profetas. Los profetas sabían que, dentro de la nación de Israel, había una comunidad invisible. Ésta era el remanente justo del pueblo de Dios, los fieles que creyeron verdaderamente. Y aunque pasarían tiempos difíciles y el remanente con frecuencia estaba lejos de ser perfecto, aún así ellos habían confiado en Yahweh como Abraham y habían sido justificados por su fe únicamente.

Siempre que leamos a los profetas, debemos tener en mente estas distinciones: aquellos fuera del pacto, la nación visible del pacto y el pueblo invisible del pacto. Podemos evitar mucha confusión, y podemos obtener tremendas perspectivas del mensaje de los profetas si nunca olvidamos estas tres distinciones.

CONCLUSIÓN

En esta lección, hemos tocado varios temas relacionados con el modo en que los profetas entendieron al pueblo del pacto. Todo el pueblo estaba unido al Señor por medio de los pactos con Adán y Noé. Pero después, Israel tuvo una relación especial con Dios debido a los pactos con Abraham, Moisés y David, e incluso el nuevo pacto en Cristo. Y notamos también después que los profetas hicieron distinciones que nosotros no hacemos con frecuencia. Ellos pensaron en términos de tres tipos de personas en el mundo: aquellos que estaba fuera del pacto, aquellos que participaban del pacto y después aquellos que eran creyentes verdaderos dentro del pacto.

En tanto, recordemos estas distinciones y cómo entendían los profetas al pueblo de Dios, estaremos capacitados para entender y aplicar la palabra profética también a nuestros días.