Como profesor, a veces tengo la oportunidad de viajar a muchos países en todo el mundo. Antes de cada viaje, siempre me aseguro de tener claras dos cosas muy importantes. Primero, necesito saber a dónde voy. Y segundo, tengo que saber cómo voy a llegar de un lugar a otro. ¿Voy a tomar un avión? o ¿Un autobús? o, ¿voy a usar otro medio de transporte? Bueno, algo similar sucede cuando leemos el libro de los Hechos. Nos ayuda a saber hacia dónde va la historia y qué técnicas o estrategias literarias usa Lucas para guiarnos a nuestro destino.
Esta es la segunda lección de nuestra serie El Libro de los Hechos. En esta serie, estamos explorando el registro de la iglesia primitiva que continuó con el ministerio de Jesús. Hemos titulado esta lección "Estructura y Contenido," porque vamos a observar las formas en que Lucas organizó su material, y el mensaje que se propuso enseñar.
Nuestro análisis de la estructura y contenido de Hechos se dividirá en tres partes. Primero, examinaremos la estrategia retórica del libro, observando cómo la forma en que Lucas escribió Hechos debe influenciar la forma en que lo interpretamos. Segundo, examinaremos el contenido del libro, destacando el orden de su material, y considerando cómo lo habrán comprendido en el primer siglo. Y tercero, sugeriremos un modelo para una aplicación contemporánea del libro, considerando cómo el antiguo mensaje de Lucas puede hablarnos con autoridad en nuestros días. Observemos primero la estrategia retórica del libro de los Hechos.
Cada vez que leemos un libro de la Biblia, es importante familiarizarse con la forma en que el autor persuade a sus lectores con respecto a sus puntos de vista.
Tenemos que plantearnos preguntas como: ¿Por qué el autor escribió este libro? ¿A que autoridades apela para defender su caso? ¿Cómo diseñó su libro para guiar a sus lectores a las conclusiones apropiadas?
Las respuestas a estas preguntas conllevan tanta información aclaratoria que no podemos pasarlas por alto.
Al aproximarnos al libro de los Hechos, nos concentraremos en tres aspectos de la estrategia retórica de Lucas. Primero, hablaremos de su propósito definido. Segundo, mencionaremos su dependencia de la autoridad. Y tercero, hablaremos de algunos diseños estructurales que empleó en todo el libro. Comencemos examinando el propósito definido de Lucas para escribir el libro de los Hechos.
Cuando la gente escribe obras significativamente largas y complejas, normalmente lo hacen con muchas intenciones y propósitos. Esto sucedió con Lucas cuando escribió su obra en dos volúmenes, el Evangelio de Lucas y el libro de los Hechos. Él esperaba que su escrito impactara las vidas de Teófilo y de la iglesia en muchas maneras distintas. Tenemos que ser cuidadosos entonces de no simplificar demasiado sus propósitos. No obstante, Lucas estableció explícitamente que él tenía un propósito para su obra.
Como veremos, Lucas definió claramente que al escribir lo hacía con un doble propósito. Por un lado, Lucas declaró que tenía intenciones históricas, el deseo de escribir un relato histórico verdadero y confiable sobre la iglesia del primer siglo. Y por otro lado, declaró que tenía intenciones teológicas importantes: el deseo de transmitir y confirmar la verdad y el significado del mensaje del evangelio.
Analizaremos ambos aspectos del doble propósito de Lucas, comenzando con su intención de escribir un relato histórico verdadero.
En el prólogo de su Evangelio, en Lucas 1:1-3, Lucas indica que estaba profundamente interesado en escribir una historia fidedigna sobre la iglesia primitiva. Escuchemos sus palabras ahí:
Muchos han intentado hacer un relato de las cosas que se han cumplido entre nosotros, tal y como nos las transmitieron los que desde el principio fueron testigos presenciales y servidores de la palabra. Por lo tanto, yo también, excelentísimo Teófilo, habiendo investigado todo esto con esmero desde su origen, he decidido escribírtelo ordenadamente. (Lucas 1:1-3)
El interés de Lucas por la verdadera historia aparece en muchas formas en este pasaje. Se refiere a las cosas que se han cumplido entre nosotros, es decir, los acontecimientos históricos que han tenido lugar. Lucas menciona además que entrevistó a testigos presenciales y que investigó con esmero los detalles que registró. También se preocupó de escribir un relato ordenado para que la verdad que estaba reportando fuera comunicada clara y acuciosamente.
En resumen, Lucas trató de que su obra en dos volúmenes, el Evangelio y Hechos, proveyesen un registro histórico fidedigno, comenzando con la vida de Jesús en el Evangelio, y continuando con la iglesia del primer siglo en el libro de Hechos. Lucas estaba interesado en registrar la verdadera historia, porque comprendía un principio básico que se repite en toda la Biblia: Dios se revela a sí mismo en la historia real, en el tiempo y el espacio. Él obra a través de la historia para traer su juicio y su salvación.
Lamentablemente, en los siglos recientes, muchos eruditos críticos han argumentado que los conceptos de "juicio" y "salvación" son mutuamente excluyentes en la historia real. Generalmente, afirman que las acciones sobrenaturales de Dios simplemente no ocurren en la historia, en el tiempo y en el espacio real.
En vez de eso, creen que la historia real es natural, no sobrenatural. El resultado es que, cuando los críticos teológicos leen sobre las acciones de Dios en las Escrituras, a menudo tratan estos relatos como expresiones de sentimientos religiosos no reales, un tipo de "ficción pietista."
Pero Lucas mismo dejó claro que él no estaba tratando de escribir ficción pietista; estaba tratando de reportar la historia real. De hecho, él escribió en una forma que permitió confirmar o desaprobar con expedición sus afirmaciones. Una sola muestra de esto. Lucas ubicó sus reportes en conocidos contextos históricos.
En el libro de los Hechos, por ejemplo, hallamos referencias a hombres como Gamaliel, en el capítulo 5:34; Galión, en el capítulo 18:12; Félix, en el capítulo 23:26; y Festo, en el capítulo 24:27. Todos ellos muy bien conocidos en el mundo judío y romano antiguo. Al mencionar estos hombres y otros detalles históricos, Lucas hizo posible que sus lectores examinasen su investigación por su cuenta.
Ellos podían hablar con otros que conocian a la gente y los acontecimientos reportados, y en algunos casos podían leer los escritos de otros sobre los mismos temas. Si los reportes de Lucas no hubiesen sido fieles a los hechos, habría sido fácil para los escépticos refutarlos.
Especialmente desde fines del siglo XIX, varios eruditos han examinado la veracidad histórica de Hechos, comparándolo con muchos textos extra-bíblicos y otros datos arqueológicos. Muchos de estos estudios han indicado varias formas en que Lucas fue un historiador confiable, pero el tiempo sólo nos permitirá mencionar un par de ejemplos específicos.
Primero, en Hechos 28:7, Lucas refleja un conocimiento de la terminología histórica, cuando se refiere al líder de la Isla de Malta como "el hombre principal de la isla." Esta terminología inusual ha confundido a muchos intérpretes a través de los siglos. Pero la investigación arqueológica reciente ha demostrado que éste sí era el título oficial del líder en ese tiempo.
Segundo, en Hechos 27:21-26, Lucas describe la acción de Pablo abordo de un barco en formas que la investigación histórica ha confirmado. Ahí Lucas escribió que Pablo habló a toda la tripulación del barco que lo llevaba a Roma, aconsejándolos y animándolos en medio de una gran tormenta. Muchos estudiosos críticos en el pasado dijeron que habría sido imposible para Pablo hablar abiertamente de este modo siendo un prisionero. De modo que concluyeron que Lucas había creado un retrato heroico ficticio del apóstol.
Pero la investigación reciente ha demostrado que la ley marítima del primer siglo permitía a cualquiera abordo hablar y aconsejar a la tripulación, cuando los barcos estaban en serio peligro.
Estos ejemplos ilustran la fidelidad de Lucas a los hechos de la historia. Y su intención de escribir un relato de los acontecimientos históricos reales nos recuerda que la verdad eterna de Dios no es algo apartado de las realidades concretas de la vida.
Al contrario, en la fe bíblica, la salvación viene en y a través de la historia real. Es por eso que Lucas estaba tan preocupado de escribir un relato verdaderamente fidedigno.
Con el propósito histórico de Lucas en mente, debemos mencionar una segunda dimensión de la intención de Lucas: el propósito teológico de transmitir la realidad y el poder del mensaje del evangelio en el libro de los Hechos. Veamos una vez más las palabras de Lucas 1:3 y 4:
Me ha parecido también a mí escribírtelas por orden para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido. (Lucas 1:3-4)
Como vemos aquí, Lucas escribió la historia para confirmar lo que le habían enseñado a Teófilo y otros. Esto significa que el libro de los Hechos bien puede caracterizarse como un tipo de historia didáctica o catequística. Lucas quería que Teófilo y sus demás lectores adoptaran ciertos puntos de vista, ciertas convicciones teológicas, ciertas perspectivas sobre la importancia teológica de los acontecimientos históricos que reportó en el libro de los Hechos.
Como lo vimos en la lección anterior, Lucas percibía al mundo y la historia a través de los lentes del señorío y el reino de Cristo. El veía cómo las esperanzas y las promesas del Antiguo Testamento se estaban cumpliendo en Jesús y en la iglesia. Y quería que Teófilo viera su registro de los eventos de la iglesia primitiva a través de estos lentes, para que viera, a través del Espíritu de Dios, cómo Cristo había comenzado y continuaba edificando el reino de Dios en Cristo. Entonces, al leer el libro de los Hechos hoy, siempre tenemos que tener en mente que Lucas no sólo registró hechos verdaderos para que supiésemos lo que sucedió hace mucho tiempo, sino que también estaba llamando la atención a hechos que fueron fundamentales para la iglesia: los testigos confiables de la continua obra de Cristo a través del Espíritu Santo.
Con el doble propósito definido de Lucas en mente, estamos listos para considerar un segundo aspecto de su estrategia retórica: su dependencia de la autoridad. Lucas no afirmó las verdades teológicas e históricas que registró basándose en su propia autoridad, sino en la autoridad de Cristo y de sus apóstoles. De este modo, Lucas sirvió como un verdadero testigo del evangelio.
Algo sorprendente en Hechos es la cantidad de material dedicado a las palabras y hechos de quienes sirvieron como testigos claves de Cristo. Cuando Cristo ascendió a los cielos, nombró a sus apóstoles y sus testigos, y les dio autoridad, en dependencia a él, para continuar la obra de su reino. Periódicamente les dio poder a profetas y otros líderes prominentes de la iglesia para que también proclamasen su mensaje. Entonces, cuando Lucas se ocupó de persuadir a Teófilo y a toda la iglesia con su visión, una y otra vez se refirió a los primeros líderes de la iglesia, especialmente a los apóstoles y profetas, para ilustrar y dar autoridad a sus propias ideas.
Para explorar con más detalles su dependencia de la autoridad, nos concentraremos en dos temas. Consideraremos, primero, la forma en que Lucas apeló a las palabras autoritativas. Y segundo, observaremos sus referencias a los hechos autoritativos. Comencemos con el énfasis de Lucas en las palabras que tenían autoridad en la iglesia.
Tal como lo mencionamos en nuestra lección anterior, Lucas no fue un apóstol. Probablemente, llegó a la fe después de la ascensión de Cristo. Durante sus viajes con y sin Pablo, Lucas investigó los ministerios de Jesús y de los apóstoles, y registró el testimonio de los testigos presenciales elegidos por el Señor.
Ahora, en un sentido, todos los seguidores de Cristo son sus testigos. Pero, cuando se estableció la iglesia, Jesús comisionó a los apóstoles para que fuesen sus testigos infalibles. Ellos fueron los únicos a quienes él nombró y les dio su poder para servir como testigos permanentes y autoritativos en la tierra durante su ausencia. Además de esto, el Señor ocasionalmente llamó a los profetas y a otros líderes autorizados de la iglesia, como Lucas, para dar testimonios autoritativos.
La forma más prominente en que Lucas presentó palabras autoritativas fue su registro de discursos. En vez de limitarse a comentar las enseñanzas de la iglesia, Lucas regularmente registró largos discursos, permitiendo que los representantes autoritativos del Señor hablasen por sí mismos como personajes activos de la historia.
De hecho, cerca del 30% de Hechos está compuesto de debates, diálogos, monólogos, sermones y otros tipos de presentaciones orales. Este es un porcentaje altísimo en registro de discursos, comparado con el que presentan otros relatos antiguos, probablemente porque Lucas dependió de los discursos como una forma de apelar a la autoridad de los apóstoles. En total, hay cerca de 24 discursos en Hechos: ocho de Pedro, nueve de Pablo, uno de Esteban, uno de Jacobo y unos cuantos de otros más. La gran mayoría de estos discursos fueron de los apóstoles; el resto, en su mayoría, de profetas y líderes prominentes de la iglesia.
Ahora, ¿por qué es importante esto? Los discursos de Hechos nos refieren quiénes eran los líderes de la iglesia y qué pensaban ellos sobre muchos aspectos. Nos muestran por qué los discípulos quisieron sufrir en nombre de Cristo. Nos dan testimonio de cómo los apóstoles sirvieron a Cristo y registran sus instrucciones para construir su reino. También autorizaron el énfasis de Lucas en la historia de la iglesia primitiva.
Ahora, muchos eruditos críticos del siglo XIX y XX no aceptan que Lucas haya provisto reportes fidedignos de los discursos que incluyó en Hechos. Y tenemos que admitir que hay ejemplos en el mundo antiguo de relatos históricos en que los discursos no están basados en hechos.
Sin embargo, muchos críticos y eruditos evangélicos aseguran que muchos historiadores, antes, durante y después de Lucas, trabajaron duro para confirmar que los discursos que aparecen en sus historias son fieles representaciones de discursos reales. Y de hecho, cuando observamos con mayor detención los discursos en Hechos, hallamos evidencia convincente de que Lucas fue uno de estos historiadores confiables, los discursos que incluyó en realidad representan enseñanzas apostólicas autoritativas.
En primer lugar, confiamos en los registros de discursos de Hechos, porque Lucas fue inspirado por el Espíritu Santo para escribir una historia infalible y autoritativa. No obstante, hay por lo menos cuatro otras formas de ver que los discursos en Hechos son representaciones rigurosas de discursos reales.
Primero, los discursos tienen un propio estilo. En comparación con otras porciones de Hechos, se ven naturales, de un estilo simple. Algunos de ellos emplean un griego rudo y tosco. Esto demuestra que Lucas estaba más preocupado en escribir lo que los oradores realmente dijeron que en refinar y modificar sus discursos.
Segundo, los discursos calzan muy bien en sus respectivos contextos. Cada discurso es a la medida del orador o de la audiencia. Por ejemplo, en Hechos 4, Pedro habló a los líderes judíos después de sanar a un cojo. Y aunque su discurso proclamó la salvación en Cristo, (lo que esperaríamos si Lucas lo hubiese inventado,) Pedro apeló directamente a la sanidad como prueba de sus palabras. Más aún, los incrédulos líderes judíos no podían refutar a Pedro porque ellos mismos presenciaron la sanidad.
Del mismo modo, los discursos de Pablo reflejan sus respectivos contextos. Por ejemplo, él habla muy distinto a los judíos y temerosos de Dios en Antioquía de Pisidia, en Hechos 13, que a los estoicos y epicúreos en Hechos 17.
Tercero, cada discurso refleja la individualidad de su orador. En tanto los temas comunes son previsibles, cada orador despliega sus características particulares. Por ejemplo, el discurso de Pablo a los ancianos de Éfeso en Hechos 20 tiene un número sorprendente de paralelos con las epístolas de Pablo. Es justo el tipo de discurso que esperaríamos del autor de estas epístolas.
Cuarto, en algunas partes, Lucas establece en forma explícita que ha resumido o abreviado algunos discursos. Por ejemplo, en Hechos 2:40, menciona que Pedro testificaba con "muchas otras palabras." Esto debería inclinarnos a pensar que la meta de Lucas generalmente era proveer una representación real de los discursos en su contexto original. De esta y muchas formas, podemos estar seguros de que Lucas presentó discursos históricamente reales. No inventó ni fabricó los discursos de Hechos para cumplir sus propósitos. En vez de eso, le restó autoridad a sus propios comentarios y elaboraciones narrativas en beneficio del testimonio autoritativo de los apóstoles.
Además de registrar las palabras autoritativas, Lucas dependió también de los relatos de hechos autoritativos realizados por la iglesia primitiva, para apoyar el mensaje teológico transmitido en el libro de los Hechos.
El Espíritu Santo llenó de poder a los apóstoles, y algunas veces a los profetas y líderes prominentes de la iglesia primitiva, en muchas formas milagrosas que validaron su mensaje del evangelio. A través de milagros, desde dramáticas manifestaciones de dones espirituales hasta sanidades y resurrecciones, el Espíritu Santo dio testimonio de que los apóstoles eran representantes autoritativos de Cristo.
Veamos en Hechos 13:7-12, en que el ministerio de Pablo fue validado ante el procónsul de Pafos. Escuchemos el relato de Lucas:
El procónsul Sergio Paulo, varón prudente. Este, llamando a Bernabé y a Saulo, deseaba oír la palabra de Dios. Pero les resistía Elimas, el mago procurando apartar de la fe al procónsul. Entonces Saulo lleno del Espíritu Santo, fijando en él los ojos, dijo la mano del Señor está contra ti, y serás ciego, y no verás el sol por algún tiempo. E inmediatamente cayeron sobre él oscuridad y tinieblas; y andando alrededor, buscaba quien le condujese de la mano. Entonces el procónsul, viendo lo que había sucedido, creyó, maravillado de la doctrina del Señor. (Hechos 13:7-12)
Cuando Elimas trató de obstaculizar el evangelio, el Espíritu Santo llenó de poder a Pablo para que lo dejara ciego. Así entonces, la enseñanza y los hechos de Pablo convencieron al procónsul del evangelio verdadero.
Lucas registró las palabras y los hechos autoritativos para convencer a sus lectores de la verdad de sus relatos. Quería que sus lectores vieran que los apóstoles estaban autorizados por el Señor Jesús, y que la iglesia en todas partes y generaciones estaba obligada a seguir su testimonio al continuar construyendo el reino de Dios en dependencia a Cristo.
Ahora que ya hemos observado el propósito definido y la dependencia de la autoridad, estamos listos para ir a la tercera dimensión de la estrategia retórica de Lucas: el patrón estructural que Lucas usó en todo el libro de los Hechos.
El libro de los Hechos presenta muchos diseños estructurales, pero en honor al tiempo, nos concentraremos en dos facetas de la estructura de Hechos. Exploraremos primero el prominente diseño de repetidos resúmenes, y luego, veremos el diseño de crecimiento en la iglesia que aparece en Hechos. Comencemos con la forma en que Lucas usó los resúmenes.
Los escritores bíblicos se hacen presentes a través de relatos en muchos niveles diferentes. A veces, y para efectos prácticos, se esconden detrás de la acción de una historia. Otras veces, dan un paso al frente para hacer comentarios explícitos sobre lo que está ocurriendo en sus relatos. Llamamos a esta última técnica comentarios del autor. Lucas hizo muchos comentarios a través de todo Hechos. Proporcionó información sobre el trasfondo, reveló las intenciones del corazón de los personajes, describió escenarios, etc. Lo hizo para asegurarse de que su mensaje fuera presentado con fidelidad y claridad.
Muchos lectores han destacado que el libro de los Hechos describe el progreso del evangelio desde Jerusalén hacia fuera; y que luego de cierto avance, Lucas se detiene para resumir los hechos sucedidos hasta ese punto. Analizaremos cómo Lucas utilizó resúmenes para seis períodos de su historia: los acontecimientos del evangelio en Jerusalén, en Judea y Samaria; desde Samaria a Antioquía de Siria; en Chipre, Frigia y Galacia; en Asia, Macedonia y Acaya; y desde Jerusalén a Roma.
Tomemos, por ejemplo, Hechos 5:42, donde Lucas resume los acontecimientos y actividades de la iglesia con estas palabras:
Todos los días, en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo. (Hechos 5:42)
Este es el tipo de resumen que Lucas regularmente usa a través de todo el libro de los Hechos para resaltar los pasos exitosos de los acontecimientos del evangelio y del crecimiento de la iglesia. Escuchemos su comentario en Hechos 28:30 y 31:
Pablo permaneció dos años enteros en una casa alquilada, y recibía a todos los que a él venían, predicando el reino de Dios y enseñando acerca del Señor Jesucristo, abiertamente y sin impedimento. (Hechos 28:30-31)
Ahora que hemos visto que Lucas presta atención a ciertas características de su historia a través de los resúmenes, debemos observar el diseño de crecimiento de la iglesia que emerge entre estos resúmenes.
Cuando Lucas describe el crecimiento de la iglesia, normalmente menciona dos pares de fuerzas dinámicas. Por un lado, escribe acerca del crecimiento interno y tensión dentro de la iglesia. Y por otro lado, escribe sobre crecimiento externo y oposición desde fuera de la iglesia. Ilustraremos este diseño más adelante en esta lección. Por ahora, sólo describiremos lo que significan.
Con el término crecimiento interno, nos referimos a los efectos positivos del evangelio dentro de la comunidad cristiana. Podríamos decir que es un tipo de crecimiento cualitativo, en el que la madurez espiritual de los individuos y de la iglesia crece como un todo. Y con el término tensión, tenemos en mente los problemas, preguntas, controversias y luchas que ocurrían dentro de la iglesia. En el libro de los Hechos, Lucas regularmente demuestra que hay una relación recíproca entre crecimiento interno y tensión. El crecimiento interno lleva a la tensión, y la tensión lleva al crecimiento interno.
El segundo par de elementos del diseño estructural de crecimiento de la iglesia en Lucas es el crecimiento externo y oposición. Por crecimiento externo, tenemos en mente que la iglesia crecía numéricamente al añadirse nuevos miembros. Esta forma de crecimiento era cuantitativa. Y con el término oposición, nos estamos refiriendo al hecho de que con frecuencia surgían conflictos entre la iglesia y el mundo incrédulo cuando los no creyentes reaccionaban negativamente frente al evangelio. Otra vez, hay una relación recíproca entre estas dos ideas en Hechos. El crecimiento externo lleva a veces a la oposición, y la oposición lleva a veces al crecimiento externo también.
Más aún, Lucas demuestra a menudo que hay una relación recíproca entre estos dos pares de elementos, entre crecimiento interno y tensión por un lado, y crecimiento externo y oposición por el otro. En otras palabras, Lucas apunta regularmente que el crecimiento interno y la tensión producen crecimiento externo y oposición, y que el crecimiento externo y la oposición causan crecimiento interno y tensión. Tal como lo veremos más adelante en esta lección, este diseño para el crecimiento de la iglesia aparece con tanta frecuencia en Hechos que conforma una especie de esqueleto o estructura conceptual del libro.
Los resúmenes que Lucas hace a través de su libro, explican que cada sección principal del libro de los Hechos muestra el crecimiento del evangelio a medida que se extendía a través del testimonio de la iglesia primitiva. No importa cuán grande sea la tensión o cuán terrible sea la oposición, Dios siempre está obrando a través de su iglesia. Tan sólo imaginen los efectos que comentarios como estos deben haber producido en Teófilo y quienes leyeron el libro de Lucas, animando a los creyentes en todas partes. Su impacto debe haber logrado que los primeros cristianos leyeran toda la historia desde esta perspectiva. Estas afirmaciones les aseguraban que, si permanecían como fieles testigos de su Señor y Salvador, también iban a ver el crecimiento del evangelio en sus días, a pesar de sus problemas internos y externos.
Con algunas de las dimensiones centrales de la estrategia retórica de Lucas en mente, pasamos ahora a nuestro segundo tema: el contenido del libro de los Hechos. Dado que hay muchas maneras de resumir el contenido de este libro, nos concentraremos en la forma en que Lucas describe el desarrollo de la iglesia como la realización parcial del reino de Dios en la tierra.
Los dos volúmenes de la obra del Evangelio de Lucas y el libro de los Hechos explican cómo Jesús trajo y comenzó a construir el reino terrenal de Dios a través de la proclamación del evangelio. En su Evangelio, Lucas describe el fundamento que Jesús estableció para el reino durante su ministerio terrenal. Y en el libro de los Hechos, Lucas describe cómo Jesús derramó el Espíritu Santo para llenar de poder a los apóstoles y a la iglesia para que continuasen la construcción de su reino. De este modo, el reino de Dios viene a ser la historia global de los dos volúmenes de la obra de Lucas. Y a medida que exploramos el contenido de Hechos, prestamos especial atención a la forma en que el reino de Dios continuó expandiéndose bajo el liderazgo de los apóstoles.
Cuando Jesús comisionó a los apóstoles en Hechos 1:8, los instruyó para que sirvieran como testigos, proclamando el evangelio, primero en Jerusalén, y extendiéndolo luego hasta el resto del mundo. Escuchemos una vez más las palabras de Jesús para los apóstoles en Hechos 1:8:
Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra. (Hechos 1:8)
Aquí Jesús estableció una estrategia geográfica para el testimonio del evangelio por parte de la iglesia. Llenos de poder por el Espíritu Santo, los apóstoles comenzaron a dar testimonio en Jerusalén, luego llevaron el evangelio a Judea y a Samaria, y por último hasta los fines de la tierra, expandiendo el reino a todos los lugares que iban.
Muchos eruditos han señalado que Lucas organizó el libro de los Hechos en torno al llamado de Jesús para la expansión geográfica del evangelio. Seguiremos este mismo diseño a medida que exploremos su obra. Veremos, primero, la forma en que Lucas describe el crecimiento del evangelio en Jerusalén desde Hechos 1:1 hasta el capítulo 8:4. Segundo, nos enfocaremos en el crecimiento del reino en Judea y Samaria desde el capítulo 8:5 hasta el capítulo 9:31. Y en tercer lugar, nos centraremos en la forma en que la iglesia llevó el evangelio a los fines de la tierra desde el capítulo 9:32 hasta el capítulo 28:31. Dado que esta tercera sección es demasiado larga, le prestaremos especial atención, enfocándonos en cuatro etapas del crecimiento sugeridas por los resúmenes de Lucas que ya hemos destacado: primero, en Fenicia, Chipre y Antioquía desde el capítulo 9:32 hasta el capítulo 12:25; segundo, en Chipre, Frigia y Galacia desde el capítulo 13:1 hasta el capítulo 15:35; tercero, en Asia, Macedonia y Acaya desde el capítulo 15:36 hasta el capítulo 21:16; y cuarto, todo el camino a Roma desde el capítulo 21:17 hasta el capítulo 28:31.
Observaremos cada una de estas secciones con mayor detalle, concentrándonos en los diseños de crecimiento interno y tensión, y de crecimiento externo y oposición ya descritos. Comencemos con la forma en que se estableció el reino en Jerusalén a través del testimonio del evangelio de los apóstoles desde Hechos 1:1 hasta el capítulo 8:4.
Jerusalén era la capital del antiguo Israel, la nación especial de Dios en el Antiguo Testamento. Jerusalén es el punto de partida del relato de Lucas dado el papel central que había jugado en el reino de Dios a través de todo el Antiguo Testamento y en el ministerio de Jesús. Más aún, Lucas escribió sobre los acontecimientos en Jerusalén en varios otros lugares de Hechos, mostrando siempre que la obra de los apóstoles de extender el evangelio a nuevas tierras aún estaba enraizada en esta ciudad especial.
Lucas reportó el crecimiento del reino a través del evangelio en Jerusalén en cuatro paquetes narrativos principales: primero, anticipación y derramamiento del Espíritu en Hechoss 1 y 2; segundo, sermón de Pedro en el templo y la persecución que le siguió en Hechoss 3 y 4; tercero, la historia de Ananías y Safira y la persecución que le siguió en Hechos 5; y cuarto, la elección de diáconos y la persecución que le siguió desde Hechos 6:1 hasta el capítulo 8:4.
Por medio de una ilustración, el crecimiento interno aparece en un número de acontecimientos bien conocidos que ocurrieron en Jerusalén, como la comisión de los apóstoles en Hechos 1; el derramamiento del Espíritu Santo en Pentecostés en Hechos 2;
La experiencia de milagros en Jerusalén, especialmente con Pedro, en Hechoss 3, 4 y 5;
Al mismo tiempo, también vemos tensiones dentro de la comunidad cristiana en muchas formas, incluyendo: La cuestión de quién será el décimo segundo apóstol en Hechos 1; la mentira de Ananías y Safira sobre el dinero que habían donado en Hechos 5; y la discriminación en contra de las viudas helenistas en Hechos 6.
Además de esto, el registro de Lucas del testimonio del evangelio en Jerusalén sigue también el diseño del crecimiento externo y la oposición. Por ejemplo, en el día de Pentecostés, cerca de 3,000 personas se agregaron a la iglesia en Hechos 2; la membresía de la iglesia creció en alrededor de 5,000 cuando Juan y Pedro fueron encarcelados en Hechos 4; y muchos sacerdotes judíos se agregaron a la iglesia en Hechos 6. Incluso así, tal como lo comentamos, este crecimiento externo fue acompañado de una gran oposición del mundo incrédulo, como: el arresto y azotamiento a Pedro y Juan en Hechos 5; el martirio de Esteban en Hechos 7; y la dispersión a causa de la persecución de la iglesia de Jerusalén en Hechos 8.
Era esperable que la tensión interna y la oposición externa desanimaran a la incipiente iglesia en Jerusalén. Pero bajo el poder del Espíritu Santo, la realidad fue exactamente lo contrario. El testimonio del evangelio continuó avanzando con gran fuerza, con un progreso definitivamente irrefrenable.
La segunda división principal de Hechos se concentra en el testimonio del evangelio de la iglesia en Judea y en Samaria desde Hechos 8:5 hasta el capítulo 9:31. Las regiones de Judea y Samaria eran más o menos equivalentes a las regiones del sur y del norte de la tierra prometida dada a Israel en el Antiguo Testamento. Jesús mismo había ministrado en estas regiones antes de su ascensión.
El enfoque de Lucas en Judea y Samaria se puede dividir en dos paquetes principales de historias: el ministerio de Felipe en Hechos 8:5-40 y la conversión de Saulo en Hechos 9:1-31.
Por un lado, estas historias atraen la atención al crecimiento interno de la iglesia. Por ejemplo, el crecimiento interno continuó en tanto los nuevos creyentes siguieron siendo llenos del Espíritu Santo en Hechos 8; y Saulo fue hecho apóstol después su conversión en Hechos 9.
Sin embargo, y mano a mano con estos acontecimientos, la tensión también surgió dentro de la iglesia. Por ejemplo, surgieron preguntas en Hechos 8, porque algunos creyentes no habían recibido aún al Espíritu Santo; Simón el mago trató de comprar el poder del Espíritu Santo de los apóstoles en Hechos 8.
Por otro lado, también seguían el diseño de crecimiento externo y la oposición. Por ejemplo, la iglesia continuó creciendo numéricamente en Judea y Samaria a través de eventos como: los muchos convertidos a través del ministerio evangelístico de Felipe en Hechos 8; y la conversión de Saulo en Hechos 9.
Aún así, este crecimiento no ocurrió sin oposición de los incrédulos. Por ejemplo,
Saulo persiguió a los creyentes antes de su conversión en Hechos 9; y algunos judíos hicieron el intento de asesinar a Saulo después de su conversión en Hechos 9.
Una vez más, la tensión interna y la oposición externa finalmente fallaron en detener a la iglesia. En vez de eso, el Espíritu Santo usó estos desafíos para traer más madurez y crecimiento numérico a la iglesia.
La tercera sección principal de Hechos describe cómo el evangelio se extendió más allá de las fronteras de la tierra prometida, hasta los confines de la tierra, como se le conocía entonces. Tal como lo mencionamos, observaremos está sección con más detalle, comenzando con el avance del evangelio en Fenicia, Chipre y Antioquía desde el capítulo 9:32 hasta el capítulo 12:25.
Esta sección trata sobre la primera expansión importante del evangelio más allá de Judea y Samaria, y la extensión hacia las tierras gentiles cercanas de Fenicia, Chipre y Antioquía de Siria. En esta porción de Hechos, leemos sobre el ministerio de Pedro en Lida y Jope en Hechos 9:32-43; el ministerio de Pedro en Cesarea al gentil Cornelio desde el capítulo 9:1 al capítulo 11:12; la expansión del evangelio a Antioquía de Siria en el capítulo 11:13-18; y la liberación milagrosa de Pedro de la cárcel en Jerusalén en el capítulo 12:1-25.
No es de sorprender que el diseño de crecimiento interno y la tensión también continuaran aquí. Lucas registró varios ejemplos de crecimiento interno. Por ejemplo, los gentiles fueron traídos a la iglesia en Hechos 10; la iglesia fue animada por la liberación milagrosa de Pedro de la cárcel en Hechos 12.
Y por supuesto, también hubo muchas tensiones relativas. Por ejemplo, muchos judíos dudaban en recibir a los gentiles en plena comunión en la iglesia; y muchos se resistían a abandonar las restricciones dietéticas del Antiguo Testamento en Hechos 11.
En esta sección además, Lucas enfatiza el diseño de crecimiento externo y oposición. Por ejemplo, escribe sobre el crecimiento externo a través de la conversión de Cornelio y muchos otros gentiles en Hechos 10, y el exitoso ministerio evangelístico de Bernabé y otros en Antioquía en Hechos 11.
Pero este crecimiento no se dio sin oposición. Esta persecución incluyó la muerte de Santiago en Hechos capítulo 12; y el encarcelamiento de Pedro en Hechos capítulo 12.
Pero, a pesar de la tensión y la oposición, el testimonio del evangelio finalmente no fue obstaculizado. El Espíritu Santo continuó bendiciendo la evangelización y el discipulado de la iglesia. Superó las divisiones raciales y la persecución, incluso liberó a Pedro de la cárcel en forma milagrosa. No importando qué obstáculos hubiese en su camino, el evangelio continuó avanzando.
En Hechos, desde el capítulo 13:1 hasta el capítulo 15:35, Lucas presenta su sección principal: la extensión del evangelio en Chipre, Frigia y Galacia. En esta sección, el evangelio avanza desde Jerusalén, Judea y Samaria, extendiéndose hasta las regiones orientales de Asia Menor. Esta sección de Hechos se divide en dos partes principales: el primer viaje misionero de Pablo desde Hechos 13:1 hasta el capítulo 14:28, y el concilio de Jerusalén en Hechos 15:1-35. Continuando con esta estrategia, Lucas también repite en esta sección el diseño de crecimiento interno y tensión. Apunta al diseño de crecimiento interno a través de cosas como el fortalecimiento de Pablo a las iglesias en Galacia en Hechos 14; y la decisión del Concilio de Jerusalén de no exigir la circuncisión a los gentiles convertidos a Cristo en Hechos 15.
En esta sección, Lucas también menciona la tensión interna, especialmente cuando escribe sobre las dificultades prácticas en relación a los gentiles convertidos. La tensión aumentó entre los creyentes judíos y gentiles a causa de la circuncisión y los rigores de la dieta judía tradicional en Hechos 15. Con respecto al crecimiento externo y oposición, Lucas mencionó muchos temas, como el crecimiento numérico generado por el primer viaje misionero de Pablo, como se reporta en Hechos 14. Pero, tal como antes, este crecimiento vino acompañado de una fuerte oposición. Por ejemplo una y otra vez, Pablo y Bernabé fueron rechazados por los judíos incrédulos, especialmente en Listra, Iconio y Antioquía, en Hechos 14. Aún así, el Espíritu Santo continuó con el avance de la iglesia y la superación de todo obstáculo en el camino de su pueblo. El evangelio, continuó cumpliendo los propósitos de Dios.
La quinta sección principal de Hechos va desde el capítulo 15:36 hasta el capítulo 21:16, donde el testimonio del evangelio se extendió hasta las provincias romanas de Asia, Macedonia y Acaya. Esta porción de Hechos se centra en el segundo y tercer viaje misionero de Pablo, cuando Pablo viajó a través del oriente de Asia Menor, para continuar hacia la provincia de Asia al occidente de Asia Menor, y a través del Mar Egeo, y a muchas ciudades de Macedonia y Acaya en lo que hoy es Grecia.
El segundo viaje misionero de Pablo está registrado desde Hechos 15:36 hasta capítulo 18:22, y su tercer viaje misionero desde el capítulo 18:23 hasta el capítulo 21:16. De acuerdo a nuestro diseño ya familiar estos capítulos enfatizan la relación entre crecimiento interno y tensión. Aquí hallamos muchos ejemplos de crecimiento interno, tales como la instrucción de Apolos por parte de Aquila y Priscila en Hechos 18; la extensa enseñanza de Pablo en las sinagogas de Éfeso y la escuela de Tiranno en Hechos 19. Desde luego que este crecimiento interno fue acompañado por mucha tensión. Por ejemplo la discusión de Pablo y Bernabé sobre Marcos y su separación en Hechos 15; la advertencia de Pablo a la iglesia para protegerlos contra los líderes con motivaciones perversas en Hechos 20. Ahí también leemos sobre crecimiento externo y oposición. Por ejemplo, vemos el crecimiento externo de los muchos convertidos que Pablo ganó y en las iglesias que plantó durante su segundo y tercer viaje misionero en Hechoss 15-21.
Pero, vemos también oposición, como las turbas furiosas que intentaron matar a Pablo en Hechoss 17 y 21; y los zelotes judíos que perseguían a Pablo de ciudad en ciudad, incitando a la gente en contra de él en Hechoss 17 y 20. Una vez más, Lucas muestra que el evangelio se extiende efectivamente a través de todo el mundo. Las tensiones internas y la oposición externa fueron dificultades constantes, pero no pudieron detener el progreso del evangelio potenciado por el Espíritu Santo.
Finalmente, la última porción principal del relato de Lucas se concentra en el testimonio del evangelio en Roma desde Hechos 21:17 hasta el capítulo 28:31. Esta sección se concentra en el viaje de Pablo desde Jerusalén a Roma, y luego en su posterior arresto, encarcelamiento y traslado a Roma. Estos materiales se dividen más o menos en cuatro grandes secciones: Último testimonio de Pablo en Jerusalén desde Hechos 21:17 hasta el capítulo 23:11; Encarcelamiento de Pablo desde el capítulo 23:12 hasta el capítulo 26:32; Su difícil viaje a Roma desde Hechos 27:1 hasta el capítulo 28:14 y finalmente, su Testimonio en Roma en el capítulo 28:15-31.
Tal como lo esperábamos, estos capítulos incluyen los diseños ya familiares del crecimiento interno y tensión. Vemos varias evidencias de crecimiento interno, incluyendo cosas como el gozo de los creyentes judíos en Jerusalén al oír que muchos gentiles estaban llegando a la fe en Hechos 21; y la disposición de Pablo y otros a sufrir e incluso morir para extender el evangelio en Hechos 22. Pero vemos también que este crecimiento interno vino acompañado de tensión, por ejemplo el rumor de que Pablo le estaba enseñando a los judíos creyentes que debían abandonar sus tradiciones y la consecuente tensión que causó su presencia en la iglesia en Jerusalén en Hechos 21.
También hallamos el diseño de crecimiento externo y oposición. Lucas toma nota de que la iglesia tuvo grandes avances en crecimiento externo durante este período. Por ejemplo Pablo fue capaz de presentar el evangelio a muchos oficiales de alto rango en Hechoss 23, 24, 25, 26 y 28; predicó sin impedimento en Roma en Hechos 28. Pero Lucas también apuntó al hecho de que una fuerte oposición acompañó a este crecimiento, incluyendo el arresto de Pablo y sus cuatro años de encarcelamiento por el gobierno romano en Hechos 24 y su encarcelamiento en Roma en Hechos 28.
Cada sección principal de Hechos prueba que el testimonio fiel del evangelio no falló. El Espíritu Santo llenó a la iglesia de poder para que llevase el evangelio desde Jerusalén a la capital misma del Imperio Romano. A pesar de los problemas internos y externos que padeció la iglesia, el evangelio sin impedimentos llevó a la iglesia a la madurez espiritual y a la expansión numérica, a la vez que el reino de Dios se extendió hasta lo último de la tierra.
Ahora que ya hemos explorado la estrategia retórica y el contenido de Hechos, vayamos al tercer tema, los pasos para una aplicación contemporánea. ¿Cuáles son los principales aspectos a considerar al aplicar las verdades de Hechos en nuestros días?
Al explorar este tema, primero nos concentraremos en el carácter literario de Hechos, destacando algunas de sus principales características. Segundo, hablaremos de algunas discontinuidades entre el primer siglo y nuestros días que afectan a nuestra aplicación contemporánea de su libro. Y tercero, afirmaremos algunas continuidades importantes entre el primer siglo y los días modernos que nos ayudan a relacionar el significado original de Hechos con nuestras propias vidas. Comencemos observando el carácter literario de Hechos.
Los distintos tipos de literatura comunican sus ideas de distintas maneras. Así, hallamos muchos tipos de literatura en la Biblia. Hay relatos históricos, poemas, discursos, parábolas, proverbios, leyes, etc. Y cada uno de estos tipos de literatura se comunica en forma diferente. Si aspiramos a entender el libro de los Hechos en forma responsable, tenemos que considerar el tipo de literatura que es y las formas en que este tipo de literatura comunica sus ideas.
Hay mucho que podemos decir sobre Hechos desde un punto de vista literario, pero el tiempo sólo nos permitirá destacar tres de sus características más prominentes. Primero, Lucas fue selectivo en sus reportes. Segundo, él diseñó Hechos en episodios. Y tercero, él comunicó muchas de sus enseñanzas en forma implícita. Revisemos primero la naturaleza selectiva del material de Hechos.
Todo historiador tiene que ser selectivo. Simplemente hay demasiados hechos, personas y acontecimientos en el mundo para que una persona pueda reportarlos todos en forma exhaustiva.
Los acontecimientos de Hechos se expanden desde los años de la ascensión de Jesús hasta el encarcelamiento de Pablo en Roma, un período de tres o cuatro décadas. Durante este tiempo, en la iglesia sucedieron una cantidad asombrosa de acontecimientos significativos — demasiados para contarlos.
Aun así, Lucas sólo escribió 28 capítulos breves. De modo que sabemos que él sólo reportó una pequeña fracción de lo que se pudo haber dicho. Pero, ¿cómo determinó qué acontecimientos incluir? ¿Cómo decidió qué omitir? Lucas fue guiado por el Espíritu Santo al seleccionar estos trozos de historia, fundamentales para comprender la obra de Jesús a través de los apóstoles, y para persuadir a sus lectores que acepten algunas de las enseñanzas centrales de los apóstoles.
Entonces, cuando tratamos de hallar la forma de aplicar el libro de los Hechos al mundo moderno, tenemos que hacer dos cosas. Por una parte, es necesario que evitemos el error de pensar que Lucas registró todo lo que querríamos saber sobre el período de la historia de la iglesia. Hay muchas preguntas que dejó sin respuestas, así que hay que evitar buscar en el libro de los Hechos todas las respuestas para nuestras problemáticas contemporáneas.
Por otra parte, tenemos que recordar que cada relato del libro de los Hechos está ahí para ayudar a Lucas a lograr su doble propósito. Entonces, necesitamos leer todos los contenidos del libro a la luz de cómo éstos ayudan a Lucas a conquistar esta meta. Constantemente, tenemos que hacernos preguntas como: ¿Qué me enseña esto sobre la iglesia primitiva? Y, ¿qué doctrinas me anima a adoptar?
Además de ser selectiva, la literatura de hechos está diseñada en episodios. Es decir, Hechos es una colección de historias y relatos sucesivos más breves.
Al leer Hechos, es importante destacar que cada uno de sus relatos individuales son parte de la estrategia y mensaje general de Lucas. Cada uno contribuye en algún modo a su misión general de instruir a Teófilo sobre el evangelio del reino de Dios en Cristo. De modo que este cuadro general debe servir como telón de fondo y contexto para cada episodio que leemos en Hechos.
Pero, además, cada episodio es distinto. Cada uno tiene sus propios argumentos más pequeños, sus propios detalles que enseñan sobre la forma en que la iglesia ha de continuar construyendo el reino de Dios en Cristo a través del evangelio. Y esto significa que cuando leemos Hechos, no debemos permitir que nuestra atención en el propósito general de Lucas ensombrezca los argumentos individuales que está presentando. Tenemos que prestar atención tanto al cuadro general como a los cuadros pequeños, comprendiendo cómo cada episodio aporta a la meta mayor, pero también cómo cada episodio ayuda a definir los detalles de la meta.
Además de ser selectivo y estar diseñado en episodios, la narrativa de Hechos es también implícita en la forma en que su género literario comunica mucha de su enseñanza.
Hablando en general, hay dos tipos principales de literatura en el Nuevo Testamento, el discurso narrativo y el discurso argumentativo. El discurso argumentativo es literatura que representa un tipo de conversación, tal como cuando habla un personaje en un libro, o cuando un autor habla directamente a su audiencia. Por ejemplo, las epístolas del Nuevo Testamento consisten principalmente en un discurso argumentativo, en que un autor como Pablo le habla directamente a los receptores de su carta. Por supuesto que algunas epístolas incluyen trozos narrativos, e incluso hallamos ocasionalmente una canción o un proverbio. Pero están mayormente compuestos de discursos argumentativos. Y aquí lo que principalmente queremos demostrar sobre el discurso argumentativo es que este comunica la mayoría de sus enseñanzas en forma directa y explícita. Cuando Pablo escribe una carta, pidiéndoles a sus lectores que piensen o hagan algo, les dice directamente lo que quiere.
Por otra parte, el discurso narrativo es lo más dominante en la literatura de los cuatro Evangelios, y lo más importante para estas lecciones sobre el libro de los Hechos. El discurso narrativo es literatura que cuenta una historia y que provee instrucción en una forma menos directa. Sin duda que el discurso argumentativo también aparece en este libro, principalmente en los discursos de ciertos personajes, pero la literatura dominante de los evangelios y de Hechos es la narrativa. Y a diferencia del discurso argumentativo, que tiende a enseñar las cosas en forma explícita, el discurso narrativo tiende a enseñar las cosas en forma implícita, dejando que el lector infiera sus lecciones. Los relatos no influyen en los lectores a través de instrucciones directas, sino en formas más sutiles. Están diseñadas de tal manera que los lectores extraigan lecciones desde las actitudes, las acciones y las palabras de los personajes, aprendiendo a adoptar aquellas que agradan a Dios y a evitar aquellas que son contrarias a la voluntad de Dios.
Observémoslo de este modo. En la mayoría de los casos, los relatos como Hechos parece que sólo establecen hechos. Esto sucedió, aquello sucedió, entonces algo más sucedió. En la superficie, pareciera ser un simple reporte de eventos. Tal como lo vimos, Lucas ocasionalmente comentó en forma explícita el significado de los elementos de sus historias. Pero la mayoría de las veces, describió los acontecimientos o los hechos con pocos o ningún comentario. Aún así, la realidad es que sus relatos no fueron escritos sólo para reportar acontecimientos. Él también tenía intenciones didácticas, y usó sus relatos para comunicar estas ideas en forma implícita.
Quiero ilustrar esta idea con una historia de mi propia vida. Cuando mi hija era muy chica, le prohibíamos comer chocolates antes de la cena. Pero una tarde, ella llegó a la mesa con chocolate en sus labios. Le pregunté si había comido chocolate y me respondió, con una fuerte mirada de negación: "No comí ningún chocolate, papi."
Como padre, tenía dos formas de tratar el asunto. Podría haber abordado el asunto directa y explícitamente a través de un discurso argumentativo. Podría haber dicho: "No estás diciendo la verdad. ¡Puedo ver chocolate en tu cara! Estás en problemas." Pero también tenía una opción narrativa, más indirecta e implícita. Podría haber sentado a mi pequeña hija en mis piernas y haberle dicho: "Quiero contarte una historia. Había una vez una niñita, a la que le habían prohibido jugar con su mejor vestido. Pero ella de todos modos jugó con su vestido y se ensució mucho. ¿Qué piensas sobre lo que hizo la niña?"
Una estrategia narrativa retórica como esta funciona principalmente en niveles implícitos. Invita al niño a preguntarse: ¿Estuvo mal que la niñita no obedeciera? La belleza y poder de la narrativa está en que comunica este tipo de ideas en forma implícita. Si es suficientemente sutil, la narrativa involucra al lector en las circunstancias de la historia. Él o ella se involucran personalmente en una forma que evita que la persona que está escuchando esté a la defensiva. Permite que la persona que está escuchando sea mucho más enseñable.
Cerca del 70% del libro de Hechos se presenta a través de relatos. En la mayor parte del libro, Lucas les dice esencialmente a sus lectores: "Quiero contarles una historia sobre la obra de Dios en la iglesia primitiva." Una historia absolutamente verdadera, por supuesto. Los invitó a entrar al mundo de la historia verdadera. Pero presentó esta historia en la forma de un relato, porque quería que sus lectores sacaran ellos mismo las conclusiones a partir de los hechos registrados. Al leer el libro de los Hechos, entonces, es importante que busquemos esas enseñanzas implícitas.
Sin duda que una de las principales formas de evaluar y aplicar cualquier relato bíblico a nuestras vidas es viendo cómo reacciona Dios frente a los acontecimientos que ocurren. Por sobre todo lo demás, sus palabras y sus acciones son perfectamente infalibles. Como resultado, siempre deberíamos tomar nota de las cosas del libro de los hechos que Dios aprueba y bendice, así como aquellas que desaprueba o maldice. Todo lo que Dios bendice tiene que ser bueno, y todo lo que desaprueba o maldice tiene que ser malo. Como leemos en Hechos, tenemos que tratar de emular las creencias, actitudes y conductas que agradan a Dios, y evitar las que se oponen a él.
Además de esto, dado que Lucas confiaba tan fuertemente en el pensamiento de los líderes de la iglesia primitiva, otra forma de ver las enseñanzas implícitas de Lucas es observando los ejemplos que Lucas nos da. Por lo general, debemos inferir que se nos llama a simpatizar con las acciones y los dichos de gente confiable como los apóstoles, los profetas y otros líderes respetables de la iglesia. Sus acciones eran apropiadas, y su testimonio verdadero. En consecuencia, debemos responder con nuestros corazones a este llamado, y amoldar nuestra conducta y pensamientos a los suyos.
Lo opuesto también es cierto. Cuando los apóstoles o la iglesia condenan a los personajes del libro de los Hechos, podemos inferir que las acciones de éstos eran malas, y que no debemos seguir su ejemplo. Ahora, estas no son en absoluto las únicas implicaciones que Lucas presentó en Hechos. Aunque sí proveen una base sólida para que los lectores modernos comiencen a aprender cómo extraer las conclusiones correctas de los relatos bíblicos.
Una vez comprendido el carácter literario de Hechos, tenemos que ir a las discontinuidades entre el primer siglo y el mundo moderno, que afectan a la forma en que aplicamos el libro de los Hechos.
Siempre debemos recordar que aunque la Biblia fue escrita para nosotros, no fue escrita directamente a nosotros. Sabemos en forma explícita que los receptores originales fueron Teófilo y la gente del primer siglo. Entonces, en cierto sentido, estamos leyendo sobre su hombro cuando leemos el libro de Lucas. Precisamente, no estamos oyendo lo que Lucas nos dijo a nosotros, sino más bien oyendo a distancia lo que Lucas les dijo a ellos. Tenemos que estar dispuestos, entonces, a que al menos algunas de las enseñanzas de Hechos se apliquen en forma distinta a nosotros que a Teófilo y a los demás lectores originales de Lucas. Si sólo nos limitamos a repetir lo que vemos en las Escrituras, sin tomar en cuenta estas diferencias, con frecuencia vamos a aplicar la Palabra de Dios en forma dañina e incorrecta.
Resumiremos estas discontinuidades entre el mundo de Lucas y el nuestro de dos formas. Primero, vivimos en un tiempo distinto del suyo. Y segundo, el mundo ha cambiado bastante desde el siglo primero, de manera que tenemos circunstancias distintas, situaciones distintas a las de aquellos a quienes Lucas les escribió primero este libro. Analizaremos primero el hecho de que vivimos en un tiempo distinto al de aquellos que recibieron primero el libro de los Hechos.
Por ejemplo, es muy importante recordar que el libro de los Hechos se concentra en los apóstoles, los testigos autoritativos de Cristo en el primer siglo. Muchas de las acciones de Dios a través de los apóstoles fueron específicas para aquel tiempo y lugar de la historia de la redención; fueron logros revolucionarios y fundacionales que nunca se han de repetir. Por ejemplo, la sola existencia de los apóstoles fue única. Como lo veremos en otra lección más adelante, nunca podrá haber otro apóstol. Una razón: es que para calificar para el oficio de apóstol, un hombre tendría que haber visto al Señor resucitado. Otra razón, es que Dios mismo tendría que nombrarlo para el oficio de apóstol. Así como es razonable decir que Hechos nos enseña a respetar y someternos a los líderes de nuestra propia iglesia, no tenemos apóstoles vivos hoy con nosotros. Lo mejor que podemos hacer es someternos a su testimonio escrito en el Nuevo Testamento.
Lamentablemente, muchos grupos cristianos han visto a Hechos como un modelo de vida cristiana que debería ser seguida en todos los tiempos al pie de la letra. Por ejemplo, Hechos 2:1-4, enseña que el Espíritu Santo fue derramado dramática y milagrosamente en el día de Pentecostés, y quienes lo recibieron comenzaron a proclamar el evangelio en diversos idiomas y dialectos. Este fue un evento especial que ocurrió con el derramamiento inicial del Espíritu para dar poder a los apóstoles y a otros creyentes primitivos para el servicio a Cristo. Hay otros acontecimientos similares que ocurren ocasionalmente en Hechos, pero sólo como un resultado directo de la obra de los apóstoles. La constante en Hechos, es que cada creyente recibe el Espíritu Santo para que su carácter sea transformado y se convierta en un testigo. Lo que no es constante en Hechos, es la presencia o ausencia de manifestaciones particulares del Espíritu Santo. Sin embargo, algunas ramas de la iglesia insisten en que hoy todavía se debe manifestar siempre una llenura del Espíritu, proclamando el evangelio en diversas lenguas o idiomas. Cuando los cristianos bien intencionados fracasan en darse cuenta de las discontinuidades entre el primer siglo y nuestros días, a menudo tratan de aplicar en forma inapropiada las enseñanzas de Hechos.
Además de vivir en una época distinta a la de la audiencia original de Hechos, también tenemos circunstancias distintas, como una cultura y situaciones personales diferentes. Todos los acontecimientos de Hechos sucedieron en medio de las circunstancias históricas del primer siglo, y muchos aspectos de los relatos de Lucas están condicionados por esas circunstancias históricas y culturales.
Lamentablemente, con la intención de ser veraces en cuanto a las enseñanzas de Hechos, muchos grupos cristianos a través de los siglos han tratado de regresar a las prácticas culturales de la iglesia del primer siglo. Por ejemplo, en Hechos 5:42, leemos que la iglesia se reunía en casas particulares. En base a esto, algunos cristianos han insistido en que la iglesia de hoy debe reunirse en casas y no en templos. Y en Hechos 6, versículo 1, hallamos que la iglesia de Jerusalén estaba proveyendo alimento para las viudas. En consecuencia, algunos cristianos de hoy insisten en que todas las iglesias deben tener un servicio de alimentación a las viudas como parte de su ministerio. Desde luego que no hay nada malo en que la iglesia de hoy se reúna en casas o sirva alimentos a las viudas. Pero tenemos que reconocer que estas prácticas estaban sujetas a las circunstancias de la iglesia del primer siglo. Por ejemplo, la persecución los obligaba a reunirse en las casas. Pero en los lugares en el mundo en que no hay, o hay muy poca persecución, la iglesia no necesita reunirse en casas. En la medida en que nuestras circunstancias se asemejen a las de ellos, éstas se transformarán en aplicaciones legítimas de los principios bíblicos. Pero a medida que nuestras circunstancias sean diferentes, podríamos vernos obligados a aplicar estos mismos principios bíblicos en forma distinta.
De hecho, a menudo hallamos diferentes aplicaciones de un mismo principio incluso en el libro mismo de los Hechos. Por ejemplo, en Hechos 2:44 y 45, Lucas señala que los miembros de la iglesia en Jerusalén tenían en común todas las cosas. Sin embargo, en el mismo libro de los Hechos hallamos que muchas de las iglesias fundadas por el apóstol Pablo se reunían en casas de ciudadanos ricos o líderes de la ciudad, sin que se mencione alguna comunidad de bienes, y sin criticar dicha práctica. Desde un principio, la iglesia ha reconocido que se debe aplicar el mismo principio bíblico, ajustándose a las circunstancias respectivas. Nunca debemos recurrir a la mera imitación para reemplazar una aplicación responsable de los principios.
Luego de describir el carácter literario de Hechos, y de referirnos ampliamente a las discontinuidades entre los días de Lucas y los nuestros, tenemos que referirnos a algunas continuidades significativas entre el primer siglo y el mundo moderno.
Podemos resumir las continuidades entre los cristianos de ambos períodos, señalando que tenemos el mismo Dios Trino, que existe en las personas del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; la misma meta, que es construir el reino de Dios en Cristo; y el mismo evangelio, el mismo mensaje de salvación y redención que nos exige que respondamos en fe, arrepentimiento y obediencia. Veamos primero el hecho de que tenemos el mismo Dios que los cristianos del primer siglo.
El registro de Lucas de la historia de la salvación nos recuerda que servimos y damos testimonio del mismo Señor Jesucristo al que sirvieron los apóstoles y la iglesia primitiva. A todo cristiano le ha sido dado el poder por el mismo Espíritu Santo que estaba presente en el primer siglo. Y hacemos todo para la gloria y honor del mismo Padre. Nuestro Dios Trino no ha cambiado.
Dios obró a través del evangelio en forma grandiosa en el primer siglo, y hoy continúa haciéndolo. Si Dios se ve ausente en tu vida personal, o en la vida de tu iglesia o denominación, entonces las cosas no son como deberían ser. Si no vemos que Dios está obrando, trayendo salvación a los perdidos y construyendo su iglesia, entonces tenemos que volvernos a Dios en arrepentimiento y fe, pidiéndole que continúe con su obra de la historia de la salvación por gracia, en nuestras vidas y en nuestras iglesias.
Además del mismo Dios, los cristianos de hoy tienen la misma meta que la iglesia del libro de los Hechos.
En el libro de los Hechos, el propósito de Dios era construir su reino en Cristo a través de los apóstoles. Ellos trabajaron por esa meta, fomentando el desarrollo de la iglesia e incrementando el tamaño de la iglesia a través del evangelio. Pero sabían, además, que la expansión del reino de Dios para llenar toda la tierra, exigiría más de una docena de hombres trabajando por un poco de tiempo, y por eso prepararon a la iglesia para que trabajara junto con ellos y continuara después de su muerte. Podríamos decir que, tal como Jesús les asignó a los apóstoles la tarea de construir su reino, los apóstoles le asignaron esta tarea a la iglesia.
Desde luego que esta tarea de construcción del reino no terminará hasta el regreso de Cristo en gloria. De modo que la meta de la iglesia moderna aún es conformarse a la misión de Dios de construir su reino en Cristo, y traer a todo el mundo y a toda vida bajo su Señorío. Y hacemos esto, principalmente apoyándonos en las enseñanzas de los apóstoles sobre la salvación, la ética, el carácter piadoso, las relaciones personales, la evangelización y todos los demás temas de la vida. Después de esto, si hemos de honrar y obedecer a Cristo, la iglesia tendrá que someterse al testimonio autoritativo de sus apóstoles.
Por ejemplo, Lucas se preocupó de registrar las diferentes formas en que los apóstoles expandieron el reino a través de muchas situaciones y culturas. Y siguiendo su ejemplo, podemos utilizar los mismos medios para profundizar el logro de la meta del reino en nuestros días. Sí, tenemos que hacer ajustes a la luz de las discontinuidades entre el mundo moderno y el mundo antiguo. Pero, dado que hemos de someternos a la misión establecida por Dios, en vez de desarrollar nuestro propio plan, la meta y los principios subyacentes siguen siendo los mismos en cada generación.
Finalmente, además de tener el mismo Dios y la misma meta, a los cristianos modernos se les llama a proclamar el mismo evangelio que la iglesia del primer siglo.
No importa cuánto cambie el mundo, una cosa permanece constante: los seres humanos están caídos en una rebelión pecaminosa contra Dios y están apartados de él, con una desesperada necesidad de redención. Todos necesitamos la misma salvación. Y esa salvación está disponible en Cristo, quien perdona nuestro pecado y nos lleva a su reino. Este es el mensaje del evangelio que los apóstoles enseñaron en el primer siglo. Es el mensaje del evangelio que Lucas proclamó en Hechos. Y es el evangelio que debemos abrazar y obedecer. El mensaje es simple. Tal como Pablo y Silas se lo dijeron al carcelero en Filipos en Hechos16:31, el evangelio es:
Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa. (Hechos 16:31)
Este simple mensaje tiene profundas implicaciones. Cubre todos los aspectos de nuestra vida individual y corporativa, desafiándonos a ser transformados para llegar a ser testigos ante el mundo.
Este evangelio sigue siendo el mismo para todos, en todos los lugares y en todos los tiempos. Todos son llamados a arrepentirse de su rebelión pecaminosa y confiar en Cristo. Todos han de someterse a su señorío y han de construir su reino. Este llamado debe llegar a toda la gente de nuestros días, tal como se ha proclamado en todo el mundo desde los días de los apóstoles. El llamamiento a la obediencia es para judíos y gentiles, ricos y pobres, hombres y mujeres, respetados y despreciados. Vence todo tipo de resistencia y obstáculo, porque es la palabra de Cristo que reina, con el poder de su Espíritu Santo, para la gloria de su Padre. Tal como enseña el libro de los Hechos, no hay prueba, ni tensión, ni oposición lo suficientemente poderosas para oponerse al crecimiento y la expansión de la redención. Es por eso que los cristianos modernos deben ser auténticos y valientes para predicar y declarar el evangelio de los apóstoles, llamando a todos a al arrepentimiento y la fe en Cristo, y uniéndose a ellos como ciudadanos leales del reino de Dios.
En esta lección hemos revisado las estrategias retóricas que Lucas usó en el libro de los Hechos, el contenido de su obra y los pasos necesarios para la aplicación contemporánea de sus enseñanzas. Nuestro análisis de estos temas debería ayudarnos a entender, apreciar y vivir en nuestros días según sus enseñanzas autoritativas.
Hay muchas maneras en que el libro de los Hechos sirve como una puerta de entrada desde el tiempo de Cristo al tiempo de la iglesia moderna. Explica cómo la iglesia primitiva entendió y aplicó la persona, la obra y las enseñanzas de Cristo, y sienta el fundamento para las formas en que los cristianos modernos hemos de entender y aplicar esas mismas ideas en nuestras propias vidas. De modo que mientras más capaces seamos de reconocer los propósitos y los métodos de Lucas en Hechos, estaremos mejor equipados para vivir honrando y sirviendo a nuestro Rey resucitado.