Cuando conocemos a alguien por primera vez, generalmente formamos lo que se llama "la primera impresión" — opiniones acerca de otros cuando los conocemos por primera vez. Pero cuando la relación crece, aprendemos más acerca de nuestros amigos al preguntar acerca de sus vidas, sus historias personales. A medida que aprendemos cosas importantes que formaron sus vidas, conocemos más allá de nuestra primera impresión.
Muchas veces, es lo mismo con la teología cristiana. Como seguidores de Cristo, a menudo formarnos nuestras creencias, principalmente de nuestras primeras impresiones del Nuevo Testamento. Pero podemos profundizar nuestra conocimiento de lo que creemos, al aprender la historia de nuestra fe, como se ha desarrollado desde las primeras páginas del Génesis hasta el último capítulo del Apocalipsis.
Esta es la primera lección en nuestra serie Construyendo Una Teología Bíblica. En esta serie exploraremos la disciplina conocida como teología bíblica, la rama de la teología que explora cómo nuestra fe creció a lo largo de la historia de la Biblia. Hemos titulado esta lección, "¿Qué es la Teología Bíblica?" En esta lección de introducción, estudiaremos un número de temas fundamentales que nos guiaran a lo largo de esta serie.
Nuestra lección se enfocará en tres temas principales: primero, vamos a obtener una orientación básica hacia la teología bíblica. Qué queremos decir con esta terminología. Segundo, veremos los desarrollos de la teología bíblica. Qué dirección ha tomado esta disciplina a través de los siglos. Y tercero, exploraremos las interconexiones entre historia y revelación, una de las preocupaciones más centrales de la teología bíblica.
Comencemos con la orientación básica hacia nuestro tema.
Los teólogos han usado el término teología bíblica en una variedad de formas. Nos ayuda el pensar que sus usos encajan en un espectro de sentidos amplios y estrechos. En el sentido amplio, el término generalmente significa que la teología es fiel al contenido de la Biblia. En este punto de vista, teología bíblica es cualquier teología que refleja fielmente las enseñanzas de las Escrituras.
No es necesario decir que para los evangélicos es muy importante que toda la teología sea bíblica en el sentido amplio. Queremos ser fieles al contenido de la Biblia, porque estamos comprometidos con la doctrina de Sola Scriptura, la creencia de que las Escrituras son el juez supremo y definitivo de todas las cuestiones teológicas.
Pero los teólogos contemporáneos también hablan de la teología bíblica de una manera más estrecha, más técnica. Hacia este extremo del espectro, la teología bíblica es la teología que no sólo se conforma con el contenido de la Biblia, sino también con las prioridades de las Escrituras. Desde esta perspectiva, la teología bíblica no sólo se adhiere a lo que la Biblia enseña, sino también a cómo la Biblia arregla u organiza su teología. Es en este sentido estrecho que la teología bíblica se convierte en una disciplina formal. Y esto será el centro de nuestra atención en esta lección.
Ahora, podemos imaginarnos que mientras los cristianos a través del mundo exploran las Escrituras, han tomado diferentes puntos de vista de cómo la Biblia organiza su teología. Así que no debe sorprendernos que los teólogos contemporáneos tomen diferentes enfoques en la teología bíblica. El tiempo no nos permitirá explorar todas estas diferentes perspectivas. Así que nos enfocaremos en una muy popular e influyente forma de teología bíblica.
Para los propósitos de esta lección, definiremos esta importante forma de teología bíblica de esta manera: teología bíblica es la reflexión teológica extraída del análisis histórico de los actos de Dios, reportados en las Escrituras. Esta definición incluye por lo menos tres elementos: primero, la teología bíblica está basada en una estrategia interpretativa hacia las Escrituras que llamaremos análisis histórico. Segundo, este análisis histórico esta especialmente enfocado en los actos de Dios que se encuentran en la Biblia. Y tercero, la teología bíblica involucra reflexión teológica sobre las acciones divinas en las Escrituras.
Para obtener una mejor comprensión de este enfoque a las Escrituras, veremos estos tres aspectos de nuestra definición. Primero, exploraremos que queremos decir por análisis histórico. Segundo, veremos lo que queremos decir por actos de Dios. Y tercero, exploraremos los tipos de reflexiones teológicas que toman lugar en la teología bíblica. Consideremos primero el hecho de que la teología bíblica se extrae del análisis histórico de las Escrituras.
Para entender lo que queremos decir por análisis histórico, tenemos que repasar algunas perspectivas amplias que hemos introducido en otras series. En nuestra serie "Construyendo Una Teología Sistemática", vimos que el Espíritu Santo ha guiado a la iglesia a ejercer la exégesis de las Escrituras de tres maneras principales: el análisis literario, el análisis histórico y el análisis temático. Como hemos dicho muchas veces, los cristianos siempre utilizan los tres enfoques en combinación uno con otro, pero para propósitos de nuestro estudio es útil tratar a cada uno por separado.
El análisis literario mira a las Escrituras como una pintura, un retrato literario diseñado por sus autores humanos para influir a los lectores de una manera particular. El análisis histórico ve a las Escrituras como una ventana a la historia, explorando los eventos históricos que están detrás de la Biblia. Y el análisis temático mira la Biblia como un espejo que refleja nuestros intereses y preguntas.
La teología sistemática es una disciplina formal que se basa principalmente en el análisis temático. Los sistemáticos enfatizan los temas tradicionales cristianos y las prioridades que se han desarrollado a lo largo de la historia de la iglesia. Típicamente se acercan a las Escrituras en busca de respuestas a una larga lista de preguntas o temas muy tradicionales.
En contraste, la teología bíblica se acerca a las Escrituras primordialmente con un análisis histórico. Viendo a la Biblia como una ventana que da acceso a la historia.
Como veremos en esta serie, cuando el enfoque de la exégesis cambia de los temas tradicionales teológicos a los acontecimientos históricos descritos en la Biblia, surgen un conjunto muy diferente de prioridades y preocupaciones. Aunque la sana teología bíblica no contradice con la sana teología sistemática, si nos lleva a perspectivas teológicas muy diferentes.
Después de haber visto que la teología bíblica se basa en el análisis histórico de las Escrituras, debemos ir al hecho de que se preocupa principalmente con los actos de Dios. La Biblia reporta muchos tipos diferentes de eventos históricos, pero la teología bíblica principalmente se pregunta: ¿Qué dicen las Escrituras de lo que Dios ha hecho? ya que los cristianos responden a esta pregunta de maneras muy diferentes, tenemos que detenernos un momento para reflexionar sobre lo que la Biblia enseña acerca de los actos de Dios en la historia.
Una manera tradicional y útil de hablar de la actividad de Dios en la historia aparece en la Confesión de Fe de Westminster, capítulo 5, párrafo 3. Su descripción de la actividad de Dios en el mundo nos da un resumen conveniente de algunas perspectivas importantes. Escuchemos la manera en que la providencia de Dios es descrita ahí:
Dios en su providencia ordinaria hace uso de medios. A pesar de esto, Él es libre para obrar sin ellos, sobre ellos, y contra ellos, según le plazca.
Notemos aquí que la Confesión de Fe enlista cuatro categorías principales de la providencia divina, la participación de Dios en la historia o lo que podríamos llamar los actos de Dios. Identifica a estas cuatro categorías en términos de las maneras en las que Dios se involucra a sí mismo con los medios, que son instrumentos o causas creadas.
En un extremo del espectro, la Confesión menciona que Dios normalmente hace uso de medios, es decir, Él trabaja a través de los medios. En otras palabras, Dios lleva a cabo sus propósitos en la historia actuando a través de varias partes de la creación. Esta categoría incluye cosas como fenómenos naturales y la actividad diaria de las criaturas.
Segundo, la Confesión habla de los actos de Dios sin medios, interviniendo directamente en el mundo sin usar ningún recurso normal en lo absoluto. Por ejemplo, a veces en las Escrituras Dios inflige enfermedades en la gente y la sana sin utilizar ningún instrumento creado.
Tercero, la Confesión habla de Dios actuando en la historia Sobre los medios, tomando algo bastante ordinario y haciéndolo extraordinario. Un ejemplo claro fue, el nacimiento sobrenatural de Isaac que surgió de la unión de Abraham y Sara, cuando ya ella había pasado la edad normal para concebir hijos.
Y cuarto, la Confesión habla de Dios actuando contra los medios, causando que cosas ocurran en maneras que son contrarias a la operación normal de la creación. Por ejemplo, en los días de Josué, Dios actuó en contra de los patrones normales de la naturaleza cuando él causo que el sol se detuviera.
Estas cuatro categorías de la providencia de Dios nos ayudan a clarificar a que nos referimos con los actos de Dios. Hay ocasiones cuando Dios trabaja a través de los medios. Tales acontecimientos a menudo parecen tener poca participación de Dios, aunque Él siempre está en control de todo. Pero otros actos de Dios son más dramáticos.
Cuando Dios trabaja sin, sobre o aun en contra de las fuerzas creadas, comúnmente llamamos a estos eventos intervenciones divinas o milagros.
Cuando los teólogos bíblicos se enfocan en los actos de Dios en las Escrituras, ponen su atención a toda esta gama de actividad divina, pero no de manera uniforme. Si bien es cierto que a veces ellos reflexionan en eventos ordinarios donde Dios trabaja a través de los medios, también se enfocan principalmente en los actos extraordinarios de Dios, las veces cuando Dios trabaja sin, sobre y contra los medios ordinarios. Y entre más espectacular es el trabajo de Dios, más los teólogos bíblicos tienden a enfatizarlo.
Eventos como la creación; el éxodo de Egipto; la conquista de Canaán; el nacimiento, vida, muerte, resurrección y ascensión de Cristo se destacan en las páginas de las Escrituras como momentos en los que Dios intervino dramáticamente en la historia. Así que, cuando decimos que la teología bíblica enfoca su atención a los actos de Dios, este tipo de actos extraordinarios de Dios son nuestro interés primordial.
Ahora que hemos visto que la teología bíblica ve a la Biblia a través del análisis histórico y se concentra en los actos extraordinarios de Dios reportados en las Escrituras, debemos voltear a ver la tercera dimensión de nuestra definición: el hecho de que la teología bíblica involucra reflexión teológica en estos temas.
En la teología bíblica la reflexión teológica está basada en el análisis histórico de los actos de Dios en las Escrituras, pero el análisis histórico puede tomar diferentes formas. Nos ayuda pensar en por lo menos dos tendencias principales: análisis de hechos históricos y análisis teológico histórico. Estas dos tendencias van mano a mano, pero sus enfoques son bastante diferentes. Consideremos primero que queremos decir por análisis de hechos históricos.
A menudo los lectores modernos de la Biblia toman un enfoque basado en hechos de la historia bíblica. Esto quiere decir, que ellos se preocupan en como los eventos reportados en las Escrituras encajan en el largo ambiente del antiguo cercano oriente. Un enfoque basado en los hechos del análisis histórico tiene preguntas como la fecha del éxodo bajó la guía de Moisés, las circunstancias históricas que dieron origen a la monarquía de Israel, evidencias de ciertas batallas y otros eventos cruciales. La meta del análisis de los hechos históricos es muy simple. Es para establecer un reporte confiable de los hechos de la historia mediante la combinación de lo que aprendemos de las Escrituras con la información que obtenemos de otras fuentes.
Tan importante como es el enfoque basado en los hechos, la teología bíblica está más enfocada en el análisis teológico histórico. Los teólogos bíblicos están más interesados en el significado teológico de los actos de Dios reportados en las Escrituras.
Para entender lo que queremos decir, debemos dirigirnos a una definición básica de teología que se encuentra en las obras de Tomás de Aquino que nos indica lo que la mayoría de los cristianos quieren decir cuando hablan de la reflexión teológica.
En el libro 1, capítulo 1, sección 7 de su bien conocida "Suma Teológica", Aquino llama a la teología doctrina sagrada y la define de la siguiente manera:
Todo lo que trata la doctrina sagrada lo hace teniendo como punto de mira a Dios. Bien porque se trata de Dios mismo, bien porque se trata de algo referido a Él como principio y como fin.
En general, los cristianos tienden a estar de acuerdo con Aquino de que la teología tiene dos preocupaciones principales.
Por un lado, un tema teológico es todo lo que se refiere directamente a Dios. Y por el otro lado, un tema teológico es cualquier cosa que describe otros temas en relación con Dios. La primera categoría es lo que la teología tradicional llama teología propia y la última categoría incluye asuntos tales como las doctrinas de la humanidad, el pecado, la salvación, la ética, la iglesia y cosas similares.
Esta doble definición nos da una idea de las formas en como la teología bíblica involucra la reflexión teológica. Por un lado, teólogos bíblicos exploran lo que la Biblia dice acerca de los actos de Dios para ver que nos enseñan acerca de Dios mismo. ¿Qué nos revelan los poderosos actos de Dios acerca de su carácter y su voluntad? Y por otro lado, la teología bíblica también se preocupa por otros temas relacionados con Dios: la raza humana, el pecado, la salvación y una serie de temas diversos. La teología bíblica nos abre el camino para mejorar y ampliar nuestro entendimiento de todos estos temas teológicos.
Con esta orientación básica en mente, vayamos a nuestro segundo tema principal: los desarrollos que guían a la disciplina formal de la teología bíblica. ¿Cómo ocurrió?, ¿Por qué los cristianos toman este enfoque de las Escrituras?
Veremos dos dimensiones de estas preguntas: primero, exploraremos algunos de los principales cambios culturales que fijaron el escenario para la teología bíblica. Y segundo, veremos la respuesta teológica de la iglesia a estos cambios culturales. Veamos primero los cambios en la cultura que acompañaron el surgimiento de la teología bíblica.
Siempre debemos recordar que los teólogos cristianos han tratado de cumplir correctamente con la gran comisión, reformulando la teología cristiana en maneras que comunican de acuerdo a sus culturas contemporáneas. En otras lecciones, vimos que la teología sistemática surgió de los intentos de la iglesia antigua y medieval de llevar la verdad de Cristo al mundo mediterráneo cuando era dominado por el Neo-Platonismo y por el Aristotelismo. Mientras los cristianos se encontraban con los retos de estas filosofías, buscaban ser fieles a las Escrituras, pero también enfrentando los temas que surgieron a causa de estas perspectivas filosóficas.
De la misma manera, la teología bíblica es en gran medida una respuesta a los cambios culturales que se remontan al Iluminismo del siglo 17. Esto no quiere decir que las preocupaciones de la teología bíblica eran totalmente nuevas, o pertenecientes sólo a la época moderna. Los cristianos siempre han explorado los actos de Dios registrados en las Escrituras. Pero los cambios culturales importantes que han tomado lugar en la época moderna han guiado a los teólogos a enfatizar este interés histórico como nunca antes.
En pocas palabras, la teología bíblica es una respuesta cristiana a un movimiento intelectual destacado en la época moderna, a menudo llamado historicismo moderno. En términos muy generales, el historicismo moderno es la creencia de que la historia es la clave para entendernos a nosotros mismos y al mundo que nos rodea. En este punto de vista, una comprensión adecuada de cualquier cosa sólo puede ser adquirida al considerar el lugar que ocupa en la historia.
Una de las figuras más conocidas del Iluminismo que expresó este cambio cultural fue el filósofo alemán Georg Wilhelm Friedrich Hegel quien vivió del año 1770 al año 1831. Hegel es mejor conocido por su propuesta de que todos los aspectos de la realidad están atrapados en patrones lógicos del progreso histórico conocidos como la dialéctica. El universo entero, pensaba él, fue tan ordenado por Dios que siguió un orden lógico histórico divino. Desde su punto de vista, entendemos cada elemento en el mundo mejor cuando lo vemos a la luz de este patrón racional histórico.
Esta y otras formas de historicismo fueron prominentes en la época moderna por varias razones. Por ejemplo, varias avalanchas de descubrimientos arqueológicos alumbraron las culturas antiguas del mundo. La ciencia de la geología se convirtió en un esfuerzo para discernir la edad y el desarrollo de la tierra, no sólo para entender la forma en que se encuentra la tierra en la actualidad. Incluso la biología se hizo histórica en su enfoque cuando muchos biólogos comenzaron a ver su campo en términos de la evolución Darwiniana, creyendo que esta era la forma en la que la vida se desarrolló en nuestro planeta.
Cambios similares hacia el historicismo moderno tomaron lugar en casi todas las disciplinas académicas, incluyendo la teología. Todo en la vida se pensaba que era entendido más a fondo cuando se evaluaba en función del flujo de la historia.
Con el énfasis del historicismo moderno en mente, debemos dirigir nuestra atención hacia las maneras en que los teólogos cristianos respondieron a estos cambios culturales. ¿Qué efecto tuvo el historicismo en las maneras en que los cristianos abordaron la teología, especialmente las maneras en las que interpretaron la Biblia?
El historicismo ha tenido un sinfín de efectos en la teología cristiana moderna, pero en esta lección estamos particularmente interesados en cómo dio a luz a la teología bíblica. Obviamente, la teología bíblica refleja el interés de la cultura occidental moderna en la historia. Pero como veremos, algunos teólogos han adoptado el historicismo en maneras que comprometen creencias esenciales del cristianismo, mientras que otros han incorporado valiosos puntos de vista del historicismo en maneras que han mantenido e incluso mejorado nuestro entendimiento de la fe cristiana.
Por esta razón, trazaremos dos direcciones principales que se han adoptado en la disciplina de la teología bíblica. En primer lugar, vamos a examinar lo que llamaremos teología bíblica crítica, formas de la disciplina que han seguido el espíritu de modernidad hasta el punto de rechazar la autoridad bíblica. Y en segundo lugar, exploraremos la teología bíblica evangélica la manera en que la disciplina ha sido ejercida por los teólogos que se han mantenido fieles a la autoridad de la Biblia. Veamos primero los desarrollos de la teología bíblica en círculos críticos.
El historicismo moderno inspiró a muchos teólogos críticos a acercarse a las Escrituras con nuevas inquietudes y prioridades. Podemos comprender el corazón de este asunto tocando brevemente en dos etapas históricas de su desarrollo. Primero, veremos las primeras etapas en el siglo 18. Y segundo describiremos los desarrollos posteriores en la historia reciente. Veamos entonces los principios críticos de la teología bíblica.
Es muy común trazar los orígenes de la teología bíblica moderna en el discurso inaugural de Johan Gabler en la Universidad de Altdorf en 1787. Aunque antes de Gabler hubo precursores importantes, el habló de la distinción que ha guiado a la teología cristiana por siglos.
Gabler distinguió dos esfuerzos teológicos básicos. Por un lado, él habló de la teología bíblica y la definió como una disciplina histórica que describe las enseñanzas de la Biblia dentro de su propio contexto histórico antiguo. En su opinión, el objetivo de la teología bíblica era descubrir qué creían los escritores y personajes bíblicos antiguos acerca de Dios y del mundo en el que vivían.
Por el otro lado, Gabler habló de la teología sistemática o la dogmática. El objetivo de la teología sistemática no era examinar o explicar la Biblia, sino determinar lo que los cristianos deberían creer en el mundo moderno a través de la reflexión racional sobre la ciencia y la religión.
Ahora, es importante reconocer que como teólogo crítico, Gabler creía que las conclusiones de la teología bíblica podrían ser de algún interés de vez en cuando, pero los cristianos modernos deberían creer sólo las partes de la Biblia que pasan los estándares de la razón moderna y el análisis científico, en su opinión, las Escrituras reflejan las prácticas y creencias ingenuas de la gente que vivió antes del período racional moderno. Por esta razón, la teología sistemática debe ser una disciplina relativamente independiente en gran medida indiferente con lo que la teología bíblica descubre en la Biblia.
La distinción de Gabler entre la teología bíblica y la sistemática establece las directrices para los teólogos críticos que han continuado aun en nuestros días. Pero es importante ver como la teología bíblica crítica se ha desarrollado en los siglos recientes.
Una característica de la teología bíblica critica en los siglos recientes ha sido la creciente convicción que las afirmaciones históricas de la Biblia son muy poco fiables en su totalidad. En general los eruditos críticos han catalogado muchas porciones de las Escrituras como erróneas, ficción piadosa o aun fraude total. Desde esta perspectiva, el cruce del mar Rojo no fue nada más que un viento fuerte que sopló a través del mar, o un pequeño grupo de esclavos que escaparon de Egipto en balsas. La conquista de Canaán fue poco más que una serie de batallas locales entre tribus semi-nómadas y las ciudades de Canaán. Con el avance de la teología crítica, un número de líderes académicos críticos de hecho dudaron que Abraham fuera una figura histórica, o que incluso hubo un Moisés. Ellos incluso afirmaron que si Jesús existió, él tuvo que haber sido un gran maestro moral, pero que ciertamente él no hizo milagros ni resucitó de la muerte.
Ahora, podemos imaginar que fue cada vez más difícil para los teólogos críticos formar su teología sistemática basada en las Escrituras. Podríamos haber esperado que dejaran a un lado la teología bíblica ya que ellos pensaban que la Biblia estaba plagada de historias engañosas. Y esta ha sido la reacción de muchos en la época moderna, pero el campo de la teología bíblica no murió cuando los teólogos críticos rechazaron la autoridad de la Biblia, sino que, ellos encontraron otras maneras de usar las Escrituras para la teología contemporánea. En lugar de tratar a la Biblia como verdad histórica, ellos comenzaron a observar a las Escrituras como expresiones de sentimientos religiosos antiguos presentados como afirmaciones históricas, y exploraron como estos sentimientos y experiencias religiosas antiguas pudieran ser de utilidad para los cristianos modernos.
G. Ernest Wright, un prominente teólogo bíblico del siglo 20, expresó este punto de vista cuando definió la teología bíblica en su libro "El Dios Que Actúa":
La teología bíblica, por lo tanto, debe ser definida como la confesión recitada de los actos de Dios en una historia particular, junto con el énfasis obtenido de ello.
Notemos lo que Wright dijo aquí. Primero, en su opinión, la teología bíblica se enfoca en los actos de Dios. Pero Wright tuvo un sentido muy especial al hablar de los actos de Dios. En lugar de enfocarse en cómo los eventos realmente pasaron, Wright insistió en que la teología bíblica debe preocuparse por la confesión recitada de los actos de Dios, encontrados en libros como la Biblia.
En segundo lugar, Wright también creía que la teología bíblica debería preocuparse por el énfasis obtenido de la confesión recitada de los actos de Dios en las Escrituras. En la opinión de Wright, la historia grabada en las Escrituras era más que todo, ficción. Pero visto correctamente, sus historias comunican verdad teológica. Así que el trabajo de los teólogos bíblicos era descubrir la verdad teológica detrás de los cuentos ficticios de las Escrituras.
Este enfoque en la teología bíblica crítica encaja bien con la distinción que se hizo común en la teología moderna. Ciertos teólogos alemanes distinguieron eventos históricos actuales de la historia confesional que aparece en la Biblia usando dos términos diferentes. Los eventos actuales son descritos por el término historia. Estos fueron los eventos en las Escrituras que podrían ser evaluados por la investigación científica moderna. Pero en su opinión gran parte de las historias que encontramos en la Biblia no son en realidad historia, son "Heilsgeschichte," "historia redentora" o " historia de la salvación" La historia de la salvación es la expresión de sentimientos religiosos contados en forma de historia. La historia redentora es la confesión recitada de los eventos que encontramos en la Biblia.
Aun hoy en día, la mayoría de los teólogos críticos que no rechazan las Escrituras, tratan la historia de la Biblia como "Heilsgeschichte", historia redentora, "reflexiones teológicas semi-históricas". Mientras rechazan la fiabilidad histórica de las Escrituras, ellos rescatan las Escrituras en parte para ayudar su teología al explorar como esta refleja los sentimientos religiosos humanos. Heilsgeschichte, las tradiciones de Israel y de la iglesia primitiva, son el enfoque principal de la mayoría de la teología bíblica crítica contemporánea, y hasta cierto punto sus conclusiones informan una sistemática moderna o una teología contemporánea.
Ahora que hemos bosquejado el desarrollo de la teología bíblica como una disciplina entre los teólogos críticos, debemos ver la segunda corriente de pensamiento: la teología bíblica evangélica. Aquí usamos el término evangélico sólo para decir que estos cristianos continúan afirmando la incuestionable autoridad de las Escrituras.
Afortunadamente ha habido muchos cristianos en muchas ramas de la iglesia a través del mundo que no han seguido el rechazo crítico de la autoridad bíblica. Sin negar el valor y la importancia de la investigación científica, estos evangélicos continúan sosteniendo que las Escrituras son verdad en todas sus declaraciones, incluyendo lo que dicen acerca de la historia. Pero a pesar de estos inquebrantables compromisos con la autoridad bíblica, el historicismo moderno ha tenido efectos importantes aun en las formas en que los evangélicos se enfocan en las Escrituras.
Para explorar la teología bíblica evangélica, enfocaremos nuestra atención en dos direcciones paralelas a nuestra discusión del enfoque crítico: primero, las primeras etapas de la teología bíblica moderna. Y segundo algunos desarrollos más recientes.
Tocaremos las primeras etapas de la teología bíblica evangélica observando la gran influencia de las opiniones de dos teólogos americanos del Seminario Teológico de Princeton del siglo 19. Primero bosquejemos la perspectiva de Charles Hodge. Y segundo, veremos la perspectiva de Benjamin B. Warfield. Comencemos viendo como Charles Hodge entendió la teología bíblica.
Charles Hodge vivió entre los años 1797 al 1878 y se dedicó principalmente a la disciplina de la teología sistemática, Escuchemos la forma en que Hodge distinguió a la teología bíblica de la sistemática en la introducción de sus tres volúmenes teología sistemática:
Ésta es la diferencia entre la teología bíblica y la sistemática. La función de la primera teología bíblica es determinar y enunciar los hechos de las Escrituras. La función de la última teología sistemática es tomar estos hechos, determinar su relación entre sí y con otras verdades relacionadas, así como vindicarlas y mostrar su armonía y consistencia.
Como vemos aquí, Hodge define la teología bíblica como una disciplina exegética, el estudio de los hechos de las Escrituras. Y él también definió la teología sistemática como la disciplina que toma los hechos comprendidos en la teología bíblica y los organiza en relación entre sí denotando sus diferentes conexiones lógicas.
En contraste con los teólogos críticos, Hodge creía en la autoridad de las Escrituras. Y su compromiso con la autoridad bíblica lo guió a enseñar que los cristianos están obligados a basar la teología sistemática en los resultados de la teología bíblica. En lugar de rechazar selectivamente esta o aquella parte de las Escrituras y aceptar otras, Hodge insistió que la teología sistemática debe someterse a todos los descubrimientos que la teología bíblica hizo en las Escrituras colocándolos en un orden lógico.
Aunque muchas de las perspectivas de Hodge han seguido influyendo a los evangélicos mucho después de su muerte, un cambio importante tomo lugar en la teología bíblica evangélica bajo la influencia de uno de sus sucesores, Benjamin B. Warfield que vivió entre los años 1851 al 1921. Su experiencia en estudios bíblicos lo capacitaron para hacer contribuciones importantes al concepto evangélico de la teología bíblica.
Escuchemos la manera en la que Warfield habló de la unión o la organización de la teología en la Biblia en su influyente artículo "La Idea de la Teología Sistemática", en la quinta parte de su artículo él escribió estas palabras:
La teología sistemática no es una unión o una organización lógica de los datos teológicos dispersos proporcionados por el proceso exegético; sino es la combinación de los datos ya unidos o lógicamente dispuestos impartidos por la teología bíblica Obtenemos nuestra más verdadera teología sistemática no al trabajar juntas a la vez nuestras declaraciones dogmáticas separadas en las Escrituras, sino por la combinación de ellas en su debido orden y proporción tal y como están en las diversas teologías de las Escrituras.
En este pasaje, Warfield dijo por lo menos tres puntos importantes. Primero La teología sistemática no debe estar unida u organizada de forma separada o desconectada de las declaraciones encontradas en la Biblia
Antes de Warfield, los evangélicos tendían a tratar a la Biblia como un recurso para las proposiciones de la teología sistemática, y ellos organizaron estas proposiciones de acuerdo a los patrones tradicionales de la teología sistemática. Las enseñanzas bíblicas fueron resumidas en formas que las trataban como datos sin procesar. Pero Warfield señalo que las enseñanzas de las Escrituras ya estaban organizadas lógicamente en la Biblia misma. La Biblia no es una colección desorganizada de proposiciones; sino que tiene su propia organización lógica, y sus propias perspectivas teológicas.
Segundo, desde el punto de vista de Warfield, no sólo hay una forma en que la teología está organizada en las Escrituras. Para estar seguros, la Biblia nunca se contradice a sí misma; todas sus enseñanzas están armonizadas. Pero como él señaló, la teología bíblica trata con diversas teologías de las Escrituras.
Los autores humanos de los libros bíblicos expresaron sus opiniones teológicas de maneras diferentes pero complementarias. Sus escritos reflejaron una diversidad de vocabularios, estructuras y prioridades. La forma en la que el apóstol Pablo expresó la teología no fue precisamente la misma forma de Isaías. Mateo expresó teología con diferentes términos, énfasis y perspectivas que Moisés.
En tercer lugar, ya que la teología bíblica discierne diversas teologías en las Escrituras, la tarea de la verdadera teología sistemática fue combinar los múltiples sistemas teológicos de las Escrituras en un todo unificado. La teología sistemática era para incorporar las teologías de la Biblia en su debido orden y proporción.
En resúmen, Warfield creía que la teología bíblica es discernir los diferentes sistemas teológicos presentados en las Escrituras. Y la teología sistemática es combinar las diferentes teologías de las Escrituras en un todo unificado que lo abarca todo. Desde el tiempo de Warfield hasta nuestros días, los teólogos bíblicos evangélicos han seguido esencialmente este patrón básico. Ellos han tratado de descubrir las distintas perspectivas teológicas de las diferentes partes de la Biblia, y han concebido a la teología sistemática como un esfuerzo por reunir todas las teologías de la Biblia en un sistema unificado.
Con este trasfondo de Hodge y de Warfield en mente, podemos avanzar un poco más a los desarrollos que tomaron lugar recientemente en la teología bíblica evangélica.
Sin lugar a dudas éste teólogo bíblico ha tenido más influencia que cualquier otro en la teología bíblica evangélica Geerhardus Vos, quien vivió del año 1862 al 1949. En 1894, Geerhardus Vos recibió la primera cátedra de teología bíblica en el Seminario Teológico de Princeton. Él se basó en el trabajo de Hodge y de Warfield, pero también llevó la disciplina en nuevas direcciones.
En términos generales, Vos, estaba de acuerdo con Hodge y Warfield, en que la teología bíblica descubre las enseñanzas de las Escrituras y da una orientación autorizada a la teología sistemática. Y más allá de esto, Vos también, estaba de acuerdo con Warfield de que la buena teología bíblica discerniría varias teologías en la Biblia que deben ser reunidas en un todo unificado en la teología sistemática.
Pero Vos, se destaca de sus precursores llamando la atención a un hilo común a través de todas las diferentes teologías en la Biblia. Él argumentó que las diferentes teologías de las Escrituras tenían un enfoque común en la historia de la redención. El creía que los poderosos actos de Dios en la historia forman el núcleo de la enseñanza de cada parte de la Biblia. Por esta razón, Vos enseñó que la teología bíblica debe enfocarse en las formas en que cada escritor bíblico se refiere a los poderosos actos de Dios.
Como Vos, lo dijo en su discurso inaugural en 1894:
La teología sistemática procura construir un círculo, la teología bíblica busca reproducir una línea Esa es la verdadera relación entre la teología bíblica y la sistemática. La dogmática es la corona que surge de todo el trabajo que la teología bíblica puede lograr.
De acuerdo con Vos, la teología bíblica se enfoca en las formas que los escritores bíblicos hacen una reflexión sobre la historia. Esto refleja las diferentes perspectivas de la Biblia en los grandes actos de Dios en la historia y el significado teológico de esos actos divinos. Entonces la teología sistemática reúne todo lo que la Biblia enseña acerca de la historia de la redención en un sistema unificado de teología. En casi todas las ramas del evangelicalismo, la teología bíblica continúa teniendo este enfoque básico.
Ahora que hemos visto como la teología bíblica evangélica contemporánea se enfoca en la historia de la redención como la pieza central de las Escrituras, estamos en posición para ver nuestro tercer punto principal en esta lección: cómo los teólogos bíblicos evangélicos entienden la relación entre historia y revelación.
Difícilmente habrá dos conceptos más importantes para la teología bíblica que la historia y la revelación. Como hemos visto, la teología bíblica se concentra en la historia como el hilo que una a toda las Escrituras. Una razón para este enfoque en la historia es el entendimiento que en las Escrituras, la revelación de Dios de sí mismo está profundamente ligada a los eventos históricos.
Para entender la relación entre historia y revelación en la teología bíblica, examinaremos dos temas: primero, veremos cómo los teólogos bíblicos definen la revelación como acto y palabra; y segundo, exploraremos el contorno de la historia y la revelación en la Biblia. Consideremos primero la idea de que la revelación divina es tanto acto como palabra.
Para explorar este importante concepto, vamos a tocar tres asuntos: primero, veremos cómo las Escrituras hablan de lo que hemos llamado acto de revelación, segundo, veremos la necesidad del porque le llamamos palabra de revelación o revelación verbal; y tercero, examinaremos las interconexiones entre acto y palabra de revelación. Vayamos primero al concepto de acto de revelación.
Todos sabemos por experiencia propia que la gente revela cosas acerca de sí mismos en por lo menos dos maneras. Por un lado, pueden decirnos qué están pensando. Pueden hablar acerca de ellos mismos y de lo que quieren. Pero por otro lado, podemos también aprender mucho de otras personas por lo que hacen. Las formas en que actúan revelan que tipo de personas son. Cuando observamos las Escrituras, queda claro rápido y claramente que la Biblia a menudo habla de Dios revelándose a sí mismo en sus actos. Por ejemplo, escuchemos la celebración de la revelación de Dios en el Salmo 98:2 y 3:
Jehová ha hecho notoria su salvación; A vista de las naciones ha descubierto su justicia. Se ha acordado de su misericordia y de su verdad para con la casa de Israel; Todos los términos de la tierra han visto la salvación de nuestro Dios. (Salmo 98:2-3)
Notemos que en el versículo dos el salmista dijo que Dios ha descubierto su justicia, usando el término hebreo ga la que significa descubierto, mostrado o revelado. El salmista dijo que Dios ha revelado o descubierto su justicia a la vista de las naciones. Pero ¿Cómo dice este pasaje que Dios lo hizo? ¿Fue diciendo a las naciones "Yo soy justo"? No en este caso. De acuerdo al versículo tres su justicia fue revelada cuando Dios hizo algo. El salmo dice que Dios actuó y se acordó de la casa de Israel, hasta los términos de la tierra han visto la salvación de nuestro Dios. Aquí el salmista tenía en mente la imagen o revelación de la justicia de Dios cuando él salvó a su pueblo, la revelación de la que habló el salmista fue un acto de Dios.
El acto de revelación de tipo más milagroso aparece a lo largo de la Biblia. Por ejemplo, el acto de la creación muestra el poder y el carácter de Dios. El éxodo de Israel de Egipto muestra su poder sobre los enemigos y su amor por su pueblo. De manera similar, el establecimiento de la dinastía de David, el exilio de Israel y Judá, el regreso del exilio, la encarnación de Cristo, la muerte y resurrección de Cristo — todo esto y muchos otros eventos grabados en las Escrituras revelan el carácter y la voluntad de Dios. Este concepto del acto de revelación es esencial para la teología bíblica.
A primera vista, puede no estar claro que este cambio hacia el acto de revelación tiene efectos muy importantes en la teología cristiana. Así que, debemos detenernos un momento para ver la diferencia que este enfoque ha hecho. Una forma de ver el significado de este enfoque histórico moderno es considerar la doctrina de la teología propia, el concepto de Dios mismo, y ver cómo la teología sistemática y la teología bíblica abordan este tema.
Consideremos por un momento cómo el Catecismo Menor de Westminster, que representa una perspectiva tradicional de la teología sistemática, nos enseña a ver a Dios. El Catecismo Menor pregunta 4 dice así: "Qué es Dios?" y responde de esta manera:
Dios es un espíritu, infinito, eterno e inmutable en su ser, sabiduría, poder, santidad, justicia, bondad y verdad.
No es difícil ver que mientras esta respuesta es verdad para las Escrituras, Dios es definido en la teología sistemática de manera abstracta en términos de sus permanentes atributos eternos. Pero en comparación los teólogos bíblicos tienen mucha más preocupación por los actos concretos de Dios en la historia. Y este enfoque de los actos de revelación ha llevado a diferentes énfasis en la teología propia.
Cuando se les pregunta a los típicos teólogos bíblicos evangélicos, ¿Qué es Dios? ellos no tienden a responder como el Catecismo Menor de Westminster. Ahora, ellos no están en desacuerdo con esta opinión, pero su énfasis es mucho más histórico. Los teólogos bíblicos están mucho más propensos a decir algo como, Dios es quien liberó a Israel de la esclavitud de Egipto, Dios es quien juzgó a Israel en el exilio. O pueden decir, Dios es quien envió a su Hijo al mundo.
Cualquiera que sea el caso, más que pensar en Dios primeramente en términos de sus atributos eternos, los teólogos bíblicos piensan en Dios principalmente en términos de lo que Él ha hecho en la historia. Y lo que es verdad en la teología propia se extiende a cada aspecto de la teología bíblica.
Al mismo tiempo, mientras que los teólogos bíblicos evangélicos han subrayado la importancia de los actos de revelación también han afirmado la crucial necesidad de la palabra de revelación, que es, la revelación verbal de Dios. En las Escrituras, Dios no simplemente actúa; Él también habla de sus acciones, Él explica sus hechos con palabras.
La revelación verbal o palabra de revelación es esencial por varias razones, sólo mencionaremos dos cosas acerca de las acciones de Dios que hacen que la palabra de revelación sea importante: por un lado el significado ambiguo de los eventos; por el otro lado, el significado radial de los eventos. Consideremos primero como la ambigüedad de los eventos en las Escrituras hace que la palabra de revelación sea necesaria.
Cuando decimos que los actos de Dios son ambiguos, queremos decir que el significado de sus acciones no es siempre perfectamente evidente para los seres humanos. Aunque Dios siempre entiende a fondo lo que está haciendo, sus acciones necesitan ser interpretadas o clarificadas a través de sus palabras para que nosotros podamos entender su significado.
Consideremos un ejemplo de la vida diaria. Imaginémonos sentados en un salón de clases con un número de estudiantes, y de repente, sin ninguna advertencia, uno de los estudiantes se levanta. No dice nada; sólo se levanta. Por supuesto, no sabríamos qué hacer con esto; es muy ambiguo, seguramente nos preguntaríamos, ¿Por qué se levantó?, ¿Qué está pasando? De hecho, probablemente el profesor detendría su clase y pediría al estudiante que explicara qué está haciendo. En efecto, todos esperarían una comunicación verbal que clarifique el significado de su acción. De la misma manera, los actos de Dios reportados en las Escrituras a menudo son ambiguos para los seres humanos finitos y pecadores. Ellos, también, están necesitados de la interpretación verbal, una explicación con palabras. Consideremos por ejemplo, el tiempo cuando los Israelitas regresaron del exilio de Babilonia y comenzaron a reconstruir el templo. En Esdras 3:10-12, podemos leer estas palabras:
Y cuando los albañiles del templo de Jehová echaban los cimientos todo el pueblo aclamaba con gran júbilo, alabando a Jehová muchos de los sacerdotes, de los levitas y de los jefes de casas paternas, ancianos que habían visto la casa primera, viendo echar los cimientos de esta casa, lloraban en alta voz, mientras muchos otros daban grandes gritos de alegría. (Esdras 3:10-12)
Aquí vemos un evento en la historia bíblica — un poderoso acto de Dios en la colocación de los cimientos del templo después de que Israel regresó del exilio. Pero este evento fue muy ambiguo para aquellos que lo presenciaron.
Algunas personas vieron los cimientos del templo y se regocijaron porque creían que esto era una gran bendición. Otros, sin embargo, lloraron porque podían ver que el nuevo templo nunca se compararía favorablemente con el templo de Salomón. Sin ninguna comunicación verbal de parte de Dios, el evento podía ser visto de ambos lados. Es por eso que el libro de Esdras invierte tanto tiempo explicando la verdadera importancia de la construcción del templo después del exilio. De manera similar, en Marcos 3:22-23, leemos como los exorcismos de Jesús eran malentendidos por algunos y como Jesús les dio la verdadera interpretación de sus acciones.
Pero los escribas que habían venido de Jerusalén decían que tenía a Beelzebú, y que por el príncipe de los demonios echaba fuera los demonios. Y habiéndolos llamado, les decía en parábolas: ¿Cómo puede Satanás echar fuera a Satanás? (Marcos 3:22-23)
Algunas personas testigos de estos grandes actos de Dios erróneamente concluyeron que los demonios eran exorcizados por el poder de Satanás, pero Jesús acompañó sus acciones con palabras para dejar claro que él actuaba con el poder de Dios.
La ambigüedad de los actos de Dios grabados en las Escrituras ayudan a explicar porque la palabra de revelación regularmente acompaña a los actos de revelación. La revelación verbal de Dios explica los eventos para clarificar su verdadero significado.
Además de ser un tanto ambigua, los actos de revelación están unidos con la palabra de revelación porque los eventos son radiales en su significado.
En muchos aspectos, un evento en la Biblia es como una piedra arrojada en un estanque. Sabemos lo que pasa. Ondas de agua salen en todas las direcciones, tocando todo lo que flota en la superficie del estanque. El efecto de arrojar la piedra es radial; esto irradia a todo lo largo del estanque. En muchas maneras semejantes, los eventos en las Escrituras son radiales en su significado.
Tomemos por ejemplo el caso de Israel al cruzar el Mar Rojo. Todos sabemos que las Escrituras explican que esto fue la liberación que Dios dio a su pueblo de la esclavitud de los egipcios. Pero también sabemos que la interrupción de las aguas del Mar Rojo tiene también otros innumerables significados. Por ejemplo, probablemente afecto la vida marina en el área y por lo tanto interrumpe la industria pesquera local. Esta consecuencia pudiera no parecernos importante hoy día, pero fue importante para el pueblo que vivió en el área en ese tiempo. Más que eso, el ahogamiento del ejército Egipcio tuvo toda clase de significados para los Egipcios, esposas que perdieron a sus esposos, niños que perdieron a sus padres, es difícil imaginar el innumerable impacto de este evento.
Cuando nos damos cuenta que eventos como el cruce del Mar Rojo tuvo un significado radial, la pregunta que queda es esta: ¿Cuál de todos estos significados debe ser nuestro enfoque?, ¿Cuál significado es el más importante al tratar de entender eventos en las Escrituras? La respuesta es muy simple: Dios ha revelado a través de la palabra de revelación el significado más importante que Él quiere que su pueblo entienda.
Aparte de la interpretación verbal de Dios de sus acciones, no podríamos saber cómo encontrar las implicaciones teológicas propias de los poderosos hechos de Dios.
Después de haber visto que los actos y la palabra de revelación se acompañan una a la otra en las Escrituras, debemos voltear nuestra atención a las maneras en que estas dos formas de revelación se interconectan. ¿De qué manera los actos y la palabra de revelación se asocian una con otra en la teología bíblica?
Para nuestros propósitos hablaremos de estas asociaciones en términos de tres tipos de palabra de revelación; primero, la palabra de revelación prospectiva esto es, palabras que preceden a los eventos que ellas explican; segundo, la palabra de revelación simultánea o palabras que son dadas al mismo tiempo que los eventos que ellas explican; y tercero, palabras de revelación retrospectiva, palabras que vienen después de los eventos que ellas explican. En primer lugar, las Escrituras dan muchos ejemplos de momentos en que las palabras divinas preceden a las acciones divinas.
En estas situaciones, la palabra de Dios explica o interpreta un acto de Dios antes de que ocurra. Generalmente definimos este tipo de palabra de revelación como predicción. Algunas veces, la palabra de revelación prospectiva de Dios habló de eventos próximos y generalmente a la gente que atestiguaba este evento directa o indirectamente. Por ejemplo, en Éxodo 3:7-8 antes de que Moisés fuera a Egipto a liberar al pueblo de Israel, Dios le dijo lo que iba a suceder.
Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias, y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel. (Éxodo 3:7-8)
Las palabras de Dios para Moisés anticiparon lo que Dios iba a hacer en Egipto. Fueron prospectivas, prediciendo el significado de un futuro acto de Dios. Al oír estas palabras, Moisés tenía que prepararse a sí mismo para ver su trabajo en Egipto de una manera particular. Él iba a ser el instrumento de Dios para la liberación de Israel. Sus próximos esfuerzos en Egipto no fueron simples eventos humanos; él no reduciría su ministerio a nada menos que lo que actualmente era — un poderoso acto de Dios a través del cual Israel sería llevado a las bendiciones de la tierra prometida.
En otras ocasiones, la palabra de revelación prospectiva de Dios habló de eventos en un futuro distante, tan distante que quienes escucharon primeramente Sus palabras no experimentaron el evento. En estos casos, la palabra de revelación vino mucho tiempo antes que el acto de revelación. Por ejemplo, el profeta Isaías habló de la venida del gran Mesías de esta manera en Isaías 9:6-7:
Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite. (Isaías 9:6-7)
Aquí Isaías hablo del hijo real quien gobernaría sobre el pueblo de Dios y extendería su reino sin fin. El habló de Jesús, el Mesías. Pero estas palabras fueron dichas por lo menos setecientos años antes de Cristo. Estas palabras dieron esperanza al pueblo de Dios en los días de Isaías, pero las personas que primero escucharon esta palabra de revelación nunca vieron la acción divina a la que se refería.
Así vemos que en una variedad de formas, la palabra de revelación prospectiva de Dios fue dada para otorgar a su pueblo una idea del significado de los eventos antes de que sucedan. Encontramos este tipo de revelación a través de las Escrituras.
En segundo lugar, es también importante darse cuenta que algunas veces en las Escrituras, Dios habla simultáneamente con un evento. Ahora por supuesto, las palabras y acciones de Dios en las Escrituras rara vez ocurren precisamente al mismo tiempo. Pero Dios a menudo habla de un tiempo suficientemente cercano al evento como para considerarlo simultáneo. Él a menudo dio su palabra de revelación mientras actuaba.
Por ejemplo, escuchemos las acciones y palabras de Dios en Éxodo 19:18-21:
Todo el monte Sinaí humeaba, porque Jehová había descendido sobre él en fuego; y el humo subía como el humo de un horno, y todo el monte se estremecía en gran manera. El sonido de la bocina iba aumentando en extremo; Moisés hablaba, y Dios le respondía Y Jehová dijo a Moisés: Desciende, ordena al pueblo que no traspase los límites para ver a Jehová, porque caerá multitud de ellos. (Éxodo 19:18-31)
El poderoso acto de Dios en este pasaje es la manifestación del poder de Dios en el fuego, el humo y el temblor en la cima del Monte Sinaí. Mientras que Dios realizaba esta gran acción, Él proclamó la palabra de revelación que explicaba el significado de lo que Él estaba haciendo para advertir al pueblo que no se acercaran al monte. Así vemos entonces, que a menudo en las Escrituras, Dios dio su palabra de revelación al mismo tiempo en que actuaba, así sus acciones podían ser entendidas por aquellos que las atestiguaban.
En tercer lugar, también es importante estar conscientes del hecho de que la palabra de revelación de Dios es a menudo retrospectiva, explicando el significado de los eventos después de que ocurrieron. En estos casos, Dios hizo algo y después habló de esto a la gente que vivió después de Sus actos. De hecho, en general, ésta es la manera más frecuente en que la palabra de revelación divina viene a nosotros en las Escrituras.
Algunas veces, Dios habló poco después de que el evento ocurrió, en estos tiempos, Él a menudo se revelaba a las personas que directa o indirectamente eran testigos de sus acciones.
Por ejemplo, escuchemos lo que dice Éxodo 20:2-3 donde Dios explicó la importancia de la liberación de Israel de Egipto justo después de que ocurrió. Ahí podemos leer estas palabras:
Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. No tendrás dioses ajenos delante de mí. (Éxodo 20:2-3)
El Señor explicó a los Israelitas que la experiencia de salir de Egipto no fue un evento ordinario. Sino su directa y personal liberación. Más allá de esto, esta palabra de revelación también explicó una de las implicaciones de los actos de liberación de Dios. Porque Dios los había liberado, Israel no debería de adorar a otros dioses. El requisito de lealtad a Dios fue una palabra retrospectiva, que explicaba el significado de la gran liberación de Israel a la gente que había visto esto. Sin embargo, en otras ocasiones, la distante palabra de revelación retrospectiva, vino al pueblo de Dios, mucho después de que un acto de revelación ocurriera. Esta fue dada a las personas que no vivieron en los tiempos en que el evento se realizó. Por ejemplo, en Génesis 1:27, leemos esta descripción de la creación de la humanidad:
Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. (Génesis 1:27)
Los receptores originales de esta palabra retrospectiva fueron los Israelitas que siguieron a Moisés después del Éxodo. Y ellos vivieron miles de años después de que Adán y Eva fueron creados. Sin embargo, Dios proveyó esta palabra de revelación para informarles acerca del rol original de la humanidad en la creación. En una variedad de formas, la palabra de Dios a menudo sigue Sus acciones y concede entendimiento a su pueblo después de que ocurre el evento. Este tipo de palabra de revelación aparece a través de las Escrituras.
Después de haber visto que la teología bíblica subraya cómo la historia y la revelación se interconectan en las Escrituras, tenemos que dirigirnos a un segundo tema: los contornos de la historia y la revelación en la Biblia. La Biblia menciona cientos de miles de eventos a través de miles de años. Y una de las tareas de la teología bíblica es discernir los patrones y los contornos entre estos numerosos eventos.
Para explorar las formas en que los teólogos bíblicos han entendido los contornos de la historia y la revelación de las Escrituras, tocaremos tres cuestiones: primero, la meta de la revelación de Dios en la historia de las Escrituras; segundo, el aumento y disminución de la revelación en las Escrituras; y tercero, el desarrollo orgánico de la revelación en las Escrituras. Consideremos primero la meta de la historia en la Biblia.
Hay pocas dudas al leer porciones de las Escrituras que Dios movió la historia hacía muchas metas más bien inmediatas. En los días de Noé, Él actuó pera traer un nuevo comienzo en el mundo. Su meta al revelarse a Sí mismo a Abraham fue llamar gente especial para Él mismo. La meta de la liberación de Israel de Egipto fue para establecer a Su pueblo especial en el Antiguo Testamento como una nación en la tierra prometida. El propósito de escoger a David y a sus hijos como dinastía permanente de Israel, fue para traer a su pueblo a la gloria imperial. La meta de la vida, muerte y resurrección de Jesús fue asegurar la eterna salvación del pueblo de Dios.
En cada etapa de la historia bíblica, Dios tenía propósitos o metas específicas que guiaron sus actos y su palabra de revelación. Los teólogos bíblicos invirtieron mucho de su tiempo delineando estas diversas metas. Pero al mismo tiempo, en Romanos 11:36, el apóstol Pablo señaló la meta final de la historia.
Porque de Dios, por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén. (Romanos 11:36)
Como Pablo señala aquí, todas las cosas son de Dios en el principio. Todas las cosas continúan su existencia ahora a través del poder sustentador de Dios. Y todas las cosas son para él es decir son para la gloria y alabanza de Dios. En pocas palabras, Dios ordenó la historia de su creación para que al final le trajera una gloria sin medida.
Diversos teólogos bíblicos han descrito este propósito divino general de diferentes maneras. Por ejemplo, algunos hablan más bien en forma general de la escatología o de últimos días como el enfoque de las Escrituras. Otros argumentan de varias maneras que la Biblia es Cristocéntrica, enfocada en Cristo. Estos y otros puntos de vista tienen mucho que ofrecer, pero en estas lecciones hablaremos de la meta de toda la historia como el establecimiento del reino de Dios en la tierra. En términos simples hablaremos de la historia bíblica como el proceso por el cual Dios será finalmente glorificado por cada criatura mediante el extendimiento de su reino hasta los confines de la tierra. Todos sabemos que Jesús nos enseño a orar buscando este fin en Mateo 6:10, donde Él dijo estas palabras:
Venga tu reino, hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. (Mateo 6:10)
La meta divina de toda la historia del mundo es la extensión del perfecto y celestial reinado de Dios en cada rincón de la tierra. Cuando la voluntad de Dios sea hecha perfectamente en la tierra como en el cielo, cada criatura se postrará ante Dios y le honrará como el Rey divino, el supremo creador de todo. En ese momento, la meta final de la historia será completada. Ahora, aunque cada evento en el universo se mueve hacia este gran final, las mismas Escrituras se enfocan especialmente en eventos que están en el centro del propósito final de Dios. Ellas trazan cómo ciertos eventos históricos son cruciales para alcanzar la meta de extender el reino de Dios a través del mundo.
Todos conocemos los contornos básicos de la historia bíblica. Los primeros capítulos de la Biblia describen la manera en que Dios comenzó a cambiar el mundo caótico en su reino, ordenando la creación, estableciendo su imagen en el jardín de Edén y mandando a la humanidad a extender el paraíso del Edén a los confines de la tierra. Pero los primeros capítulos de las Escrituras también describen como la humanidad se reveló en contra de ésta comisión divina y trajo corrupción y muerte al mundo.
El resto del Antiguo Testamento reporta como Dios escogió a Israel como su pueblo especial y les encargó guiar al resto de la humanidad en la expansión del reino de Dios a los confines de la tierra. Como el Antiguo Testamento nos dice, Dios cumplió mucho a través de Israel, pero Israel también falló miserablemente.
A pesar de estos fracasos, Dios no abandonó su gran propósito. Como el Nuevo Testamento revela, Dios envió a su Hijo eterno al mundo. A través de su muerte, Dios rectificó las fallas del pasado y redimió a un pueblo para Sí mismo de todas las naciones de la tierra. Y a través de la resurrección y ascensión de Cristo, el ministerio del Espíritu Santo a través de su cuerpo (la iglesia) y de su regreso glorioso, Cristo está completando la tarea original dada a la humanidad. Como podemos leer en Apocalipsis 11:15, Cristo es aclamado como aquel que traerá el reino de Dios a la tierra como es en el cielo.
Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinara por los siglos de los siglos. (Apocalipsis 11:15)
En este acercamiento a la teología bíblica, cada evento en la historia bíblica es parte de este gran esquema. La gran variedad de acciones divinas, grandes y pequeñas, ordinarias y extraordinarias, encontradas a través de la Biblia, encuentran su culminación en el trabajo de Cristo quien traerá la gloria total a Dios a través del establecimiento de su reino en los cielos nuevos y la tierra nueva.
Mientras que la meta de la historia bíblica es dar gloria a Dios estableciendo Su reino mundial en Cristo, necesitamos tocar una segunda dimensión del contorno de la historia bíblica: el aumento y disminución de los actos y la palabra de revelación de Dios.
Tal vez usted ha estado en la playa y ha visto como la marea entra a tierra. No es difícil darse cuenta de que a medida que la marea del océano se mueve hacia adelante, no lo hace en un solo movimiento suave. Es progresivo, el avance de la marea se lleva a cabo a medida que las olas aumentan y disminuyen. De manera similar, la teología bíblica evangélica ha enfatizado que Dios ha movido la historia hacia la meta de su glorioso reino en olas de sus actos y su palabra de revelación. Aunque Dios providencialmente controla su mundo en todo tiempo, hay momentos en la historia cuando el actúa y habla más dramáticamente que en otras ocasiones. Y como resultado la revelación en la historia bíblica aumenta y disminuye, incluso a medida que avanza a su destino final. Por esta razón, ayuda el pensar en términos de los actos y la palabra de revelación de Dios de dos maneras: aquellos tiempos que tal vez se caracterizaron como puntos bajos de la revelación divina; y aquellos tiempos que tal vez se caracterizaron como puntos altos de revelación. Por un lado, a través de la Biblia, hay tiempos de disminución en los actos divinos y la palabra de revelación, o lo que podríamos llamar puntos bajos en la historia.
Por ejemplo, escuchemos la forma en que el escritor de Samuel describió los primeros días de la vida de Samuel en 1 Samuel 3:1:
El joven Samuel ministraba a Jehová en presencia de Elí; y la palabra de Jehová escaseaba en aquellos días; no había visión con frecuencia. (1 Samuel 3:1)
La revelación fue escasa en los días de infancia de Samuel. Por causa del pecado del pueblo, Dios se apartó de ellos por un tiempo, haciendo relativamente poco a su favor y rara vez les hablaba. Quizás el ejemplo más dramático de los puntos bajos de la historia bíblica es el tiempo entre el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento, entre Malaquías y Juan el Bautista, cuando la tierra de Israel estuvo bajo el dominio de potencias extranjeras. Durante este período intertestamental, Israel estuvo bajo la severa maldición de Dios y no se movió de manera espectacular a favor de su pueblo, ni tampoco le habló mucho. Por el otro lado, como olas rompiendo la marea que sube, hay puntos altos en la historia bíblica cuando los actos y la palabra de revelación de Dios se incrementó dramáticamente. En estos tiempos, Dios hizo cosas espectaculares y le reveló tanto a su pueblo que de hecho llevó a Su reino a nuevas etapas de desarrollo.
Por ejemplo, a pesar de que la revelación era escasa en los primeros años de Samuel, a medida que Samuel creció, Dios comenzó a actuar dramáticamente y a revelar su voluntad una vez más a su pueblo. A través del ministerio de Samuel, Dios incrementó sus actos y su palabra de revelación para que la historia se moviera al período de la monarquía de Israel, en los días de la dinastía de David.
De la misma manera, el punto más bajo entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, fue seguido por la más grande revelación de Dios en la historia del mundo: la vida de Juan el Bautista, la primera venida de Cristo, y la gran palabra de revelación que Cristo y sus apóstoles nos dieron. Estos poderosos actos de Dios trajeron la historia bíblica a la etapa que ahora nosotros conocemos como el período del Nuevo Testamento.
El incremento de las acciones divinas y las palabras en la historia son particularmente importantes en la teología bíblica, porque estos fueron tiempos cuando Dios trajo Su reino a nuevas etapas o épocas. Grandes eventos como el diluvio, el llamado de Abraham, la liberación de Israel de Egipto, el establecimiento de la monarquía, el exilio de Israel y Judá, la restauración del exilio, el ministerio terrenal de Cristo y el derramamiento del Espíritu Santo — Estos eventos marcaron los tiempos cuando el reino de Dios en la tierra llegó a nuevas etapas de desarrollo. Por esta razón, en la teología bíblica evangélica, es común dividir la historia bíblica en varias eras o épocas.
Al darnos cuenta de que el aumento y disminución de la revelación de Dios divide a la historia bíblica en períodos o épocas surge una pregunta muy seria: ¿Cómo están estas diferentes etapas de la historia conectadas una con otra? En pocas palabras, la teología bíblica ha insistido en la naturaleza orgánica de la historia en las Escrituras.
Todo el que conoce el cristianismo evangélico contemporáneo sabe que muchos cristianos hoy en día creen que las etapas de la historia bíblica están fundamentalmente desconectadas. Desde este punto de vista, los períodos de tiempo en las Escrituras tienen muy poco que ver entre sí, especialmente los períodos del Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento. Ahora, tan popular como este enfoque sea hoy, la teología bíblica ha demostrado que los desarrollos de la historia bíblica fueron orgánicamente unificados.
El término orgánico sirve como una metáfora para indicar que la historia de la Biblia es como un organismo en crecimiento cuyo crecimiento no puede ser totalmente segmentado o separado en piezas. Desde este punto de vista, la fe de la Biblia a menudo es comparada con una semilla que es plantada en las primeras etapas de la historia bíblica, y poco a poco crece a través del Antiguo Testamento, y finalmente alcanza la madurez en el Nuevo Testamento. Los cambios que toman lugar entre un periodo y otro son vistos como crecimiento o maduración. Este crecimiento se da en forma desigual mientras que el incremento de los actos y palabras de revelación mueven la historia hacia nuevas épocas, así como las plantas y animales crecen más rápidamente en ciertos tiempos que en otros. Pero los períodos de la historia bíblica no son segmentos separados o desconectados en que no tienen relación unos con otros. En cambio, las etapas sucesivas de revelación son el florecimiento de las primeras etapas de revelación.
Por esta razón, los teólogos bíblicos trabajan muy duro para ver las semillas de revelación del Nuevo Testamento en las etapas iniciales de la Biblia y así trazar como estas semillas crecieron y como los actos y palabras de revelación trajeron sucesivas etapas de crecimiento en el reino de Dios, conduciendo al Nuevo Testamento.
Para ilustrar lo que queremos decir, tomemos un simple ejemplo de algunas enseñanzas centrales del Nuevo Testamento acerca de Cristo, nos enfocaremos en la Palabra de revelación de Dios relatando tres eventos en el ministerio de Cristo.
Entre otras cosas, aprendemos del Nuevo Testamento que la segunda persona de la Trinidad se encarnó y vivió como el único ser humano perfectamente justo. El Nuevo Testamento enseña que la muerte de Jesús, su resurrección y ascensión, aseguraron la redención de su pueblo al pagar por sus pecados, trayéndoles vida nueva, y garantizándoles el don del Espíritu Santo. También aprendemos que cuando Jesús regrese, el reinará victorioso sobre la creación entera, derrotando totalmente a sus enemigos y garantizando la victoria gloriosa a su pueblo en la nueva creación. Estos actos y palabras de Dios son características centrales del evangelio cristiano.
Tan maravilloso como es saber y creer estas cosas acerca de Jesús, nuestro entendimiento de lo que Dios ha hecho en Cristo puede ser aumentado cuando entendemos que estos temas del Nuevo Testamento de hecho crecieron orgánicamente a través de las Escrituras. Para ver como esto es cierto, brevemente destacaremos algunas de las formas en que la revelación del Antiguo Testamento ha florecido o madurado en lo que Dios ha cumplido en Cristo.
Lo que Dios ha cumplido en Cristo en realidad se inició como una pequeña semilla en los primeros capítulos de Génesis. En primer lugar, en el comienzo en Génesis 1, Dios dio un rol especial a la humanidad en su mundo como la imagen de Dios. Como su imagen, somos llamados a ser instrumentos justos por los cuáles el paraíso de Dios o el reino sería extendido a todo el mundo. Esta es una de las razones por las que el Nuevo Testamento enfatiza la encarnación y la vida justa de Cristo. Él es el postrer Adán, el que cumple perfectamente el rol original dado a la humanidad.
En segundo lugar, la caída de la humanidad en pecado en Génesis 2 nos enseña que el pecado ha causado a los seres humanos y al resto de la creación a necesitar redención del juicio de Dios. Esta necesidad fue la semilla de las enseñanzas del Nuevo Testamento acerca de la muerte, resurrección y ascensión de Cristo. Él ascendió en las alturas para redimir de la maldición del pecado a aquellos que creyeron en él. A través de la perfecta expiación de Cristo, su poderosa resurrección y predominante ascensión, vemos la redención de la imagen de Dios y del resto de la creación.
En tercer lugar, inmediatamente después de la caída en pecado, Dios indicó que un día el remanente justo de la humanidad tendría la victoria sobre el mal. En Génesis 3:15, leemos estas palabras que Dios dijo a la serpiente:
Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar. (Génesis 3:15)
Aquí Dios declaró que la raza humana se dividirá entre la descendencia de la serpiente o Satanás y la descendencia de Eva, aquellos que continuaron la deserción de la serpiente y aquellos que tomaron el curso original dado a la humanidad. Como este versículo lo indica, estas dos divisiones de la humanidad estarían en desacuerdo, pero Dios prometió que eventualmente la descendencia de la mujer aplastaría la cabeza de la serpiente, clamando victoria sobre él y su descendencia. Y por esta razón, en Romanos 16:20, el apóstol Pablo hablo del regreso de Jesús en gloria de esta manera:
Y el Dios de paz aplastará en breve a Satanás bajo vuestros pies. (Romanos 16:20)
El regreso victorioso de Cristo fue anticipado en los primeros capítulos del libro de Génesis. Así podemos ver entonces, que las enseñanzas del Nuevo Testamento acerca de la encarnación y vida; la muerte, resurrección y ascensión; y el regreso de Cristo no eran ideas nuevas, sino que fueron plantadas como semillas muy temprano en la historia de la Biblia. Además de analizar las maneras en que las enseñanzas del Nuevo Testamento se remontan a los primeros capítulos del Génesis, debemos también estar consientes de que hay muchas etapas de crecimiento entre los primeros capítulos de Génesis y del Nuevo Testamento. Pero para nuestros propósitos en esta lección, simplemente nos detendremos en una de las etapas de la historia del Antiguo Testamento, los tiempos cuando Dios interactuó de manera positiva con la nación de Israel.
En primer lugar, ya hemos visto que la encarnación y vida justa de Cristo cumplió con el rol original dado a la humanidad en Génesis. Pero desde el tiempo de Abraham hasta el final del Antiguo Testamento, este tema creció en una dirección particular. En este sentido, Dios llamó al pueblo del Antiguo Testamento Israel para ser la fiel semilla de la mujer, para extender el reino de Dios a los confines de la tierra. Y en forma particular, con el surgimiento de la monarquía de Israel, Dios ordenó que un hijo justo de David guiaría a los Israelitas fieles hacia su reino destinado. Es por eso qué encontramos que el Nuevo Testamento no sólo dice que Jesús fue un hombre justo. A la luz de las formas en que el rol de la humanidad creció durante el trato de Dios con Israel en el Antiguo Testamento, Jesús nació como un justo israelita, y más que eso, Jesús fue el rey justo de Israel, el heredero legítimo del trono de David. La representación del Nuevo Testamento de la encarnación y vida de Cristo no sólo cumple con la comisión original dada a Adán, sino que también cumple más allá del desarrollo de esa comisión en el Antiguo Testamento relacionado con el pueblo de Israel y su Rey.
En segundo lugar, hemos visto que Jesús cumple la necesidad de redención que fue causada por la caída en pecado de Adán y Eva. Pero mientras consideramos cómo este tema de la redención se desarrolló en el Antiguo Testamento, podemos entender el trabajo de Cristo más plenamente. Como sabemos, Dios ordenó un sistema de sacrificar animales y adoración para hacer frente a la realidad del pecado en el mundo, primero en el Tabernáculo y después en el templo de Jerusalén. Estas ceremonias eran estrictamente reguladas por elaboradas órdenes sacerdotales. Pero tan maravillosas como eran estas provisiones, sólo podían proveer un alivio temporal de los efectos del pecado. No redimían permanentemente a nadie de la maldición del juicio de Dios.
Este desarrollo dentro de la historia del Antiguo Testamento explica porque el Nuevo Testamento enfatiza ciertas cosas acerca de la redención que vino a través de la muerte, resurrección y ascensión de Cristo. Cuando Jesús murió en la cruz, él lo hizo como el sacrificio perfecto para su pueblo en cumplimiento de todos los sacrificios ceremoniales del Antiguo Testamento. Él demostró ser el sacrificio final y completo por su resurrección. Y aún hoy, como el Señor ascendido, Él interviene por su pueblo como nuestro gran sacerdote. Y en este rol Él continuamente apela a los méritos de su sacrificio mientras ministra en el templo celestial de Dios. Así, mientras el trabajo redentor de Cristo alcanza desde la caída en pecado en los primeros capítulos de Génesis, también surgió de las etapas intermedias del tabernáculo de Israel y de la adoración en el templo.
En tercer lugar, las enseñanzas del Nuevo Testamento acerca de la gloriosa victoria final en el regreso de Cristo también surgieron de las interacciones entre Dios y su pueblo Israel. Cuando Dios llamó a Israel para ser su pueblo justo y especial, Él los llamó para vivir en victoria como la semilla de la mujer. Las naciones gentiles que siguieron los caminos de Satanás se opusieron y perturbaron a Israel por todos lados durante el Antiguo Testamento, pero Dios prometió victoria final para el Israel del Antiguo Testamento mientras éste fielmente extendiera el reino de Dios. Por esta razón, no nos debe sorprender que el Nuevo Testamento describa la victoria final en Cristo en los cielos nuevos y la tierra nueva como la llegada de la Nueva Jerusalén. A medida que el evangelio es proclamado, y tanto judíos como gentiles se rinden a Jesús, el Cristo, Él construye su iglesia en un sólo cuerpo, y los guía hacia el prometido, final y eterno estado de victoria gloriosa. De este ejemplo, podemos ver como la teología bíblica ve la historia de las Escrituras como una creciente pero unificada historia orgánica. Cada etapa de la historia se basa en la revelación de las etapas anteriores y anticipa el cumplimiento final del reino de Dios en Cristo. A medida que continuemos con esta serie, veremos que ésta opinión orgánica de los actos divinos y la palabra de revelación es destacada una y otra vez en la teología bíblica.
En esta lección hemos tomado nuestra primera vista a la teología bíblica. Hemos ganado una orientación básica en este campo de estudio, observando cómo se acerca a las Escrituras con este análisis histórico de los actos de Dios. También hemos visto como la disciplina formal de la teología bíblica se ha desarrollado a través de los siglos. Y finalmente, exploramos el enfoque central en la historia y la revelación.
La teología bíblica representa una de las formas más influyentes en que los evangélicos han construido la teología en los siglos recientes. A medida que continuemos estudiando este acercamiento a las Escrituras, descubriremos que complementa el acercamiento más tradicional de la teología, y que llama la atención a muchas ideas que han sido pasadas por alto en el pasado. La teología bíblica bien hecha nos ayudará a explorar la palabra de Dios más a fondo y a construir una teología que es fiel a las Escrituras y que edifica la iglesia.